Lo que habéis heredado de vuestros padres, volvedlo a ganar a pulso o no será vuestro.

Proverbio popular


Capítulo VII

El fin de la función

Silencio… para ella solo había silencio… podía ver a las personas moverse a su alrededor, al médico cerrando sus heridas, a los shinobi ir y venir buscando rastros del traidor.

Para cuando el sol rayaba el horizonte el humo se había disipado, las cenizas de la aldea se levantaron con un ligero viento que sopló ululando fría y tristemente.

Tenten se había rehusado a quedarse en cama como le habían indicado, estaba de pie al frente de los que quedaban del Boke Hyūga. Uno de ellos la tenía tomada del hombro haciendo un intento por reconfortar a la mujer que apenas parecía presente mirando fijamente algún punto del cielo. Se abrazó a sí misma, pues el viento soplaba con más fuerza como queriendo llevarse consigo el aroma a muerte y tristeza que el último gran ataque de los enemigos había traído.

Hiashi y sus hijas llegaron el algún momento y se pusieron al frente de ella, él la miró relajando un poco su siempre duro semblante, la maestra de armas no parecía percatarse de que lo tenía en frente, así que él se sintió en libertad de tomar su rostro y levantarlo para obligarle a verle. Sus ojos cafés estaban cristalizados por el rastro de lágrimas que no se animaban a salir delatando el mayor de los tormentos que cualquier mujer, que cualquier madre pudiera soportar.

Esa expresión delatora debió ser lo que consiguió penetrar el corazón de su sobrino. Se acercó despacio y le besó la frente.

—Hija mía, las penas de hoy no deben ser más que un recuerdo mañana — le dijo en tono suave.

Hinata fue la segunda, con el rostro bajo la abrazó suavemente y ambas se quedaron así, Tenten apenas pudo ser capaz de levantar un poco los brazos queriendo corresponder el gesto de quien fuera su mejor amiga desde que fue miembro oficial del clan. Sabía perfectamente que el acto debía contarlo doble ya que Hanabi se reflejaba en su hermana mayor, siendo demasiado retraída en ese aspecto como para hacerlo por sí misma.

Poco a poco el jardín de la academia que sirvió de hospital improvisado se fue vaciando de familiares y amigos para solo quedar aquellos que necesitaban ser atenidos. Se soltó del abrazo de su amiga y después de que el Sōke se fuera, giró hacia los chicos que eran leales a Neji, habían permanecido a su lado desde el momento en que la separaron del espadachín albino.

—Es hora de irnos — les dijo ella con un tono de voz seco, áspero y bajo.

Los shinobi la obedecieron, y en una nube de humo el grupo desapareció del fúnebre lugar.

— ¿Qué haces aquí? Es el funeral de tus chicos.

Preguntó desde su sitio en la cama un apenas consiente Neji.

—También del tuyo — le respondió con voz queda un joven desde el otro lado de la cortina que protegía al convaleciente ninja de las corrientes de aire. Kiba movió la tela plástica que lo separaba de su compañero, se le notaba increíblemente cambiado; no estaba sonriendo ni bromeando, irreconocible por completo.

— ¿Cómo te fue?

—La pelirroja casi me quema la nariz, pero pudimos con ella, hicimos lo que nos dijiste…

— ¿Todo bien entonces? Ella sería la única capaz de arruinarnos todo.

—Todo perfecto, Akiko y yo la pusimos en el ataque de Sasuke cuando Naruto abrió las colas de zorro para cubrirnos ¿Y tú? ¿Cómo es que Uchiha no te mató?

—No importa que tus tejidos se dañen mientras mantengas los órganos a salvo.

— ¿Cómo?

— Chakra, lo use para desviar la corriente del chidori solo a los músculos.

— Pero…

La puerta se abrió despacio y el par detuvo su conversación. La cortina proyectaba la sombra de una mujer que entraba a paso lento seguida por un chico alto y delgado. Nadie dijo nada. Tenten y Lee se acercaron hasta su compañero y amigo, este les miró por unos momentos y luego por cansancio cerró los ojos mientras su esposa se sentaba a su lado y recargaba suavemente su cabeza en el pecho de su marido y sollozaba en un tono casi inaudible.

Kiba giró el rostro y se mordió ligeramente el labio, se rascó la cabeza despacio como si dudara en decir algo pero a último momento decidió que lo mejor era quedarse callado y terminó con las manos en los bolsillos viendo la bolsa de suero de su compañero como si esta tuviera los secretos de la vida en el goteo que bajaba por la manguerilla conectada al brazo de Neji.

Silencio… eso dominaba la habitación aún con dos de los ninjas más extrovertidos en ella.

Silencio… uno inquebrantable y más profundo que el del día en que el maestro del equipo de la llama de la juventud cayó en batalla.

Silencio… solo se escuchaba el llanto de una mujer.

—Kazuki… mi bebé…— hubo un momento en que ella ya no podía sofocarse más tuvo que levantar la voz —Mi Kazuki…

Como alma en pena repetía lo mismo una y otra vez entre lágrimas, Kiba no podía hacer más que buscar desesperadamente algo en la habitación, Lee de momento reaccionó de un lapso de ensimismamiento y sonriendo levantó los pulgares:

—No llores, Naruto-kun no puede ser tan mal tutor.

El Inuzuka abrió los ojos a más no poder mientras Neji arrugaba el seño aún con los ojos cerrados y Tenten prácticamente dejaba de respirar.

