Disclaimer: todo lo que reconozcáis, los personajes y demás pertenecen a Stephenie Meyer, su editorial y Summit. Nadie dice lo contrario pero el resto lo he ideado yo, así que no lo copietees en otro lado sin mi permiso. No hagas copy&paste, me cabrearé mucho. Nada de esto nace con ánimo de lucro, ni tampoco me sacará de pobre.

Aviso a todos los pasajeros de que esto es lo más estúpido que he escrito nunca, crack puro y duro que, encima, es una gilipollez. Sé que con esto pierdo cualquier tipo de seriedad melodramática que hubiera podido llegar a adquirir en estos meses, pero le prometí a Sango que escribiría algo así y se lo dedicaría; y por mi baby evidentemente que lo hago. Aquí llega el crack!festival.

-.-.-

Luces

Cuando a Tanya se le ocurrió la idea de sacarnos a Rosalie y a mí de marcha, me pareció genial. Allí en Alaska era más fácil para nosotros colarnos entre los humanos, incluso en una discoteca, pero por alguna razón a los demás casi nunca les apetecía salir. Eran unos aburridos, no sabían lo que era divertirse. En cambio, nosotros lo sabíamos muy bien.

Sin embargo, empecé a darme cuenta de que quizá no había sido tan buena idea en cuanto las vi bajar las escaleras. Rosalie iba al lado de Kate, seguidas de Tanya e Irina. El caso era que mi mujer llevaba el atuendo más discreto de todas ellas, y eso era decir mucho. Si Rose era la más recatada, no se podía decir que el resto dejasen mucho lugar a la imaginación con su ropa. Y yo iba a tener que acompañarlas a todas, solo. Bien pensado, eso no estaba tan mal.

Si habitualmente ya tenía gracia ver la cara de la gente cuando Rose y yo pasábamos cogidos de la mano a su lado, en esos momentos fue algo sobrehumano. Nunca mejor dicho.

Yo la agarraba de la cintura mientras las demás nos rodeaban como si fuesen una especie de escolta. Intenté con todas mis fuerzas no mirar lo que ninguna de ellas tres trataba de hacer sobre los pobres humanos de la calle, pero era absurdo no hacerlo. O más bien, imposible. Siempre supimos que les gustaban más de la cuenta, en un sentido totalmente físico, sin embargo, nunca me imaginé que se los comieran con la mirada de forma tan descarada. Incluso yo me sentía abordado de vez en cuando.

—Sigue caminando —masculló Rosalie en mi oído. Seguramente habría visto la mirada que me lanzó Kate, y no es que yo fuese a hacer nada, obviamente, pero…

Estaba celosa, lo noté enseguida. No era habitual ver a mi mujer en ese estado, no al menos que yo supiera, así que resultó curioso. Una parte de mí, la más humana, se enorgulleció tontamente.

No es que Tanya, Kate o Irina fuesen más guapas que ella o que estuviesen más buenas, ya que no era así en ningún sentido, sino que Rosalie tenía un concepto del territorio muy especial. Ni siquiera ellas, a quienes considerábamos nuestros propios familiares, podían pasarse de los límites que Rose estipulaba. Mucho menos aún conmigo. Y no tenía demasiado claro cuándo llegaba el momento en que el carácter de mi mujer podía acarrear algún problema.

—Deberíais controlaros un poco, vamos por la calle.

—Rose, te creía más divertida —se quejó Tanya con una pequeña risita. Y realmente, incluso yo estaba incrédulo ante las palabras de mi mujer. ¿Controlarse por la calle? ¿Rosalie?

—Está bien, haced lo que queráis. Pero dile a Kate que pare —le gruñó, literalmente.

—¿Asustada?

—Seguro. Más quisieras.

Ambas se miraron y pude comprobar el funcionamiento de una de esas hirientes miradas que Rosalie sacaba a relucir de vez en cuando pero nunca conmigo. No continuaron hablando y mentiría si no asegurara que me asusté un poco; ¿querrían montar una pelea en mitad de la calle, por mí? Increíble. De ahí que me sorprendiera cuando, posteriormente, ambas se echaron a reír en armonía. Como si hubiese sido un juego y no hubiese pasado nada.

Rosalie me pasó la mano por el brazo, sujetándolo fuertemente y colocó la otra en mi antebrazo, bajo mi mirada de asombro. Probablemente, nunca llegaría a entender a las mujeres vampiro. Me puse a mirar al suelo, concretamente a sus piernas, y seguimos caminando. No pude parar de pensar en lo gracioso de controlarse por la calle mirando cómo caminaba.

