Capítulo 10- Hematoma:

Podía apreciar una brillante película acuosa sobre su mortecina mirada. La oscuridad de sus ojos vagaba lentamente camino el televisor, y la humillación rociaba levemente en forma de lágrimas. Observó la rendición caer sobre aquel amigo que tantos años había compartido cerca de él, osciló ligeramente al comprobar como su peso hacía presión sobre el canto del herrumbroso suelo; poco después, el hombre qué se aferraba a sus caderas se puso en pie.

Él también estaba siendo embadurnado por aquella lascivia cálida y densa que lentamente descendía por sus muslos.

L observó su propia retaguardia, un éxtasis mezclado con grandes cantidades de plasma se reía de él y le guiñaba un ojo coquetamente.

Aquello era lo qué le pasaba por alzar tanto la cabeza, por auto convencerse con su desmedida labia de qué aún era libre y podría escapar si algún buen plan se fraguaba bajo su materia gris… una sesión doble de sexo, con un resultado tan embebecido cómo el mismo presente.

Y es que, soportar una daga punzante atravesar tu colon, mientras que Mello observaba con expresión mortecina la pantalla, lo aventuraba a un mundo utópico y soporífero.

Segundos más tarde, el largo brazo de Light asomaba tras de él. Apagó el aparato con un solo ckick.

Las rodillas del moreno temblaban ligeramente, amenazándose con caer sobre el lecho de una vez por todas. Cayó al fin, y Light no tuvo reparos en dejarlo aterrizar violentamente.

Su culminación concluyó minutos antes, con un largo suspiro y unos segundos de entumecimiento corporal generalizado.

No pudo mirarlo a la cara, aquella sábana impura, rociada por su sangre era lo único importante, la cuál merecía particular atención. Quiso arrancar las manchas con los dedos, pero sólo consiguió empaparse los dígitos.

El ligero temblor del somier alertó al vejado ex detective, que sacando una última fuerza de flaqueza se contrajo a la defensiva.

La espalda continuaba sangrándole, al igual que sus carillos y por supuesto, su intimidad desgarrada.

La altanera mirada de Light penetró directamente sobre sus irises coléricas. El deje de burla se ocultaba tras los labios de aquel vil jugador.

- ¿Te ha gustado?- inquirió entonces, recogía sus pantalones y el distinguido cinturón de piel- Veo que sí. También la película porno.

- …- arrancarle los ojos con sus propias manos habría sido un buen señor orgasmo. Si señor.

El castaño prosiguió vistiéndose, abrochando con parsimonia cada uno de los minúsculos botoncitos de su camisa. Uno a uno, involucrando directamente al poco raciocinio estéril del moreno de enormes ojos negros.

- El mundo se rige a mi manera, Elle. Tú y tu amiguito Mihaeel acabáis de comprobarlo- prosiguió con su retahíla. Abrochó sus zapatos con especial interés, nudo a nudo, apáticamente…- …espero qué se os haya metido en la cabeza tan hondo, cómo otras cosas se han introducido en lugares más oscuros.

Vestido entonces, se acercó al afásico ente, que dentro de su deplorable estado, luchaba por contener las convulsiones.

Se arrodilló en pos la cama y no dudó en rozar la faz demacrada.

- Sé que ahora duele, de veras que lo sé. Y también te comprendo- sonrió mansamente- si yo hubiera sido el personaje mundialmente conocido y afamado que tú llegaste a ser, dudaría entre atragantarme ahora o no con mi propia lengua.

L apartó la palma con un desaire. Lo amenazó con la mirada.

- Arrancarme la lengua de un mordisco y tragármela luego, sería menos doloroso que todo lo que acabas de hacer hoy…- esclareció éste, el brillo impregnando los ojos opacos, siempre oscuros.

El duelo de miradas prosiguió durante una buena cantidad de segundos, mas Light no se amilanó, pues la partida había sido ganada y él, era el vencedor indiscutible.

Observó a su rival entre asqueado y glorioso. Sólo era una estrella caída del cielo, cubierta por su propia semilla y bendecido por estar vivo ante su presencia.

Negó con la cabeza entonces, alzando su rostro si más no podía.

- Entonces, debería recomendarte que empieces a afilar tus colmillos, Lawliet- rechinó, arrugó el entrecejo ligeramente- porque mi polla querrá venir a "visitarte" muchas veces, y muy seguidas a partir de ahora.

