Disclaimer: Los Personajes Originales son y serán propiedad de Masashi Kishimoto. La idea y concepto para esta historia así como la manera de desarrollar la trama es lo único que va por mi cuenta.

Genero: Au (Universo alterno, o sea NADA de ninjas), Drama, Romance.

Advertencias:
Este fanfiction es apto sólo para ADOLESCENTES Y ADULTOS.
Contiene lemon (si lo que aparece en este capítulo puede tomarse como tal, lo menciono de todas maneras), situaciones un poco más maduras y lenguaje que podría tomarse como ofensivo para algunos.

Fanáticos/as del pairing SAKURA/SASUKE...absténganse de leer. Por tratarse de un Universo alterno, y un manejo casi totalitario de la perspectiva de Itachi, me veré en la necesidad de ponerme un poco "cruel" y realista con algunos aspectos. (OJO, esto no es bashing a Sasuke, sólo realismo en cuanto al caracter del personaje, tal cual lo desarrolló el propio Kishimoto)

Sobre aviso no hay engaño. Se agradecen y responderán todo tipo de reviews, gracias. (cualquier duda, leer las notas de autor al final)

ROSA DE DOS AROMAS

Capítulo primero

"Dos historias Iguales"

Una de la mañana.

Demasiado temprano, ni siquiera había dejado de infligir su latente luz aquella luna menguante en ese rato en el que se despertó. Con el leve sobresalto del sereno silencio que irradiaba su habitación.

Un silencio tenuemente apagado. Sólo el eco de su respiración y los sonidos de aquella habitación de a lado.

Él permanecía allí, simplemente tumbado sobre el mullido colchón de su recámara. Las cortinas no estaban corridas y el tenue halo de luz de luna se filtraba entre el vidrio sucio de la ventana. Su mirada estaba clavada en el oscuro cielo y su mente, en algún lugar de su conciencia.

El sonido era apenas audible, pero le torturaba. Le torturaba de sobremanera que sentía unas ganas furiosas de levantarse y romperle la crisma al bastardo de su hermano.

¿Porqué tantas ansias? Después de todo, estaba ya en el pasado. El tiempo se encarga de borrar esas cosas, ¿no?

El rumor de los muelles de aquella cama se incrementaba. De aquel lecho, a pocos metros de donde él estaba.

Tomó una de sus almohadas y se cubrió con ella, como si quisiera ahogar el eco de aquel insolente ruido, porque, para su maldita suerte, podía escucharlo.

Escucharlos.

Nah, no había porqué culparla a ella, sino a Sasuke.

El tiempo había corrido con la velocidad del viento, sin borrar aquella sensación que se había despertado en él, en esa tarde de verano hace poco más de un año, cuando la vio en el umbral de su casa, justo cuando él había regresado de la oficina. No llamó su atención por su figura (que no era digna de una diva) ni siquiera por el tono de su cabello; un raro color rosa. Atrajo su indiferente atención debido al revuelo armado en la sala. Él apenas iba a preceder a su desenfadado saludo cuando Sasuke se interpuso entre ambos.

-Ella es Sakura Haruno, mi novia -recordó la fría voz de Sasuke, como siempre en una inútil imitación de sus propias expresiones.

"Tonto hermano menor"

A él le hubiera dado igual. No había nada extraordinario en aquella chiquilla insulsa de quince años. Claro, eso había pensado entonces y sin conocerla; pero los meses siguientes y en los pocos lapsos de convivencia en familia, su opinión había variado un poco.

Sólo un poco, según él.

Sakura era demasiado vivaz, y puede que un poco molesta en sus conversaciones (molestia debido al énfasis de sus comentarios). Astuta, por lo menos parecía que tenía una buena cabeza sobre los hombros.

Demasiado para un bastardete déspota como Sasuke.

¿Le envidiaba acaso? ¿Qué podía envidiar? ¿Qué su hermanito menor tuviese novia y él no?

Bah, ese tipo de idioteces no tenían porqué importarle. El era Itachi Uchiha, el prodigio de la familia y recientemente la mano derecha de su padre en las cuestiones empresariales, no el mocoso remilgado y problemático que solía ser Sasuke.

