Disclaimer: A Stephenie Meyer le pertenece crepúsculo. La creación original de esta historia, incluyendo, pero siendo limitada a personajes, lugar, y trama, son copyright para mí. (Bronzehairedgirl620; autora original de la historia). Yo simplemente traduzco. (:

Brand New Love - Serena Ryder

Capítulo cuatro

Edward

Sentí mis manos temblar mientras trataba de meter la llave en la cerradura de mi apartamento por tercera vez. El clamoroso click me alertó de que había tenido éxito, la puerta se abrió y me dejó mezclarme con la oscuridad.

Arrojé mi chaqueta al piso cerca del closet del pasillo, sin molestarme en colgarlo. Mis llaves estaban en la mesa, y mi mirada arreglada ciegamente frente a mí, viendo nada en particular. Mi mente estaba en neblina, enfocada en la única persona que seguía hechizando cada uno de mis pensamientos. La manera en la que cabía perfectamente en mis brazos mientras la cargaba fuera del edificio en llamas, el suave sentimiento de su piel rozando la mía. La manera en que sus ojos brillaban cuando hablaba, o el delicado movimiento de su boca al sonreír.

Todo sobre ella era perfecto. Y la odiaba por ello.

¿Por qué le había pedido su número? No había sido mi intención- fue como si ella me hubiera hipnotizado, atrayéndome con sólo una mirada. Había sido una decisión impulsiva, pero no podía devolver el tiempo ahora. Por mucho que quisiera lamentarlo, no podía hacerlo.

Busqué en mi bolsillo, mis dedos acariciaron el repugnante objeto plateado que lo había comenzado todo. Yendo en contra de mi mejor juicio, lo levanté a mi vista, avanzando lentamente por mi lista de contactos. No me había dado cuenta de que estaba conteniendo el aliento hasta que sentí como mis pulmones de contraían, y aspiré un largo trago de aire. Ahí estaba su nombre. Bella Swan.

Mi pulgar flotó en el aire sobre el botón de 'llamar,' pero no podía hacerlo. No sólo era muy pronto –una simple hora desde la última vez que habíamos hablado- tampoco estaba listo. No podía ponerme a mí mismo en esa situación demasiado vulnerable de nuevo, voluntariamente.

Cerrando el teléfono con fuerza, lo devolví a mi bolsillo y caminé robóticamente hasta mi habitación. Me saqué la blusa por encima de mi cabeza, arrojándola a la cesta de la ropa sucia en el closet, para después desabotonarme los pantalones y dejarlos ordenadamente sobre el piso. Mi pantalonera estaba justo donde la había dejado, descansando precariamente al final de la cama, y me los puse deslizándolos con facilidad. Sin molestarme en cepillarme los dientes, me sumergí en las sábanas, con la mente ampliamente abierta. Estuve recostada ahí por unos minutos, rezando porque me viniera el sueño, pero nunca llegó. Frustrada, me dejé caer en mi estómago, con la cara presionada contra la almohada, mientras mis ojos miraban los brillantes números rojos del reloj inexpresivamente. 9:56. Recostándome contra la cabecera, encendí la lámpara, molesta. Sabía que no había ninguna manera de quedarme dormida, así que decidí hacer la cosa más estúpida que pude haber hecho.

"¿Hola?"

"¿Emmett?" Pregunté dudosa. No conocía mucho a Emmett todavía, pero sabía que era un buen chico y podría ayudarme.

"¡Edward! ¿Qué hay?" Podía escuchar los gritos y chillidos de los demás chicos en el fondo, animando la anotación de uno de los equipos. Me aclaré la garganta, inseguro de cómo preguntárselo.

"Tenía una pregunta para ti."

Escuché como se levantaba de donde quiera que estuviera sentado, el ruido de fondo se convirtió en un zumbido sordo al otro lado de mi teléfono mientras cerraba la puerta. "Okey. ¿Me escuchas?"

"Sí." Respondí, devanándome los sesos por las palabras correctas.

"¿Cuál es tu pregunta?" Podía escuchar cuán curioso estaba, pero trataba de que no lo notara.