El protegido de Watari sintió el influjo del vómito abrirse paso a través del estómago, reprimió las ganas de regurgitar por encima de aquel sujeto.

- Pero no lo haré…-siseó, cerrando la boca con fuerza, reprimiendo el impulso de segregar saliva.

- No lo harás…- aventuró Light, agudizó el oído y ensanchó las pupilas a su paso, claramente interesado.

- Por que siempre- L luchó por ponerse en pie. Primero una rodilla, luego otra, se apoyaría contra sus propios muslos y, y…- Siempre tendré una pequeña esperanza, para verte morir o para matarte yo mismo.

Jamás una palabra había retumbado con tanto frenesí en una estancia. Tampoco el significado de la misma había echo mella de la manera en que ésta lo había echo.

Y cortó. La soberbia palabra que no tenía ningún sentido ni validez, le había cortado como una daga y el corazón comenzó a bramar asfixiado por el derramamiento de sangre.

Mas no cambió la expresión, y aunque más pálido que de costumbre, obligó a su intelecto a reírse. A curvar peligrosamente la comisura de sus labios y burlarse. Tenía que hacerlo, mofarse de todo, el Dios que habitaba dentro de él lo instaba a carcajearse ante aquel desertor incomprendido y herido ante su persona.

L esperó la respuesta entre una docena de carcajadas tempestuosas, observando el brillo de los ojos coagular en una sonrisa. Todo él embellecía, se regodeaba de su propia divinidad y no existía nada más: ni una amenaza latente bajo aquel cuerpo herido sobre una cama.

- ¿qué me matarás, dices?- el flequillo jugueteaba a ocultar sus ojos y se entremezclaba con una fina capa de sudor.- Primero, mi querido muñeco hinchable…deja que te curen esa miserable polla.

Corrió hacia él, y le propinó un fuerte derechazo en la mejilla izquierda.

- Y no sólo eso, la espalda, el culo, los muslos… ¡Todo tu cuerpo!- lo agarró por los hombros y empezó a zarandearlo- ¡Toda tu anatomía depende de mí!- la sangre bombeaba colérica y los impulsos nerviosos lo instaban en volver a vejar aquel cuerpo lacerado.

"- ¿Cuándo vas a darte cuenta de qué tu cuerpo, tu alma y tu vida misma, me pertenece a mí, a Kira? ¿Cuándo te vas a percatar de que firmaste tu sentencia de muerte el día que me retaste a través del televisor? Pactaste con el diablo L, pactaste a favor de una victoria que te beneficiaba y que nunca llegó a acometerse… Y ahora has de pagar por tu osadía. ¡Arrodíllate ante mí! Levanta tu culo hacia mi propia libertad pues yo te lo ataré con mis propias cadenas. Entonces serás mío: PARA SIEMPRE."

Separó bruscamente las nalgas, arremetió sobre su espalda haciendo vibrar la espina tras el golpe y entonces, ligeramente, el tintineo de los muelles hizo eco en sus tímpanos.

El largo vástago no tardó en penetrar en él; se amoldó con mayor facilidad, se escurría arrastrándose sobre un lecho de semen frío y entonces, por una vez, sólo durante un momento…gimió.

- ¡Ahhhh!- fue rápido, sólo un instante, sorprendió al propio detective: jadeó.

Kira se percató de ello y la primicia se extendió por todo su cuerpo en forma de placer. Penetró con fuerza, abarcando la cadera huesuda y desmejorada.

L vomitó tras la tercera estocada.

………………………………..

Se mecía tranquilamente a ras de la silla. Sayuko yacía sentada al lado de él, y apoyaba cariñosamente su infante semblante sobre la piel fría de Near.

El peliblanco suspiró. Miró por la ventana seguidamente para encontrarse con la calidez del alba rozando sus mechones albinos. Sayuko suspiraba, centrada en su profundo sueño.

El menor de la Wammy´s house suspiró pesadamente. Habían pasado la noche en vela, tanto Tsubasa como Michuru, ambos sentados en la lejanía del comedor.

No habían abierto la boca hacía horas, reflexionaban en silencio sobre los hechos acontecidos aquella noche.

El televisor estaba encendido.

- …Al principio de nuestro nuevo año informamos sobre el listado de sacrificios humanos que, nuestro señor, ha decidido extirpar de la faz de la tierra.

