¡Hola estimadas lectoras y lectores! La cuarentena me ha sentado bien, últimamente ando bastante inspirada para escribir, aunque solo pueda hacerlo en selectos momentos. No quiero frenar este empuje creativo, así que decidí publicar unos días luego de que por fin terminé este capítulo. Aún estoy muy insegura con el contenido, pero es la única forma de darle un cierre a esta historia. ¿Será que al fin me creen que sí la voy a terminar? Espero que les guste y que mis actualizaciones "frecuentes" compensen los años que les he hecho esperar. De antemano mil gracias por leer. Ahora sí me siento digna de pedirles que me dejen sus comentarios, me encantaría saber de ustedes...

Disclaimer

Los personajes no me pertenecen, son de la maravillosa, pero cruel, de Rumiko Takahashi; la cual debido al trauma que me dejó, me obligó al vicio de leer y escribir fanfics.

La Historia de Nuestro Amor

Capítulo XXIX Compromiso

¿Estaba enojada por mi atrevimiento? A lo que podía recordar me parecía que no, en medio de mi estado de confusión ella parecía haber estado respondiendo al beso igual de interesada que yo. Me quedé en silencio, pero despacio me bajé de sus piernas para hacer la situación menos incómoda. Me hinqué a su lado con la cabeza agachada. Así no era como había planeado besarla y que terminara la noche. Debía armarme de valor y decir algo, quizás una disculpa era lo mejor.

-Akane... yo...- musité despacio y nervioso.

-Ya lo sé... no sabías lo que hacías- respondió algo triste, hincándose también y desviando su mirada.

-No... no... no es eso lo que quería decir.

-¿Entonces?- me retó con la mirada y el ceño fruncido.

-Todo sería más fácil y dejaras de poner palabras en mi boca y me dejaras terminar lo que quiero decir- contraataqué comenzando enfadarme.

Ella lanzó un suspiro lleno de frustración. -Está bien, habla entonces.

De pronto me sentí cohibido y se me olvidó lo que quería decir. Respiré hondo buscando calmar mis nervios. -¿Te molestó... que te besara?

Akane lo pensó un segundo. -No- susurró de forma apenas audible. -Lo que me molesta es que no vayas a recordarlo como la última vez.

-Lamento lo que pasó aquella vez. Sabes que no tengo control cuando me convierto en gato.

-Lo sé...

-Akane, esta vez fue diferente. Es cierto que cuando ocurre el Nekoken no suelo recordar nada, o no puedo controlarme. Por alguna razón cuando salí del trance creí que estaba soñando. No me creí capaz de volver a besarte- confesé muy apenado volviendo a bajar el rostro y muy sonrojado.

-¿Eso quiere decir qué sí fuiste consciente?- cuestionó sorprendida.

-Sí...- musité apenas levantando los ojos para verla.

Ella se llevó las manos al rostro cubriendo su boca. Supongo que estaba algo conmocionada por toda la situación. Me clavó sus ojos avellana y pude leer la mezcla de emociones que estaba sintiendo en ese momento. Un bonito carmín adornó sus mejillas. Se levantó de su posición y se acomodó el kimono.

-La pasé muy bien hoy, Ranma- pronunció con dulzura y una tímida sonrisa.

Yo imité sus pasos y también me puse en pie. Mis labios se curvaron ligeramente, por extraño que fuera me sentía feliz. Había tenido una cita casi normal con Akane, habíamos compartido sin gente metiche, logré comportarme casi como un caballero, ella había permanecido amable y hasta linda conmigo toda la noche. Para cerrar con broche de oro la había besado y a ella parecía no haberle molestado.

-Sí, fue una noche agradable. Quizás deberíamos repetirla- confesé pensando en lo bien que había salido la cita.

-Quizás la próxima vez podríamos intentarlo sin el Nekoken.

Sentí un vacío en el estómago devorándome completo. -¡Qué, qué quieres decir!- espeté mientras intentaba procesar lo que acababa de oír.

-Caíste- dijo sonriente mientras tocaba mi frente, yo me balanceé ligeramente hacia atrás. Tuve suerte de no caer sentado en el suelo por la impresión. La miré alejarse hacia la casa y decidí mejor dejar las cosas ahí. Al menos esta vez no había huido y por su indirecta quizás podríamos repetir. Sonreí de forma boba.


