1. De vuelta a casa.

Había abierto la ventanilla del auto, era junio y comenzaba a hacer un poco de calor. Miraba a través de ella y la luz del sol lo cegaba en ocasiones, cuando dejaba pasar sus rayos veloces por entre las ramas de los árboles, arrancando destellos anaranjados de su cabello.
Aquel año volvía, pero ya definitivamente, a Londres. Durante cinco años, Ron Weasley solo regresaba a casa en las fechas señaladas. Dejaba Oxford por unos días y volvía a la paz de su hogar en la Mansión Dashwood. Pero esta vez era distinto, sus estudios universitarios habían finalizado y ya no tendría que dejar nuevamente su casa.

A su lado, una melena de bucles castaños cubría su hombro, Hermione Granger dormía placidamente apoyada en él. Un brusco movimiento hizo que la cabeza de la muchacha resbalase y se despertara de golpe.

- ¿Falta mucho para llegar? – Preguntó frotándose los ojos.

- No, ya no queda casi nada ¿Verdad Kingsley? – Contestó el pelirrojo con una sonrisa.

El chofer asintió a lo que el joven dijo, Hermione suspiró pesadamente y luego se acurrucó de nuevo en los brazos de él.

- ¿Te encuentras mejor?

- No Ron. En realidad no deseo llegar a casa. Me voy a sentir tan sola, aun no puedo creer que hayan pasado dos meses desde que nos dejó – La chica hablaba con voz triste.

Ron la besó en la frente y la apretó fuerte entre sus brazos. Hermione había recibido en Oxford una triste noticia mientras finalizaba sus estudios. Paul Granger, su padre había fallecido de forma repentina a causa de un infarto. Fue un duro golpe para la joven y aun no había podido superarlo. Por suerte contaba con el pelirrojo a su lado y él, solo él, era el único capaz de mitigar su dolor.

- No entiendo porque no te quedas una temporada en la Mansión, o al menos déjame quedarme contigo en tu casa. No me gusta la idea de que vivas sola Hermione – Decía Ron con ternura.

La joven sonrió a su novio y añadió.

- Cariño, ya lo hemos hablado y ahora creo que me vendrá bien estar sola, necesito organizar un poco mi vida, no creas que la idea de compartir mi casa contigo, no es tentadora. Pero estaré muy ocupada estos meses, poniéndome al día con Luna en la empresa de papá, organizando los papeles de la herencia y bueno, tú me desconcentras demasiado. Además, Emma estará loca por verte y yo te he tenido para mí sola durante mucho tiempo.

Ron resopló un poco y volvió a mirar por la ventanilla, Hermione le sujetó con fuerza la mano.

Poco tiempo después, comenzaron a divisar las primeras mansiones cercanas a la de Hermione. El pelirrojo reparó en la que estaba justo al lado.

- Mira Hermione – Exclamó – Parece que hay alguien viviendo en la Mansión de los Preston.

Hermione estiró su delgado cuello para poder ver mejor. Efectivamente, alguien había comprado la Mansión, o eso parecía. Aquella casa llevaba años deshabitada, durante mucho tiempo vivieron en ella un matrimonio anciano, pero el hombre murió y la mujer se fue a vivir al extranjero con un familiar cercano. Hermione pudo ver como un jardinero cortaba el amplio césped del jardín y otro empleado, limpiaba la piscina. Además un coche bastante ostentoso, estaba estacionado en la puerta del garaje. Todas las ventanas estaban abiertas. Definitivamente había alguien habitando aquella casa de nuevo.

- Me parece fantástico que tengas nuevos vecinos, así me quedo mas tranquilo sabiendo que hay alguien cerca de ti para ayudarte en caso de necesitar algo – Convino Ron muy animado y sin apartar la vista de la casa.

- Tú siempre pensando en mí… ¿Te he dicho alguna vez que te amo? – Preguntó ella entre bromas.

- No – Contestó él fingiendo un tono serio en su voz.

