Disclaimer… Los personajes pertenecen a JKR Para gran alegría suya; yo solo juego un poco con los personajes. :P

Mi primer Rose/Scorpius espero les guste.

Disfruten!!


DE PLANES Y NO CITAS

Cap. 1 — Conociéndolo…

En Cloy Drive, en medio del centro de Londres, entre los números 16 y 18, se perdía a la vista de las personas una casa, un faltante de número que los vecinos atribuían a una equivocación de los idiotas del gobierno. Claro que ellos no sabían que no existía tal equivocación, lo único que pasaba era que ellos no podían ver el numero 17 porque simple y sencillamente ninguna persona no autorizada podía ver esa casa. Y es que la seguridad era de las más avanzada y especializada que existía.

La casa, mas parecida a una mansión, era de enorme infraestructura; los dos pisos que la conformaban eran mejorados con una muy respetable alberca que se alzaba en la parte trasera, totalmente techada y con una casual mesa redonda de jardín donde se encontraba la distinguida familia.

— Que bueno que decidimos al fin poner una alberca en la casa, el calor me mataba —Pronunció Ron Weasley, cabeza de familia.

A sus cuarenta y pocos años de edad, pero diez y tantos de corazón, aun se conservaba en perfectas condiciones, su mata de pelo rojo esparciéndose por la fuerza del aire permanecía muy resistente; en sus ojos azules, como el mar, perduraba la fuerza adolescente que siempre lo acompañó y acompañaría.

— Yo te lo mencioné desde que iniciaron las vacaciones, pero…

— No me regañes, Hermione —Interrumpió Ron con una mirada suplicante a esa mujer que lo había hecho realmente feliz desde hacía más de veinte años al aceptar casarse con él.

Hermione Weasley nunca se distinguió ante los ojos de los hombres por su indiscutible atractivo físico, pero eso fue porque nunca lo usó, ni necesitó. Luciendo un espectacular traje de baño de dos piezas a sus cuarenta y pocos años lucía radiante. Su risada cabellera se alzaba por encima de sus hombros en un corte muy pequeño para mitigar el calor.

— Yo solo estoy aclarando ese detalle —Dijo Hermione con una mirada reprensora por sobre sus lentes de sol negros.

— Más vale tarde que nunca —Mencionó Ron con una enorme sonrisa y un beso en los labios para su esposa.

Volvieron su vista a cuidar a los pequeñines que se divertían dentro de la alberca, aunque de pequeños ya no tenían nada.

James, de veinte años, lucía una sonrisa vigorosa y una melena rojiza que se le pegaba a las mejillas mientras jugaba con una quaffle que su hermano trataba de arrebatarle. Albus, dos años menor que él, se distinguía entre los demás por ser el único de cabello negro azabache de la familia y sus ojos verdes delataban de quien era hijo. Entre ellos también estaba Hugo, dos años aun menor que su primo Albus, pero su edad no interfería en su altura, siendo mayor a su primo, su pelo rojo y sus ojos azules lo caracterizaban.

Por otra parte, fuera del agua, tomando un poco el sol y con unas gafas cubriendo sus ojos marrones brillantes, se hallaba Lily en una pose de Diosa (como la consideraban muchos de sus compañeros de colegio, para total desagrado de tíos, primos, hermanos y mas a su pesar, de su padre) su cabello rojo centellaba mucho mas de lo normal con los intensos rayos del sol y su reluciente figura se mostraba impecable. Si no fuera porque estaba solo la familia, Ron Weasley jamás permitiría que su sobrina anduviera luciendo ese atuendo.

En esa postal familiar faltaba algo, más bien alguien y Ron no lo dejaría pasar.

— ¿Dónde está Rose? —Preguntó— Desde hace semanas está emocionada esperando el día para que se terminara la piscina y ahora… no está —Mencionó desconcertado.

— Se siente un poco mal. Tú sabes, cosas de chicas —Contestó Hermione, pero su mirada escondía algo, definitivamente algo pasaba con su pequeña niña.

Tras tantos años de conocerla, Ron sabía exactamente que si su esposa no deseaba decirle algo por más que suplicara, se enojara y demás pataletas que hiciera no la haría ceder, lo mejor era esperar. Por lo pronto decidió aceptar el malestar como "cosas de chicas".

