Disclaimer: Algunos de los personajes pertenecen a Jo Rowling y otros son de mi autoría. La historia esta basada en la serie "Mi vida con Derek" solo cambie un poco la historia y los personajes. El título de la historia pertenece a LadyCornamenta que me permitió usar, pero por si las dudas lo puse en ingles, para que no me digan que es plagio.

My Life With James

Por: stefania.potter

Capítulo 1: "Tu casa, mi casa"

La casa de cada quien, es su santuario, su lugar privado en el que puede ser si mismo; pero cuando dos familias se unen tratando de ser una, una casa deja de ser un santuario para convertirse en un desastre.

Miré mi nueva recamara; había quedado tal a mi gusto. Paredes violeta con una franja en dorado a la mitad; mis muebles blancos y con decorados de conchas de mar; mi edredón dibujando una playa en verano y mi clóset y cajones totalmente ordenados. Esa seria mi nueva habitación por lo que Charlus me dijo que la decorara tal a mi gusto, como yo quisiera y si quería podría ayudarme el mismo a pintar las paredes que antes lucían un verde enfermizo.

Tomé mi cepillo de dientes, toalla junto con shampoo, acondicionador y mi jabón favorito; porque ya sabrán que mi piel es muy delicada y sólo tolera los jabones neutros; loción y demás variedades. Trasladé todas mis pertenencias al único baño de esa infernal casa. De acuerdo. No estaba tan mal, era de dos plantas con cuatro habitaciones y un baño. El piso de abajo tenía sala, comedor, cocina y sótano, mas el cuarto de lavandería.

Acomode mis cosas en la vitrina… ó intente; porque cuando la abrí cayeron varios embases al lavabo.

-¡Demonios! Que desorden.- Exclame disgustada por el desorden de mi nuevo hogar.

Tiré todos los embases vacíos y los ordené por tipo, hubo tanto espacio para mis cosas e incluso sobró. Doble mi toalla y la puse con las demás y salí de la habitación en silencio. Era horrendo vivir en esa casa, apenas era mi tercer día y ya me sentía asfixiada, todo era desordenado y sucio. La alfombra estaba percudida, los trastos estaban sucios, había una montaña de ropa sucia sobre la lavadora y además había humedad en el techo. La vida en Londres es realmente difícil.

Terminaba de doblar mi ropa cuando mi madre entró a la habitación. Se sentó sobre la cama y esperó a que yo comenzara una conversación. No lo hice.

-¿Hija?

-¿Qué sucede, mamá?- pregunté sin apartar la vista de mis pantalones.

-¿Sigues molesta conmigo?

Suspiré.

-No, mamá. Que va. Tú mereces ser feliz, es sólo que será muy difícil acostumbrarse a otro tipo de vida; pero no te preocupes. Yo estaré bien.

Me abrazó y yo continué doblando mi ropa. Mañana comenzaría el colegio, quería estar fresca como una lechuga así que me dormí temprano para no tener más complicaciones por la mañana.

La alarma de mi celular sonó antes de que yo me pudiera despertar. Me mantuve acurrucada en las cobijas por unos minutos mas mientras la alarma sonaba sin cesar. Me levanté rápidamente, y apagué el celular que descansaba sobre la cómoda y salí disparada hacía el baño, pero cual fue mi sorpresa que se encontraba ocupado. Toqué.

-¿Quién esta ahí?

Toqué con más intensidad, casi con desespero.

-¡Contésteme! ¡Necesito bañarme!

Golpeé con el puño una vez más pero no hubo respuesta.

-Está James. –dijo Charlus mientras pasaba por el corredor hacía las escaleras amarrándose la corbata.

James Potter, hijo de Charlus el ser mas odioso que puede existir. Es engreído, prepotente y presumido. Estos tres días solo ha hecho comentarios hirientes, bromas crueles y además se la ha pasado tirado en el sillón viendo televisión mientras mamá, Charlus y yo trasladábamos nuestras cosas a la casa.

Golpeé aun mas fuerte mientras decía.

-James, sal de ahí. Necesito arreglarme para ir al colegio. ¡Es mi primer día, no puedo llegar tarde!

Silencio.

-¿James?

La puerta se abre y tras el vapor veo una pequeña figura que no es pero para nada la fornida de James.

-¿Emily?

Emily Potter, la pequeña de la familia Potter, es pequeña, delgada, traviesa y siempre defiende a James. Es como el ángel de la familia, también es tierna no lo niego e inspira una ternura que no dan ganas ni de regañarla.

