Bueno, he aquí la primera historia que escribo, la verdad es solo la locura que brota de mi cerebro, espero que sea de su agrado y gracias por tenerla a consideración.

Los personajes pertenecen a C.S. Lewis, gracias por crear ese maravilloso mundo.

EL RETORNO DE LOS REYES

CAPITULO I

Por la ventana del tren se veían una serie de colores a causa de la rapidez con que ese tren avanzaba sin saber que llevaba en sus vagones a dos reyes y a dos reinas camino a Finchley, Londres.

Los cuatro hermanos Pevensie estaban sentados finalmente en una de las sillas del vagón. Después de un rato de ingresar, cuando Edmund preguntara por su linterna, el silencio había sumido a los cuatro hermanos, quienes intentaban no mirarse unos a otros, en una especie de sopor.

Por la cabeza de Peter pasaba una y otra vez el pensamiento de lo que significaría para él no volver a Narnia, donde era el rey, el magnifico Rey Peter. Pero no lo pensaba por el titulo ni por la posición que le otorgaba la monarquía. Aquellas tierras que habían albergado las mayores aventuras que había tenido en su vida ahora cerraban sus puertas para dar paso a la otra generación, a sus hermanos pequeños. Miró a Edmund con disimulo mientras este tenia la vista perdida en la ventana, Peter pensó que tenia suerte ya que él si había sido invitado a regresar. Sacudió la cabeza. Aslan había explicado las razones y el las había entendido aunque aun le costaba aceptarlas.

Edmund se sentía casi o peor que el día en que todos sus hermanos se enteraron de que se había vendido a la bruja blanca. Cuando Aslan dijo que ni Peter ni Susan regresarían a Narnia, se sintió mal, mas que todo por Peter, porque se había acostumbrado a seguirlo a intentar ser un verdadero hermano, a tratar de olvidar las razones por las cuales había estado en primera estancia con la Bruja Blanca. Pero ahora no, ahora Narnia se quedaba sin dos de sus reyes, los mayores. Recordó el beso que Susan le dio al Príncipe Caspian, y sintió lastima por ella a pesar de haberlo encontrado gracioso al principio. Con sus ojos vedados, Edmund sabia que no era la misma Susan, que algo había cambiado en ella. Tal vez que ya era una mujer y los únicos que no se habían dado cuenta eran ellos. Por un instante la idea de ayudar a Susan a volver a Narnia invadió su mente pero luego la desechó al ver el casi imperceptible gesto negativo de la cabeza de Lucy.

Lucy pensaba en las palabras de Aslan acerca de sus hermanos mayores. Si estuviera en sus manos se habría arrodillado ante Aslan a pedirle que no los castigara de ese modo, pero Aslan había aclarado que no era un castigo, sin embargo después de ver la despedida que habían sostenido el Príncipe Caspian y Susan, casi llegó a creer que si lo era, pero ya no podía hacer nada, aunque quisieran. Lucy pensaba que tal vez con la ayuda de Edmund podían hacer regresar a ambos hermanos para que vivieran y crecieran en Narnia pero la idea había sido desechada con un gesto negativo de su cabeza que Edmund vio y Lucy sintió que de alguna manera él estaba pensando lo mismo.

Una mano de Peter tomó la de Susan y la estrechó con afecto pero ella no se inmutó, continuaba mirando los colores que pasaban por la ventana. Casi era hora de llegar a Londres.

El tren aparcó en la estación y al salir de ahí los cuatro hermanos se dirigieron al auto que los conduciría a su domicilio en Finchley, a donde su madre enferma.

Susan...

Era de noche en la habitación de las hermanas Pevensie, todo estaba tan oscuro como solo la noche podia proveer. La frente de Susan estaba empapada en sudor y su cuerpo se agitaba bajo las cobijas, sentía palpitar en sus oídos aquella voz masculina llamándola mientras cruzaba bosques y selvas igual de oscuros que la noche sin encontrar mas salida que la desesperación.

Susan.. .Susan...Reina Susan… Dama de la Benevolencia….Susan... Susan Pevensie…

Finalmente los ojos de esta se abrieron y respiró agitadamente. ¿Que era todo aquello? Sintió unos leves pasos y vio a Lucy a los pies de su cama.

– ¿Que sucede, Susan? – le dijo Lucy mirando su estado.

– No...– Susan la miró, contarle a Lucy lo que había soñado era...la peor de las ideas, su pequeña hermana ni entendería que quería decir...– No...no...es nada Lucy, vuelve a la cama, fue solo un mal sueño – Por un instante estuvo tentada de preguntarle si, como a ella misma, había sentido que alguien la llamaba que alguien disponía de sus sueños como de...

Lucy no insistió cuando Susan se levantó y caminó hacia la puerta.

– ¿A donde vas? – quiso saber.

– Voy a ver si mama necesita algo–

Desde la muerte de su padre la salud de la Señora Pevensie había estado en decadencia, aun así había ordenado expresamente a sus hijos, pero mas a Susan, para persuadirla de que ninguno de ellos debía quedarse con ella. Para la señora era mas imperioso que sus hijos terminaran la escuela, tener aunque fuera ese motivo para ser feliz. Lucy volvió a su cama mientras Susan salía de la habitación y caminaba hacia el cuarto de baño.