Varias noches habían transcurrido luego de nuestra cita, pero los recuerdos seguían a flor de piel. Cuando me encontraba a solas no podía evitar a que mi mente viajara en el tiempo. Despacio entré a la bañera, el agua caliente cobijo mi cuerpo desnudo, deslicé mi espalda hacia atrás hasta sumergir mi cabeza. Volví a salir con el cabello mojado y me relajé en el borde. Cerré los ojos y aspiré todo el aire que pudo entrar a mis pulmones.

Si me concentraba lo suficiente podía casi sentirlo todo de nuevo. Sus labios cálidos y suaves succionado los míos. Su lengua saboreando mi boca y mi piel. Su olor y calor nublando mi razón. ¡Por todos los cielos, no podía ni siquiera identificar qué eran aquellas sensaciones que me recorrían de pies a cabeza! ¿Qué era aquella exaltación que parecía acompañarme cada vez que lo recordaba?

Nuevamente habíamos estado evitándonos, la cita, el beso, todo aquello era nuevo para nosotros y ya ni estaba segura de cómo debía actuar con Ranma. Sumado a los recientes acontecimientos, tenía aquella desazón en mi pecho. Pensaba en la propuesta de la tía Nodoka. ¿Qué hacer al respecto? Aquel era otro tema que me perseguía sin cesar. Si aceptaba para ayudarlo, al fin podría librarse de su maldición, pero a cambio lo obligaba a casarse conmigo sin saber si era lo que realmente quería. ¿Estaba si quiera yo seguro que quería casarme?

Cuando habíamos vuelto de Juskenyo, había aceptado hacerlo casi sin pensarlo. No me importó que fuéramos jóvenes, o que no hubiéramos terminado la secundaria. Quizás fue el creer que él me había confesado su amor lo que me dio la motivación final; tal vez había sido el darme cuenta que los dos habíamos sido abrazados por la muerta y habíamos logrado salir victoriosos. En el fondo quería pensar que el haber estado al borde del más allá me había impulsado a ser más valiente y vivir el presente, si Ranma me amaba y yo a él que más daba casarnos lo más pronto posible.

Con el paso de los meses el valor se había disipado, las dudas me invadieron y todo volvió a la normalidad. Nunca lo hablé con "mi prometido", pero incluso me dio remordimiento de consciencia el saber que el agua del manantial del hombre ahogado había estado ahí para que se terminara con de su maldición y yo no se lo dije. Últimamente pensaba mucho en ese hecho, nunca me disculpé por no confesarle que su cura estuvo tan cerca. Quizás yo era una más que lo estaba engañando para sacar ventaja. En aquel momento deseaba tanto formalizar nuestro compromiso y empezar una nueva vida. Ahora solo quedaban fantasmas, dudas, recuerdos...

Por más que le daba vuelta a la propuesta de la tía Nodoka, llegaba a la misma conclusión. No era yo quién debía tomar una decisión, eso le correspondía a Ranma. Yo no podía de nuevo aprovecharme de su deseo por ser un hombre completo. Cualquier sentimiento que tuviera alrededor de casarnos, no era importante. Si el consentimiento no era mutuo, no inclinaría la balanza. Le diría a Nodoka que mi decisión era un no. Si tenía suerte tal vez podría convencerla para que ella hablara con su hijo y le diera acceso a la información que tenía sin chantajes de por medio.

Pasé las manos por mi rostro y de nuevo me sumergí en el líquido caliente. Luego de tantos días de tortura por fin sentía algo de paz. Estaba decidida, solo tenía que encontrar el momento correcto para hablar con ella.


Era pasada la media noche, estaba seguro que toda la casa dormía; yo desde hacía varios días no podía conciliar el sueño con facilidad. Me encontraba en mi lugar de preferencia, sobre el tejado, inmerso en las estrellas. Durante el verano parecían más brillantes, ellas era mis cómplices en las horas de insomnio. Eran demasiadas cosas las que me robaban la paz, primero estaba aquel extraño distanciamiento que hacía días ocurría con Akane, era como si luego de la cita a los dos nos diera demasiado vergüenza interactuar con normalidad.

Luego estaba la maldita propuesta de mi madre que era lo que en realidad me carcomía el cerebro. ¿Qué clase de madre chantajeaba a su hijo de esa manera? Ella sabía lo que una posible cura significaba para mí, no era justo que me pusiera condiciones para entregarme la información. Me sentía molesto con ella y también conmigo por tan siquiera considerar en su propuesta. ¿Sería tan malo casarme con Akane? ¿Me molestaba pensar en un futuro juntos?