No tardamos mucho en llegar a la discoteca a la que Tanya había decidido llevarnos. Nosotros no teníamos ni idea de los locales de por allí —tampoco de los de ningún otro lugar, dicho sea de paso—, así que ellas decidían. Y, al parecer, el que más les gustaba estaba totalmente lleno, pues la fila de la entrada era enorme. Eso sí, ellas parecían estar en su salsa.

Se deslizaban entre los humanos sin importarles que estuviesen esperando allí desde hacía horas, cosa que a mí también me daba bastante igual. Todos se las quedaban mirando como si estuviesen sufriendo alguna alucinación, como si no fuesen reales. Aquello me recordó algo de hacía muchos años y sonreí sin que nadie se diese cuenta. De lo que no me percaté fue que no sólo las miraban a ellas, sino también a mí. Todos éramos guapos, a rabiar. Eso era indiscutible. Además, únicamente mis piernas ya eran más fuertes que seis o siete de aquellos minúsculos humanos.

Ahora, Rosalie y yo íbamos agarrados sólo de la mano, ya que no había espacio para más entre tanta gente. La cadena de su pulsera chocaba todo el rato con mi muñeca, haciéndome cosquillas.

Empero, fue entonces cuando me di cuenta de que hacía mucho que no salía a cazar y que se me estaba empezando a arremolinar la ponzoña en la boca ante tanto humano. Mierda. ¿Cómo se me pudo pasar algo así? Mis ojos no se habían puesto tan oscuros aquella vez, así que imaginé que todavía había tiempo suficiente. Igual que Rose.

Cuando quise darme cuenta, ya habíamos llegado a la puerta y Tanya flirteaba con el portero. Ingenuo chaval. No sólo por el hecho de dejarse embaucar a causa de Tanya que, en cierto modo, podría ser incluso comprensible, sino por pensar que con esos mini bíceps podría hacer algo si se diese la circunstancia. Realmente, era fuerte para ser un humano, pero él a mi lado no tenía nada que hacer.

Me empezaron a entrar ganas de enfrentarme a él y demostrarle que no debía mirar así a mi mujer, pues era en quien su mirada más se concentraba. Luego, alzó la mirada hacia mí y pude notar cómo se estremecía.

A pesar de eso, no se amedrentó y pude comprobar cómo intentaba decirme algo con los ojos. Algo que no se me habría ocurrido de ningún modo.

Empecé a hacer crujir mi puño.

—Venga, pasad ahora —escuché que decía Tanya y sentí que Rosalie se soltaba de mi mano para continuar caminando.

—Tú, no —me dijo el portero, cuando yo estaba apunto de reírme en su cara entrando justo después de mi mujer.

—¿Eh? —esperaba haber oído mal, pero él puso su mano en mi pecho. Quizá estaba intentando echarme para atrás, pero no me habría movido ni un solo pelo—. Las manos quietas, chaval.

—Fuera.

—¡Y una mierda! —le rugí, sin saber dónde se habían metido Rose y las demás.

En ese momento, se dio cuenta de que verdaderamente estaba en peligro y había sido un completo error intentar atacarme de la manera que fuera. Sus ojos se abrieron al mismo tiempo que yo lo agarraba del cuello de su camisa y lo agitaba fuertemente. Como si fuese un muñeco. Me dejé llevar, lo admito, pero es que me lo puso a huevo. Y yo no tenía demasiado autocontrol en casos como ese.

Me pareció escuchar la voz asustada de Rosalie en el interior de la discoteca, preguntando por mí a las demás, que también parecían confusas, pero no estaba seguro de nada en esos momentos. Si al intento de provocación por parte del portero sumábamos la sed que me recorría, encontrábamos una mezcla no especialmente recomendable para nadie. Mucho menos aún para un humano, que son tan frágiles y rompibles.

No sabía cómo, pero me había contenido lo suficiente como para no matarlo o estamparlo contra la pared, ya que únicamente me dedicaba a agitarlo insistentemente. Incluso llegó un momento en el que me pareció que era mi propio saco de boxeo, pero aparté ese pensamiento enseguida.

Yo seguía a lo mío sin hacer caso a los intentos de golpes que él me propinaba, cuando escuché voces gritando a mi alrededor.

—Suéltalo, Emmett. ¡Suéltalo! —me decían Tanya e Irina.

—¿Qué?

—Que lo sueltes, ahora —Rose llegó rápidamente hasta mí y posó su mano en mi hombro, tratando de detenerme.

—Ah, vale —dije, sin más. Y volví a colocar en el suelo al portero.