- Pues te amo.

Ron acarició el rostro de su novia y acercándolo al suyo, la besó. Kingsley carraspeó y los dos jóvenes se separaron.

- Hemos llegado.

El chofer y Ron ayudaron a la joven con el equipaje. Luego el hombre volvió al auto mientras los enamorados se despedían. El pelirrojo prometió volver a buscarla para la cena, que con toda seguridad, Julie habría organizado para celebrar su regreso y Hermione esperó en la puerta hasta que el auto desapareció.

Cuando ya no había ni rastro de Ron, la joven entró en la casa y una extraña sensación invadió su cuerpo y su alma. Todo estaba aterradoramente silencioso. Siempre que volvía a casa por vacaciones, su padre la esperaba en el salón y la abrazaba nada mas llegar. Hermione se entristeció al recordar que aquello no volvería a suceder jamás. Caminó lentamente hacia el estudio donde su progenitor pasaba interminables horas. Sobre el escritorio se conservaban aun intactos, una caja de puros a medio abrir y una botella de Jerez, un poco mas a la izquierda, un par de retratos de ella cuando era una niña y de su madre que en estos momento ya se habría reunido con él.
Paul Granger nunca superó del todo la trágica muerte de su esposa y la tristeza fue consumiéndolo día a día, hasta que su corazón ya no pudo resistir mas y decidió que ya era hora de volver a ver a Jane. Aquel pensamiento era lo único que reconfortaba a Hermione, saber que su padre estaba junto a la mujer que más había amado en el mundo. A su memoria vino el momento en que ella, a las puertas de la muerte oyó entre sueños como Ron gritaba '¡No puedo vivir sin ti!' y pensó que quizá era aquello lo que debió sentir su padre todo este tiempo. Si algo le ocurriese al pelirrojo, ella tampoco querría seguir en este mundo sin él. En aquel mismo estudio su padre le prohibió volver a ver a Ron, la encerró en su habitación desencadenando una serie de desventuras que marcaron las etapas más tristes y más hermosas de su vida. Hermione se sentó en el sillón de su padre, apoyó los brazos en la mesa, suspiró y las lágrimas brotaron de sus ojos. Aquel hombre la hizo sufrir mucho, pero ahora que ya no estaba junto a ella, comenzaba a saber cuanto lo amó y como lo iba a echar de menos.

La Mansión Dashwood comenzó a aparecer majestuosa por entre los árboles, rodeada por aquel hermoso lago. Ron sintió un gozo indescriptible en su corazón ¡Volver a su añorado y querido hogar! El lugar donde había sido tan feliz y donde había superado la situación mas complicada y amarga de su vida. El coche de Kingsley cruzó la verja de entrada. En la puerta de la casa, una niña con el cabello negro y de unos cinco años de edad, comenzó a dar saltitos descontrolados y corrió hacia el vehículo.

- ¡Ron! – Gritaba - ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Ya llegó!

El pelirrojo descendió del coche y corrió hacia la niña elevándola del suelo y dándole un beso en la mejilla. Una pareja salió de la casa, la mujer con el cabello del mismo color que la niña y los ojos oscuros, caminaba hacia ellos con una enorme sonrisa. El hombre alto, fuerte y con unos penetrantes ojos azules, iba un poco mas rezagado.

- ¡Julie! – Gritó Ron acercándose a ella.

- ¡Oh Cariño! Que bien que estás en casa y esta vez, para siempre – Dijo la mujer mientras lo abrazaba con fuerza.

- Me alegro de verte muchacho – Saludó el hombre estrechándole la mano y cargando a su hija en brazos.

- Yo también Matt ¡Cielos, Emma pesa cada día mas y está mas alta!

La niña sonrió orgullosa y sus ojos azules brillaron.

- Este año comenzaré el curso en Hogwarts – Dijo – Mamá me ha dicho que es el mismo colegio donde Hermione y tú estudiasteis.

Ron asintió y rodeando a su madrina por los hombros, añadió.