Hacía frío, un denso frío que calaba los huesos. Tsubasa convulsionó ligeramente ante una repentina brisa, sus opacos ojos vislumbrando la pared más cercana.

- … Yurena Montereal, México, Arthur Jackson, Philadelphia…

El menudo pie rozaba el suelo con las puntas, descalzo completamente; sus falanges se contrajeron ante el contacto con la heladez.

-… estas 108 personas han sido purgadas como castigo a nuestra osadía- la mujer que relataba los últimos acontecimientos en su franja horaria mostraba una tez segura y cetrina- A permitir que quede impune un acto tan vil cómo el del 25 de Diciembre. Todos y cada uno de nosotros debimos salir en su momento a la calle, intentar capturar a los terroristas y ayudar a nuestro Dios.

Michuru agarró la tetera vacía que reposaba encima de la mesa, la estampó con brusquedad sobre el televisor, pero esta chocó contra la pared.

- ¡Mierda, Mierda, Mierda!- el hombre estiró de sus cabellos, cómo si arrancándolos uno a uno de sus folículos pilosos fuera a solucionar la situación.

Su mujer se puso en pie enseguida, abrazó a su marido y se amoldó a él en un casto abrazo. Sayuko se despertó de golpe, observó a ambos lados. Near observaba a la pareja con expresión neutra.

El hombre de oscuros cabellos cayó pesadamente sobre la silla, exhaló un suspiro apesumbrado y limpió el sudor de su frente con la palma de la mano. Tiritaba.

- Un nuevo paquete de medidas de seguridad se hará vigente en el día de hoy y los BK serán informados debidamente. Para más información, las noticias del mediodía.

Tsubasa apagó el televisor con el mando. Agarró a su pequeña hija en brazos y reposo junto a ella al lado de su marido.

Michuru representaba el dolor personificado. Estaba hundido, indefenso, pálido por los últimos acontecimientos.

- Siempre puedes desistir de tu idea de enfrentarte a Kira, Michuru san- siseó Near como si nada. Envolvió su delgado dígito en el ondulado mechón de cabello blanco.

El propietario de aquella buhardilla lo observó frívolamente, sus ojos inyectados en sangre parecían a punto de explotar. Tsubasa observó a ambos asustada.

- ¿Mamá, que está pasando?- preguntó la niña, mientras que se aferraba al yugo materno. Tsubasa la instó para callarla.

Michuro se aproximó hacia Near, el semblante duramente enrojecido.

- No quiero, Near. Somos muchos los que llevamos años esperando encontrar un buen momento para atacar a Kira. Somos demasiados los que poco a poco nos vamos conociendo entre sí, a hurtadillas de los BK.- siseaba a trompicones, deteniéndose cada cinco segundos para exhalar aire.

El albino no cesó en sellar sus labios, tampoco en arremolinar su estimado mechón cada vez más en pos de su dedo.

- Muchos, sí, pero que os habéis negado a atacar. ¿Habéis arriesgado la vida en algún momento? El esconder vuestras opiniones y aparentar una falsa normalidad es casi peor que alimentar la doctrina de Kira.

- ¿Qué estás queriendo decir?- el hombre aporreó la mesa con ambos puños. Ambas miradas se encontraron entonces.

Near se puso en pie, clavando sus fosas negras a aquellas irises contraídas por el miedo y la furia.

- Le estoy muy agradecido por todo, Michuru san; también me parece perfecto que poco a poco vaya recaudando un séquito de seguidores… Pero el tiempo corre, y demasiado deprisa.

- ¡¿NOS ESTÁS LLAMANDO COBARDES?!- contestó tan agresivamente el hombre, que del mismo aspaviento asustó a Sayuko. La niña empezó a sollozar al instante.

Tsubasa la meció con fuerza, la niña no desistió en proclamar su llanto a voces, la garganta dilatada esperaba explotar en aullidos hacía años.

- Cobardes no, pero lentos sí- respondió al final Near. Frunció el ceño al observar el rostro desencajado de la niña pequeña- No tenemos tiempo.

- ¡Tú estás aquí con nosotros, también estás siendo lento!- refunfuñó Michuru, señalándolo con el dedo.

Tsubasa se acercó a ellos, creando una pequeña muralla entre ambos varones.