Respiré hondo dejando que la brisa nocturna inundara mis pulmones. Cerré los ojos con fuerza. Tal vez, solo tal vez, muy en el fondo sí quería estar con ella. Si pensaba en retrospectiva desde que habíamos vuelto de Jusenkyo me sentía aún más cerca de ella. Akane había sacrificado su vida por mí, la muy tonta... Cuando pensé en que me había quedado sin ella me quise morir. Todo era muy confuso. Quizás la boda me tomó por sorpresa, seguía vacilante de la situación. En mi corazón sabía que era ella con quien quería pasar el resto de mi vida, pero siempre había ese caos que nos rodeaba y esa inseguridad que me hacían evitar mis emociones hacia ella. Era más fácil actuar como si no me gustara y ocultar mis sentimientos antes todos.

Akane había hecho tanto por mí. Hasta el punto que ni siquiera estaba seguro de que me alcanzara la vida para pagarle. Lo que yo sintiera por ella no contaba, ella era lo más importante. Recordé sus ojos emocionados, su sonrisa brillante que me calentaba el alma... No podía hacerle esto, por más que la cura fuera mi objetivo, no iba a sacrificar a Akane por obtenerla. Ya varias veces había renunciado a la posibilidad de ser libre de mi maldición, debía hacerlo nuevamente.

Sentí como si un peso se levantara de mi cuerpo. Aquella resolución era con lo que llevaba días batallando. Ahora por fin sentía que había llegado a una decisión con la cual me sentía contento. Le mostraría a mi madre que Akane era más importante para mí que cualquier estúpida cura, por más que eso le doliera a mi ego masculino.

**/**

Habían transcurrido los días y aún no encontraba el momento perfecto para hablar con mamá. De nuevo parecía haberse desvanecido en uno de sus misteriosos viajes. Quizás lo había hecho a propósito para darme algunos días más para pensar en su dichosa propuesta. También podía ser que no quería estar cerca del vagabundo de mi padre. No la culpaba si aquella era su motivación para alejarse de la casa; yo en su lugar hubiera hecho lo mismo.

Bajé de mi cuarto hacia la sala y no había rastro de nadie. ¿Qué raro, normalmente a esa hora el viejo estaría jugando con Soun, dónde se habían metido? Me seguí moviendo entre las habitaciones, alcé las telas para entrar a la cocina y Kasumi no estaba. Nabiki llevaba días sin aparecer, al igual que el maestro. ¿Se habían ido todos sin tener la cortesía de avisar? ¿Y a todo esto, dónde se había metido Akane?

Fui a su habitación, toqué la puerta y no recibí respuesta. Abrí ligeramente solo para asegurarme que efectivamente no estaba. Por la hendija metí la cabeza cauteloso y no había nadie. Fruncí los labios, bueno ni modo, si estaba solo en casa aprovecharía para liberar un poco de energía y entrenar.

Decidí encaminarme al dojo para practicar por algunas horas. Al irme acercando pude percibir algunos ruidos. Por la puerta entreabierta visualicé a Akane quien rompía algunos bloques. Lucía bastante agitada, seguro llevaba un buen rato entrenando. La vi limpiar el sudor de su frente con la manga del gi. Sonreí de medio lado, no pude evitar recordar cuando amablemente me había invitado a practicar con ella la primera vez que llegamos a la casa Tendo. El verla con su indumentaria de entrenamiento me generaba mucha nostalgia y emociones, aún con aquel traje que le podía parecer sin gracia a muchos, a mí me parecía aún más hermosa. Estaba tan metido en mis cavilaciones que apenas y noté cuando se quitó la parte de arriba del gi y quedó en una camisa sin mangas blanca que se pegaba mucho a su torso.

Tragué salvia algo preocupado, ahora no solo la veía linda... ella se veía muy, muy ¿sensual? Sería esa la palabra correcta para describir lo que pasaba por mi mente. No podía quitarle los ojos de encima. Se dirigió a otra sección de dojo para continuar con su rutina. Detallé sus golpes y movimientos. Quizás en una mala jugada de mi parte me vi tentado a entrar en escena. Brinqué sobre su cuerpo y lancé un golpe que sabía ella podría esquivar fácilmente. No me equivoqué, se movió hacia la izquierda mirándome desafiante.

-¿Qué haces?- cuestionó molesta.

-Pensé que te serviría practicar con alguien- respondí con cierta arrogancia.

Ella enarcó una ceja y procedió a atacarme. Pude notar que era un poco más rápida que en el pasado, golpe con la derecha, golpe con la izquierda; lucía frustrada al ver que podía evadirla sin problema. Akane no estaba a mi nivel, por más que quisiera le faltaba mucho para en una batalla real darme problemas.

