LA CHICA DE REMUS

6. Resolución

Calor. Humedad. Escalofríos. La lengua de Sirius era demandante y parecía querer explorar toda su boca. Remus no podía reaccionar con todas aquellas mariposas en el estómago.

Sirius.

Era Sirius quien le estaba besando. Su amigo. El que dormía en la cama de al lado y lo despertaba en mitad de la noche cuando aparecía en medio de sus sueños. La primera persona que al descubrir su identidad no había salido corriendo. El que una madrugada de invierno, después de una de sus transformaciones, lo había abrazado con fuerza, conteniendo las lágrimas, y le había jurado por el cielo, la tierra y la maldita y cruel luna que lo protegería siempre, siempre, siempre. Y que nunca, jamás, ni muerto, se separaría de su lado.

Y ahora le besaba como había soñado que lo haría. Pero de verdad. Con la boca, la lengua, las manos y, ¡dios!, con aquellos pantalones de cuero puestos, tan cerca que casi se rozaban con los suyos.

Sin saber muy bien lo que hacía, entrelazó su negro cabello entre sus dedos. Porque le encantaba su pelo y no entendía por qué había tenido que hacer aquella extraña poción para cambiarlo.

"Si hubiera sabido que bastaba con esto no me habría arriesgado con la poción crecepelo".

Y entonces creyó entenderlo.

-¿Desde cuándo?

No quería dejar de besarlo. No quería apartarse, porque era lo más maravilloso que le había pasado en mucho tiempo. Pero necesitaba saber la respuesta, para asegurarse de que aquello era real.

Sirius lo miró confuso, con la boca entreabierta y la respiración agitada.

-¿Desde cuándo qué?

-Dijiste que tomaste esa poción por mí. Y acabas de besarme como si llevaras tiempo esperando hacerlo. ¿Eso significa que te gusto?

Sirius parpadeó sorprendido.

-Creo que no hace falta contestar esa pregunta.

-¿Desde cuándo?

-Bueno… no lo sé.

-Sirius, esto no será por la poción, ¿verdad? Quiero decir… acabas de dejar de ser una chica. Como Sira tal vez sintieras algo por mí, y eso sería normal porque soy un chico. Pero vuelves a ser tú. Y quiero saber, necesito saber si ese beso es sólo por lo que sentías hace un par de horas… o si va a ser algo más duradero.

Sirius lo miró confundido.

-¿Crees que te besaría si no estuviera seguro de lo que siento?

-Creo que besas demasiado a menudo y que tal vez esto no signifique lo que yo espero.

-Pues… no sé, Moony, creí que querías hacerlo. No me has rechazado cuando me he acercado, ¿sabes?

-Lo sé, pero, Sirius, esto no es un juego. O no debería serlo. Cuando eras Sira podías permitirte ciertas cosas, pero ahora…

-¿Quieres decir que ahora, por el simple hecho de haber cambiado de sexo, no puedo sentir nada por ti?

Remus se agitó intranquilo.

-No… no sé. No quiero…

-¿Es que acaso no te gusto?

Se sobresaltó ante aquella pregunta. Su corazón latía tan fuerte que tuvo que agarrarse para no tambalearse y caer.

-¿Te gusto o no? –preguntó de nuevo. Sirius había recuperado todo su aplomo de chico rebelde y parecía impaciente por la respuesta.

-Bueno…, eres mi amigo y siempre has sido muy amable conmigo…

-No te estoy preguntando eso, Remus. ¿Te gusto?

Remus tragó saliva y agachó la mirada, con tan mala suerte que fue a fijarse de nuevo en los ajustados pantalones.

-Sí…

Sirius sonrió orgulloso.

-Entonces te confesaré algo: tú también me gustas. Me gustabas antes de convertirme en chica por error y me gustas aún más ahora que vuelvo a ser yo.

Remus se atrevió a alzar la vista y al ver a Sirius sonrió tranquilo. No tardó en volver a sentir sus labios sobre los suyos. Y le gustaba: las cosquillas, la saliva y la sensación de estar haciendo algo prohibido y maravilloso. Tal vez aquello pudiera funcionar, después de todo.


James caminaba por los pasillos, enfadado por la actitud de Sirius y Remus, que consideraba en extremo egoísta. ¿Qué planeaban? Porque estaba claro que habían faltado a Hogsmeade el mismo día para estar juntos por algún motivo. Pero Remus se había quedado por culpa de aquella misteriosa chica a la que, por cierto, no había vuelto a ver. Y hablando de ella… ¿Qué había pasado entre ella y Remus? ¿Seguirían juntos? ¿Por qué el licántropo no les contaba nada? ¿Se escondían por alguna razón?

Todos esos pensamientos cruzaban su cabeza cuando de pronto alguien le golpeó en el hombro.