- No vamos a solucionar nada discutiendo entre nosotros, cariño, relájate- instó a su pareja para que se relajara. Sayuko aminoró el ritmo de sus sollozos ante el silencio- pensemos, somos personas razonables…

Cuando la hostil situación disminuyó, las palabras volvieron a surcar de sus labios, esta vez mucho más pasivas que anteriormente.

- Tenemos miedo, mucho miedo.- atajó el hombre.

- Lo sé- contestó el pequeño inglés, se había dado la vuelta, observaba la ventana cerrada con barrotes, aquella que los separaba del mundo real y la luz de la vida misma.- Pero debemos actuar ya, aunque seamos sólo 20 personas…- explicó Near- cuanto antes, en días, a lo mucho semanas- agarró el pomo de la silla, apretó de él con fuerza- quien tenga el sentido del deber al alza querrá rebelarse contra Kira, el que no, se quedará en su casa, aislado para siempre.

Volvió a reinar el silencio.

- Tal vez tú no tengas nada que perder, Near- Tsubasa habló por su marido, cerró los labios de este con un ademán- pero la gran mayoría de ciudadanos del mundo si.

- …

- Los Bk pasean por nuestras calles sembrando el terror, nos vigilan sin premura, observándonos, buscando cualquier defecto para poder exterminarnos sin piedad…

Estaban de espaldas, pero el muchacho podía observar el rostro de la mujer de enormes cuencas oscuras, su frente poblada de unas arrugas prematuras fruto del desespero vivido.

- Muy típico de Kira, su mundo ideal no se basa para nada en la justicia. Está loco, loco de remate.- suspiró- sólo tengo la corazonada, que en todas las partes del mundo, hayan personas que estén pensando lo mismo que nosotros.

- Y lo piensan- afirmó Tsubasa- pero, tememos, y no por nuestras propias vidas, sino por la de nuestros hijos, nuestros cónyuges, parejas, padres, amigos.

Michuru se puso en pie y abarcó la menuda figura de su esposa. Hundió la nariz en su cabello moreno y aspiró todo el olor que su mujer le aportaba. Un pequeño alarido retumbó, hizo eco, el corazón de Near sufrió un espasmo desconocido… Se dio la vuelta ante la familia.

- Lo que más me aterra en este mundo, es pensar que mi hija no podrá tener la libertad suficiente para poder hablar, para poder pensar y para poder vivir.

El hombre sacó una carta de su bolsillo y la lanzó dirección a Near. Éste la cogió al vuelo, la abrió y comenzó a leer sin más dilación.

- Tsk…- las palabras se quebraron, se amontonaron todas a ras de la laringe y no podían salir.

Una lágrima escapaba tortuosa por el ojo de Tsubasa e impregnaba sus mejillas del salado desazón.

- ¿Lo comprendes ahora? ¿Lo comprendes un poquito, la represión que estamos viviendo…? Kira se ha puesto en marcha, un nueve paquete de leyes se está fraguando y los anteriormente citados en estos últimos años se endurecerán.

- Quieren conocer a cada una de las familias japonesas, distrito a distrito, colegio a colegio…analizarán por completo a nuestros hijos y seguidamente a los padres Buscan culpables y personal al que matar.

Los enormes ojos de Sayuko penetraron muy lentamente en las orbes oscuras de Near, viajando vagamente entre impulsos nerviosos, procesando la información lentamente, y pudo verla: una niña pequeña lloraba y a lo lejos, encerrados en unas jaulas y atados por unas gruesas cadenas dos amigos, pedían ayuda desesperadamente mientras la sangre barría el suelo.

Arrastró los dígitos por su cabellera, se impulsó dirección a la mesa, ¿debería lesionarse para poder cerciorarse de aquel dolor que seguramente ellos estaban pasando? No, no era eso lo que debía de hacer. Tenía que pensar, alimentar a sus neuronas con valentía e información detallada, toda la información posible que un día de aquellos le permitiera dar a luz una brillante idea.

L sonreía en la oscuridad de su mente, Mello arrastraba las sílabas mientras lo retaba como de costumbre…el cadáver de Matt se consumía en una fosa común.

"- Algo, ven a mí… sólo una idea, una…"

…………………..

El frío contacto del metal traspasó su piel, se internó sobre su dermis humedecida por alguna clase de líquido electrizante, le ardía la piel, los músculos… la sangre hervía. Dio un respingo.