-¡Vamos pelea enserio!

-Anda, sigue golpeando a ver si puedes lastimarme.

-¡Eres un presumido de lo peor!- su tono denotaba la molestia. Lanzó un par de patadas que igual esquivé.

-¡Ataca de vuelta cobarde!- gritó cada vez más molesta.

-Sigues siento muy lenta.

Frunció el ceño, su aura de combate resplandeció. Se fue de nuevo encima con más fuerza y velocidad, sin embargo, aún podía evadirla. Seguimos en aquel vaivén. Lucía bastante frustrada, yo no pude evitar sonreír de medio lado satisfecho al ver su brío. Ella avanzaba y yo retrocedía, no supe en qué momento algo que estaba tirado en el suelo me hizo perder el equilibrio y concentración. Abrí los ojos asustado al sentir como caía hacia atrás. Akane intentó agarrar mi muñeca para evitarlo, pero la fuerza de gravedad nos llevó hacia la duela. Sentí el impacto de mi espalda contra la madera y el peso de Akane sobre mí. Sus piernas rodearon mi cadera, al darse cuenta de la situación colocó sus manos encima de mis hombros tocando el piso y se irguió ligeramente.

-¿Estás bien?- pregunté algo preocupado.

Pareció congelarse sin saber qué responder. Sus ojos me miraban con una intensidad desconocida. De pronto me percaté que estábamos en una posición bastante comprometedora. Mi respiración se alteró al igual que mi pulso. Quise por un segundo repetir el beso de algunas noches atrás, cómo ansiaba tocar de nuevo sus labios...


Los irises azules me observaron con brillo especial. Había un magnetismo del cual no podía escapar. ¿Qué me estaba sucediendo? ¿Por qué simplemente no me alejaba de él? Se había comportado como un idiota presumido y yo de nuevo caía en sus encantos, o quizás caía en mi propia debilidad. Ni tuve tiempo de detallar que nuestros cuerpos estaban muy cerca y de una manera que era fácil de malinterpretar. Solo podía pensar en la última vez que nos besamos y ese fuerte deseo quemante de volver a sentirlo de aquella manera.

Tragué en seco y me dejé arrastrar por su mirada. Con delicadeza coloqué una mano sobre su mejilla. Esperé un segundo para analizar su reacción, no había rechazo ante mi tímida caricia. Tal vez era la mujer más tonta del universo, pero no podía frenar el instinto que me dominaba. Despacio me fui acercando a su rostro, cerré los ojos, percibí su agitaba respiración. Mi nariz suavemente rozó la suya y sin poder contenerme más busqué sus labios. Pausadamente me moví sobre su boca acariciándola. Succioné con lentitud y percibí como Ranma respondía de la misma manera. Un fuego abrasador me consumía por completo y supe que tenía que terminar con el contacto antes de que fuera demasiado tarde.

Me separé de él y le miré nerviosa. Ranma seguía con los ojos cerrados, con una expresión entregada. La realidad pareció darme una estocada que me sacó de aquel trance y como un rayo me alejé varios pasos. Comencé a sentir pánico, unos fuertes deseos de huir se apoderaron de mí, sin embargo, decidí ser fuerte y enfrentarlo, no sería cobarde como en otras ocasiones.

Ranma se enderezó, se sentó mirándome algo sorprendido. Yo también tomé asiento y nos quedamos en silencio con la vista fija en el otro. Lo que fuera que estaba pasando debía aclararlo.

-Yo... yo... lo siento- pronuncié avergonzada.

-No... no tienes porqué- contestó con timidez.

-Esto... no vayas a creer...- No había excusa para darle. Lo había besado porqué así lo quería.

-No veo que tenga nada de malo si los dos queremos- habló con una seguridad que parecía desconocida.

-¿Acaso tú...?- me atreví a cuestionar.

-¿Acaso tú no?- contraatacó con una ceja levantada.

¿Estaba insinuando que los dos queríamos empezar a tener una relación más física? Miles de ideas comenzaron a inundar mi cabeza. Si seguimos avanzando corría muchos riesgos. La propuesta de la tía Nodoka se hizo presente en mi mente, me llenó de incertidumbre. No sabía qué pasaría con nosotros, pero si no le decía lo que sabía quizás nunca me lo perdonaría. ¿Cómo pretendía algo diferente con Ranma si no era sincera con él?

-Antes de que esta conversación continúe, ocupo que hablamos de otra cosa seriamente primero- me animé por fin a confesarle.

