PRÓLOGO

El plan era simple. Tan simple que sabía que todo estaba saliendo como lo había lucubrado años atrás. Paso a paso habían logrado ubicar mortífagos en cada departamento del Ministerio. Y pronto, muy pronto comenzarían a hacer desaparecer a la gente en el gobierno que interviniera en sus planes. Malfoy estaba a cargo de eso.

Luego caería Hogwarts. Allí se instalaría y comenzaría a educar a la nueva generación que respaldaría sin cuestionamientos el estilo de vida que él quería imponerle al mundo. Una manera de vivir que se había perdido en algún momento de la Edad Media, por culpa del idiota de Godric Gryffindor. Se rió para sí mismo. Todo estaba saliendo como lo había planeado.

Observó los planos del colegio de Hogwarts. Unos pergaminos rotosos que se conservaban solo con magia. Bellatrix Lestrange los había robado del Ministerio sin ningún problema. Excepto por la aparición de unos idiotas que trabajaban para el viejo Dumbledore. Y Dumbledore, la única persona que se podía interponer en su camino también caería.

Pronto.

Muy pronto.

Lord Voldemort escuchó el ruido de alguien apareciéndose afuera y tomó su varita. Un hombre joven, totalmente desalineado y sin siquiera ponerse la máscara de los mortífagos prácticamente se arrastró hasta donde él, el Señor Tenebroso, recibía a sus súbditos. Su respiración era agitada y tenía una mano presionando sobre el bazo.

Con más paciencia que la que solía demostrar, esperó de pie mirando cómo el joven trataba de hablar.

–Señor, –finalmente se dignó a decir. –Una profecía…escuché una profecía…

Lord Voldemort que era impávido frunció las cejas y lo miró con curiosidad al reciente miembro de los mortífagos. Continúo allí frente al postrado joven que finalmente logró aspirar una bocanada de aire.

–Señor, fui testigo de una profecía, Dumbledore, – los puños de Voldemort se cerraron como lo hacían siempre que escuchaba el nombre de ese viejo miserable, –estaba presente… una mujerzuela dijo que nacería un niño a fines de julio que podrá destruir al Señor Oscuro, los padres de este niño ya lo han enfrentado tres veces y han sobrevivido…

Si Severus Snape continuó diciendo algo Voldemort no pudo escucharlo. En su cabeza solo sentía un extraño zumbido molesto que no lo dejaba respirar. Sin decirle una palabra al joven, le dio la espalda.

–Una profecía… –susurró él.

Sus planes habían sido, una vez más, arruinados. Cerró los ojos y comenzó a tramar nuevas estrategias. Podría ignorar la profecía, después de todo era solo una profecía. No. Si Dumbledore la había escuchado significaba que le daría importancia y haría cualquier cosa para quedarse con ese niño que ni siquiera había nacido. No podía ignorarlo. Calculó en un suspiro cuanta gente tendría que involucrar para llegar a esos padres. Podría matarlos antes de que naciera el niño. Sabía que no debía jugar con los tiempos cuando se trataba de Dumbledore. En otro suspiró planeó cuales serían los siguientes pasos a dar y volvió a darse vuelta.

Miró a Snape con cautela. Seguía hincado ante él, la mirada al suelo.

–Ponte de pie. – Snape obedeció inmediatamente. –Mírame.

No era fácil leerle la mente a este joven mortífago. Varias veces necesitó debilitarlo previamente con un Cruciatus para poder hacer Legirimencia sobre él. Sin embargo esta vez se dejó. Y vio en su mente cómo se recreaba la escena: la vidente recitaba una profecía frente a Dumbledore y luego Snape había salido corriendo para contárselo a su Amo.

Sonrió de costado.

==--==--==--

Había pasado más de un año desde el día que le dieron la noticia de aquella profecía. Estaba atrasado en sus planes, pero no por eso estaba desanimado. Aunque le costaba creer que había un niño escondido quién sabía dónde, que acabaría con el más grandioso de los magos. Igualmente no le daría tiempo para que aprendiera a hacer la más mínima magia. Lo quitaría de su camino como todo el que se interponía ante él.

Ocurrió en Halloween.

Fue una noche húmeda y ventosa. Los niños que corrían por la pequeña calle eran todos muggles disfrazados de cosas que estúpidamente creían que no existían. Pero él era real, un mago que avanzaba con el solo propósito de hacerle un bien al mundo. Su paso era seguro y ya podía sentir el triunfo de sus planes en la punta de sus dedos.

El encantamiento Fidelius ya no servía para protegerlos. Ya no podrían escaparse. Y allí, desde afuera de la ventana podía verlos. El hombre alto con cabello negro jugaba con el niño en pijama azul. La madre lo alzó. Y él, bruscamente, hizo que la puerta se abriera y mató instantáneamente a James Potter.

Matar a Lily Potter duró un instante más. Tildó su cabeza cuando vio su cuerpo muerto defendiendo a la criatura. Snape se enojaría con él. Se quiso reír con esa idea.

Pero un nuevo pensamiento surgía en su mente.

La punta de su varita estaba lista para conjurar un Avada Kedavra más. El llanto del niño hizo que sus labios se movieran para callarlo eternamente. Pero se dio vuelta. Bloqueó el llanto de sus oídos. Se concentró en la marca de los mortífagos y llamó a uno de ellos.

–¡CALLATE YA! –Le chilló al niño que no paraba de llorar mientras esperaba que llegara uno de sus fieles súbditos.

–Señor… –Era Bellatrix, su más leal servidora.

–Llévate a este niño, tengo otros planes para él.


NOTA DE AUTORA: Este fanfic está basado en un fanfic que leí antes de que saliera el cuarto libro de Harry Potter (1999). La autora tenía escrito solo un prólogo y el primer capítulo. En aquel entonces me contacté con ella para que me autorizara a continuarlo, pero no tuve respuesta. El original no recuerdo cómo se llamaba (algo asi como Alternative) y la autora, cambió su nombre y ya nunca más la pude encontrar para hacerle referencia a su fanfic original.

La historia no está copiada. Como perdí el original, escribí lo que recuerdo completamente a mí manera y lo adapté tanto a todo lo que aprendimos de las Reliquias de la Muerte como a la continuación que yo quise darle.

Espero que les guste.