— De acuerdo, ya saldrá cuando se sienta mejor —Dejó el tema de lado. Se paró de golpe y empezó una carrera, cayó como bomba al agua salpicando muchos metros a la redonda y mojando a su sobrina que se puso histérica gritando algo de su bronceado y que arruinaba su tranquilidad.

Una pequeña sonrisa se alzó en la cara de Hermione, definitivamente su esposo jamás dejaría de ser un adolescente y ella nunca se quejaría de eso. Su sonrisa se esfumó y su mirada recayó en su casa, en la tercera ventana del segundo piso a la derecha más específicamente, el cuarto de su hija. El presentimiento de que una bomba de tiempo estallaría pronto no se alejaba de ella.

Su presentimiento no era tan alejado de la realidad.

Rose Weasley de diecisiete años se encontraba recluida en su habitación ante un enorme dilema. Su cama parecía mas un campo de batalla, su inquietud le había hecho dar tantas vueltas que dejó todas las cobijas esparcidas por cualquier lado excepto la cama; las almohadas ni se diga, solo una permanecía en la cama y eso solo porque Rose tenía apoyada su cabeza en ella mientras aferraba a su cuerpo una vieja quaffle, de hecho la primera que logró detener en su primer partido en Hogwarts. Su melena rojiza, hasta la altura de media espalda, aparecía más que despeinada, si es que eso era posible y unas ojeras terribles cubrían sus ojos marrones dándole un aspecto demacrado que muy pocas veces mostraba.

Su aspecto tenía muchas razones de ser, en su mano empuñaba una carta que hacía dos días llegó a ella y que marcaba ese mismo día como el inicio de un caos que no podría parar. Y ese caos, para su malestar tenía nombre y apellido.

Desde el primer día de su primer año sabía exactamente a quien debía evitar y lo hizo. Él siempre representó la persona con la que jamás entablaría relación. Sus fiestas ruidosas que convocaban a media escuela, sus desmanes entre los estudiantes, su desagrado hacia alguien inferior a él y su mirada egocéntrica eran algunas de las características que repudiaba de él.

En el momento en el cual lo conoció, al verlo subirse al banquillo y portar el sombrero seleccionador que gritó sonoramente Slytherin, supo cuan indiferentemente le sería esa serpiente.

Su estrategia resultó desde el momento que fue declarada una Gryffindor y sus caminos fueron totalmente distintos, siendo sus casas como la punta de los polos, cada una extremos opuestos.

Hasta que cada clase les tocó juntos.

Por algún mal del destino toda clase de Pociones, Transformaciones, DCAO y Herbología fueron estrictamente compartidas con ellos, con él… Por alguna razón durante sus seis años cursados, hasta ese momento, esas clases siempre fueron con la misma casa, ¿Extraño? Tal vez demasiado.

Ahí lo conoció, o más bien TUVO que conocerlo. Lo notaba un chico burlón por completo en las clases y fastidioso, pero por momentos era callado, serio, incluso algo interesado en la clase, pero de una manera tímida, tratando de esconder ese detalle a sus "amigos", haciéndose el desinteresado y mas sin embargo tomando cada apunte que pudiera y respondiendo perfectamente cada que era necesario. Rose debía reconocerlo, él siempre sacaba Excelentes en todas las asignaturas que cursaba, justo igual que ella, pero no descartaba la presión que su padre podría poner sobre los profesores para lograrlo.

Era un total y completo descerebrado para ella, sus bromas estúpidas, junto a su incontrolable carencia de sensatez por seguir a las personas de más baja intelectualidad de la escuela, lo convertían en un idiota. Pero en cuarto año algo cambió, algo pasó que la desconcertó de sobremanera y que en ese momento, recostada en la cama, en realidad odiaba que hubiera pasado.

A mediados del mes de Abril, minutos antes de que el timbre sonara para dar inicio a la primera clase, Rose iba de camino a la mazmorra para tomar la clase de Pociones, a esa hora de la mañana en las galeras la luz siempre era muy poco favorable para los que van retrasados.