-¿Qué sucede?- su tono denotaba preocupación.

-No sé cómo decirte esto...- hice una pausa nerviosa. -Tu mamá... Ella habló conmigo hace unas semanas y me propuso algo.

-¡No puede ser!- reaccionó molesto y golpeó la duela con su puño. -¡Cómo se atrevió!

-¿Cómo sabes?- sacudí la cabeza y abrí los ojos atando cabos.

-¿Te dijo que había encontrado una cura y solo me la daría si te casabas conmigo?

-Sí. ¿Cómo estás enterado?

Soltó un suspiró de fastidio. -Hizo lo mismo conmigo. Me dijo que me daría la cura, pero como condición debía casarme contigo.

Me llevé una mano a la frente algo incrédula. -¿Eso significa que nos estaba manipulando a los dos? Ella me pidió que no le dijera nada a nadie.

-Me dijo exactamente lo mismo.

-No puedo creerlo- pronuncié impactada.

Nos quedamos en silencio por unos segundos, procesando lo que habíamos descubierto. Una duda se instaló en mi corazón. Nada había pasado desde hacía varias semanas. ¿Qué tenía pensando hacer Ranma?

-Oye- me animé a romper el momento de calma. -¿Qué... qué ibas a decirle? ¿Qué piensas sobre todo esto?

Ranma tragó en seco. -¿Te refieres a qué había decidido?

-Sí- espeté quedamente.

-Yo… no he hablado con ella desde entonces.

-Ya veo…

-No… no iba a aceptar… Esta maldición es mi problema y no me parece justo que tengas que sacrificarte por mi culpa- confesó con tono triste.

-Yo quiero ayudarte- solté sin pensarlo y luego me sentí ligeramente arrepentida.

-¿Pensabas aceptar?

-En realidad… no… No quería hacerlo creyendo que no sabías lo que tu mamá estaba planeando. Ya una vez lo arruiné todo en Jusenkyo. Me sentía muy culpable de pensar que por mi culpa no podrías obtener algo que deseas tanto- finalicé melancólica.

-Mi madre creyó que los dos aceptaríamos, sin que el otro lo supiera. Que traicionaríamos nuestra confianza...

Permanecí callada por unos segundos, una idea loca me atacó. -¿Y si aceptamos?

-¿Lo dices en serio?

-Ya una vez acepté ca… casarme contigo- la voz me falló, me sentía tan estúpida en ese momento.

-Pero... pero...- balbuceó preocupado.

-Estoy muy confundida por todo esto. La propuesta. Nosotros. Esto de... de... besarnos- bajé ligeramente la cabeza y sentí mi rostro estallar.

-Akane... no quiero que pienses que me he molestado porque... porque me hubieras besado.

Me sonrojé más, como si fuera posible. -¡Oye, también me besaste de vuelta! ¡Además tú tienes la culpa porque empezaste con todo esto luego de la cita!- Estaba perdiendo la paciencia. Había cedido a una debilidad y el bobo ese comenzaba a presumir. Si no me hubiera besado de la forma en que lo hizo luego de la cita, hubiera sido más fácil resistirme.

-¡Pero tú empezaste esta vez!- contraatacó. Los dos nos estábamos enfadando.

-¡Está bien, pero olvidemos lo que acabo de hacer!- respiré hondo para suavizar mi tono de voz. -Aquí lo importante es qué le vamos a decirle a tu madre.

-¿En serio estarías dispuesta... a... a... casarte?- cuestionó con timidez.

-Yo... yo... a veces creo que sería lo mejor. Sabes bien que nuestros padres no van a dejar de presionar. Al menos si aceptamos la propuesta de tu mamá sacarías algo de provecho. ¿Pero... tú, estarías dispuesto?

-Siento lo mismo... Podríamos enfrentar a mi mamá y jugar las cartas a nuestro favor. Al menos estaríamos de acuerdo. No lograría engañarnos como era su intención. Aunque no sé... todo esto es tan complicado.

Nos miramos no muy convencidos de nuestra resolución conjunta. Quizás Ranma solo lo hacía por su cura, quizás yo lo hacía por ayudarlo y remediar la falta de que hubiera perdido la oportunidad de librarse de su maldición varias veces por mi culpa. Tal vez en el fondo sí quería casarme con él, todo era muy confuso...