"¿Hace cuanto que conoces a Bella?" Pregunté dudoso. Lo escuché contener una risa mientras se movía.

"¿Teniendo sentimientos por la pequeña Bella?" Bromeó. Gemí, resistiendo la urgencia de golpearme la cabeza contra la cabecera. Esto era exactamente lo que tan diplomáticamente quería evitar.

"No." Repliqué. "Simplemente tenía curiosidad."

"Hombre, ya sé que conseguiste su número." Dijo juguetonamente. "No es gran cosa. Si no fuera casi más mi pequeña hermana que Alice, y no estuviera tan locamente enamorado de Rosalie, iría tras ella también. "¿Pero, qué quieres saber?"

Me pasé la mano libre por el cabello. "No estoy seguro. Quiero escuchar la mayoría de su vida de ella, pero quiero que me digas las cosas que no me diría." Concluí, esperando que eso no hubiera sonado tan acosador como lo sentí. Emmett rió.

"Okey. Bueno, Alice y mis padres se mudaron a Forks Washington cuando cursaba el segundo grado en Portland," comenzó. "Alice iba a empezar el último año en la preparatoria local. Me sentí mal por ella; tenía una vida estable en Portland, pero nuestro padre, Carlisle, es un doctor que ha trabajado por todo el país. Estuvimos en Alaska hace unos años, y, gracias a nuestras constantes mudanzas, nunca hizo muchos amigos cercanos. Obviamente eso era duro para ella. Siempre había querido un amigo cercano que no fuera su hermano, para compartir todo con él."

Comencé a sentirme absorto con la historia de Emmett, y ni siquiera había comenzado a hablar de Bella.

"Cuando se mudaron a Forks, me dijo que había terminado con eso de hacer amigos. Sólo tenía un año antes de comenzar una nueva vida para ella sola, y no la culpaba. Luego conoció a Bella."

Me senté, doblando mis piernas en estilo indio, y descansando los codos sobre mis rodillas. "¿Y Bella ya vivía en Forks?"

"Sí." Respondió Emmett, masticando una papita. "Nació en Forks, pero sus padres se divorciaron cuando era muy pequeña. Se mudó a Phoenix, Arizona, con su mamá, pero Renee volvió a casarse hace unos años, con un beisbolista. Bella, siendo la completamente dulce y nada egoísta chica que es, volvió a Forks –el cual odia- para pasar tiempo con su padre y darle un poco de espacio a su madre."

"Wow." Respiré. "Muy anti-egoísta."

Rió, sin duda ante la admiración en mi voz. "Ciertamente. Y, básicamente, cayeron en el lugar adecuado. Se mudó en su segundo año y conoció a Alice durante el verano de su último año. Se convirtieron en amigas rápidamente, y son prácticamente inseparables."

Fue mi turno de reír. "Lo noté. Está…eh, está…"

"¿Saliendo con alguien?" Terminó por mí Emmett, de alguna manera sabiendo exactamente lo que estaba preguntando, sin que tuviera que repetir mi completamente incoherente pregunta. "No. Bella no sale mucho en citas. Y de verdad no sé porqué- como sabes, es hermosa. Pero tiene un autoestima muy baja."

Ese enunciado me golpeó con fuerza. ¿Por qué no era segura? "Gracias, Emmett." Dije. "Eso es todo lo que necesito saber."

"¿Cuándo vas a llamarla?" Presionó. Bufé.

"No lo sé. ¿Hay algo como un código de tres días antes de llamar a una chica?"

Rió. "Buen intento. Sólo llámala. Y tengo que advertirte algo…"

Tragué saliva ante la malicia en su voz. "¿Sobre qué?"

"Pareces un buen chico, Edward. Me alegra que Bella se haya interesado en alguien como tú." Rodé los ojos. "Pero si le haces daño, no tendré miedo de estamparte contra el piso."

"Si le hago daño, tienes mi permiso para hacerlo." Coincidí. Soltó unas risitas.

"Está bien, entonces. ¡Llámala! ¿Qué estás esperando?"