Chocó entonces contra una superficie dura que no fue nada más, ni nada menos que unos enormes brazos rollizos.

Olía a alcohol, a solución salina y a povidona yodada. Le estaban extrayendo algo de la espalda, y por el dolor que le producía la invasión y el roce, debía de ser algo puntiagudo.

Poco a poco, y con las cuencas entreabiertas comenzó a observar cada milímetro de su anatomía…

Vendas por todas partes, apósitos, un pene vendado al 100%, un ardor en el trasero inaguantable, y una enorme ¿enfermera?, desagradable y nada profesional que, por lo visto, había venido a curarle con el olor a alcohol aún rebosando en su garganta.

Se movió un poco, al menos para darle a entender a aquella "intrusa" de que se había despertado. Cruzó la mirada entonces con aquella mujer de enormes mofletes y redondos ojuelos de cerdito. Era enorme.

La susodicha enfermera puso cara de asco, L alzó una ceja.

- ¿Ya has despertado…?- chasqueó con la lengua, parecía apunto de reírse, aún así, lo había hablado con desprecio. Apestaba a Sake, de eso no tenía duda alguna.

Intentó taparse la nariz como pudo, hizo una mueca de desagrado.

- ¿qué hace usted aquí? Creí, que "el señor Kira" me dejaría perecer desangrado por la punta de mi polla- jadeó levemente, le habían retirado otro cristalito. Quiso reírse de su propio chiste con sorna.

La mujer aparcó el instrumental a un lado, en la mesita de noche. Se limpió las manos en un cuenco de agua.

- La verdad es que tiene suerte de que el señor haya sido misericordioso con alguien de su calaña- la mujer se cruzó en brazos. Puso una sonrisita de autosuficiencia, lo penetró intensamente con aquellos porcinos ojuelos- Seguramente no querrá prescindir de…un excelente muñeco hinchable…

Soltó una risotada entonces, fijándose súbitamente en su bajo vientre, en su espalda y en la parte inferior de su sacro…

- Puede que tenga razón- razonó fríamente L, aún estirado encima de la cama- pero no me extrañaría nada que si quiera prescindir de los servicios de una enfermera borracha, ¿no le parece, señora…?- hizo grandes esfuerzos en susurrar la palabra señora.

La mujer se tensó como un palo, cerró la boca súbitamente y agarrando sus utensilios sanitarios salió corriendo del lugar sin decir ni una palabra más. Cerró de un portazo.

L quedó solo completamente, estirado aún en la cama. Por lo que veía también le habían cambiado las sábanas y mantas. Echó un ojo a la habitación: se encontraba impoluta.

Frunció el ceño, intentó levantarse con gran esfuerzo. Seguía desnudo, desnudo y vendado y no quedaba sobre la piel ni una sola gota de sangre.

Aún así, le ardían las entrañas, la espalda, los genitales… y el dolor sodomizaba cada uno de sus nervios, que amenazaban segundo a segundo a sus sienes.

No podía mantenerse en pie, volvió a estirarse en la cama. Un fuerte calambrazo en el trasero lo hizo arquearse como un gato. Maldeció a Light Yagami.

El sudor cayendo lentamente por su frente, sus labios hinchados tras una maratón de besos carnívoros… a pesar de estar aseado completamente el olor y la esencia de Light perduraban dentro de él.

Chasqueó los labios, rió sin ganas… ¿Y ahora qué?

El preludio de una saga de sexo sin descontrol marcaría el principio de una nueva era. Su nueva era, en donde su libertad había sido arrebatada a golpe de testículos chocando contra sus muslos.

- "Una idea, sólo una… una…."

………………………..

Light Yagami procedía en entablar su pluscuamperfecta audición. Palacio constaba con una enorme y brillante sala de conferencias, en la cual, muy a menudo se realizaban audiciones, entrevistas para televisión y charlas privadas para BK.

Todo ciudadano del mundo había visto aquella sala por televisión alguna vez en su vida. La reconocían a lo lejos, cincelada y armónica, y en ocasiones convulsionaban por el temor que les ejercía el saber que Kira había utilizado aquella sala: Sólo podía significar algo... Se estaba moviendo, su cabeza ideaba un buen revoltijo de leyes maléficas que, a su parecer, eran justicia pura, las mismas tablas de mandamientos que Moisés entregó al hombre en nombre de Dios, y claro, por supuesto ÉL era un Dios.

