N/A: Le juré por todo a mi musa que no lo haría, que no seguiría escribiendo idioteces (¿apesto escribiendo?). Sin embargo dos individuos me han solapado. Va dedicado a muchísimas personas a las que aprecio:

Mi mamá, Emily, Deyanireé, Stefania, Daniela, Marialen, Francis, Jesee, Imalay, Arimi san (te extraño muchísimo), Arna, Frances (también te extraño), Severus's Lady, Snape's GreasyNose (gracias por el beteo), Alejandra (me olvidaste) Monzy Rozen, Lady Saraphan. La mayoría ni sabe que escribo, y no lo van a leer; pero quiero dedicárselos.

Acotación: Los pensamientos de el personaje "Van en comillas" y en cursiva

- Para diálogos.

Sin más que decir, espero que le guste el fan fic. Está basado en un momento de locura.

Disclaimer: Ningún personaje me pertenece, son obra de JK Rowling.


Prólogo:

Prólogo:

Las cortinas en la enfermería, estaban corridas totalmente. La poca luz que había dentro de la habitación; provenía de una varita que se mantenía encendida. La tenía una mujer, que miraba con un rostro de desagrado a otro.

- Es el peor caso de fiebre de Dragón que he visto- sentenció, cruzándose de brazos. Una tos fuerte fue su única respuesta- Ni sé como fue que la pescaste Snape.

El segundo no dijo nada, se mantuvo en la cama tratando de detener una sucesión de estornudos. Aunque, no perdía su gesto amenazante. Promfey continuó su análisis para diagnosticar.

La fiebre de Dragón, era muy común en eso animales y quienes trabajaban con ellos. Pero se figuró, que un brote debió alcanzar al castillo en cuanto los dragones fueron traídos para la prueba de los campeones.

¿Qué sintomatología presentaban los afectados? una fiebre terrible, una tos de vez en cuando incontrolable, estornudos y malestar general. Algunas veces, las personas echaban humo por las orejas. Pero no era su caso.

La cura constaba en reposo, recibir mucha luz del sol y algunas pociones con ingredientes complicados que, intuyó, ella que a Snape no le costaría encontrar.

Pero había un pequeño inconveniente. Con tantos estornudos el hombre apenas podía mantenerse de pie. La fiebre amenazaba con aumentar y de vez en cuando, le sangraba la nariz.

¿Qué podía hacer? La sola mención de cuidados diarios, lo hacía gruñir y soltar palabrotas que no se entendían entre los síntomas. No podía mantenerlo de por vida dentro de la enfermería y ella tenía cosas que hacer.

- ¡No pienso quedarme aquí!- espetó, luego de que por fin pudo hablar. Promfey apenas lo miró.

Recordaba con exactitud un suceso, algo que podía servir perfectamente. Pero, no sabía si estaba calificada o siquiera si aceptaría tal ofrecimiento.

- ¿Entonces quieres hacer tu pasantía como enfermera, Hermione?

- ¡Oh sí! En el día de la profesión mágica; he escogido la enfermería.

- Creo que ciertamente tienes aptitudes. Además una chica como tú, no estaría bien reorganizando libros en una biblioteca. Una lástima para madame Prince.

- Bueno, sé algunas cosas. No mucho.

- No es tan difícil como parece querida. Están la mayor parte de las cosas, en los libros.

Hermione se mantuvo sonriente. Desde hacía algún tiempo; las pociones y la medimagia era lo que mejor se le daba. Sus amigos vivían diciéndole que debía incurrir en esas carreras, siempre y cuando, fuera lo que ella deseara.

Podía servir. Total, ella hacía la pasantía que tanto deseaba y ella, se liberaba de ese "ligero" inconveniente. Se giró hacia Snape, quien mantenía las manos sobre su regazo y la observaba con una mirada desafiante.

- ¡No puede decirle a nadie de esto!- se quejó. La enfermera negó con la cabeza.

- Nadie tiene que enterarse. Bueno, en realidad usted no puede pasar el tiempo acá. No sabemos si la enfermedad es contagiosa y es mejor que descanse en un lugar tranquilo.

Snape se mantuvo en silencio mientras la enfermera meditaba el reciente descubrimiento que había hecho. ¿Hermione desperdiciaría acaso una oportunidad, de servir? No estaba malinterpretándola, siquiera buscando colocarla en una situación incómoda. Tan sólo, podía prestar un servicio y solventar el problema del profesor, que se podía poner serio.