Escogimos un pequeño restaurante, algo lejos de Nerima. No queríamos que nadie conocido nos viera. Yo le había dicho a mi madre que nos viéramos ahí, pero lo que no sabía era que Akane iría conmigo. Nosotros llegamos primero, era extraño, de alguna forma habíamos acordado seguirle el juego a mi mamá, pero por otro había un aire de inseguridad que no lográbamos resolver entre nosotros. Era como si por impulso hubiéramos aceptado, ambos motivados por la cura, sin embargo, había un vacío ambiguo porque nunca habíamos aclarado si esa era el único detonante.

Me había quedado claro que Akane se sentía culpable de que yo no hubiera logrado deshacerme de mi maldición. No quería que ella pensara de esa manera. Cualquier cosa que hubiera sacrificado por ella valía la pena. Por un lado, me molestaba que esa fuera su motivación, aunque también era cierto que ella fue quién hacía un año había aceptado casarse conmigo sin poner resistencia. Tal vez fue mi error no verlo de forma positiva en aquel momento. Casi la había perdido para siempre y me monté todo un drama al darme cuenta de la boda. Todo me tomó por sorpresa, en aquel momento no estaba preparado para enfrenar la idea de formalizar nuestra relación.

Un año después me sentía diferente. Tenía claro que quería algo más serio con ella, quizás muy en mi interior sí deseaba que fuéramos una pareja de novios, lo de casarnos aún parecía algo extremo, sin embargo, el tomar aquel camino me iba a dar algo que llevaba mucho tiempo buscando: una cura. Mentiría si dijera que estaba dispuesto a casarme con ella solo por romper mi maldición, la idea me era agradable, sólo que hubiera deseado tener más tiempo antes de tener que tomar una decisión tan seria. El destino quizás nos estaba empujando a concretar el compromiso a causa de las circunstancias.

Confiaba en Akane más que nunca. Si ella quería ayudarme y no le molestaba ser mi esposa, ¿por qué debía oponerme? Nuestro trato era mejor conforme pasaba el tiempo, ella era mi amiga y nos protegíamos mutuamente. Además, la atracción que sentía por ella era cada vez más fuerte. Aún con todos sus defectos ella era con quién quería compartir el resto de mi vida...

Seguía perdido en mis pensamientos, intentando convencerme de estábamos haciendo lo correcto. La escuché suspirar sonoramente y volteé a verla. ¿Pensaría Akane lo mismo? ¿Estaba seguro de que quería compartir el resto de su vida conmigo? Se notaba algo tensa y preocupada. Despacio coloqué mi mano sobre la de ella y le sonreí.

-Todo saldrá bien- dije para animarla.

-Gracias. Creo que estoy algo nerviosa.

Retiré mi mano y mi atención se desvió hacia la puerta donde vi que mi madre me buscaba con la mirada. Pude notar su expresión de sorpresa al ver que Akane estaba a mi lado. Se acercó hasta nosotros y saludó.

-Hola, Ranma. Akane, no esperaba que nos acompañaras hoy- habló con calma.

-Siéntate, mamá- me puse en pie y le moví la silla para que tomara su lugar.

-Gracias, cariño.

Nos observó sospechosamente, nosotros intercambiamos miradas listos para empezar.

-Aceptamos tu propuesta- solté sin ningún preámbulo.

Mi madre hizo una expresión pensativa y una media sonrisa apareció en su rostro. -Creo que cuando hablé con cada uno por separado les dije que no podían hablar de mi propuesta con nadie... Sin embargo, no me hicieron caso.

-Bueno, sí... las cosas terminaron siendo algo diferentes- hablé confiado.

-Nuestra intención no fue defraudar su confianza- se animó a decir Akane.

-Simplemente nos pareció que era una decisión que debíamos tomar juntos y estar de acuerdo- proseguí.

Una sonrisa más pronunciada apareció en su rostro. -Supongo que pasaron la prueba.

-¿Cómo procederemos?- cuestioné con calma.

-Debemos llevar la boda acabo pronto. Temo que si esperamos mucho alguno de ustedes se arrepienta- mencionó de forma reflexiva. Ambos fruncimos el ceño ante su comentario. -El día y el tipo de boda dependerá de ustedes. Lo único que puedo sugerirles es no decirle nada a nadie. Yo les ayudaré a organizar todo para que no pase lo de la última vez.

-Me parece una buena idea- opinó Akane.

-Ni tus hermanas deben saberlo.

-Nabiki es quién más me preocuparía- agregué pensativo.

-Tampoco quiero que tu papá o Soun sepan hasta que estemos prontos a empezar. ¡Será una boda sorpresa para toda la familia!