—Grandísimo imbécil — dijo sacando los colmillos el shinobi a su lado —; aún no le decíamos.

La bestia verde de Konoha sintió la urgente necesidad de esconderse detrás de lo que fuera.

— ¿Naruto? — repitió ella quedamente.

— ¿A qué te refieres?... ¿Neji?

Por respuesta el aludido se incorporó de su cama no sin bastante dificultad y levantó la mano a seña de que los otros dos guardaran silencio.

—No sabes mentir Tenten.

Así de simple, así de directo se lo dijo como cuando pedía el periódico en la mañana.

—Si te lo hubiéramos dicho, Uchiha hubiera visto toda la mentira en tus ojos aún sin el sharingan, mi tío no habría creído nada, nadie lo hubiera hecho, porque no puedes mentir.

En un arranque de emociones encontradas ella se levantó de golpe y empujó a su esposo obligándolo a quedar recostado de nuevo, iba a golpearlo de eso no había duda, así que sus compañeros intervinieron y recibieron por ello un par de patadas y jaloneos que empezaron fuertes pero que poco a poco no eran más que reproches acompañados de otras lágrimas y una sarta de palabras no precisamente muy propias para una dama decente, pero estaba tranquila, la mayor alegría de su vida estaba a salvo.

— ¿Ese era el plan desde el principio? — preguntó ligeramente más calmada sin voltear a verlo.

—… Si, lo que te dijimos fue solo para hacerte a la idea de que Kazuki se iba.

— ¿Cómo hiciste que Uchiha…?

—Un ninja de la aldea le sirve de informante, hice una conversación indiscreta con Shikamaru aclarando que iba a estar solo en mi guardia…

Tenten nuevamente se recostó en su esposo, no podía reclamarle nada porque había procedido con un plan perfecto, casi asegurándose una muerte trágica, casi matándola de dolor… pero ahora todo debía estar bien, debía de serlo ahora que su pequeño no se convertiría en uno de tantos pájaros enjaulados.

Kiba salió sin despedirse, los tres aún tenían mucho de qué hablar y se supone que él estuviera ya en el funeral de sus críos. Afuera el sol ya estaba alto en el cielo solo con algunas nubes pasajeras haciendo sombras a lapsos cortos. Se detuvo un momento a mirarlas, ahora el vago Nara tenía una razón más para embelesarse con ellas, estuvieran donde estuvieran aquellas niñas seguro también tendrían sus ojos oscuros en el cielo, y ellas estarían con sus dos chicos, también con Kazuki y el pequeño Gai.

¿Quién lo diría? Naruto, el eterno soltero de Konoha con seis niños a su cuidado… probablemente los niños terminarían cuidándolo a él. Rió de su propio chiste un segundo y siguió su camino poniéndose de nuevo la máscara para interpretar su papel en la farsa que habían armado.

.

El sol ya estaba alto en el cielo solo con algunas nubes pasajeras haciendo sombras a lapsos cortos. Se detuvo un momento a mirarlas, sus ojos blancos se clavaron en ellas y no pudo evitar el pensar qué sucedería con sus padres en esos momentos. Sintió una mano recargarse sobre su hombro, volteó a ver y se encontró con un sonriente rubio.

—Ellos estarán bien, va a pasar un buen rato antes de que Sasuke vuelva a poner un pie en la aldea, aunque no creo que lo haga, si estoy muerto ya no tiene a que volver… y nosotros… cuando ustedes estén listos ¡Seremos el as bajo la manga de Konoha!

— ¿El Rokudaime lo sabe? —preguntó una de las niñas de Shikamaru.

—No, el viejo ni tiene idea, pero nos lo va a agradecer.

El niño lo miró con detenimiento, parecía muy seguro de ello tal y como su padre lo describía; fuerte, decidido, idealista, inquebrantable… idiota. Naruto estaba en el suelo lloriqueando de dolor porque Monshi Inuzuka se había lanzado a abrazarlo y en el acto le había tocado las heridas. Aprovechando el tenerlo ahí, el hermano gemelo de la niña se abalanzó hasta quedar encima también haciéndole pareja la pequeña copia de Lee, mientras dos niñas rubias de ojos obscuros gritaban por detenerlos ya que podrían ser descubiertos. Kazuki arqueó una ceja, si los lloriqueos del Uzumaki no los descubrían los gritos de esas dos histéricas sí lo harían.

Suspiró con un ligero fastidio en lo que pareció una grabación de su padre cuando era Chūnin, se acomodó la mochila con sus cosas y siguió por el camino que le había indicado que tomara apenas dejara la aldea.

—Todos juntos pequeño, que te guste o no ya somos un equipo — le dijo Naruto mientras lo tomaba por la mochila y lo levantaba para acomodarlo en su hombro.

— ¡Naruto-sensei! ¡Esto es ridículo puedo caminar solo! — chilló el niño, aunque de haber querido se habría bajado solo. Miró hacia arriba nuevamente y recordó las palabras de su padre cuando se despidió la noche anterior:

—Tu nombre significa: "el primero de una nueva generación"… y esto es lo que puedo hacer por ti para que se cumpla.


Comentarios y aclaraciones:

FIN

Espero que con un final tan dulce no quede en su lista negra.

Gracias por acompañarme en este proyecto.

¡Gracias por leer! Y ¡Hasta otro fic!