Revisé el reloj, los números destellaban 10:15. "No sé. ¿Debería?"

Gruñó. "Sí. Hazlo."

Le agradecí por toda su ayuda, colgando el teléfono y cerrando los ojos con fuerza. Demasiadas decisiones se concentraban en una pequeña llamada. Antes de que pudiera detenerme, tenía el ya memorizado número en la pantalla, y había apretado el botón de llamar. Me maldije a mí mismo por no pensarlo mejor, pero mi intención de colgar se congeló cuando escuché su suave voz.

"¿Hola?"

Mi boca se abrió para hablar, pero nada salió. Tomé una respiración profunda mientras repetía su saludo, un poco más desconfiada.

"Hola, Bella. Es Edward."

La escuché ahogar un gritito, y susurrar del otro lado de la línea. La tintineante risa de Alice era audible, y no pude evitar el sonreír ampliamente ante el pensamiento de ellas dos discutiendo en voz baja. "Hola." Respondió.

"Yo sólo…quería asegurarme de que hubieras llegado segura a casa." Dije, sonando más vulnerable de lo que quería. Afortunadamente, no reparó en ello.

"Gracias," dijo igual de bajo. "Estamos en casa."

Salí de la cama, paseando alrededor de la habitación hecho un manojo de nervios. ¿Qué se suponía que debía decir? ¿Quería hablar, o quería colgar el teléfono?

"Qué bueno." Ofrecí pobremente. "Me da gusto."

Rió, aliviando significativamente la tensión. "A mí también."

Decidí saltar por el precipicio. "¿Voy a volver a verte?"

Más cuchicheos, y algo -que sonó a chillidos- hizo eco a través del auricular. "Si quieres." Dijo tímidamente. Ganando confianza, traté de pensar en algún lugar a donde invitarla.

"Bueno, habrá una feria en la estación de Policías el sábado." Dije, calculando mentalmente los días que faltaban. Tres. "Tres o cuatro de nosotros nos ofrecimos para ir, y estaba preguntándome si te gustaría…eh…unírteme."

"Okey." Dijo, haciendo que mi corazón estallara en rápidas palpitaciones. "¿A qué hora?"

Mi mente respondió por mí. "Comienza a la una."

El teléfono fue arrebatado de ella. "¡Edward! ¿Puedo ir? ¿Puedo llevar a un amigo?" Dijo agudamente Alice, sonando demasiado entusiasmada ante una simple feria.

"Claro. Entre más mejor." No veía porque no. Quería a Bella para mí sólo, pero suponía que si traía a una amiga no haría mucha diferencia.

"¡Gracias! Ten, habla con Bella."

"¿Edward?" Me llamó su voz. "Así que, ¿te veo el sábado en la estación de policías?"

Le di todas las instrucciones necesarias, eufórico porque hubiera accedido. "Nos vemos, entonces." Terminé, notando el tono depresivo en mi voz.

"Adiós."

"Buenas noches, Bella." Susurré, colgando antes de que pudiera decir algo más. Dejé el teléfono sobre la mesita de noche, apagando la luz y preguntándome qué diablos acababa de suceder.

BPOV

"¡Isabella Swan!" Chilló Alice, sacudiendo mis hombros. "¡Estoy tan orgullosa de ti!"

Gemí, frotando el rostro en una almohada. "Es sólo una feria, Alice. ¿Por qué estás tan emocionada?"

"¡Por qué podré invitar a Jasper, tontita!" Esta chica no pierde el tiempo en nada.

"Alice, ¿no crees que es un poco…pronto para invitarlo a lugares que no tienen relación con su proyecto?"

Bufó, haciéndome sonar increíblemente ingenua. "Puedo sacar una excusa –invitarlo, pero decirle que podría ser el lugar perfecto para nuestro proyecto. Cuando no lo sea, tendremos el resto del día para pasarlo bien. Brillante, lo sé."

Solté unas risitas ante lo enamorada que estaba. "Pero, llámalo en la mañana." Le recomendé. "O podrías ir a la cafetería y hablar con él...y aprovechar para traer dos lattes."