-El baño es todo tuyo.- dice con su tierna voz aguda.

Ni siquiera me detengo a reñirla, entro al baño y salgo de ahí totalmente lista en solo diez minutos. Después de que termino de maquillarme y peinarme en mi habitación, comienzo a meter unos pocos libros en mi bolso que uso de mochila; mamá siempre me ha dicho que esos bolsos son para ir de compras pues son enormes. Pero es mejor, así todo cabe. Me cuelgo la bolsa sobre el hombro y salgo disparada a la cocina.

Ahí ya se encuentran los cuatro miembros de la ahora familia Potter-Evans. James y Emily me dan la espalda sentados sobre la barra y mamá con Charlus preparan un rápido desayuno.

-Lily ¿Quisieras servir el cereal, se nos acaba el tiempo?

Dejo mi bolsa sobre la mesa y me dirijo rápidamente a la alacena para sacar el cereal. En tres cazos lo vierto y le hecho un poco de leche. James me mira con burla con esos penetrantes ojos castaños, mientras Emily platica.

-(…)y le dije a Nancy que si no m dejaba en paz le metería las tijeras por la nariz…

-¿En la nariz?- exclamó mamá.- Pero Emily eso es horrible. No necesitas usar la fuerza para que te respete.

-Yo opino que es fenomenal. –Se unió a la platica James.- Sigue así, Emily.

Emily le dedicó una sonrisa angelical a su hermano mientras se metía una gran cucharada de cereal en la boca. Es claro que es su líder.

Quince minutos después salgo disparada hacia la calle con James guiándome.

-¿Quieres ir mas despacio? No nací para correr.- Le dije, pero pareció que el aumentaba el paso.

-Pues tendrás que apurarte si no quieres perder el autobús, y por cierto aquí llueve ¿sabias?, tendrías que haber traído el impermeable.

Note por primera vez que traía el impermeable sobre su hombro y que buen hombro…

El autobús iba lleno de estudiantes, ruidosos y sucios. Me toco sentarme a un lado de un chico que tenía asma y solo se sorbía la nariz con un pañuelo mientras hacia sonidos horribles mientras respiraba. Al llegar a la escuela no fue diferente, acudí a mis clases después de haber ido a pedir informes y nadie me volteó a mirar, ni siquiera cuando los profesores me presentaban ante la clase. Las clases de la mañana fueron un fiasco, iban más adelantados que en mi antiguo colegio y todo se me complicaba. Además, coincidí en un par de clases con James y se la pasaba dejando mi reputación por los suelos con sus amigos y amigas; porque sí, no había que decir que era el típico niño popular y deportista que se la pasa ligando con muchachas y distrayendo las clases.

Después del almuerzo en el que nadie se me volvió a acercar, decidí recorrer la escuela. Las clases de la tarde eran talleres ya es bien sabido, pero como yo iba entrando la subdirectora me dio el día para que yo pudiera curiosear con las actividades y mañana decidirme por una. Camine por la segunda planta donde se impartía el taller de carpintería, artes plásticas y el de danza folclórica ubicada en un salón en el que no había una sola butaca o pizarra.

La primera planta se encontraba el taller de cocina y música. En el gimnasio irónicamente estaba gimnasia y basketball. En el patio estaban las canchas en las que se practicaban otra clase de deportes; cerca de las gradas estaban las populares porristas, también se encontraba atletismo, fútbol soccer y béisbol. Caminaba por las canchas cuando me di cuenta de que en el equipo de fútbol se encontraba James luciendo un uniforme rojo y una de las porristas gritaba algo de "James anota un Gol".

Tiré una mirada fugaz a la porrista de bote y me senté en las gradas. Casi a continuación se sentó a mi lado un muchacho de cabello rubio oscuro; como era de esperarse ni siquiera me volteo a mirar, él se concentraba en ver a las porristas bailar. La falda era tan corta que por detrás se les veía parte del pequeño short y la blusa era muy pegadita ¿Cómo les permitían usar eso?

-¡Vamos, Dree!- le gritó el rubio a la porrista de bote. La muchacha le sonrió he hizo una maroma levantando los pompones.-¡Oh! No te había visto.- me dijo.

-¿Emhh?

-¿Eres nueva, verdad?- me sonrió.

-Eh. Sí. Lily Evans. –Le extendí la mano, él me la tomo inmediatamente.

-Con que tú eres Evans. Remus Lupin.- Se presentó.