- Espéreme sentado, no se mueva por favor.

Iría por Hermione. ¿Quién más que ella? Sus aptitudes eran increíbles.

- ¡Destrúyelo!- gritaba Ron en la sala común- ¡Vamos, es sólo un pequeño peón!

- ¡Oh no, has vuelto a ganarme!- suspiró Neville con apatía. Ya era su quinta derrota.

- ¿Por qué rayos sigues jugando si sabes que eso pasará, Neville?- preguntó Hermione en el suelo, corrigiendo su trabajo sobre como duplicar los objetos- Y Ron, no pienso corregir tu trabajo. Si hasta escribiste mal tu nombre.

- Estaba ocupado- le contestó, sin siquiera despegar su vista del juego- No tuve tiempo de prestar atención.

- ¿En qué, en mirar como se agachaba Lavander?

Ron se disponía a contestar, rojo como un nabo, pero fue interrumpido por su hermana. Entraba por el retrato y parecía cansada. Se llevó las manos hasta las piernas y respiraba con dificultad.

- Hermione, Promfey te está buscando. Dice que tiene algo muy importante que comunicarte.

- ¿A mí?

- Sí- contestó Ron fastidiado- ¿qué otra Hermione hay?

La chica lo ignoró y se levantó para salir por el retrato. Su amiga Ginny hizo lo mismo. Se mantuvieron en silencio todo el trayecto, preguntándose que era eso tan importante.

Se detuvieron frente a la enfermería y escucharon voces suaves que discutían, luego otra que se escuchaba extraña y cansada; quejarse. Llamó suavemente y esperó, mientras Ginny se alejaba.

- ¡Ah Hermione!- sonrió Albus muy jovial, Hermione esbozó una sonrisa en respuesta.

- Buenos días señor director- observó el lugar que se mantenía a oscuras- ¿Por qué están todas las luces apagadas?

- Verás...- se acercó Promfey- te he llamado por que, necesito tu ayuda Hermione.

La chica asintió levemente, admirando a los reunidos que la observaban atentamente.

- ¿En qué puedo servirle señora Promfey?

- Bueno. Verás... hace un tiempo me dijiste que estabas muy interesada en practicar la medimagia ¿no es cierto?

- Sí, lo hice.

- Bien. Resulta querida, que tenemos en este instante un caso muy importante que atender y pensé, que tú serías la indicada.

Un ruido se escuchó detrás de ella, algo que se movía y se tambaleaba. Volvió a intentarlo y al lograrlo, se dejó ver por la poca luz que se colaba por una ventana mal cerrada.

- Yo no soy ningún caso- era el profesor de pociones Severus Snape, tan pálido como ella jamás lo había visto. Se le veía bastante enfermo.

- ¿Pro...? ¿Profesor?

- Severus ha pescado la llamada "Fiebre de Dragón", Hermione. Y necesita de tus cuidados urgentemente.

- ¿Yo?

- ¿Ella?

Dumbledore los observó a ambos con una sonrisa. Ninguno de los dos se atrevió a mirarse o siquiera, a decirse algo. Promfey juntó sus manos y habló con un tono gentil, como tratando de convencerlos a ambos.

- Necesita descansar por unos días y sabemos que en Hogwarths le será imposible, puesto que no querrá alejarse de los deberes académicos.

- ¡No voy a ningún lado!- espetó el hombre, colocándose las manos en la cabeza.

- Así que sugerimos- continuó Mcgonagall detrás de Dumbledore- que Sirius lo acogiera en Grinmauld Place.

- ¿Qué?

Observó como apenas el hombre se mantenía en pie y por un momento; quiso serle de utilidad. Aunque sabía que él no aceptaría su ayuda y la maltrataría.

- Pues, no sé que decir. A mí me encantaría hacerlo y ayudar al profesor, pero ¿Y mis estudios?

El director pareció reflexionar acerca del asunto. Snape se mantuvo impávido sin poder creer lo que sucedía. ¿Por qué demonios le sucedían esas cosas a él?

- No tiene importancia, Minerva te dará los tópicos a evaluar y tú podrás estudiarlos. Luego, puedes presentar un examen.