Me golpeó el brazo ligeramente. "Eres insaciable."

Reí, rodando en la cama, esperando a que se pusiera de pie antes de expandir mis piernas y apretar mi sábana a mí alrededor, esperando que mi corazón se calmara lo suficiente como para que pudiera dormir.

:-:-:

Después de que los tres días pasaran lentamente, el sábado por fin había llegado. Alice había ido al café Java a mediodía después de nuestra invitación, ganándose una aceptación de parte de Jasper. Aún tenía que dejar de hablar de ello todo el tiempo.

Desafortunadamente, eso sí conllevaba el ir de compras. Alice me metió dentro de una bolsa y me encerró en la cajuela, obligándome a manejar hasta el centro comercial más cercano y pasar todo el día en los vestidores, probándome ropa incómoda y demasiado apretada. Cuando me pasó un vestido apretado color carne que revelaba demasiado, pinté mi línea.

"¡Alice! Voy a la feria de la estación de policías. No a bailar a un club de striptease." Lo rechacé rápidamente, y fuimos capaces de salir con una solución. Cómo se suponía que el día estaría ligeramente fresco, me dio un par de skinny jeans y una blusa azul, y me salí con la mía usando mis converse, razonando que me lo debía por algunas cosas.

Edward me había llamado la noche anterior para confirmar nuestros planes. No podía evitar sentirme emocionada, pero no quería ilusionarme. Podía ser sólo una cita de amigos, como Jasper pensaba que sería con Alice.

Según lo que me había dicho, él, junto con Emmett, Mike y Tyler, eran voluntarios ahí. Los llevaron en un camión de bomberos y estarían enseñándoles a los niños pequeños como funcionaba todo, así como seguridad ante incendios. Su turno era la primera hora, así que tendríamos el resto del tiempo para caminar por ahí.

Las mariposas no dejaron mi estómago hasta que entré en el Porsche de Alice, vestida y lista para encaminarnos a la feria. Hice girar mi cabello alrededor de mi dedo, mordiéndome el labio nerviosamente. No sabía que esperar de hoy, ni siquiera de Edward en general. Alice era todo lo contrario; prácticamente estaba brincando en su asiento, su pequeña figura bailaba con la música.

"¿Te encontrarás con Jasper ahí?" Pregunté. Asintió emocionadamente, bajando un poco el volumen para que pudiéramos escucharnos.

"Sí. Dijo que tenía que recoger algo, pero nos encontraría en la entrada a la una." Miré al reloj del salpicadero, que decía 12:53. Estaba un tanto sorprendida.

"¿No te gusta llegar temprano normalmente?" Pregunté. "Estaremos por lo menos cinco minutos tarde."

Alice me achicó los ojos, y pareció como si estuviera resistiendo la urgencia de golpearme en la parte trasera de la cabeza. "Bella, se llama llegar elegantemente tarde. Sí llegamos exactamente a la hora, las probabilidades son que Jasper no estará ahí. Y si llego antes que Jasper, entonces parecerá que estoy desesperada."

"¿Pero si el llega antes que tú no está desesperado?" Pregunté, tratando de entender su razonamiento.

"Exactamente. ¡Se verá ansioso y adorable!"

Sacudí mi cabeza, mi estómago se hacía nudos mientras las decoraciones de la feria aparecían en nuestra vista. Habían renovado la estación de policías con serpentinas y globos, y la punta del volante del transbordador era visible a través de los espesos árboles.

"¿Estás lista para esto?" Preguntó Alice, quitando una mano del volante para ponerla tranquilizadoramente sobre mi hombro. Me encogí de hombros.

"¿Y si no soy buena en esto?"

Bufó, arqueándome una ceja. "¿Buena en qué? ¿Pasarla bien en una feria con un increíblemente hermoso bombero? Por favor." Se burló. "No te preocupes. Estaremos todos juntos, de todos modos."

"¿Qué hago mientras esté ocupado con su turno? ¿Lo espero, o estoy con ustedes hasta que termine?"