Unos metros mas delante de su camino, en la curva del pasillo que daba a las escaleras, vio como una pequeña niña de Ravenclaw se colisionó en los últimos peldaños de la escalera, todos sus pergaminos, mochila y demás objetos que cargaba quedaron en el suelo justo como ella. Las lágrimas no se hicieron esperar, silenciosas y discretas, pero brotaron.

Tras ella tres gorilas de Slytherin bajaron las escaleras con tremendas carcajadas que resonaban en el lugar. Rose se aferró a su varita, tal vez se decidiría a usarla. Esos eran los más grandes idiotas del mundo sin ninguna masa encefálica en la cabeza. Odiaba la manera en la que provocaban accidentes en personas indefensas de cursos mucho mas inferiores de los de ellos que aun ni siquiera conocían hechizos elementales. Esa debería ser la primera lección para enseñar en Hogwarts, no las lecciones teóricas de cómo tomar la varita. Por fortuna cuando ella llegó al colegio ya tenía una noción de los hechizos que podría usar, y su padre y hermanos tuvieron una contribución teórica sobre algunos buenos golpes que dar.

Sus pasos se volvieron mas pronunciados, pero las tremendas carcajadas de los orangutanes acallaban el resonar de sus tacones. Antes de llegar a donde la niña, escuchó como una voz dulce y bastante cálida se preocupaba con ella.

¿Te encuentras bien? —Era un tono de voz tan dulce… Seguramente sería algún amigo, era poco probable que anduviera sola en las frías mazmorras.

Su rapidez disminuyó y antes de observar al interlocutor de esa dulce voz volvió a escucharlo.

Pequeña… mira, te hiciste daño, estas sangrando.

Y entonces llegó a las escaleras y lo vio. Ese detestable chico de su casa contraria, un vago que le encantaba molestar y un tanto pedante, estaba ayudando a la niña, ¡Ni siquiera a su casa pertenecía! ¿Estaba soñando? ¿El mundo se ha vuelto de cabeza? ¿Era una broma?

Se quedó callada y bastante turbada por lo que sus ojos observaban en ese momento. Eso chico rubio ágilmente invocó un hechizo para evitar mas perdida de sangre y curar la pequeña y dolorosa herida.

¡Ya está! —Anunció— Ahora ve a tu clase que se te hace tarde y no llores mas —Recogió la mochila, se la dio y revolvió un poco el negro cabello de la pequeña mientras le otorgaba una sonrisa que la niña correspondió gustosa.

Se escuchó un tímido gracias de parte de la niña y entonces vio la sonrisa mas sincera que en algunas personas pocas veces había visto y presenciarlo en él fue de lo mas extraño.

La sorpresa la llevó, descuidadamente, a dejar caer una pluma que llevaba en la mano que, aunque pequeña, hizo un ruido que se multiplicó por el eco del lugar. Con eso logró que él volteara y su mirada y sonrisa desaparecieran, había algo de sorpresa, temor y nerviosismo en su semblante.

¡Aquí nunca pasó nada! —Afirmó ruidosamente y salió corriendo sin rumbo fijo.

En ese momento Rose se dio cuenta de que Scorpius Malfoy era un completo y total enigma para ella. Y los enigmas para Rose Weasley nunca los dejaría como tales, por algo era hija de la más grande e inteligente bruja que había pisado Hogwarts: Hermione Granger.

Desde ese momento le prestó mas atención de la usual a Malfoy, que recapitulando era nula a no ser por lo chismes que escuchaba de diario. Empezó a notar que realmente sí ponía mucha atención a cada clase y entregaba los trabajos tal cual eran pedidos, se empezó a plantear la posibilidad de que los Excelentes que tenía fueran producto de su dedicación y esfuerzo; comenzó a ponerse mas cerca de él en cada clase, claro que muy disimuladamente. Llegaba tarde a las clases y solo encontraba como único asiento desocupado, por lo general, el banco al lado derecho de él.

De tanto en tanto sus miradas se cruzaban pero no se hablaban para nada. Rose quería intentar entablar una plática, Malfoy en verdad que la intrigaba y quería saber por qué. Empezó con charlas banales, ¿Qué es tal cosa?, ¿Hiciste la tarea?, ¿Sabes cómo se realiza tal poción? Cosas de las que ella ya sabía la respuesta, pero por algún lado tenía que comenzar a hablarle.