- Vamos dentro, necesito ver mi habitación.

Nada mas entrar, una anciana se acercó a él sonriendo y caminando lenta, pero muy erguida.

- Es maravilloso tenerte de nuevo en casa mi niño – Dijo abrazándolo.

- ¡Oh Minerva! No sabes cuanto te he echado de menos, sobre todo a tu famoso pastel de chocolate – Añadió Ron mientras le guiñaba un ojo a Emma.

La anciana sonrió satisfecha y Ron echó una ojeada a la casa.

- No hay nada como volver al hogar.

- Vamos cariño, sube a tu habitación y descansa un poco. Hoy cenaremos en familia, he invitado a todos tus amigos – Le aconsejó Julie.

- ¿A que hora iras a recoger a Hermione? – Preguntó Matthew dejando a Emma de nuevo en el suelo.

- Sobre las ocho de la tarde – Contestó Ron mientras la niña le agarraba la mano sin dejar de mirarlo.

- Entonces para cuando regreses con ella ya todos estarán aquí. Emma, deja a tu hermano, está cansado y debe subir a su habitación – Regaño Julie a su hija cariñosamente.

La niña dio una patada en el suelo y salió corriendo hacia el salón.

- Está feliz, hace días que solo pregunta… 'Minerva, ¿Cuánto falta para que llegue Ron?' – Decía el ama de llaves con una sonrisa – Vamos sube de una vez, yo iré a ordenar la cena.

Y diciendo esto desapareció tras la puerta de la cocina. Julie le dio un beso al muchacho en la frente, aunque para ello, tuvo que agarrarlo por los hombros y bajarlo un poco.

- No puedo creer que hayas crecido tanto – Exclamó.

Y se marchó con su esposo en busca de Emma.

Ron subió a su habitación. En aquellos años había pasado muy poco tiempo entre esas paredes, pero ahora todo era diferente y hasta que Hermione no aceptara su proposición de vivir juntos, volver de nuevo a aquel dormitorio le hacia inmensamente feliz. Se acercó a la ventana, todo estaba igual que antes de marcharse, la alberca, la fuente, la pérgola de flores… Todo, y eso era lo que le gustaba, dejarse llevar por la sensación de que volvía a tener diecisiete años y acababa de instalarse allí. Escuchó de pronto un pequeño ruido que lo sobresaltó.

- ¡Emma!

- Me he escapado de mamá, ella no me dejaba subir – Dijo la niña en voz baja.

- Eso está mal nena, debes hacerle caso siempre a mamá – Añadió Ron con aire serio, pero pronto sonrió y con una mano le indicó que se acercara.

La niña corrió hacia el joven que se sentaba en la cama, mientras hacía lo propio con ella pero sobre sus rodillas.

- ¿Ya no vas a marcharte mas, verdad?

- No.

- ¿Ni Hermione tampoco?

- Tampoco.

Emma lanzó un suspirito y sonrió. Julie asomó la cabeza por la puerta y miró a su hija con resignación.

- Sabía que estarías aquí. Anda vamos, deja a tu hermano tranquilo – Dijo cogiéndola en brazos y sonriendo a Ron - No va ha ser fácil que te deje en paz, al menos durante unos días.

El pelirrojo se encogió de hombros y Julie salió con Emma de la habitación mientras la pequeña le decía adiós con su manita.
Ron suspiró feliz y se recostó sobre su cama… Adoraba volver a estar de nuevo en casa.

Hermione se hallaba en su habitación, deshaciendo las maletas cuando oyó que llamaban al timbre. Esperó pacientemente a que su doncella fuera a abrir y escuchó voces y pasos de varias personas subir a su dormitorio. La puerta se abrió y dos cabezas rubias asomaron por ella.

- Hola amiga – Dijo Lavender.

- Me alegra mucho que al fin estéis de vuelta – Añadió Luna.

Hermione corrió a abrazarlas y las tres comenzaron a dar saltitos de júbilo.