Prendió su direccional derecha, entrando en el estacionamiento de gravilla, y siguiendo al vigilante mientras la dirigía hacía un espacio vacío. Apagando el motor, me dirigió una mirada severa, estirando su mano hacia atrás para tomar su bolso. "Bella, necesito que te calmes. Los hombres son como los perros. Pueden oler tus nervios. ¡Así que no actúes nerviosa! Todo saldrá bien. Lo he visto."

Reí, saliendo del auto. "¿Cómo una visión?"

Me guiñó el ojo. "Exacto."

Enlazó su brazo con el mío, jalándome hacia la entrada. Jasper, vestido con unos vaqueros y una camiseta polo obscura, estaba recargado contra una cerca, con un ramo de margaritas blancas en las manos. Los ojos de Alice se abrieron ampliamente mientras aceleraba nuestro paso, echándole los brazos al cuello a Jasper a modo de bienvenida.

"Para ti." Dijo casi tímidamente, alargándole las flores. Su enorme sonrisa se hizo diez veces más grande mientras las olía, inhalando su esencia.

"¡Gracias!" Dijo, tomando su mano. "Déjame ponerlas en el auto, y luego podemos entrar."

Ambos caminaron hacia su Porsche, hablando animadamente mientras dejaba las flores sobre el asiento. Suspiré, esperando a que volvieran. Después de tres minutos aún seguían hablando junto a su auto, gemí, dirigiéndome hacia la entrada. No iba a desperdiciar mi día esperando a que Alice y Jasper terminaran de conversar.

Estaba sacando la billetera de mi bolso, detrás de una familia de cuatro, cuando sentí una mano en el hombro. Avancé un par de pasos, mientras la línea se acortaba, sin importarme en darme la vuelta.

"Pudiste haberte apresurado, tú sabes, también tengo una cita."· Gruñó, girándome cuando no me respondieron. Ahogué un gritito y mi mano voló hacia mi garganta mientras me encontraba mirando dentro de un increíble par de ojos verdes.

"Perdona, no era mi intención sobresaltarte." Dijo, pero podía decir que trataba de contener una sonrisa. Las esquinas de sus labios se levantaron gentilmente, ofreciendo una disculpa. Traté de alejar mis ojos de su angelical rostro, pero era sumamente difícil. Era la primera vez que lo había visto en su uniforme tan cerca, y había estado perdiéndome de algo muy bueno.

Tenía todo puesto menos la chaqueta, sus suspensores le colgaban en los hombros sobre una camiseta blanca de tirantes. Sus pantalones eran demasiado sexys para ser considerados un atuendo de trabajo, y su casco se encontraba bajo su brazo. Tenía la sonrisa torcida que me ponía las rodillas débiles en el rostro, y un mechón de cabello le caía sobre los ojos. Me metí las manos a los bolsillos, queriendo nada menos que restarle importancia.

"Hey." Saludó de nuevo, ofreciéndome su mano. Reí, sacando una de mis pantalones para sacudírsela. "Gracias por venir."

Sonreí, dejando que un mechón cayera sobre mi cabello como un escudo. "Quería hacerlo."

Su amplia sonrisa creció mientras tomaba mi mano, encaminándome hasta la parte frontal de la fila. Comencé a alargarle al voluntario el cambio correcto, cuando una pálida mano me interrumpió, tomando el billete y poniéndolo en mi palma extendida de nuevo.

"¿Qué estás haciendo?" Siseé, mientras (él) buscaba dentro de sus sexys pantalones de bombero, sacando una billetera de piel, y pagando por mí. Me dejaron pasar, y, después de que Edward les enseñara el sello en su mano, lo dejaron pasar detrás de mí. Rió ante mi expresión de tonta, poniendo una mano en la parte baja de mi espalda, y llenando mis palmas de sudor.

"Por favor, Bella. Te invité aquí; es mi deber ser un caballero." Sonrió, dejándome sin oportunidad de responder. Me guió por la multitud hasta donde estaba estacionado un brillante camión de bomberos, y algunos chicos vestidos como Edward se encontraban recostados perezosamente.