¡Caray! Me calló bastante bien, tenía una sonrisa amable y no me miraba como si fuera un desprecio; además era el primero que se presentaba conmigo.

-¿Me conoces?

-Sólo había escuchado de ti.- dijo- James se la pasa haciendo comentarios bastante crueles. Dice que haces ruidos extraños al comer, que no te lavas los dientes y usas un pijama de panda monisima.- rió.

-¿Él te dijo todo eso?- asintió.- ¡Es un cínico! Él es que no se lava los dientes.

-¿Entonces es cierto? ¿Son hermanastros? –Remus parecía muy curioso porque abrió sus ojos castaños de par en par.

-Bueno, algo así. Nuestros padres se casaron hace algunas semanas pero la convivencia no va muy bien en casa ¿sabes?

Le conté a Remus algunos de los problemas que teníamos en la casa de los Potter; no se lo abría contado, pero me inspiro bastante confianza y sus ojos destellaban de una forma sin igual que casi me obligaban a sacar toda la sopa. Me di cuenta de que era muy sensible y amable, sabía escuchar y de vez en cuando se reía por algunas de las locuras de la pequeña Emily. También me contó que vivía bastante cercas de casa y era muy amigo de James desde la primaria. Mencionó a otros muchachos que también eran amigos de ellos, todos se encontraban en la cancha así que no pude distinguirlos bien pues se movían.

A la segunda hora tenía clase de carpintería así que me ofrecí a acompañarlo a la segunda planta, así podría ver las actividades que había en ese horario. Cuando pase por el salón de danza me detuve al ver que la música era más moderna, una música que en realidad me movía; se trataba de Jazz. Cuando vivía en Surrey iba a clases de Jazz lunes, miércoles y viernes desde que tenía cinco años, por lo que ya sabía hacer muchos pasos y me había vuelto muy flexible. Me quede tan embelesada viendo a las muchachas bailar en la puerta, que la maestra me invito a pasar y me uní a una danza que apenas estaban aprendiendo.

Después de que terminaron los talleres cada quien se iba a su casa por su lado, así que yo esperaba a James en la puerta de la entrada pues no tenía idea de cómo llegar a casa. Lo hubiera perdido de vista de no ser porque iba con un gran grupo de amigos y Remus me levantó la mano llamándome, yo fui apresurada.

-¿La conoces?- alcance a escuchar decirle James a Remus.

-La acabo de conocer…

No alcance a escuchar más de la platica cuando unos brazos rodearon mis hombros.

-¡Caracoles, James! No dijiste que tu hermanastra estaba tan… - me recorrió con sus ojos plateados ese chico mientras se mordía un labio. -… guapa. – completó sintiendo la mirada de James.

-Déjalo, Sirius. –susurró otro chico de una sonrisa pintada en la cara con unos hoyuelos y ojos chispeantes.

-No pasa nada. ¿O acaso también esta prohibido salir con las hermanastras?- siguió el chico que respondía al nombre de Sirius.- Porque tengo entendido que las hermanas si están prohibidas, pero me pregunto si las hermanastras…

-¡Claro que están prohibidas! Sobre todo porque lleva la palabra hermana.- se unió a la platica un rubio bajito. ¡Caray! Ya me estoy perdiendo son demasiadas personas.

-Chicos creo que están confundiendo a Lily.- entró a mi salvación Remus. Me solté del abrazo de Sirius y lo intente mantener lo bastante lejos como para que no me pudiera meter mano.- Él es Frank Longbottom.- señaló al chico de sonrisa con hoyuelos.- Peter Pettigrew.- era el rubio bajito que me saludo con la cabeza.- y Sirius Black.

El chico de ojos plateados hizo una reverencia exagerada mientras decía unas palabras en francés que en realidad no entendí nada, y ni me preocupe por escucharlo. Miré a James que se mantenía un poco mas lejos y sostenía a la rubia de bote que aun traía el uniforme de porrista por la cintura.

-Ya vamonos- dijo Sirius.- ¡Eh, James! Ya es hora de irnos. Despídete de la doncella.

James siguió hablando con Dree por unos momentos y después le dio un beso en la comisura de los labios y nos alcanzo.

-Ea, tigre. ¿Qué tal?- le dio una palmada en la espalda Frank.

-Esta listo. El sábado al cine.- sonrió James, hasta que me miró.- ¿Y esta que hace aquí?

-¿Esta? – repetí.

-Lily, creo que deberías conseguirte amigas que te acompañen a casa.- sonrió burlón.- como por ejemplo... – Busco con la mirada.- ¡Lauren! Ella es perfecta para acompañarte.