Su sucedáneo de Moisés se encontraba sentado en la primera silla delantera, la audición se encontraba casi vacía. Nada más que altos cargos nipones ocupaban asiento y cerca de Mikami, y sudorosa, Takada secaba su frente con un pañuelo.

Eran las 10:00 horas, el reflejo de la noche hacía sombras en todos y cada uno de aquellos rostros cetrinos. Sin embargo, Kira lucía cómo una rosa: llena de espinas y de un carmesí reluciente.

- Feliz año nuevo a todos- alzó la cabeza hacia el firmamento- esperemos que éste año sea mucho, muchísimo mejor que el anterior.

Kiyomi no dudó en rozar su vientre que a duras penas abultaba debido a su estado de concepción.

- Pero la noche ha finalizado- se sentó en su palco, alisó una túnica nueva color negro con puntillas escarlata.- y ahora nos toca trabajar en serio.- endureció aquellas facciones atractivas en menos de un segundo- Debemos luchar todos y cada uno para que éste aún, a mi pesar, podrido mundo aprenda de una vez.

Teru Mikami hizo el amago de ponerse en pie, entre orgulloso y excitado por las palabras que tanto bien le hacían a sus oídos.

Mas Light Yagami no se lo permitió y detuvo el acto con un ademán rápido y cortante.

- Acontecimientos cómo los del 25 de Diciembre no pueden volver a repetirse. Tampoco la permisividad ante una población que no es capaz de actuar por su cuenta, ni de defender a su Dios sin dudarlo un momento...Por lo cuál endureceremos los estatutos a partir del día de hoy- volvió a sentarse, relajó audiblemente el ceño fruncido y los carrillos estáticos- Takada- se dirigió a su esposa- ¿tienes la lista de los 108 sacrificios de ayer noche?

La mujer se puso en pie, se inclinó ligeramente y asintió a la par.

- Si, mi señor.- atajó con decisión.

- ¿Qué me dices de los cadáveres?- alzó una ceja el castaño, mientras escrutaba la pared que yacía al fondo de la sala, interceptando a la mujer por en medio de su propia visión.

- Todos se dirigen en breve a Japón, los familiares demandan por piedad una incineración y una...

- ¡No habrán ni incineración ni misas para aquellos traidores! ¡Son sacrificios y en cuánto pisen el aeropuerto de Tokio partirán hacia una fosa común!- no dudó en propinar un fuerte golpe en la mesa. Takada cayó sobre su silla con violencia.- ¡Siguiente cuestión a tratar!- casi lo gritó- ¡Mikami!

El ex fiscal se puso en pie pulcra y ordenadamente, hizo una reverencia sonora que casi acaba con su cuero cabelludo barriendo el suelo.

- ¿Qué puedes contarme de la BK? ¿Ya está en marcha?- jugueteaba con sus dedos el "omnipresente" hombre. No dudó en penetrar en los dementes ojos de su más leal servidor... al conectar con su mirada, Mikami perdió un poco el temple, comenzando a destilar sopor y calor.

- Mi señor, la BK se ha puesto en marcha. Cada jefe de distrito ha encomendado a todos y cada uno de los pasos a seguir.- se detuvo un segundo para permitirse respirar.- Todas las empresas niponas abrirán sus puertas hoy y realizarán el estudio analítico y psicológico encomendado, más una entrevista personal; comenzando por el director de la empresa y acabando por la señora de la limpieza mismo.

- Excelente...- no pudo evitar sonreír- todo aquel que resulte lo más mínimamente sospechoso de tener una base de ideas equívocas sobre su forma de vida deberá ser entrevistado personalmente con un BK de rango superior, juh- alargó el brazo para buscar un vaso de agua que reposaba encima de la mesa. Bebió un corto trago- Veremos cuántas ratas tendremos qué eliminar a partir de ahora.

- Desgraciadamente muchas, mi señor- volvió a hacer una reverencia.

Todos los altos mandos japoneses se miraban entre si, apuntaban datos, asentían débilmente con la cabeza.

- Espero que hoy mismo también los jefes docentes, los catedráticos sean informados de las investigaciones pertinentes a universitarios, escolares y niños.

- Lo serán, mi señor- replicó con altivez el moreno pasándose una mano por el pecho ligeramente.