Mcgonagall asintió y Hermione pareció más relajada, aunque no del todo. Snape sin embargo, trató de opinar pero un súbito estornudo se lo evitó. Promfey lo miró con gravedad y le indicó que se recostara nuevamente.

Hermione se mordió el labio sin saber que decir. ¿Qué dirían sus amigos? ¿Acaso pasaría el curso con el simple hecho de estudiar en casa y presentar pruebas? ¿Dónde quedaba la práctica?

- Lo pensaré- resolvió la joven, con la mirada puesta sobre el suelo.

- Pues no te tomes mucho tiempo querida.

Corrió rápidamente hacia su sala común. Apenas y logró indicarle al retrato la contraseña. Al entrar se llevó una mano al pecho y suspiró buscando aire. Sus amigos leones le observaron con cierta confusión.

Ron fue el primero en aparecer en el umbral. Llevaba consigo el tablero de ajedrez y hacía un movimiento extraño con la cabeza, como si intentara descifrar lo que le sucedía a su amiga.

- ¿Qué te dijeron, Hermione?- preguntó Harry con una sonrisa.

La chica meditó la mejor forma de decirlo, ¿Qué podrían pensar ellos, luego de que les dijera semejante cosa? Se mantuvo en silencio por unos instantes, meditando y ordenando los sucesos en su cabeza.

Ante su silencio prolongado, los chicos creyeron que se trataba de algo grave. Urgidos en respuestas, se acercaron a la joven para intentar obtener la información.

- Dinos Hermione, que pasó.

- Verán, el profesor Snape está muy enfermo y...

Ron se iluminó de alegría, parecía que no cabía en él. Dio un brinco y soltó el ajedrez. Las piezas cayeron por todos lados y comenzaron a moverse; como si se quejaran.

- ¡Snape enfermo!- exclamó- ¡eso tiene que ser un milagro!

Harry asintió, coincidiendo con su amigo. Sin embargo, Ginny pareció entender lo que su amiga trataba de decirle y continuó haciendo el interrogatorio.

- Déjame adivinar, te han pedido que le ayudes en algo.

- Sí, pero...- se detuvo de nuevo, e inspiró con incomodidad- no aquí.

- ¿Cómo que no aquí?- refirió Harry con confusión.

- Quieren que yo lo cuide, en Grinmauld Place, mientras se mejora.


- ¡De ninguna manera!- espetaba un miembro de la orden, el más alto y descuidado de ellos- ¡No Snape!

- Por favor Sirius, se razonable. Dumbledore acaba de decir que sólo será hasta que se recupere- refirió Remus Lupin.

- ¿Pero debe ser aquí?- criticó observando los azules ojos de Dumbledore- ¿Y por qué Hermione tiene que cuidarlo?

- Se ha ofrecido luego de que se lo pidiéramos amablemente.

Sirius miró de mala gana hacia Dumbledore, que se mantenía con una sonrisa en los labios. Luego giró la cabeza hacia su amigo Remus, quien asentía con vehemencia. Soltó luego un gruñido de frustración, a modo de respuesta. El director asintió poniéndole una mano en el hombro.

- Muy bien Sirius, has tomado una buena decisión.

- Ya lo dije y lo repetiré- exclamaba Snape entrando en la enorme casa- ¡No me quedaré aquí y menos con Black!

- El sentimiento es mutuo, Snape.

Ambos hombres se miraron con odio a través de un sillón que se interponía entre ellos. Era bien sabido por medio mundo mágico, o al menos los que lo conocían, la antipatía que sentían el uno por el otro.

Sirius alzó el cabeza con diversión, admirando a su contraparte que lucía terrible. El segundo en cambio le mantenía la vista con odio mientras trataba de quemarlo con la misma.

En el medio de ambos, estaba Lupin con una sonrisa suave, como si eso bastara para calmarlos. Se mantuvieron en silencio por un largo tiempo y luego, Sirius habló sonriente.

- Vaya Snape, hasta que te ha tocado.

El segundo soltó una especie de gruñido en respuesta, aunque prefirió ignorarlo.

- Siempre supe que tenías la sangre de un dragón- se mofó, con sorna.

TBC.

Bueno hasta acá los traigo. No sé en realidad qué rayos es esto. Espero que mis amigas estén felices, por el papelón que me están haciendo pasar. Si lo detestan, quieren degollarme o mandarme patadas por DHL, déjenme el rew. Besos.

M'S