Una chica que iba un poco delante de nosotros dio un brinco cuando escucho su nombre, que reconocí como una de las chicas que estaba en la clase de Jazz conmigo.

-¡Eh! Me asustaste.

-Lo siento, preciosa. ¿Podrías hacerme un favor?

Esa muchacha era realmente bonita, muy muy bonita, casi da envidia. Extrañamente tiene el cabello de un tinte rosa chicle, pero muy cortito, casi como hombre, se lo peina en punta y estas tienen un rosa menos intenso. Sus orejas tienen varias perforaciones pero lo mas precioso es su cara, la piel de porcelana con un rubor en las mejillas y ojos grandes de un azul eléctrico y muy expresivos. Pero lo que mas contrastaba con su cabello con corte masculino era su cuerpo, muy curveado y proporcionado.

-Claro. Pero con una condición.

Llegamos a donde ella estaba y note que además de delgada era muy bajita y menudita. Yo que soy bastante baja le llevo casi media cabeza.

-¿Haber, cual?

-Tienes que llevarme al cine el sábado. –Todos fulminamos con la mirada a mi hermanastro.

-¿El sábado? ¿No podría ser el viernes?

-No. El sábado.

Meditó.

-De acuerdo.- ¡Rayos! Ya quiero ver como se las arregla.

-¿Y cual era el favor?

-Lau, preciosa, ¿podrías acompañar a Lily a mi casa? Es que quiero hablar con los chicos de cosas de chicos.

-Sí, no hay problema.

Lauren me agarró del codo pero antes de que nos fuéramos.

-Eh. Lleva el impermeable, se avecina tormenta.

James me lo aventó en la cara y antes de que pudiera contestarle como Dios manda, Lauren me jalo del brazo hasta hacerme cruzar la calle.

-Es un coqueto muy encantador- dijo Lauren unos instantes después. Mientras entrábamos a la estación de tren.

-¿Eh?

-Tu hermanastro. Es realmente un casanova.- sonrió enseñando sus perlados dientes.

-Eh, si. ¿Sabias que tenía otra cita el sábado, cierto?- pregunte curiosa.

-Por supuesto. Solo quiero saber como se las arregla para salir con dos chicas a la vez, debería tomar sus tips ¿sabes? Siempre tengo que cancelar con uno.

-Oh. ¿o sea que tienes muchas citas?- pues en realidad no se ni porque me sorprende, Lauren es una muchacha muy guapa.

-En realidad no, solo que a veces se me juntan. Cuando las citas no me gustan no vuelvo a salir con ellos. –hizo una mueca- UGgg me acuerdo cuando salí con Pettigrew, fue un desastre.

-¿Pettigrew? El gordito que estaba ahí.

-Ese mismo.

-Pero… ni siquiera es guapo.- rió.

-Por supuesto que no, pero es popular. La que sale con él debe considerarse afortunada; porque así son los Merodeadores. Debes salir primero con Peter, Frank o Remus, para que tengas un mínimo de posibilidad de salir con James o Sirius, al menos que no tengas un cuerpo de 90-60-90.- sonrió. Era muy simpática y parlanchina.

-¿Merodeadores?

-Así se hacen llamar esos cabeza hueca.

-Estoy de acuerdo contigo, son unos torpes. Menos Remus.- aclare. Rió.

-No es que me caigan mal, incluso gano muchas cosas gracias a ellos; pero son unos superficiales, todos.- rió de nuevo.- No creas que te hablaron solo porque eres la hermanastra de James. Te digo son superficiales.

Pensé. Bueno, yo no soy una preciosura como Lauren, pero algo bueno debo de tener. El viaje en metro fue bastante corto de unos cinco minutos.

-Esta lloviendo, será mejor que te pongas el impermeable.- me dijo cuando caminábamos de nuevo. Note por primera vez que ella ya lo traía puesto, solo se subió la capucha en la cabeza; y yo la imite. Caray, si que eran fríos los impermeables. Sonaron unos truenos mas allá y la lluvia aumento de intensidad.- Será mejor darnos prisa, no falta mucho para llegar a tu casa.

Después de brincar charcos y correr hacía mi casa, llegamos.

-Caramba. Gracias por acompañarme. No tenía idea de donde era. – le dije.

-No hay problema, cuando quieras. Bueno me voy…

-¿No quieres pasar?- la interrumpí.- Esta lloviendo muy fuerte, podría hacerte daño. –dije notando como su impermeable chorreaba y sus zapatos del uniforme estaban empapados hasta las calcetas.