Pero así como los dedos de la mano no son iguales, la personalidad y la relación entre hermanos tampoco lo era. Itachi le llevaba cinco y medio años de diferencia a Sasuke y casi una vida de experiencia. Sasuke, quien mucho anteriormente (realmente mucho), competía por igualar el nivel académico de su "admirado" hermano mayor y lograr un poco de atención de su padre.

Así solían ir las cosas, de un modo bastante tolerable. Entonces todo se complicó...desde su propia perspectiva.

El mullir del colchón se intensificó, sacándolo de su embelesamiento. Y esta vez, pudo escucharla, murmurar desde el cuarto vecino.

Sasuke...humm...Sasuke-kun...

Acompañado de los escuetos gemidos de su hermano. Sentía que el rechinido de la cama le taladraba la cabeza.

¿Qué carajos había visto ella en Sasuke? Más allá de la pinta de chico malo, no había mucho de dónde escoger. Sería su hermano menor, pero el muchacho no valía mucho, moralmente hablando. Sasuke había cambiado, desde entrado ya a la llamada "edad de la punzada". Se había alejado mucho de la familia y llegaba a deshoras de la noche, y si es que le venía en gana regresar a dormir.

Itachi sabía que se había hecho de amistades con unos tipejos considerados como la lacra del pueblo, un tal Suigetsu y otros dos morones más.

Y tras meterse en un par de líos, hubo una temporada tranquila. Fue cuando conoció a Sakura.

ahh...Sasuke...mmmhhh...

El maldito crujir de la cama, de nuevo.

¡Basta!

El profundo sentimiento de encono lo doblegó.

A mitad de la noche, y en medio del barullo mental y emocional, Itachi se levantó, arrojando las sábanas y la almohada con un desdén y encono casi exagerado. Como si quisiese atenuar levemente el enojo y…

¿La envidia?

Porque era eso, ¿no? Era esa la razón por la que no podía conciliar el sueño, sosegando el barullo a un ruido de fondo. Por eso…

Por eso le corrompía escucharla… escucharla teniendo esos jadeos, esas expresiones por alguien que no era él.

Por su hermano. No era el hecho de que fuese alguien que no era él, le habría valido mil diablos si fuese algún otro mozalbete imberbe de su escuela… le dolía y le ardía en el orgullo que fuese SU propio hermano menor. Le ardía y le atenazaba el corazón con un sentimiento demasiado estridente, como el despertar de un volcán a punto de erupcionar, a punto de soltar una densa lava que corroe y corrompe todo a su alcance.

Pero era SU ira y su resentimiento al fin y al cabo. Itachi poco o nada podía hacer.

Les seguía escuchando y ella clamaba el nombre de su hermano con un apego intenso.

"La chica que nunca tendría él", pensó mientras inconscientemente salía de la cama. Emergió de la habitación, casi en un andar sonámbulo. Azotó la puerta lo más fuerte que pudo, haciendo caso al inmiscuido resentimiento que revoloteaba en su cabeza y se dirigió al cuarto de baño, sin siquiera mirar de reojo la portezuela del cuarto de Sasuke.

Maldijo mentalmente ese instante. Una cosa era el aprovechar el hecho de que sus padres estuviesen de viaje durante el fin de semana y otra era el cometer aquel descaro.

Se desnudó sintiendo el pulso de sus manos en un asir trémulo, aun cuando arrojó las prendas al piso.

Apoyó la espalda contra la pared sintiendo en ésta el temple de los mosaicos, en contraste con la tibia agua que brotaba de la regadera. Los mechones ébanos de su cabello se quedaron dispersos bajo el pausado chorro.

Sakura…

El sólo nombre recurrió a su mente, casi como el destellar de un relámpago en medio de una tormenta de verano.

Pensaba en ella, se había quedado clavada en su mente, inamovible de sus anhelos e imborrable de su mente. Había atesorado una morada allí, en esa zona consiente e inconsciente. Desafiante ante la lógica de su pensamiento.

Sakura. La novia de su hermano.

La chica que estudiaba, convivía y salía con su hermano menor.

Mientras que él… él seguía ahí. Atrapado en esa cámara invisible edificada por el ladino e indiferente Sasuke, quien sólo se deleitaba en silencio al nombrársela una y otra vez. "Sakura, mi novia" así, con ese tono tan escueto y seco y al mismo tiempo tan lacónico y burlón. Como la aplomada risa de un demonio lascivo.

