Conducía por la autopista sin rumbo fijo, en esos momentos, la velocidad le proporcionaba la libertad que le era negada a su espíritu. Desde su regreso no podía apartar de su mente una idea, un sentimiento que amenazaba su paz, aún en sueños.

Celos… en su más pura y venenosa expresión. Él, siempre tan propio en sus acciones, se encontraba ahora preso de un temor que lo asaltaba de forma sorpresiva.

Si la persona a la que amaba estaba predestinada a ser su compañera, ¿cómo era posible que sintiera que la perdía, o peor aún, que después de todo lo que habían sufrido, no podrían estar juntos?

-Serena… El pensar que otro había compartido sus días durante su inevitable ausencia… que sus sonrisas, sus abrazos, habían sido para otro… no lo toleraba. La incertidumbre lo consumía, esos silencios incómodos cuando el nombre de cierto cantante se colaba por descuido en alguna conversación… Había algo que no le contaban. Le costaba creer que la que sería su esposa tuviese secretos para con él. Y mucho más difícil era siquiera considerar le idea de que alguien hubiera podido llenar el espacio en el corazón de su novia cuando él no estaba presente.

Quizá si Darien no conociera tan claramente lo que Seiya sentía por Serena, podría darle las gracias sinceramente por haberla protegido y consolado durante las arduas batallas que tuvo que enfrentar. Pero en noches como esa, cuando los celos tambaleaban su ecuanimidad, lo único que sus instintos le dictaban era darle una paliza por haberse atrevido tan solo a mirarla, a tocarla con la excusa que le brindaba su amistad. Y si la hubiese besado… lo mataría, con toda seguridad, si lo tuviese enfrente lo haría.

Siempre había creído que los celos eran un desgaste inútil de energía, una muestra de inseguridad… algo que él no conocería. Pero ahí estaba, conduciendo por la solitaria carretera en medio de la noche como si un demonio lo persiguiera.

Confiaba en Serena, en su amor por él, nunca había dudado de ello. Sólo que después de que los Three Lights se marchasen ella parecía distinta, incluso triste, a pesar de que ahora compartían más tiempo juntos, en ocasiones la sentía ausente, aún estando con él, los pensamientos de ella parecían vagar hacia otro rumbo…Y eso no le gustaba en lo más mínimo.

Era egocéntrico, no podía negarlo, pero hubo un tiempo en el que solía creer que Darien Chiba era el centro del mundo de Serena Tsukino, y aunque algunos momentos rayaban en lo embarazoso, le encantaba esa espontaneidad de ella en lo que a demostraciones de afecto se refería. A veces deseaba poder demostrarle su amor con la misma intensidad, pero esos arranques se quedaban solo en su mente.

Al reflexionar en ello, una idea fugaz y atemorizante cruzo por su mente: -Podría perderla por eso, y yo sería el único culpable. No soportaría pasar el resto de su vida sin su compañía.

Al tomar una curva con mayor brusquedad de la debida, decidió bajar la velocidad, orilló el auto, y se detuvo, posando su cabeza sobre el volante.

Tanto tiempo junto a ella, que le demostraba cuanto lo amaba día tras día, llenando de alegría su gris existencia, y él nunca había sido capaz de corresponderle de la misma forma. Cierto, como Tuxedo Mask le había salvado la vida en incontables ocasiones; como Endymion le daría una hija y juntos gobernarían Tokio de Cristal. Pero, ¿Qué le había ofrecido él, Darien, quien era el que compartía con ella ese tiempo y espacio, de quien ella se había enamorado?

Al recordar la forma en que Seiya le advirtiera que cuidara de Serena antes de marcharse, se dio cuenta de la enorme diferencia que existía entre ambos de expresar su amor hacia la misma mujer. Que si Serena no lo amara de esa forma que él antes llegó a considerar asfixiante, talvez el joven cantante le habría arrebatado su cariño.

Y aún así los celos le martilleaban el pecho sin cesar. La tristeza en su mirada, tan inusual en ella, su silencio, provocaban en su cabeza tantas ideas descabelladas… ¿Y si era Seiya a quien preferiría a su lado? ¿Y si era él en quién pensaba, quien ocupaba su corazón?... Y si así fuera… ¿Cómo evitarlo, cómo luchar contra un recuerdo? ¿Cómo sacarlo de su mente?

Tal vez así debió sentirse Seiya en su momento, intentando conquistar el corazón de su ¨Bombón¨… Y Serena… ¿Cómo se sentiría ella? Teniendo la constante compañía de Kou la mayor parte del tiempo, sus detalles, sus atenciones… y, por otro lado, un novio ausente, que no contestaba sus llamadas ni sus cartas. Debió ser difícil para ella mantener viva la esperanza de que él regresara a su lado. Cada vez que reflexionaba sobre ello, la amaba aún más, y sentía una necesidad incontenible de demostrárselo.

Entonces supo hacia dónde dirigirse. Encendió el motor, y condujo velozmente.