Volteé hacia Akane, hizo un gesto de aprobación. -Estamos de acuerdo entonces- agregué cerrando el trato con mi mamá.

-Una vez que se hayan casado les daré los detalles de a dónde tienen que ir y de qué se trata lo que encontré con respecto a tu maldición. Todos creerán que van de viaje de bodas y no sospecharan de su misión. Aunque si fuera ustedes aprovecharía para también pasar su luna de miel como se debe- finalizó sonriente.

Ambos nos sonrojamos furiosamente. Mi madre tenía la habilidad de hacer los comentarios más vergonzosos.

-Mamá por favor...

-Una cosa más- hizo una pausa. -Como van a empezar una nueva vida, me parece apropiado que tenga privacidad.

-¿Qué... qué... significa eso?- musitó Akane muy nerviosa.

-No es adecuado que una pareja joven y casada viva con su familia. La casa en la que íbamos a mudarnos está casi reparada. Cuando regresen de su viaje considero que es mejor que vivan ahí por un tiempo.

Todo se estaba complicando. No es que mi madre no tuviera razón, supongo que eso es lo que hacen las parejas "casadas", no obstante, era algo pronto para que Akane y yo asimiláramos todo eso.

-Yo... no estoy... no estoy segura de qué pensar- confesó mi prometida.

-Tal vez sería mejor definirlo cuando volvamos. Además, no sé si al tío Soun le agrade la idea, se supone que uno de los objetivos de casarnos es encargarnos del dojo- intenté apoyarla.

-Yo hablaré con Soun, en caso de ser necesario. No se preocupen hijos míos...

Me mordí el labio y de nuevo enfoqué a Akane. Podía ver su incomodidad. Yo me sentía algo fuera de lugar hablando de boda, viajes de bodas, lunas de miel, casa, futuro...

-Ordenemos algo de comer. No se pongan nerviosos. ¡Estoy muy feliz, al fin estarán juntos!- dijo muy emocionada.

Decidimos cambiar a temas menos complicados y disfrutar de la comida. Ya vendría luego el momento de enfrentar aquella decisión que habíamos tomado.


Pasaron un par de días luego de la reunión con la tía Nodoka. A veces temía echarme para atrás con toda esa locura, pero volvía a pensar en Ranma, sin importar lo que pasara entre nosotros al final sería libre de su maldición. Varias ideas me atormentaban. ¿Estábamos haciendo lo correcto? Me sentía muy insegura en cuánto irme a vivir sola con Ranma. ¿Teníamos que en realidad convivir como pareja? El solo pensamiento me hizo sonrojar furiosamente.

Tomé una pluma y abrí mi diario. Plasmé entre las hojas algunas de las dudas que me agobiaban en ese momento. Todo sería más fácil si supiera que Ranma me quería, en el fondo lo presentía, pero nunca lo había escuchado de su boca. Miré como el viento movía las cortinas con el ritmo de la brisa nocturna. La danza del tergal blanco me mantuvo hipnotizada. En medio de mi ensoñación algo inesperado casi me hizo caerme de la silla. Con la mirada incrédula vi la silueta de Ranma de cuclillas sobre el borde de la ventana.

-Hola- espetó sonrojado.

-Ho... hola...

-¿Puedo pasar?

Le indiqué con un movimiento afirmativo de cabeza que estaba bien. Se veía nervioso. ¿Para qué rayos venía a mi habitación? Por un momento temí lo peor, venía a decirme que ni a cambio de terminar con su maldición se casaría conmigo, que no podía sentir algo más que amistad por mí y que los besos que recientemente habíamos compartido no significaban nada. Inconscientemente me llevé la mano la pecho angustiada.

Ranma seguía de pie, lejos de mí, sonrojado... Lo miré meter la mano en su bolsillo y sacar algo. Tomó un objeto y lo puso encima de mi escritorio.

-Toma, es para ti.

-¿Qué... qué es?- le pregunté mientras observaba con desconfianza.

-Ábrelo- contestó ansioso.

Hice lo que me pidió tomé la caja y la abrí. Me sacudí en un escalofrío incrédula. Dentro había algo parecido a una sortija plateada, en aquel momento no pude ni reparar en detalles. -¿Es... es otro pastillero? Me fue imposible no recordar como fui engañada una vez creyendo que Ranma me había dado un anillo de compromiso.

-No, este... este... es de verdad- respondió bajando la mirada, rojo hasta la coronilla.

-Ranma- musité con dulzura. -No lo puedo creer.

-Úsalo luego de la boda. Recuerda que debemos mantener todo en secreto.