Aspiró. Inhaló y exhaló nuevamente. Su mano tanteó hacia el jabón, sin tocarlo ni asirlo. Se deslizó hacia abajo.

Aun podía escuchar los gemidos de la habitación de Sasuke en su mente. Turbándolo una vez más.

Sakura.

Breves fragmentos de las también cortas ocasiones que había pasado con ella. Simples "charlas de sobremesa", si es que podría llamarse así. Un "hola" y un "adios" si acaso…

Y nada más. Sin embargo, estaban sus gestos. El brillo de esa mirada, esa sonrisa radiante, autentica. Pura.

Algo que Sasuke no merecía.

Nunca había conocido a una chica que sonriese con tanta naturalidad. Era una expresión sincera, un gesto que nunca había visto ser correspondido por su hosco hermano menor. Sakura siempre se esforzaba por complacer a Sasuke, pero parecía que nada era suficiente para él.

Y sus ojos...

Ése particular tono verde jade. Brillante y realzado en sus suaves facciones. No era un rostro específicamente perfecto, pero enmarcaba particularmente aquel color de sus pupilas, sobre el blanco invernal de su piel; la piel de aquél cuerpo juvenil de mesuradas proporciones y busto pequeño pero firme. Un defecto para recordar.

La lógica de Itachi no rebatía argumento ya… y su cuerpo tampoco. La excitación había aplomado en su mente, no por escucharlos haciendo "lo que hacían" y menos por la lujuria proclamada en los densos gemidos y el mullir del colchón. Era vil y descarada excitación provocada por ella. Y la mente, aun cuando esta en esos lapsos de ira contenida, suele tomarse caprichos. Transformarlos y arremeternos con ellos como un golpe contundente al estómago.

Estaba erecto. Su miembro sobresalía de entre una masa de pelo púbico negro.

Bajo la tibia corriente de agua, en medio de su arremolinada mente y confusas ideas, el cuerpo se rebeló ante el ofuscado arranque. Y era jodidamente perfecto cuando la mente se aliaba en esos menesteres…

Su mano se pasaba con premura por su pene. Sentía la palpitante dureza, mientras su mano subía y bajaba con el pulso trémulo. Pausado. Aun escuchándole en su mente. Llamándole. Incitándolo.

Anhelando que fuera la mano de ella en ese momento.

—Itachi…

La sola imagen le provocó más calor. Una escena vívida, casi, casi real. Ella, tendida en su cama… a merced de él.

Esto ya se había tornado lascivia descarada. Y a Itachi dejó de importarle.

Quería tenerla, poseerla… tocarla y probar el sabor de aquella nívea y cálida piel, saboreándola como si se tratase del manjar más exquisito sobre la tierra. Las imágenes comenzaban a sucederse, sábanas sudorosas, cuerpos en tensión…

Aumentó el ritmo de su mano, entregándose a aquel ciego frenesí…casi cómo si pudiese sentirla.

Tocarla.

Acariciarla.

Penetrarla.

Hacerla suya…

Itachi…Itachi…

Su voz en su cabeza.

Itachi…Itachi…

Se estremeció, casi dolorosamente. Dos tirones más y experimentó un orgasmo inmediato y salvaje. Vertió el semen en el piso con una ofuscada convulsión, apoyando la mano libre contra el grifo del agua. Sintió una punzada de escozor desde la punta de los dedos de los pies hasta la cintura.

Silencio.

El silencio volvió a rondar el exterior del pasillo, mientras el agua seguía corriendo en el interior del cuarto de baño.

Con un tenue calor en la nuca y la cabeza pulsándole levemente a causa de aquel peculiar esfuerzo físico, Itachi cerró la llave del agua.

Respiraba pausadamente, volviendo su mente a aquella realidad. Se acomodó la toalla en la cintura, chorreando agua por la espalda y hombros a causa de su cabello mojado.

Se quedó de pie, parado en medio de la estancia. Terminó de secarse, deteniéndose de vez en cuando para escurrir la toalla sobre la bañera. Observó cómo los hilillos de agua bajaban hacia el desagüe.