- Siento no haber podido asistir al funeral de tu padre – Se disculpó Lavender – Draco, Neville y yo estábamos hasta arriba de exámenes y no nos dieron permiso para dejar Cambridge.

- Lo entiendo, no te preocupes. Pero vuestras cartas me animaron mucho, gracias.

Lavender suspiró, se había quitado un peso de encima. Luna estaba muy callada y como eso era habitual en ella, ninguna le dio importancia. Miraba por la ventana observando todo el movimiento que se estaba produciendo en la casa de al lado.

- No sabes lo feliz que soy de volver a Londres – Continuó Lavender - ¡Uf! Te juro que si seguía en Cambridge terminaría por sacarle los ojos a Cho.

Hermione rió y la rubia se acercó nerviosa a la maleta de su amiga y le ayudó a desempacar sus cosas. Luna continuaba mirando a través de la ventana.

- Draco sin embargo nunca se dejó embaucar por ella – Dijo Hermione colgando un vestido en el armario.

- Eso es cierto, y no será porque esa víbora no lo intentó. Draco es maravilloso – Añadió Lavender dejado escapar un suspiro.

- ¿Quién viven en la casa de los Preston? – Preguntó de pronto Luna.

Hermione se encogió de hombros. El timbre volvió a sonar y pocos segundos después, Ron apareció en la habitación. Lavender se tiró a su cuello para saludarlo y el joven se sobresaltó.

- ¡Oh Cielo Santo! ¡Cuánto has crecido en dos años! – Exclamó la rubia.

- ¡¿Dos años?! – Preguntó Ron cuando Lavender se separó de él.

- Si querido, las navidades pasadas Draco y yo viajamos a visitar a mis parientes en el norte de Inglaterra, al igual que en verano y por desgracia no pudimos asistir al funeral del Señor Granger. Estas Navidades no nos vimos, porque no nos movimos de Cambridge, Narcisa vino a visitarnos, así que… si mis cuentas no me fallan ¡Oh Dios mío, dos años!

Ron rió mientras observaba como su amiga hacia cálculos cuando ya nadie la escuchaba. Luna se acerco más pausadamente y lo saludó con un beso en la mejilla.

- Hola Ron, me alegra verte de nuevo.

El pelirrojo agradeció el saludo menos efusivo de su amiga.

- Estáis listas, ya todos deben estar en casa esperándonos.

Las tres jóvenes asintieron enérgicamente y Ron se acercó a Hermione, le dio un suave beso en los labios y agarrándola de la cintura, salieron de la habitación.

Como Ron bien imaginaba, la Mansión estaba repleta de gente. Harry y Ginny, junto a los Potter, fueron los primeros en llegar. El Señor Lovegood apareció junto a Snape y pocos minutos después, hicieron apto de presencia Remus y Nymphadora con el pequeño Teddy. Emma nada mas ver al niño, corrió hacia él y tirándole de la mano, lo invitó a jugar. Matthew y Julie se acercaron a saludar a sus amigos. Draco fue el último en cruzar la puerta antes de la llegada de Ron y las chicas. Cuando ya estaban todos los invitados, Minerva se acercó a Julie y le informó que la cena estaría lista en pocos minutos. La mujer asintió y el ama de llaves regresó a la cocina.

Ron estaba feliz viendo de nuevo reunidos a todos sus amigos… ¿A todos? No, alguien faltaba. Neville Logbotton aun no había llegado. El pelirrojo llegó a la conclusión de que quizás el tráfico lo había retrasado y siguió su animada charla con Harry y Draco.

En un rincón del salón, las chicas se arremolinaban alrededor de Ginny, atosigándola a preguntas.

- ¿Ya tienes el vestido? – Preguntó emocionada Lavender.

- Sí – Contestó la pelirroja con una sonrisa feliz en su rostro.

- ¡Oh! Debe ser hermoso – Continuó la rubia.

- ¿Estás nerviosa? – Esta vez preguntó Luna.