La paz y tranquilidad característica de la noche parecía cubrir el templo Hikawa. Las sailors habían organizado una ¨ noche de chicas ¨ en un afán de tratar de animar a Serena, y de recobrar un poco de normalidad en sus adolescentes vidas, lo cual les había sido imposible debido a las batallas. Después de una larga charla, una exquisita cena preparada por Lita, una divertida lucha de almohadas y montones de risas, todas habían caído rendidas a los brazos de Morfeo. Todas, excepto Serena.

Al no poder conciliar el sueño, había salido al jardín del templo a contemplar las estrellas y pensar un poco. Sentada en una de las bancas, con una larga bata sobre su camisón blanco, y su rubia cabellera libre para jugar con el viento, observaba, sin realmente hacerlo, el cielo nocturno.

Por cosas como las de esa noche era que adoraba a sus amigas. Desde que Seiya se había ido, se desvivían por mantener una sonrisa en su rostro. La invitaban a salir a todos lados, la consentían; y cuando no eran ellas, estaba Darien a su lado, brindándole su compañía.

¿Qué más podía pedir? Tenía todo para ser feliz: amigas, amor, una vida tranquila…al menos hasta que un nuevo enemigo apareciera.

Extrañaba a Seiya, decir lo contrario sería mentir, pero no era ese el único motivo de su tristeza.

Cierto era también que el regreso de Darien la hacía feliz. Pero repentinamente, se encontró con que su sola presencia no le era suficiente. Y después de todo lo que había pasado, de todo el tiempo que estuvieron separados, esperaba que algo cambiara… mejor dicho, que su relación fuera diferente.

A ella le pareció una eternidad los días que pasaron sin verse… y él volvía, y la trataba como si su prolongada ausencia hubiese sido un simple sueño. Cansada de darle vueltas a lo mismo, optó por volver a intentar dormir, pero al ir rumbo a la puerta, se percató de las luces de un auto que se acercaba, y se quedó en su sitio. Su mente adormilada debía estarle jugando una broma. El coche se detuvo, y entonces estuvo segura de quién se trataba. -Darien… ¿Qué hace aquí a esta hora?

Él bajó del vehículo, y al ver la expresión de su rostro, supo que algo sucedía. Algo importante, puesto que se presentaba ahí en plena madrugada, y sin avisar.

Él llegó a su lado, la recorrió con la mirada por un momento, y sin decir nada, la tomó entre sus brazos, apretándola fuertemente contra su cuerpo, como temiendo que fuera a desaparecer en cualquier instante, y la besó. Era un beso apasionado, exigente, casi desesperado… tan distinto, que a ella le costaba creer que fuese Darien quien invadía su boca de aquella manera tan intensa. Después de la sorpresa inicial, respondió al llamado de sus labios con el mismo ahínco, deleitándose en el placer que sólo el hombre al que amaba podía darle. Sentía sus manos acariciar su cuerpo como nunca antes, oía su respiración entrecortada y los acelerados latidos de su propio corazón. Podría permanecer así para siempre. Sus hábiles dedos se toparon con el cinturón de su bata, e hicieron que ésta cayera a sus pies.

El acariciar su piel con plena libertad era un placer que Darien no se había permitido hasta entonces; no porque no lo deseara. Serena era preciosa y la amaba… pero también era inocente, y él siempre tuvo la certeza de que si la tocaba, le costaría mucho detenerse, y no quería asustarla. Ese último pensamiento lo regresó a la realidad de golpe, y lo hizo detenerse. Posó sus manos sobre sus hombros y la frente contra la de ella, manteniendo los ojos cerrados. -Quédate así, murmuró ella. -Por favor abrázame. Al escuchar su voz, se recordó a sí mismo que había ido hasta ahí para hablar con ella; pero todo pensamiento lógico se esfumó de su mente al verla con ese camisón tan femenino y su largo cabello suelto. Aunque lo hubiese intentado, no habría podido evitar besarla. -Siento haberme comportado de esta forma… me disculpo si te he importunado…es sólo que ésta noche no parezco ser yo mismo.

-No, ni se te ocurra decir que te arrepientes. Dijo ella, mirándolo a los ojos. -Debo confesar que me ha encantado. Él acarició con los dedos sus ruborizadas mejillas, y le sonrío. -Yo… de repente sentí una tremenda necesidad de verte, de hablar contigo, de decirte tantas cosas…tenía miedo de que fuera tarde… y apenas te he visto, lo único que pude hacer fue besarte. - Tarde… ¿tarde para qué, Darien? -Para decirte que te amo, que separarme de ti fue como haber muerto… Que me aterra la idea de perderte. Al escuchar sus palabras, Serena sintió su corazón bailar de alegría. -Darien… siempre seré tuya. Te amo, más que a nada ni a nadie en éste mundo….o en cualquier otro. Sólo hay un nombre inscrito en mi alma, y ese es el tuyo. Nadie más. El dio un largo suspiro, como si con ello dejara ir todas sus dudas, y rozó sus labios, dispuesto a besarla. - Una última cosa… Si escucho una vez más que alguien te llama ¨bombón¨ o algo parecido…le daré una paliza… Serena rió divertida ante sus palabras, y le rodeó el cuello con sus brazos.

-Entonces, talvez debas mantenerte alejado de Haruka… Ahora Bésame.

Y Darien se olvidó de todo, excepto de las maravillas que su amada novia provocaba en su interior.