Los cinco le miramos ansiosos, intentando averiguar si estaba bien, y notamos que hiperventilaba. Ellas se veían enfadadas, mucho, pero él se lo había buscado. Y ¡yo no le había hecho nada! ¡Seguía vivo!

—Sabía que no debía dejarte entrar —jadeó, acariciándose el cuello.

—Perdónele, a veces no sabe lo que hace —le dijo Tanya, intentando acercarse a él con Kate.

—Me da igual, se nota que busca gresca. No le quiero en mi local.

¡¿Cómo que buscaba gresca?! ¡Si había empezado él! Aquello me cabreó y me envaré, si bien Rosalie lo notó a tiempo y me detuvo colocándose delante de mí con los brazos cruzados y una expresión que no alentaba precisamente a desobedecerla.

Antes de que me diera cuenta, Tanya nos abría paso para entrar a la discoteca sin ningún tipo de problema. Eso me desconcertó, no obstante, no quería saber cómo demonios habían conseguido que nos dejara entrar. Sabía que sería mucho más feliz e inocente si no me lo contaban. Siendo optimista, quizá Kate había empleado su don sobre él y le había relajado un poco.

Misión cumplida, ya estábamos dentro.

Qué diferente era ese sitio de los que yo solía frecuentar cuando era humano, y eso que a mis amigos y a mí nos iba bastante salir por ahí. Sin embargo, era más comedido que toda esa gente. Y las luces, Dios, qué luces. Si incluso conseguían aturdirme, cosa complicada teniendo en cuenta que nosotros veíamos perfectamente en la oscuridad. De no estar seguro de la imposibilidad por tener cualquier tipo de dolor o enfermedad, en esos momentos podría afirmar que sufría jaqueca.

Fue como si las luces me hipnotizaran y ni siquiera me diera cuenta de dónde estaba. Sabía que seguía allí dentro, pero nada más. Hasta que noté a Rosalie cerca de mí, bailando. Aparentemente.

—¿Qué haces, Rose?

—Bailo. Antes he intentado hacerte bailar, pero parecías ido y no me hacías caso, así que bailo sola —me contestó tranquilamente—. No me haces falta.

—Ya veo —agregué, mordaz, en cuanto vi el panorama a su alrededor.

Todos se la habían quedado mirando de manera descarada. No me gustó demasiado lo que eso me hacía sentir, pero ellos eran libres de mirar, supuse. Qué coño, que mirasen a quien yo les dijera. Me daba igual que a Rosalie le gustase. De todas formas, ella era totalmente indiferente a cualquiera que se dedicara a observara, fueran cuales fueran sus intenciones, y yo siempre podría contar con eso.

Alcé la mirada y vi otro corro alrededor de lo que, claramente, eran tres hermosas mujeres de tez enfermizamente pálida con aquella luz, moviéndose al tiempo, juntas. Sonreí; al menos tendrían diversión esa noche. No se habían equivocado.

Rosalie seguía bailando sola, por eso decidí que ya había sido suficiente. Me acerqué a ella y le puse las manos en la cintura, atrayéndola hacia mí. Al principio no se detuvo, pero después me miró y no supe identificar muy bien lo que sus ojos me decían, si bien su sonrisa aviesa sí lo hacía.

Se acercó más a mí sin soltar mis manos y empezó a bailar otra vez. Me pareció notar que nuestra piel brillaba bajo los focos, de manera muy intensa. ¡Pues claro!, ¡como que éramos dos vampiros bailando bajo unas luces de neón! ¡Lógico y normal!

-.-.-

N/A editada en febrero: no es mi intención sonar brusca, pero sois muchos los que metéis esta historia en favoritos y alerts cada semana, de los que al 95% ni os conozco ni me habéis dicho jamás que la leéis. Está clarísimo que es algo libre y que no todos tenemos tiempo siquiera, pero ¿tanto os cuesta de vez en cuando, al terminar un oneshoot? No os pido que me escribáis una parrafada, sólo lo que se os venga a la cabeza tras leer algo de esto, nada más. Daos cuenta de que, si no, podrá gustaros la historia, pero pasáis de mí olímpicamente. Y eso no es alentador.

Me veo obligada a poner esta historia en hiatus temporal. Hay mucha falta de inspiración, ganas y tiempo del que no dispongo para seguir con ella. Soy una chica universitaria y tengo demasiadas cosas que hacer, por lo que no quiero que permanezcáis pendientes de "Starlight" a sabiendas de que, de momento, no voy a continuarla. No tengo idea de cuánto puede durar esto; ahora mismo estoy totalmente fuera del mundo fanfiction y no me encuentro con ganas de regresar a él pronto, pero quién sabe. Espero que todo os vaya bien.