-¡Eh, mira por donde vas! –No le apetecía ser amable con nadie, pero cuál fue su sorpresa cuando se reajustó las gafas y distinguió a la persona que había tropezado con él-. ¡Eres tú!

La chica sonrió.

-Hola, Prongs. ¡Nos vemos luego!

James la vio guiñar el ojo y en aquel momento algo debió conectarse en su cerebro. Aquella sonrisa…

-¡¿SIRIUS?!

Ella se volvió un segundo para llevarse un dedo a los labios y lanzarle un beso con la mano.

-¡Luego te lo explico!

¡¿Sirius?! ¿Qué significaba aquello? Un momento, si él era el que estaba en la habitación con Remus, los dos habían estado juntos el sábado y eso significaba…

James se quitó las gafas y parpadeó un par de veces, como si así pudiera espantar la imagen mental que acababa de asaltarlo.

-Debo de haber comido algo en mal estado.


-Hola, Severus.

El muchacho levantó la vista del libro que estaba leyendo y soltó una mueca a modo de saludo.

-Hola, Le Noir.

Sira sonrió.

-Al final pude venir.

-Ya veo.

Sirius se aseguró de que estaban solos antes de decir con voz insegura:

-Yo…, la verdad es que he venido porque tengo que hablar contigo.

-Bien.

-Aquí no. ¿Por qué no vamos al patio?

-Claro, allí estaremos más tranquilos.

La sonrisa de Snape tenía algo de peligrosa, pero Sirius le había prometido a Remus que arreglaría las cosas con el slytherin, así que decidió seguirle hasta el atrio, justo hasta el sitio en el que estaba cuando se conocieron el día anterior, en el mismo banco de piedra.

-¿Y bien? ¿Qué era eso que tenías que decirme?

La mano de Snape se posó sobre la suya de forma estudiadamente descuidada y Sira abrió los ojos con sorpresa antes de retirar su mano.

-Eh, bueno, verás… en primer lugar quería darte las gracias por el libro.

Y se lo entregó con una sonrisa de disculpa.

-¿Te ha sido de ayuda?

-Bueno, no he podido hojearlo tanto como me hubiera gustado, pero he sacado algunas cosas interesantes -sonrió.

-Me alegro -A Sirius no le hacía gracia que Snape se acercara tanto. Había soltado el libro en el banco, a su lado, y ahora estaba mirándola, muy cerca y con las manos libres-. ¿Qué vas a hacer ahora?

-¿Qué?

-Con la pócima. Tu pelo sigue igual de corto.

Y claro, la mano libre se enredó en su cabello, acariciándolo y provocando un escalofrío en el chico con cuerpo de chica. Fue entonces cuando Sirius se dio cuenta de que Snape llevaba camisa nueva y olía a algo parecido a colonia. Una colonia cara.

Joder.

-Ah, eso –intentó apartarse un poco y Severus pareció comprender la indirecta, aunque, por su expresión, no le hizo mucha gracia-. Bueno, creo que de momento lo dejaré así.

-Me parece bien. Ya te dije que te sienta el pelo corto.

Sirius carraspeó nervioso.

-Oye, Snape…

-Llámame Severus.

-Severus. Tengo algo que decirte…

Se estrujó las manos nervioso, sin saber muy bien cómo empezar. ¡Con lo fácil que hubiera sido dejarlo todo como estaba! ¿Qué más daba si le rompía a aquel chico el corazón? Cuando viera que Sira había desaparecido se buscaría otra chica a la que echarle los tejos, ¿no?

Pero Remus tenía que tener esa maldita conciencia que resultaba a veces tan contagiosa… ¿Y cómo decirle que no si le pedía el favor atragantándolo con la lengua? Bueno, los suyos eran muy llamativos, negros y de un cuero de calidad, pero Sirius ya tenía la ligera sospecha de quién iba a llevar los pantalones en aquella relación. No es que le molestara… pero tendría que aprender a imponerse de vez en cuando, pensó mirando a Snape de reojo.

-La verdad es que yo también quería hablar contigo…

La afirmación del Slytherin le sorprendió.

-¿Ah, sí? ¿Sobre qué?

-Pues… verás, creo que eres una chica muy inteligente y también atractiva –Sirius tragó saliva con disimulo. Aquello no le gustaba nada- y me preguntaba… ¿te gustaría venir conmigo al baile de Navidad?

Sirius lo miró con los ojos muy abiertos.

-¿Al… al baile?

-Sé que es pronto para eso, pero no quería correr el riesgo de que alguien se me adelantara y quedarme sin pareja.

Aquello era peor de lo que esperaba. ¡Snape se le estaba declarando! ¿Dónde están los lobos salvavidas cuando se les necesita? ¿Y la capa de invisibilidad? ¿Y los polvos picapica?