Allí se encerró por horas y lloró como nunca antes lo había hecho, tal vez lo único parecido había sido cuando se habían enterado de las nuevas, la muerte de su padre en la guerra como Edmund lo temía, hacia casi un año.

Cuando pudo terminar se puso frente al espejo y miró su figura llorosa, ya no era una niña, eso era más que evidente, un hombre la había encontrado atractiva...

No solo un hombre. Un príncipe.

"Caspian... ¿que harás en este momento? ¿Cuantos mese se podrían calcular desde las horas que partimos hasta ahora allá en Narnia? ...¿conseguirás una esposa que te quiera, te sirva y sea fiel a tu lado? ¡Ah, Dios! ¿Acaso no he intentado ser mejor persona cada día...?"

Susan...

Cerró los ojos cuando escuchó la voz nuevamente, ahora si que había enloquecido, mas cuando abrió los ojos y al mirar al espejo vio a Caspian tras ella.

Puso una mano en su boca para ahogar un grito. Aquello no podía ser real, la cabeza de Caspian se inclinó y le besó el hombro. Pero Susan no sintió nada en su hombro... excepto el calor extenderse por todo su cuerpo.

Su mente la traicionaba, la benévola Reina Susan estaba volviéndose loca.

Cerró los ojos y miró al espejo, al abrirlos nuevamente él ya no estaba ahí. Todo había sido producto de su imaginación. Cerró los ojos y dio la vuelta para salir.

Entró al cuarto cuando casi amanecía, miró a Lucy y después se metió entre sus propias cobijas mirando hacia el techo de la cama.

Peter y Edmund bajaron a desayunar primero mientras el ama que cuidaba de su madre les servía, Lucy bajó después pero no pudo dar razón de Susan pues aun seguía dormida.

Los tres hermanos se miraron pero ninguno dijo nada, era demasiado obvio lo que los tres sabían.

Susan bajo 15 minutos después que sus hermanos y no miró ninguno al sentarse, solo tomó la tostada y la fruta y la comió lentamente.

De repente el ama entró corriendo. Mediante frases entrecortadas por el pánico o por lo que fuera que la atenazaba en ese momento les informo que su madre había muerto...

El funeral llevó corto tiempo, pero la gente que asistió solo podía adivinar la mitad del dolor que los hermanos sentían. El medico les había informado con anterioridad la suerte que le esperaba a su madre pero nunca pensaron que sucedería tan pronto.

Contrario a lo que muchos pensaron ninguno de los hermanos derramó lagrimas... Por que solo ellos cuatro lo sabían. La experiencia en Narnia los había hecho mas fuertes. Ahora su madre estaba en in lugar mejor o por lo menos eso dijo Lucy con voz casi inaudible, al lado de su padre.

¿Que seria ahora de ellos, sin nadie que velara por sus cosas? Podia considerarse que aun eran niños.

Los cuatro se hallaban sentados en la mesa del comedor, había pasando una semana desde el fallecimiento de su padre. Comían lo que Susan había preparado, en silencio casi tan palpable este con un cuchillo.

Nadie dijo nada hasta que los cuatro se quedaron de piedra al escuchar un rugido que solo podía pertenecer al león dorado de Narnia.

Lucy se puso de pie y corrió hacia la ventana. Se quedó de piedra al ver que no había ventana en absoluto esta desapareció por arte de magia, a lo que los cuatro estaban perfectamente acostumbrados. Los tres hermanos restantes se pusieron de pie y se acercaron a la ventana para confirmar lo que Lucy gritaba desde abajo. Ahi un león majestuoso les devolvía la mirada.

– A pesar de mis últimas palabras,... debo decir… Bienvenidos Peter y Edmund, hijos de Adán. Bienvenidas Susan y Lucy, hijas de Eva –

Los cuatro hermanos bajaron la escalera corriendo para asegurase que si era un sueño colectivo no terminara tan pronto. Por eso cuando estuvieron abajo los cuatro reyes abrazaron al León mientras los rayos fulgurantes del sol trazaban sus formas sobre las cinco figuras.

– ¿Pero que..? – Edmund fue el primero en hablar – Tu dijiste...– quiso continuar pero las palabras no salían de su boca.

– Se bien lo que dije, Rey Edmund, pero en vista de lo sucedido, he decidido que no puedo dejar a los reyes de Narnia solos a su merced. –

– ¿Como supiste..?.–comenzó Lucy.

– Los sigo de cerca aunque no lo noten y mas ahora... La era Dorada de Narnia volverá por que ustedes serán los reyes y reinas reestablecidos en sus tronos en Cair Paravel –

– Eso quiere decir... –dijo Peter quien hasta ese momento no había podido hablar.

–Eso quiere decir lo que quiere decir Rey Peter. Tu, Susan , Edmund y Lucy, son de ahora en adelante, los reyes de Narnia, al lado de el Rey Caspian y la Princesa Regina... –

– ¿Regina...?– fue la primera palabra que Susan pronunció y el dolor se reflejo en cada palabra.

– ¿Quien es la princesa Regina– preguntÓ Peter, haciendo lo que para Susan había sido imposible.

Aslan mirÓ a Susan profundamente diciendo:

– Regina es la prometida de Caspian... –