Estaba temblando totalmente, en parte a causa de la reacción y, en parte, de alivio. Apenas había prestado atención a la velada idea de abrir la puerta y propinarle una golpiza a Sasuke. Sólo acertaba a pensar, una y otra vez en la sucesión de acontecimientos que habían culminado en esta escena.

Creía sinceramente que se había entregado a aquellas turbadoras y desveladoras ideas alrededor de Sakura casi inadvertidamente.

Había sido como una explosión de aguas fecales de una cloaca enterrada. Él creía que una cloaca análoga discurría por debajo de los cuidados céspedes de casi todas las familias de Konoha.

"Me he convertido en el legendario mueble solitario de la casa", había pensado tristemente un último día del último invierno, observando cómo el aguanieve golpeaba las contraventanas del pórtico. Entonces, poco a poco, la porquería había empezado a acumularse en la tubería. Empezó a darle la lata a Sasuke a propósito de las pequeñas cosas, sublimando las grandes porque eran difíciles de expresar con palabras. Cosas tales como la pérdida, el temor y la soledad. Cosas como oír en la radio una canción que escuchaba de sus tiempos de estudiante y sentir un arrebato de frustración e ira reprimida. Sintiendo celos de Sasuke porque, a comparación de él, su vida no era una lucha diaria por construir algo. Era una vida vivida en las trincheras.

Y últimamente, una parte de su vida consistía en esperar y escuchar.

Y entonces Itachi empezaba a trabajar a deshoras del día, adentrándose más en cualquier cosa que no se la recordase.

Pensaba en Sakura Haruno, con quien charlaba a menudo (la mayoría de las ocasiones sin que su estúpido hermano estuviese presente) en los escasos momentos en que estaba en casa. Y una tarde, se había sorprendido a sí mismo sentado frente al televisor sin tener idea de lo que estaba viendo porque estaba pensando en el peculiar tono rosado del cabello de Sakura, o en la forma en se ajustaban sus jeans sobre su trasero. Y, al final, había deseado hacer una cosa.

Y hoy…

Y el hoy, no tenía importancia.

-0-

La luz brillante de la mañana le dio en el rostro, cubierto sólo la mitad por una de las almohadas de Sasuke.

Sakura entreabrió un ojo, amodorradamente. A su derecha y dándole la espalda, estaba Sasuke, sumido profundamente en el quinto sueño tal vez. Ella se dio la vuelta, mirando de reojo el reloj sobre el buró de noche; casi las nueve de la mañana.

Volvió a girarse, acercándose más al cuerpo del chico. Pasó su brazo sobre las sábanas, abrasándole por la espalda.

—Sasuke-kun –murmuró cariñosamente cerca de su oído. Sus labios rozaban su cuello y podía escuchar el acompasado ritmo de su respiración.

—Hmp…— fue la única respuesta que consiguió por parte de éste.

Conocía sus gestos, se acostumbró a sus "extensos y argumentados comentarios", obvio, después de compartir casi año y medio con él. Así que Sakura no tomó a negativa la parca e indiferente contestación del chico. Seguía abrazándole, y lentamente subió una de sus manos hacia uno de los mechones ralos de su cabello, jugueteando con este.

—Si tienes hambre, baja y prepárate algo de desayunar. Yo quiero dormir un poco más –dijo Sasuke escuetamente. Haló la sábana y se cubrió hasta el rostro con ésta.

La joven se limitó a responderle con un simple "esta bien". Su voz era un susurro apenas audible; tratando de emular el indiferente tono de voz del muchacho. no hubo más respuesta por parte de éste.

Se sentó en la cama, estirando con pereza la espalda. Los hombros y la cintura le reclamaban con un chasquido casi delicioso debido a la intensa actividad de la noche anterior. A pesar de no ser la primera vez de aquello, aún se permitía un tenue sonrojo en sus mejillas. Echó una mirada de soslayo hacia el bulto que yacía a su izquierda.

Sasuke...mi Sasuke...

Su rostro esbozó una sonrisa pícara. Una expresión que más de una vez le había dedicado a aquel hosco chico a quien consideraba su "media naranja". Una acepción que iba más allá del simple significado que le había dado a la frase. Con sus casi diecisiete años cumplidos y su despreocupada vida de adolescente, Sakura no tenía de qué preocuparse salvo de la prioridad de vivir.