Pero el comienzo no fue tan bueno como se lo imaginó. En los primeros días Malfoy le contestaba amargamente, pero lo hacía, en los días subsecuentes sus respuestas fueron simples ironías, déspotas y altaneras, sus miradas frías y llenas de repulsión la incitaron a dejar por la paz ese asunto, seguramente había sido todo su imaginación y a la persona que vio ayudando a esa niña tal vez era un clon que creó y destruyó enseguida.

Pero…

Unos pocos días antes de que iniciaran los exámenes, la biblioteca por lo general se llenaba y aun así Rose lograba tener una mesa para ella sola, pero eso porque todo mundo sabía que si se sentaba ahí llegaría un momento en el cual no cabría por la excepcional cantidad de libros que llegaban a inundar la mesa.

Rose estaba enfrascada en el estudio de los hechizos defensores, quería acabar los cinco pergaminos que el profesor Kloober les había encargado para dentro de cuatro semanas, ella estaba por terminar su octavo pergamino. Era mas de lo pedido, pero había demasiada información.

Estaba tan metida en su tarea que no se dio cuenta de que alguien llegó a sentarse a la misma mesa, hasta que ese alguien empezó a remover los libros desacomodando toda la organización que tenía.

¡Oye! —Exclamó— ¿Qué te sucede? Estoy ocupando estos libros —Estaba molesta viendo los mas de veinte libros abiertos que inundaban su espacio, pero eran muy necesarios— Ve y busca los tuyos propios —Agregó sin aun levantar la vista a la persona que estaba casi frente a ella.

Weasley, si pudiera, créeme que lo haría. —Reconoció esa voz de inmediato. Cómo no hacerlo, era profunda y elegante, como solo Malfoy podía tenerla— Pero ya busqué en toda la biblioteca y todos y cada uno de los libros que hablan de los hechizos defensores los tienes tú. —Sin importarle mas lo que dijera Rose tomó uno de los pesados tomos que estaba mas arriba y empezó a leerlo.

Esa tarea es para dentro de cuatro semanas. Hazla otro día Malfoy, yo llegué primero —Lo estaba corriendo si, un total opuesto a lo que trató de hacer durante las últimas semanas, pero ya no quería conocer al idiota Malfoy.

Mira Weasley, no me vengas a decir lo que tengo y no tengo que hacer. Además de que ya llevó siete pergaminos y solo me faltan los Pro y Contras de la utilización de hechizos defensores, así como las consecuencias que pueden ocasionar. Y no puedo terminar mi reporte porque tú tienes todos los libros que necesito para hacerlo. —Rose se quedó sin palabras por unos segundos, los que Malfoy aprovechó para empezar su pergamino.

Eso no podía ser posible, Malfoy no podía estar haciendo el trabajo con los mismos temas que ella, debía de ser una broma. Le arrebató el pergamino que estaba escribiendo, tenía que comprobarlo con sus propios ojos.

¡¿Qué te sucede, Weasley? ¿Te volviste loca?! —Exclamó un poco furioso Malfoy, pero a Rose no le importó y observó la excelente caligrafía de él y lo empezó a leer. Si, sus escritos iban por sobre el mismo rumbo. Siguió leyendo enfrascada, estaba muy bien realizado aunque…

¿Por qué pusiste el matar como un pro? —Preguntó inmediatamente después de verlo escrito.

Porque si te estás defendiendo de algo peligroso y matas a tu atacante, logras vivir —Contestó obviamente arrebatándole el pergamino para continuar su trabajo.

Debería de ser un contra, matar a alguien significa cárcel —Dijo Rose con su mirada fija en Malfoy.

En 1860, en la ley mágica, se especificó que un asesinato en defensa propia no significa ir a Azkaban —Aseveró continuando con su redacción.

Pero en 1920 se agregó que si durante esa defensa se pudo evitar matar, es cárcel —Contradijo Rose con una sonrisa en los labios. Le ganaría a Malfoy.

Pero en una pelea, un hechizo defensor que lo mate puede significar salvar su vida.

No precisamente. Puede que lo manden a Azkaban.

Puede que no sea así.

O peor, recibir el beso de un Dementor.

