Amar es combatir.
Capítulo doce.
Epílogo: Familia.

Aquél año, la primavera se adelantó. El primer día de marzo trajo una mañana soleada y tranquila para el pueblo de Konoha, que esa fecha celebraba la graduación de un grupo de alumnos de la Academia para convertirse en genins, entre los cuales se encontraban dos niños, mellizos, de cabello castaño con mechones rosados y de ojos color blanco marfil, Sanae y Hikaru Hyuuga, los hijos de Sakura y Neji.

Sanae y Hikaru habían nacido nueve años atrás en la casa Hyuuga, siendo Hikaru el primero en nacer y el próximo a convertirse en líder; tenía el carácter de su madre, impulsivo y noble a la vez y hasta sus rasgos recordaban a ella, mientras que Sanae se parecía más a Neji, tenía su nariz recta, sus facciones y hasta arrugaba el entrecejo igual que él, ambos niños querían mucho a sus padres, pero también se disputaban su atención, por lo que ese día en especial no los dejaron en paz ni un minuto.

El sol ya estaba en lo alto cuando dos figuras que esperaban en la sombra de un gran árbol decidieron ponerse en marcha. Por las puertas de la Academia Ninja desfilaban niños y niñas de diferentes edades en busca de sus padres, a los cuales saludaban con una sonrisa en cuanto los veían. Sakura había estado al pendiente de ver si sus hijos salían, pero éstos no aparecieron hasta el último de la fila, detrás de Kenji Nara, de cabello negro y ojos azules, hijo de Temari y Shikamaru.

— ¡Mamá, papá! -les sonrió Hikaru al llegar junto a ellos- ¿Adivinen qué?

— ¿Qué pasa? -preguntó Sakura a su hijo- ¿Te ha tocado un buen equipo?

— ¡Hai! -saltó el niño, también mirando a su padre- Estoy con Yuna y Obito-kun.

— ¿Obito? -arqueó las cejas Neji- ¿El hijo de Kakashi y Shizune?

— Ese mismo -confirmó el niño, confundido- ¿Por qué?

— Sharingan -sólo murmuró en voz baja el hombre, por lo que sus hijos no llegaron a escucharlo.

— ¿Qué sucede, padre? -preguntó Sanae también confundida por la actitud de Neji.

— Nada -dijo Sakura, conocía bien a Neji y sabía que quería demostrarle a cualquiera que tuviera Sharingan que su Byakugan era mejor- ¿Y tú, Sanae? -preguntó, voltéandose a ver a su hija que no había dicho nada sobre su equipo aún- ¿Con quién te ha tocado? ¿Te ha ido bien?

— Me he quedado con Keichi -respondió torciendo el gesto al recordar al niño de ojos azules y cabello azabache hijo de Ino y Sai- Y con Yaten.

— No está mal -la niña arqueó la ceja ante tal contestación de su madre- Ya verás que después te va a gustar tu equipo, eso me pasó a mí -terminó y a la niña se le iluminó el rostro con una sonrisa- Ahora vayamos a casa -pidió- Yaeko-baachan se muere por saber cómo les fue en este día.

— Hai -aceptaron ellos poniéndose a la cabeza, mientras la esmeralda sonreía a su esposo que continuaba callado, pero que le apretó la mano cariñosamente cuando ésta se la tomó.

— Les irá bien -sonrió Sakura de nuevo- Son unos genios ya a su edad, son tus hijos, después de todo -agregó, empezando a caminar junto a él.

— De los dos -afirmó el siguiendole el paso- De los dos.

Sasuke compuso una mueca que se debatía entre la felicidad y la tristeza, era cierto que ya no amaba a Sakura, había dejado de hacerlo hacía años o quizás nunca lo había hecho, pero el verla ahí, casada, con dos hijos mellizos y feliz, le causaba un sentimiento que no podía controlar... al menos por ahora.

Se dirigió a buscar a Hinata, a la que encontró con una extraña rapidez, debido a que se encontraba cerca de allí, ella no dijo nada al verlo, pero parecía estar esperando algo de él, pues se quedó inmóvil. Sasuke se aproximó a ella lo suficiente, pero cuando iba a abrazarla ella se apartó bruscamente y con una ira en los ojos que no había visto nunca. Sasuke susurró su nombre como si la vida se le fuera en ellos, hasta que la mujer le respondió con un grosero "¿qué?".

Hinata no entendía... ¿cómo se atrevía a buscarla después de tanto tiempo sin tener noticias suyas? ¿Cómo podía siquiera mirarla a los ojos como hacía nueve años? Esos ojos que la transportaban al pasado en cuanto se veía perdida dentro de ellos, que la llevaban a recordar la verguenza que le causó a su familia, a sí misma, el rechazo, el dolor... y aquél día de otoño entre los frondosos árboles de su mansión, en los cuales él le había pedido un tiempo que ella le había concedido, después de que ambos revelaran la verdad a Sakura y después del cual él desapareció, de la villa, de su casa, de su corazón... Y ahora venía así como así, nueve años después, para decirle quien sabe qué cosas. ¿Ah, sí? Pues ella también tenía mucho que contarle.

— Hinata -la llamó una voz, que el Uchiha reconoció como la de Kiba- El bebé se ha dormido -anunció desde la lejanía.