-Gra... gracias...- mi voz no podía ocultar la emoción que sentía.

Antes de que pudiera decir algo más Ranma simplemente salió como entró, como una sombra en medio de la noche. Estaba tan conmocionada. Con las manos cruzadas me llevé la caja de color azul al pecho y la abracé. No podía creer que "mi prometido" hubiera tenido ese tipo de detalle. ¿Acaso era una muestra solida de que sí sentía algo por mí? Saqué la sortija, era de plata con una pequeña piedra azul que brillaba con intensidad. La coloqué sobre mi dedo anular, me quedaba perfecta. Idiotizaba moví la mano para ver la luz bailar entre la piedra. Seguía sin poder creer todo lo que estaba viviendo...

Continuará...

Muchas gracias por haber leído hasta aquí. Agradecería infinitamente si me dejan sus reviews de apoyo, ahora que estamos en la recta final me gustaría conocer sus opiniones.

Estas notas van a hacer un poco largas, si me honran con querer conocer mis pensamientos, ténganme paciencia porque tengo mucho que decir.

Este capítulo ha sido bastante largo, 20 páginas aproximadamente en Word. En el pasado lo hubiera dividido en 10 y 10 para obtener más reviews, pero ya no soy la autora ambiciosa que algún día fui. Mi época de fama y gloria ya pasó. Recuerdo cuando recibía 20-25 reviews por capítulo (cuando era popular jajajajaja), ya estoy pasada de moda. Luego de todo lo tardé con este fic, me siento agradecida de que algunas todavía se acuerden de mí y que aún tenga gente que me lea en estos últimos capítulos.

Cuando empecé a actualizar en el 2020 les dije que me quedaban 4 capítulos para el final. Al trazar la línea narrativa consideré cuánto más quería contar, pero tomé la resolución de que como soy amante de los números pares llegar al capítulo 30 me parecía apropiado. Busqué como dar un cierre medianamente "decente" y esto fue lo que se me ocurrió.

No voy a mentirles, ésta no era la idea original de la historia, aunque la propuesta de Nodoka sí era parte. Originalmente iba a hacer que uno o los dos aceptaran casarse, pero sin que hablaran al respecto o estuvieran de acuerdo, como para darle más drama al asunto. Luego de analizar el progreso de su relación durante el fic, y de hacerles la consulta, creo que lo mejor era que de un modo extraño ambos estuvieran de acuerdo y compartieran confidencias.

Estoy segura que a muchas personas no les gustará esta idea o motivación para casarse, pero cuando me imagino el universo de Rumiko, creo que pasarían años antes de que este par pudiera formalizar. Ocupaban un empujón. Al final ya no hay vuelta atrás, ya lo publiqué y así se quedará. Que estoy insegura... sí... pero simplemente una confesión de amor no me parecía correcta. Me gusta que los dos quieran casarse, se aman, pero no lo reconozcan y se escuden de la alguna forma con la propuesta para dar el brazo a torcer.

Siento que este capítulo tuvo mucho para digerir. Continuación del beso, reflexiones, otro beso, conversación con Nodoka y finalmente un anillo de compromiso. La idea del anillo fue luego de leer un one-shot de la maravillosa RowCinzia, les recomiendo mucho sus historias, es una autora genial. Quizás sean demasiados besos, pero quiero creer que se han aguantado mucho, la confianza y madurez han progresado y poco a poco se van a sentir más tentados a acercamientos físicos, aunque les cueste hablar de sus sentimientos.

Ya he comenzado a redactar el capítulo 30, algo me dice que será otro largo porque tengo varias escenas planeadas y si es el último tocará meter todo el contenido que se me venga a la cabeza.

Agradecer infinitamente a las personas maravillosas que me dejaron sus comentarios en el capítulo pasado: Cyn, Benani0125, kotoko-98, Btaisho, Lucitachan, dita30, sus palabras me hacen sonreír y me motivan. También agradecer a ASdeGrey quién empezó a leer y dejo sus reviews en capis anteriores.

También darle un agradecimiento especial a NerimaGirl de la página de Fanfics y Fanarts de Ranma Latino por mencionar mi fic en Facebook e incentivar a la gente a venir a leer. Recomendarles que le den like a la página y la apoyen. Me han ayudado a encontrar excelentes historias.

¡Espero nos leamos pronto! Si todo sale bien solo ocuparé un par de meses y me verán con el cierre de esta historia.

Un abrazo,

AkaneKagome

29 de Abril del 2020