- Recordemos que hay que hacer hincapié en los niños- no pudo evitar observar por un momento a su mujer, en el vientre oculto tras la cara tela de Channel- tan inocentes, tan sinceros...- jugueteaba con el vaso de agua, el líquido balanceándose de un lado a otro- ¿Cuántos padres estúpidos hablarán mal de mí delante de sus hijos? ¿Quiénes de ellos no seguirán mi doctrina al pie de la letra?- volvió a ponerse en pie y comenzó a caminar por el encerado, deteniéndose ligeramente ante cada pintura, cada escultura perfectamente labrada sobre su persona.- Enclenques... ¿Y cuántos de ellos habrán pensado por una vez, que pueden matarme?

Aquella última frase no pudo ser escuchada por nadie, Light Yagami hacía hincapié bajo el peso de una estatua cercana. Rozó los dedos de sus propios pies bañados en mármol, no pudo evitar ascender la mirada.

"Éste es mi reino, nadie me va a desechar de él, aunque eso conlleve eliminar a tres cuartos de la población mundial- apretó con fuerza el material que reposaba bajo sus dedos- aunque con ello sólo quedemos cuatro hombres de bien en este cochino mundo"

El primer ministro se puso en pie, hizo una reverencia y carraspeó un poco. Light salió con éxito de su propia ensoñación, deslizó su largo flequillo a un lado de su rostro y escrutó con sus calculadoras orbes al hombre qué figuraba ante él.

- Informaremos entonces a todos aquellos primeros ministros, mi señor Kira.- volvió a hacer la reverencia, esta vez, tocó el suelo con sus palmas y sus rodillas crujieron ligeramente ante la inclinación.

Light alzó si más si cabe la onírica faz. Orgulloso, estaba 100% seguro de sus facultades, de su reinado perfecto y de la completa sumisión a la que se vería sometido L. Su L.

Rozó su bajo vientre de la túnica mientras todos y cada uno de los presentes se retiraban apresuradamente. Inspiró quedamente, el vívido recuerdo haciendo hincapié en su psique aún contraída por el último y potente orgasmo.

Si había existido sólo un cabo vacío que le impedía poder reinar con total y absoluta dicha, ése cabo era L. Apetecible cómo él mismo, totalmente inquietante y durante muchos años, desaparecido en combate...

No dudó en desaparecer el también de la sala a medida que Mikami, Takada y compañía se alejaban y perdían de la vista.

Su rebeldía, su inteligencia y su innegable talento para crisparle los nervios también le habían ayudado. Aquella capacidad para extraer la parte más maligna de su ser, también la mejor de todas; podía desarrollar su intelecto cada día gracias a todas y cada una de las pruebas a la que se vio sometido.

Y ahora y hoy en día lo mantenía encerrado cómo un conejo. A su merced, y había sido suyo...a base de sangrantes heridas y firmes golpes.

Comenzó ha adentrarse por el pasillo principal que conectaba directamente con el comedor y la gran sala de estar. Paseaba tranquilamente mientras observaba todas y cada una de sus riquezas, decoraban las anchas y largas paredes, rebosaban luz y color...tanta cómo él, que su propia sombra, marcada sutilmente en el suelo, era una joya que nadie podría poseer jamás.

- Tsk, él tiene la culpa- no dudó en acariciar sus hebras castañas doradas- si se hubiera unido a mí y no se hubiera obsesionado con querer atraparme, esto no le habría ocurrido- y una ínfima parte de él denotaba desazón por aquel entonces. Ensombreció el semblante, los miles de pares de ojos de sus cuadros lo observaban inquisidores. El corazón bombeó ante el recuerdo teñido de sangre...

La primera vez que escuchó al detective retarlo por televisión, seguidamente de la repulsión y curiosidad que ardió en su ser el día que lo conoció en la universidad...todos y cada uno de los recuerdos se bañaban con una película roja oscura, tal cómo la sangre emanada de aquel cuerpo cetrino y casi tísico.

Se había excitado de nuevo ante el ardiente recuerdo. Se lo merecía. ¡Nadie en su sano juicio se atrevería a batirse con él! Todos y cada uno de ellos murieron, pero él no desistió- juh, quedó estático ante la puerta del comedor- ¡Le había pedido a gritos qué le follara tras cada réplica!