- Sí – Asintió de nuevo la joven.

- ¡Oh Ginny! – Exclamó Hermione – Harry y tú vais a ser muy felices y vuestra boda será preciosa. No sabes cuanto me alegro por vosotros.

Ginny volteó los ojos hacia Harry que seguía charlando con los chicos y sonrió feliz, nuevamente.

- Soy la chica mas afortunada del mundo.

- Sabes Harry, yo adoro a Lavender y no existe nadie mas para mí en este mundo – Decía Draco con una sonrisa ladeada – Pero aun creo que no estoy preparado para dar el paso que tú y Ginny daréis dentro de dos meses. ¿Qué te hizo decidirte?

- Es lo más acertado que he hecho en mi vida. Cuando Ginny vino a estudiar a Oxford su carrera duraba dos años menos que la mía y cuando terminó sus estudios, a mí me quedaba aun un año más y tuve que volver a separarme de ella. Ese mismo día le pedí que se casase conmigo, porque no quiero separarme de ella nunca más.

Ron y Draco se lanzaron unas miradas cómplices y Harry giró la vista hacia su novia y los ojos de ambos se encontraron. Julie se acercó a Ron en ese momento y cogiéndolo del brazo, lo separó discretamente de sus amigos.

- ¿Dónde está Neville? Minerva está a punto de avisarnos para pasar al comedor.

- No lo sé, yo también noté que no había llegado.

- Cuando la cena esté lista no podremos esperarlo.

Ron asintió y en ese momento los dos niños cruzaron el salón corriendo. Julie resopló y fue en busca de Emma para intentar mantuviese un poco las formas y se tranquilizara antes de sentarse a la mesa. El pelirrojo se quedó preocupado, recorrió con la mirada el salón y sus ojos se toparon con los de Hermione. Ron hizo una leve mueca con el rostro parecida a una sonrisa y su novia se acercó a él.

- ¿Qué pasa?

- ¿Nadie ha avisado a Neville? No entiendo porque no esta aquí, o porque no ha llamado para avisar que no vendría – Dijo Ron con algo de impaciencia en la voz.

- Luna fue la encargada de avisarlo.

- ¿Y lo hizo? – Ron buscaba a la rubia con la mirada.

Hermione se encogió de hombros.

- La cena va a comenzar a servirse, pueden pasar al comedor cuando lo deseen – Dijo Minerva irrumpiendo en el salón con su habitual parsimonia.

Ron resopló, todos los invitados fueron pasando uno a uno hacia el comedor. El pelirrojo y Hermione quedaron rezagados a propósito y cuando Luna paso por su lado, Ron la sujetó por el brazo deteniéndola. La rubia se giró sorprendida.

- ¿Dónde está Neville? – Preguntó Ron sin ninguna delicadeza, dejándose llevar por los nervios, Luna palideció – No puedo creer que te hayas olvidado de avisarlo.

- No me olvidé – Se defendió la joven intimidada, Hermione regañó a Ron con la mirada – Lo hice.

- ¿Entonces por que no esta aquí, querida? Solo falta él – Dijo Hermione con mas suavidad que Ron.

- Porque no quiso venir, dijo que no vendría. Ya no le interesa nuestra compañía.

Hermione y Ron se miraron el uno al otro sorprendidos y confusos con la respuesta de Luna, la chica clavó los ojos en el suelo. Parecía visiblemente afectada, con la extraña forma de comportarse de Neville. Ya todos los demás esperaban la cena en el comedor, sin percatarse que ellos, aun no habían entrado.


Hola a todos y a todas, bueno como dije regrese con la segunda parte, espero no defraudaros y que os guste al menos tanto como la primera... En cuanto al titulo ya sabreis porque... en ocasiones nuestro pasado se empeña en seguirnos como si de un fantasma se tratase y eso es lo que sucedera... Solo incluire un personaje nuevo que no pertenece a JK y ya lo conoceis, Emma... un beso y gracias por estar ahí.