Era justo mitad del verano y no hacía ni tres semanas que había comenzado la temporada de vacaciones. Un período tranquilo, aunque su vida escolar tampoco podía considerarse de lo más problemática o estresante. No era la chica más popular de la escuela, pero tampoco era una "traga-libros" en potencia. Como buen Haruno, había aprendido a vivir al margen de todo. Sin ser más, ni aparentar menos.

Al correr del mes de marzo, casi en cuanto iniciaba el antepenúltimo semestre de bachillerato, fue transferida al grupo "C" -inicialmente por mero error administrativo- y fue allí donde conoció a Sasuke. Un par de meses de escueta y breve convivencia, un par de salidas desinteresadas por parte del chico (desinteresadas porque conociendo el caracter de Sasuke, le daba lo mismo) y sin ningún hecho relevante, habían comenzado a salir como pareja.

No, su vida no dio un giro de ciento ochenta grados ni tampoco se convirtió en la envidia del resto de la poblacion estuantil femenina. Las cosas habían cambiado, si, pero no como para armar un barullo digno de publicarse en el periódico escolar. Consideraba a Sasuke como uno de los chicos más atractivos de la escuela, pero de eso a ser un Idol como los de esas series de televisión, había una diferencia abismal. Y el Uchiha no era precisamente una manzana acaramelada; era de hosco carácter, un humor cambiante (en ocasiones casi bipolar) y una peculiar manera de demostrar su afecto mediante sus típicos monosílabos, que si Sakura se hubiese dado a la tarea de hacer un diccionario Sasuke-español-español-Sasuke, todas esas expresionas de "hmp" llegaban a tener un significado único traducido en "Como quieras".

Pero a ella le gustaba, como solía explicarse con sus amigas; había un "no se qué" que veía en Sasuke. Además de la renuente y pertináz frase de "no importa, sé que cambiará. Yo haré que cambie". Por supuesto que al correr de los días y los meses, Sakura comenzaba a dar por sentado al igual que toda chica soñadora, que la frase y el intento de cambiar a un hombre siempre descenlazaba en lo que era: un intento y nada más. Pero no le importaba, al menos no por ahora.

Era un viernes por la noche y Sasuke la había invitado a ver una película en su casa. Eso por supuesto era una excusa mutuamente aceptada. El acto sexual había estado en sus mentes desde el comienzo. Salía con Sasuke mas o menos como su novia desde octubre de este año (ahora era junio) y sólo hacía dos semanas que eran amantes.

Siete veces, contó ella. Ésa noche había sido la séptima y todavía no había visto fuegos artificiales ni escuchado una banda de música, pero había resultado un poquito mejor. La primera vez sintió un dolor infernal. Sus amigas, Ino Yamanaka y Hinata Hyuuga lo habían hecho, y ambas le aseguraron que sólo dolía durante un minuto -como una injección de penincilina- y que luego de eso era como estar en el cielo. Sin embargo, para Sakura, la primera vez había tenido la sensación de que la atravesaban con el mango de un asadón. Más tarde, Sasuke le había confesado, con una ligera expresión culpable, que además se había puesto mal el preservativo.

Anoche era la segunda vez que había comenzado a sentir algo parecido al placer y, en ése momento, todo había acabado. Sasuke había aguantado lo más que pudo pero de repente...simplemente todo había terminado. Parecía demasiada fricción para sentir solo cierto calor.

Pero ella le amaba, sin importar lo poco expresivo que fuese. Y le amaba no tanto por el renombre de su apellido ni por su porte propio, sino porque él, ése aparentemente desinteresado chico le había dado su primer beso. Y hace poco más de un mes, se había convertido en el primer hombre en su vida; aquel a quien ella había entregado su virginidad.

Se levantó despacio, sintiendo el leve crujir de la cama. Se quedó de pie, en silencio sólo contemplando el vacío y dando tiempo a su cuerpo de desperezarse. Caminó hacia la cómoda, cerca de la puerta; sobre ésta estaban arrumbadas despreocupadamente sus ropas, las de ella y las de Sasuke; como testigos mudos del candente humor de la noche anterior. Tomó su blusa -una prenda blanca y sin mangas- poniéndosela sin importarle el hecho de que no traer el sujetador, sus bragas y un raído pantalón deportivo que en algún lejano tiempo solía ser azul marino.