-Lo siento, Snape… Severus –Sirius quería soltar su excusa cuanto antes y salir corriendo de allí a refugiarse en los brazos de su lobo-, de verdad, me gustaría ir contigo, pareces un buen tío y eso, pero tengo que irme…

-No importa, puedes darme la respuesta mañana. No hay prisa y entiendo que quieras pensarlo. De todas formas, todavía hay tiempo.

-No, no me has entendido. Me refiero a que tengo que marcharme –y eligió ese momento para ponerse en pie-. De Hogwarts.

-¿Qué? -Ahora era el otro chico el sorprendido-. ¿Pero por qué? Estamos a mitad de curso. ¡No puedes irte del colegio ahora!

-Sí, lo sé, pero… -¿Cuál era la excusa?- Mi madre está enferma, eso, y tengo que ir con ella.

-Hay elfos domésticos.

-Sí, pero vive en Francia y está sola. He pedido el traslado a la academia Beauxbuttons para estar más cerca de ella. Lo siento.

-Francia…

-Tenía que decírtelo porque me marcho mañana.

-¡¿Mañana?!

-Sí.

-¿Por qué tan pronto?

-Se ha puesto peor y…

-Podrías habérmelo dicho antes.

-Lo siento.

-Ya.

Pero Severus no parecía muy conforme.

-Al menos… ¿podemos pasar una tarde juntos?

Sirius hizo una mueca.

-Claro, pero no puedo quedarme mucho rato. Tengo que hacer el equipaje y eso.

-Lo entiendo. ¿Vamos a dar una vuelta?


Remus y Sira estaban asomados al enorme puente colgante que unía Hogwarts con algún lugar del bosque. El licántropo apoyaba la espalda en la barandilla con los brazos cruzados y Sirius, agarrado a ella con las manos, se tambaleaba como si quisiera tomar carrerilla para lanzarse a volar.

-Así que hablaste con él.

-Sí.

-¿Y?

Sira se encogió de hombros.

-Creo que no se lo tragó. Lo de que mi madre estaba enferma –y añadió-. Podías haber buscado una excusa más creíble, esa ya está muy vista.

-Pero le has dicho que te vas, ¿no? Que no vas a volver a verlo…

Sira sonrió y se acercó hasta juntar su nariz con la del chico castaño.

-¿Estás celoso? Tranquilo. No volveré a verlo. O mejor dicho, Sira no volverá a verlo.

Remus sonrió.

-Me alegro.

Aún estaban muy juntos y Sira desvió su atención hacia los tiernos labios del licántropo.

-¿Sabes que intentó besarme? –el licántropo frunció un poco el ceño-. Cuando me despedía.

-¿Ah, sí?

-Pero conseguí zafarme simulando un ataque de tos –el lobo soltó una risita. Sus narices todavía se rozaban-. Le habría dicho que tengo novio, pero se habría puesto hecho una fiera…

-¿Tú crees?

-Ajá. ¿Crees que podría besarte ahora? –susurró con voz melosa.

Remus inspiró y se acercó un milímetro más.

-Te prefiero cuando eres un chico, ya lo sabes, pero si no hay más remedio… creo que podría soportarlo.

-Será mejor que no te acostumbres –le advirtió muy serio-. No sé lo que sería capaz de hacer si empezaran a gustarte las chicas.

Sus labios casi se rozaban cuando un revoloteo cercano los distrajo y un segundo después allí estaba James Potter, con la capa de invisibilidad en una mano y el mapa del Merodeador en la otra.

-¡ERES UN CABRÓN!

-¡James!

-¿Cuándo pensabas decírmelo?

-¿E-el qué?

-¿Cuándo aprendiste a hacer la poción cambiasexo?

-Ah, eso… Es que, verás, fue un error y…

-¡No me vengas con excusas! ¿Pensabas gastarle una broma a Snape tú solo?

-¡No!

-¡Acabo de verte con él!

-Ya, pero no es lo que piensas.

-Entonces también me estoy imaginando la parte en la que ibas a besar a Remus.

El aludido se encogió, pero no dijo nada.

-No. A Remus iba a besarlo de verdad. Si tú no nos hubieras interrumpido, claro.

-¡¿Me lo vas a explicar?!

-Me equivoqué con la poción.

-¿Qué poción?

-La crecepelo.

James parpadeó y lo miró con incredulidad.

-¿Qué?

-Quería tener el pelo largo y acabé convertido en chica. Pero fue un error.

James entrecerró los ojos, no muy convencido de la explicación.

-¿Por qué querías tener el pelo largo?

-¿Y a ti qué te importa?

-¿Y qué pasa con Snape?

-Me vio vestido de chica y se enamoró de mí. ¡No es culpa mía si resulto ser una chica encantadora!