Los Dementores ya no protegen Azkaban —Dijo Malfoy rodando los ojos, pensó que Weasley conocería eso.

No, pero algunos siguen encargados de esa función.

¿Cómo estás tan segura de eso?

Mi padre… —Rose sonrió ante una revelación que casi nadie sabía, Malfoy mucho menos.

¿No se supone que los Aurores no pueden revelar nada de su trabajo, ni siquiera su familia? —Para ese momento Malfoy había olvidado que se suponía tenía que estar haciendo solo su tarea, había hecho a un lado el pergamino, el libro y la pluma.

Yo nunca mencioné que mi padre me lo haya dicho, más bien, algunas veces tomo sus expedientes y bueno, me entero de algunas cosas. —De nuevo sonrió, pero Malfoy también o hizo y no le agradó.

No sabía que tú cometieras delitos.

¿Delitos? —Rose alzó la ceja desconcertada.

Sabes mas cosas de las que deberías. Leer archivos confidenciales de los Aurores es un delito.

Rose rodó los ojos antes de contestar, al parecer Malfoy necesitaba algunas cuantas clases de leyes, definitivamente. ¿Cómo quería discutir con ella sobre leyes y delitos? Su madre trabajaba en Derecho Mágico, por tanto Rose lo conocía a la perfección.

Delito es cuando se utiliza para dañar a otros, yo solo padezco de curiosidad y aburrimiento en mi casa. Los libros de la biblioteca ya me los se de memoria.

Entonces consigue otra afición además de cometer un delito. No se, juega Quidditch.

Lo hago. ¿Qué no te das por enterado que soy la guardiana del equipo de mi casa?

Pues si practicaras en tú casa en vez de cometer un delito, tal vez serías mejor atrapando la Quaffle.

Rose apretó los puños, Malfoy se estaba metiendo en terrenos fangosos al intentar decirle mala jugadora de Quidditch siendo que eso era su vida.

Ja. Lo hago mejor que tú.

No es cierto.

¿Cuánto quedamos la última vez?

Malfoy se puso un poco malhumorado y se cruzó de brazos volteándose hacia otro lugar.

¿Cuánto? 60-130 de puras anotaciones ¿no?

Eso solo fue mera suerte, Robinson estaba lastimado y no pudo anotar.

No lo creo…

Oigan…

Alguien los interrumpió abruptamente cuando Rose estaba mas feliz y emocionada con la pelea y Malfoy estaba buscando el contraataque mas efectivo. Voltearon a ver a esa persona, un pequeño de Ravenclaw de segundo año que parecía asustado.

¿Qué? —Preguntaron los dos casi de inmediato.

Me pide la Sra. Pince que si por favor pueden bajar la voz, sus gritos empiezan a interrumpir a quienes tratan de estudiar —Los dos voltearon hacia todos lados y se percataron de que efectivamente todos ya los veía con algo de desesperación y frustración, pero, ¿En qué momento empezaron a alzar la voz? La verdad fue que ninguno se dio cuenta de ello.

De acuerdo —Respondió Rose un poco roja y se sumergió en uno de los libros para evitar que alguien lo notase— ¿Cómo llegamos a que nos regañaran? —Preguntó al aire olvidándose de que alguien estaba ahí para responderle.

Porque eres una terca que no está de acuerdo con que matar en defensa propia es un pro de los hechizos defensores.

Rose rodó los ojos y mejor guardó silencio, no quería comenzar de nuevo esa discusión. Optó por hacer algo diferente.

Mira, mejor lee esto —Sacó el penúltimo libro de una pila de diez, un libro grueso de piel, rojo, antiguo, se lo tendió.

¿Qué es? —Preguntó desconfiado, pero aun así tomándolo.

Un libro.

Weasley, claro que se que es un libro. —Respondió rodándolo los ojos y abriéndolo.

Entonces, ¿para qué preguntas? —Rose soltó una risita divertida, en verdad se estaba divirtiendo, por alguna razón que no entendía, se estaba divirtiendo.

Weasley, deja de jugar, ¿para qué quiero este libro?

Para leerlo —Respondió de nuevo sarcásticamente. Malfoy apretó los labios, en su mirada se veía toda la intención de aventarle el libro en la cara, así que decidió responder claramente— Quieres hablar de los pro y contras de la utilización de hechizo, bueno, ahí están. Digo, si es que lo quieres, si no devuélveme mi libro.