-¿No te molesta?

-Para nada, a mamá le encantara conocerte.

Después de mucho suplicarle aceptó. Dentro de la casa era otra historia, estaba calida y seca, la alfombra se mojo cuando entramos y noté que estábamos solas. Fuimos a mi habitación que ahora si estaba decente y nos sentamos ambas en la cama.

-¿Te presto unos zapatos?- pregunte quitándome los míos empapados.

-Si no es mucha molestia…

Saque dos pantuflas, unas con un panda y otras con una vaquita, le preste las de vaquita. Nos quedamos en mi habitación un par de horas platicando y conociéndonos. Me contó que vivía a unas tres cuadras de ahí hacia arriba y que era hija única; le pregunte por la clase de Jazz y me dijo que bailaba desde pequeña y también estaba en folclor; yo le conté que mi madre se casó con el papá de James y nos habíamos venido de Surrey hacia acá pues Charlus no podía dejar su trabajo; le conté también como vivía antes de llegar a Londres.

-(…) Los deportistas son los que controlan la escuela, en especial los futbolistas y porristas. Yo no soy digamos muy popular pero todos me conocen por mi cabello, de todas formas tengo mis amigos y salimos, obviamente.

-Yo no pude lograr hacer amigos este primer día, sólo Remus y tú.

-Remus es adorable, es guapo, amable, inteligente y popular; un Merodeador y tiene mil chicas a sus pies. Sólo te voy a decir que no te fíes mucho de él porque podría hacer cualquier cosa por sus amigos. Sirius es el conquistador numero uno en la escuela, es libertino y bello; si ve un buen trasero va tras el, siempre cuida donde estén sus manos porque te puedes llevar una sorpresa.

Nos echamos a reír las dos. Después del abrazo inesperado no dudaba que eso fuera cierto. Cuando comenzó a platicarme de sus amigas escuche ruidos en el piso inferior y la voz de Emily.

-Llegó mamá. Vamos.

Nos fuimos escaleras abajo y cuando iba a pisar el último peldaño escuche un grito.

-¡No!- era Emily.- No pises ese escalón.

-¿eh? ¿Por qué?

-Lo decore.- sonrió enseñando sus dientitos y me di cuenta de que tenía pegados algunos recortes de periódico; no quise hacer mucho lío así que lo brinque, pero Lauren no…

-Lo siento, bebe.- Se disculpaba desesperada Lauren mientras Emily lloraba a todo pulmón. Mamá la tomó en brazos y también intentó calmarla; entre las tres le hacíamos caras, cosquillas pero nada funcionaba.

-¡¿Qué es ese escándalo?!- dijo una voz desde la puerta; ahí estaba James empapado por la lluvia. Se quitó la sudadera empapada y tomó a Emily de los brazos de mamá y se sentó con ella en la sillón. Unos minutos después los llantos habían parado y los dos se reían viendo la televisión.

-Eh… mamá, te presentó a Lauren, es una amiga.- Le dije tras las risas de los Potter.

-Lauren, mucho gusto.- La saludó mamá y después de algunos cariños y demás; Lauren se tuvo que retirar pues la lluvia ya había parado y tenía que regresar a su casa.

Le ayude a mamá a hacer la cena, pero las carcajadas de James atravesaban la puerta de la cocina. Molesta me limpie las manos y fui hasta la sala.

-¿Quisieras ayudar a hacer la cena? Tu ayuda no estaría de más. –le dije sarcástica.

-Lo siento, Lily. Las mujeres se encargan de la comida y yo de ver la televisión. Gol, gol, gol…- decía poniéndose de pie, pero cuando su equipo falló se dejo caer decepcionado en el sillón.

-Eres un holgazán.- Y antes de que él me pudiera contestar di media vuelta.

-Y tú eres una perdedora- dijo riendo con una bolsa de sarcasmo.- Todos creyeron los chismes que solté sobre ti.

-¡Ja! Pues no me importa, James. Porque ya veras que tendré amigos y esos amigos no les importara la clase de persona que sea.

Se echó a reír y tuve que esperar unos minutos para que se calmara. ¡Menudo hermanastro me toco!

-Lo ves, eres patética. Pero en fin, largo de aquí que tengo hambre e interrumpes mi partido.- me hizo una seña con la mano que significaba que me largara y con la poca dignidad que me quedaba me eché a andar hacia la cocina.


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