-Es verdad -Los dos chicos se volvieron hacia Remus, que acababa de hablar-. Fue un error, James, lo hizo sin querer.

-Pero ayer, cuando te vi eras un chico.

-Bueno, la primera vez fue un error, la segunda lo hice a propósito, porque Remus insistió en que debía aclarar las cosas con Snape… para que no se hiciera ilusiones y eso.

-¿Me estás diciendo que descubriste la poción cambiasexo por error?

-Más o menos.

-De verdad, Sirius, a veces no hay quien te entienda.

-Es parte de mi encanto –sonrió el moreno.

Y James tuvo que admitir algo:

-Estás rarísimo de chica, pero resultas atractiva.

-Sí, Remus piensa lo mismo.

-Ya… yo que tú no me acostumbraría –dijo James al licántropo-, no tardará en volver a ser el mismo idiota presumido de siempre.

-Bueno, pero a él le gustan los idiotas presumidos –intervino Sirius un poco mosqueado-, ¿verdad, lobito?

-Por regla general no –Sirius puso una expresión capaz de destrozar el corazón más duro-. Pero sabes que contigo hago una excepción.

-¡Ja! –Sirius se volvió orgulloso hacia James-. ¿Has oído eso?

-Creo que el bueno de Lupin no sabe lo que le ha caído encima. En fin –suspiró-, será mejor que me vaya, está a punto de ocultarse el sol y es el momento perfecto para besarse… Prefiero ahorrarme esa visión por ahora.

Después de guiñarles un ojo, James se dio la vuelta y se marchó, dejando a sus amigos en plan acaramelado sobre el largo puente de madera.

-Creo que tiene razón –dijo Sirius con una sonrisa.

-¿En lo de que eres un idiota presumido?

-En que es el momento perfecto para besarse.

Justo entonces, la poción empezó a perder su efecto (aunque Sirius creyó que el dolor de estómago se debía a las mariposas de los nervios), así que cuando Sirius y Remus se besaron, con la puesta de sol al fondo, volvían a ser dos chicos y era perfecto… salvo por el hecho de que Sirius seguía teniendo ropa de chica y la falda le quedaba ahora demasiado corta y volvía a tener algo de pelo en las piernas… Pero Remus prefirió no decirle nada..., de momento. Con una sonrisa, coló una mano bajo la prenda femenina y le apretó el trasero, mientras trataba de no ahogarse con aquel beso.

-Ni siquiera era por los pantalones –susurró cuando al fin se separaron.

-¿Qué?

Remus le dio un beso rápido y al separarse sus ojos brillaban con malicia.

-Ese chico también tenía los ojos grises. Por eso me gustaba.

-¡Pero bueno! ¿Entonces qué es lo que te gusta de mí? ¿El pelo, los ojos…?

Remus sonrió mientras negaba con la cabeza.

-Todo –murmuró-. Me gustas tal como eres.

-¿Y el pelo?

-Bueno… quizá algún día te lo puedas dejar largo.

-Sólo tienes que pedirlo.

Y volvieron a besarse, sobre el puente, ya sin sol, pero con toda la pasión de dos chicos jóvenes que habían descubierto (por accidente) que el cambio de sexo no era en absoluto un obstáculo para amarse.

FIN

P.D. A quien le interese: Severus Snape se recuperó pronto de su desengaño amoroso. Lo vieron vagando un par de días por el castillo, como un alma en pena, triste y ojeroso, suspirando por su gran amor perdido… pero no tardó mucho en encontrar al sustituto ideal de esa preciosa y simpática chica morena de ojos grises y sonrisa profident, y el elegido fue un chico con los ojos igual de grises y el pelo rubio platino, casi blanco, que además llevaba un tatuaje que hacía juego con el suyo. Quien quiera entender… pues eso.

Ahora sí:

FIN

N/A: ¿Qué tal el último capítulo? Espero que hayáis disfrutado leyendo tanto como yo escribiendo.

Ah, quería comentaros algo: Ilenda y yo hemos escrito un nuevo fic y para publicarlo hemos usado un nick común: juntas somos NIGHTOLOGY y la historia se llama "La luna en el Oráculo". Podéis encontrarla en esta misma página: (Ya sabéis, para que funcione el link tenéis que copiarlo y quitarle todos los espacios)

h t t p : / / w w w . fanfiction. net / u / 1537486 / Nightology

Es un Sirius-Remus, por supuesto, y os invito a que paséis por allí y la leáis. En cuanto a mí... ando algo liada con los exámenes y puede que esté un tiempo sin escribir, pero amenazo con volver. No sé cuando... pero volveré (insertar cara de demonio)

Mientras tanto: sed felices.

Gracias a todos los que me habéis seguido en esta historia, espero veros muy pronto.

DAIABLACK