Alargó el brazo a la espera del libro que no llegó. Malfoy rodó los ojos y empezó a leer.

Y desde ese día los trabajos juntos, sin querer, iniciaron.

No era que lo planearan, simplemente que por alguna razón terminaban quedándose en la misma mesa de trabajo y con ello las ayudas sin intención se daban, aunque regularmente terminaban peleando sobre un tema que, como esa primera vez en la biblioteca, no se relacionaba con la razón por la cual empezaron a pelear. Lo cierto era que las pláticas entrelazadas con las discusiones dieron inicio, así fue como se conocieron.

Y al salir de la biblioteca sin percatarse de ello, Malfoy terminaban acompañando todo el camino a Rose hasta dejarla cerca de su sala común. Las primeras veces fue porque tenía que ir con algún determinado maestro que se encontraba por esa ruta, aunque jamás lograban encontrarlo y terminaban llegando hasta el lugar pactado sin dirigirse la palabra. Las siguientes ocasiones, en cuanto ponían un pie fuera de la biblioteca y se daban cuenta de que no había un motivo por el cual debían seguir juntos el camino, por alguna razón demasiado extraña para pensarla detenidamente, los recuerdos más espontáneos y penosos salían a relucir; como las tonterías que acababan en accidentes monstruosos que conllevaban a un castigo, hasta las pruebas tangibles (fotos) de algún festival escolar de Rose (habiendo ella estudiado en un colegio muggle), haciendo el ridículo con algún traje de zanahoria o flor, o algo por el estilo y describiendo cómo terminaba todo arruinado por algún incidente mágico. La verdad es que no estaban totalmente consientes de que a la persona a la cual le decían todo aquello era la persona con la cual ni siquiera tendrían que haber cruzado palabra desde un principio.

Conforme el tiempo avanzaba, el año terminaba e iniciaba otro, su "relación", a la cual no podían definir como amistad por sus familias, crecía y crecía.

Estando solos Malfoy dejaba de ser un Malfoy, para ser solo Scorpius, mostrándose tal cual era, un chico sensible, divertido, carismático, incluso lindo aun y cuando ponía una pose arrogante como la que solo un Malfoy posee. Si bien el apellido Malfoy lo distinguía de pies a cabeza, tenía sus momentos en el que solo era Scorpius y se aventuraba a hacer lo que si su padre supiera, lo mataría, tomando enserio su papel de prefecto, castigando a aquellos bravucones que molestaban a menores.

Y aunque Rose respetaba las apariencias que debía guardar ante los demás, en verdad le gustaba ver al protector Scorpius salir de entre las sombras para acallar las burlas y peleas entre los más despreciados de la escuela aunque fueran los de su propia casa y aunque fueran sus "amigos".

Para su quinto año, ya nos les importaba demasiado que los vieron juntos en sus clases, lo que dijera todos los demás eran idioteces y nada mas. Las primeras veces que los veían platicar muy animadamente en verdad que empezaban cuchicheos entre cualquier grupito que supiera sus antecedentes, porque, ¡Por Merlín! Era una Gryffindor y un Slytherin, una Weasley y un Malfoy, una sangre mestiza y un sangre pura, y todo mundo conocía abiertamente lo que los Malfoy siempre pensaron y pensarían a través de los tiempos de los diferentes a su clase, ¿o todo había cambiado? El heredero Malfoy podría cambiar eso.

Aun así, los cuchicheos terminaron, o por lo menos disminuyeron después de mas de un años, en que Scorpius pasó de ser la persona que encabezaba la lista de los más despreciados de Rose, a estar en la lista de los mas importantes en su vida. Incluso su hermano y primos lo aceptaron en quinto, o por lo menos las rivalidades se frenaron.

Pero algunas cosas, lo cambiaron todo.

Continuará...


Hola, hola!!!

es el primer cap, espero les agrade, va para largo esto xD, buuuueeeeeeno, dependiendo si les guste o no.

les gustó¿?

espero que si, y con un review podrán decirmelo y continuar *.* porfavor...

XOXO
rosachocolate