— En un momento voy -fue lo único que salió de sus labios, pues todavía seguía como pasmada.

— ¿Cuál bebé? -inquirió el Uchiha, con semblante pálido, pues aquello no le pintaba bien.

— Mi bebé, mi hijo -puntualizó Hinata con una mirada menos tímida de lo normal- No pensaba esperarte quién sabe cuántos años más -dijo, dándose la vuelta- No soy como Sakura -fue lo último que salió de sus labios antes de desaparecer entre los árboles y salir después con un niño pequeño de cabello castaño profundamente dormido en sus brazos y Kiba a su lado, barriéndolo con la mirada.

Así que de nuevo había sido demasiado egoísta y había perdido a Hinata y había sido también un estúpido al creer que estaría nueve años esperándolo como si fuera Sakura, pero obviamente no la conocía como él creía, ella no iba a esperarlo mientras recorría el mundo y se hacía algo más fuerte, porque eso no justificaba que huyera del matrimonio que había sugerido Hiashi.

Pero aún así sonrió al verse solo, ¿qué pasaría ahora que él había regresado? ¿Hinata lo querría aún? O pensándolo bien, ¿al menos querría a Kiba? Suspirando, el Uchiha sólo pensó que era muy vil de su parte esperar que sucediera lo mismo que pasó con su matrimonio anterior, pero que igual quería un poco, no le importaba que Hinata ya tuviera un bebé, él, si lo aceptaba, se haría cargo... pero a su debido tiempo y sólo si Hinata sufría, pues si ahora estaba bien (no olvidaba la cálida sonrisa que le dirigió a Kiba) no habría por qué molestarla.

De camino a casa pasó por en frente de la casa Hyuuga donse se oían risas de niños y donde Sakura Hyuuga, por fin, pensaba en lo feliz que era, mientras le daba brillo a las fotos familiares, empezando por la del día de su boda, donde lucía una enorme sonrisa, eso había pasado un año después de haberse mudado ahí; vio a Neji tan feliz como ella, y no pudo evitar imitar la sonrisa que le dirigía su yo en la fotografía, a la que se quedó mirando por un rato hasta que la siguiente foto la animó a voltear, era la foto del día de su parto, la había tomado Naruto y en ella todos tenían cara de sorprendidos, en ella se mostraba a Sakura con gotas de sudor en la frente, sosteniendo a dos pequeños en sus brazos, niño y niña, según Tsunade; sus hijos, su vida... estaba por mirar la siguiente foto cuando afuera se oyó mucho ruido.

— ¡Vamos, tía Hanabi, déjame cargarlo! -le pidió Sanae a la mujer, que se encontraba sentada en la entrada de la casa con un bebé en brazos, semidormido.

— No, está muy pesado, se te podría caer -se oyó fuera y Sakura se asomó para ver de qué hablaban, descubriendo que Sanae estaba necia por cargar a su primo pequeño, hijo de Naruto.

— ¿Y yo, mamá? ¿Yo puedo cargarlo? -le pidió su hijo mayor.

— No -negó la mujer con la cabeza, a su viva imágen en niño- No, mi amor -el niño se quejó cuanto pudo, pero Hanabi lo tranquilizó- Después, ahora anda con tus primos, a jugar, Yamato.

Sakura le sonrió a Hanabi que arrullaba a su bebé recién nacido mientras vigilaba a los niños, antes de entrar de nuevo a su casa, donde por fin pudo colocar la fotografía que le faltaba, no sin antes observar la anterior a ésta, los cuatro años de sus hijos, donde no fueron sellados, gracias a Dios, por ser Neji el líder del clan y donde ambos lucían su ropa especial para entrenar en las artes del clan, que dominaban a la perfección tal como su padre.

Una lágrima corrió por sus mejillas al ver la última foto, al menos por ahora: en ella salían todos, Neji, ella y sus hijos, todos sonriendo... no podía ser más feliz, lo tenía todo, y si amar era combatir, ella ya había ganado su guerra contra sí misma, contra los demás y contra su corazón, que había aceptado gustoso hacía muchísimos años a su nuevo dueño, Neji, que ahora la llamaba fuera.

Después de todo, ahora nada podría ser mejor, o al menos eso lo que pasó por su mente cuando Neji la abrazó por la espalda, como aquella primera vez y ambos se quedaron en silencio, observando la foto nueva, tomda el día anterior y el susurraba que la amaba tanto o más que el primer día.

— Yo también, Neji -afirmó la esmeralda, dándose la vuelta para acariciar su rostro, con una enorme sonrisa en los labios- Te amo.

FIN.


Notas de la autora: Etto... bueno, fin... no puedo creerlo, por fin acabé este fanfic. Lamento las demoras y todo, este año no ha sido del todo bueno para mí, enfermedades, males de amor, etc, etc. Pero por suerte nuestros protagonistas sí que tuvieron un final feliz :3. Ojalá que les haya gustado este epílogo, estoy trabajando en nuevas historias, aunque desgraciadamente no he podido concluir ninguna hasta ahora, por lo que quizás tarde en actualizar algo nuevo.

Les deseo lo mejor de aquí a que nos volvamos a leer.

Dejen reviews y gracias por leer.

Ja ne!