Cuándo se presentó ante él en su trasfondo le pedía que le follara, cuándo jugaron al tenis, en el cuartel... aquellos cincuenta días encerrados y también los encadenados.

En todos y cada uno de ellos, L, estaba jugándose una papeleta para ser follado por él y posiblemente, cuándo aquel trozo de carne no tuviera valor alguno, sacrificado.

Y lo había conseguido. Claro que sí...al menos una docena de gritos de dolor habían escapado atropelladamente de sus labios y aquello se la había puesto mucho más dura; lo había incitado en continuar abarcando su intimidad.

Pero...

Logró apoyarse entonces sobre la puerta de roble.

Había algo, algo qué lo inquietaba y no le permitía disfrutar debidamente de su éxtasis particular.

Sudó un poco, reposando sobre la puerta y, adentrándose en un propio remolino de dudas y pesares.

- Un gemido, sólo uno...

¿Qué era lo qué quería? ¿El dolor de L? Era aquello...¿verdad? ¿O buscaba algo más que largas sesiones de coito sucio, brusco e impuro?

No podía imaginárselo, no a L...acariciándolo lentamente, sumido a su voluntad, demandando placer con su imperturbable cara de póquer...Gimiendo.

¡Era aquello lo que quería ver! ¡El siguiente paso! L... gimiendo y jadeando mientras cabalgaba sobre él, inmerso en un sinfín de posturas excitantes, siendo su siervo de por vida psicológica y carnalmente.

L... relamiendo sus labios, devorando dulces sobre él, tal y cómo lo recordaba hacía seis años... Inquietante hasta la saciedad un día y al siguiente vejado y débil: Así quería verlo.

Quería explorar y adentrarse dentro de cada una de sus facetas, llegar a lo más profundo de él, conocer todos sus secretos y poseerlos para así.

- Una violación no es suficiente- pasó su mano por el mentón- tiene que desearme, tanto cómo lo deseo yo a él- no tardó en llegar, la sacudida de carcajadas, estaban escondidas bajo sus cuerdas vocales y una vez salieron al exterior hicieron eco en el pasillo, en la sala, en todo palacio si aquello era posible...

Y los cuadros le observaban, el haz de luz del mediodía iluminando la pintura incrustada en el tapiz.

Impresionado por su propia magnificencia, Light concibió un nuevo abanico de ideas e ideales.

Y comprobaría por si mismo aquellos utópicos sueños, en los qué revolviéndose en una cama, un detective de ojos negros blasfemaba lascivas palabras.

Pero necesitaba un conejillo de indias, alguien que le enseñara paso a paso, qué abarcara aquel grado de sumisión para poder él tomar buena nota de ello.

Se enderezó y recolocó bien su túnica. Fijó la mirada en el horizonte del pasillo.

- Mikami...- no pudo evitar sonreír. En menos de un minuto, casi corriendo, Light Yagami se aventuraba de nuevo entre pasillos y escaleras.

Si había alguien en aquel mundo con el qué se podía experimentar sexualmente, aquel era Mikami. Estudiaría todos y cada uno de sus movimientos...el color de sus mejillas cuándo le propusiera mantener relaciones sexuales, la expresión de su cara al ser poseído y sobretodo...sus súplicas, sus jadeos desesperados; aquellos que robaría de sus labios y los guardaría pulcramente en una cajita de cristal pues, le pertenecían a otro hombre.

Por otra parte, en sus aposentos, Teru Mikami rezaba una y otra vez bajo su cuadro psicótico habitual...mas no sabía el fiscal, que sus propios sueños iban a hacerse realidad.

Continuará....

N/a: Siento mucho no haber podido actualizar en las dos últimas semanas... he estado falta de inspiración y también algo estresada. No obstante, espero que el capítulo haya merecido un poquito la pena. Al menos, una servidora lo ha escrito con toda la ilusión del mundo.

Mil gracias por vuestros reviews, me animan mucho y me impulsan a esforzarme día a día.

He actualizado también el fanfic "la rebelión de los ukes": .com, allí encontraréis muchas imágenes inéditas del fanzine que estoy creando junto a mi cuñada. Podéis encontrar la dirección en mi perfil también.

¿qué más? Ah, si. También subiré en breve un two shot que estoy escribiendo de Death Note. Un LightxL, así que andaros pendientes de mis actualizaciones.

Un beso, nos vemos pronto.

Bergdora.