Era la primera vez que pasaba la noche entera en casa de Sasuke, y según el comentario del día anterior por parte de éste, no habría nadie más salvo ellos y si acaso Itachi, el hermano mayor de Sasuke. Y aquella mañana se ahorró el dilema de "¿Qué me pondré?" (que en las circunstancias meditadas por ella, se reducía a "¿que me quitaré?") y se llevó lo primero que encontró a la mano. En las últimas semanas, sus limitadas "escabullidas privadas" siempre desembocaban en casa de Sasuke, casi siempre por la tarde, después (o durante el horario de clases, cuando solía convencerla de fugarse con él, claro) y no más de tres horas, así que esta mañana se sentía particularmente extrañada por el hecho de estar en casa del Uchiha a esas horas del día.

Saliò de la habitación, dejando la puerta entreabierta y bajó a la cocina; un área de un blanco pulcro, que resplandecía destacando del decorado de la sala, a causa del brillo de los rayos de sol que se filtraban a lo largo y ancho del ventanal izquierdo. La puerta corredisa de estilo occidental estaba corrida hacia la derecha. . El eco de sus pasos sobre la mullida escalera desapareció, bajo el sonido del tenue volumen del televisor.

Se detuvo secamente en el último escalón, con el corazón en un hilo. ¿Y si los padres de Sasuke habrían vuelto antes de lo estimado?

Genial, abruptamente genial y más por el hecho de que traía "ropa de casa", el cabello enmarañado y una que otra lagaña asomándose entre el vértice de sus ojos adormilados. ¿Qué iba a decir? "Buenos días, perdonen la molestia por haberme quedado a dormir pero es que la "sesión de sexo de fin de semana" estuvo extenuante" Una mentira disfrazada de ironía. No había sido la mejor experiencia pero por lo menos la consideraría para el resto de la semana.

Contuvo el aliento, prestando atención al eco del aparato eléctrico. Las voces provenían de varios canales tomados al azar, aparentemente haciendo "zapping" entre la programación del sistema de televisión por cable. Bajó final y decididamente; y se asomó sobre la comisura de la puerta. Sus ojos no se toparon únicamente con la solitaria silueta de Itachi Uchiha, con la cabeza apoyada entre ambas manos y un gesto desvelado en su rostro, acentuándole un poco más las ojeras.

Su mirada se cruzó haciendo un leve sobresalto en él.

Sakura notó un tenue destello en la mirada del joven, que se acentuó más cuando ella le sonrió.


CONTINUARÁ:

NOTAS DE LA AUTORA:

¿Quien dice que la depresión o los "ratos" de locura no traen nada bueno?

Bien, aqui teneis el primer capítulo traido por cortesía de aquellos ratos de ocio y fastidio en el trabajo. ¿En qué demonios estoy pensando al escribir y publicar algo así? Se los planteo de la siguiente manera; este fic es un ensayo para probarme que tanto puedo lograr a nivel "escritora seria". Y así me desvele hasta las cinco o séis de la mañana, VOY A TERMINAR ESTE FIC.

En cuanto a la trama...bueno, considero muy pronto hablar de ella tan a fondo.

No niego que llegue a ocurrir "algo" entre Itachi y Sakura...pero el cruzar el camino de sus vidas (se los digo de una vez) me llevará rato y no será fácil. No será facil ni para mí, ni para ellos.

Me despido dándo las gracias por el beteo a Gran Kaiosama (cielo, la verdad no sé que haría sin ti, de seguro correría como pollo descabezado) las críticas y opiniones de todos mis allegados por decirme "Publicalo".

Éste fic es para todos ustedes, conocidos, desconocidos, Kaio, "Paola-kitsune-chan"(mija, si no fuera por tí no hubiera comenzado esta "dinamita anti-sasu/saku"), "kororo-sama" (porque los comentarios de Shisui no salieron de la nada xD) y Kristina Ubriacco.

Nos leemos en la siguiente entrega, haré lo posible porque este fic sea "SEMANAL".

Cyau y dejen todo tipo de reviews. Yo he de contestar vuestras dudas (excepto dar spoilers del fic, lo siento).