"¡Bella!" Gritó Emmett cuando me miró. Saltando del pasto, me atrapó en un largo abrazo de oso, levantando mis pies del suelo. "¡No sabía que vendrías!" Pero su emocionada expresión lo delató.

"Estoy segura de que no." Contrarresté. Se acercó, liberándome de su fuerte agarre.

"Me preocupaba que Eddie fuera gay. Es bueno saber que no es el caso." Susurró. Compuse mi rostro, tratando con todas mis fuerzas de no reír. Edward simplemente miró a Emmett, obviamente escuchando lo que él había tratado de mantener en secreto.

"Bueno, eh terminado." Dijo, esperando a que Mike y Tyler se levantaran. "Los veré en una hora." Le dio una palmadita en la espalda a Edward, guiñándome un ojo antes de dirigirse a vagar por las celebraciones.

Los miramos perderse entre la multitud, y una vez que estuvieron fuera de nuestra vista, comencé a entrar en pánico. ¿Ahora qué? Alice me había prometido que estaríamos juntas- ¿dónde estaba? Aparentemente, Edward estaba pensando lo mismo.

"¿Dónde están Alice y su amigo?" Preguntó. Sentí como mis esperanzas bajaban un poco; ¿quería que Alice estuviera aquí? ¿No pensaba que era una cita?

"Estaba justo detrás de mí." Murmuré. "Pero Jasper le dio unas flores, y–"

"Ah, el chico de las margaritas." Me interrumpió. Asentí. "Lo vi cerca de la salida. Se veía bastante emocionado por algo, ahora sé porqué."

Un momento de silencio se estableció entre nosotros, mientras Edward pasaba una mano sobre el capó del camión. "¿Cómo has estado?" Preguntó, aunque no estaba muy segura de que en realidad le importara. Era solamente para llenar el silencio.

"Bien." Respondí, haciendo una mueca ante lo fría que había sonado mi voz. Hice mi mejor esfuerzo para calentar la situación. "He estado un poco ocupada, ya sabes." Podía permitirme ser despreocupada a este punto.

Su curiosidad creció. "¿Qué es lo que haces?"

Maldije bajo mi aliento, sorprendida porque aún no hubiéramos pasado por lo básico. "Soy una estudiante en la Universidad Estatal de Portland."

Asintió. "¿Pero, que estudias?" Presionó. Me encontré a mí misma inclinándome hacia él, e hice lo mejor que pude para controlar mi cuerpo.

"Literatura Inglesa. Quiero ser una periodista o una escritora." Sonrió.

"Eres elocuente. Serías buena en eso."

La familiar calidez inundó mis mejillas, alertándome del hecho de que probablemente estaba tan roja como un tomate ante su cumplido. La conversación fluyó con facilidad desde este punto, mientras le contaba sobre mi vida en Phoenix, y como y porque me había mudado a Washington. Entré en destalles –probablemente más de los que necesitaba- sobre la escuela ahí, y mi primer año en la PSU (Universidad). Habló poco sobre él y preguntó sin césar sobre mí, yendo desde mi flor favorita, hasta mi primer recuerdo de la niñez. Treinta minutos después, lo paré.

"Mi turno."

Su rostro se volvió cauteloso, su expresión en guardia. "Okey. ¿Qué quieres saber?"

"¿En dónde naciste?" Lo mejor es comenzar con algo fácil…

"Nací en Chicago. Vivimos ahí hasta que fui lo suficientemente grande para ir a la universidad, y fui a Portland."

Eso me sorprendió. "¿Enserio?"

Asintió. "Ese fue mi primer año- finalmente me eh graduado, y seguiré trabajando para la estación local."

Hice una cuenta mental. "Así que eso significa que tienes …"

"21."

Me encontré sonriendo para mí ante mi conmocionada reacción. El sonrió ampliamente, su cabello broncíneo brillaba en el sol que se asomaba por las ventanas. "¿Qué es tan gracioso?"

Me encogí de hombros. "Nada."

"¿Y cuántos años tienes tú?" Preguntó, aunque pareció como si estuviera burlándose en lugar de preguntando.

"18. Mi cumpleaños es en Septiembre." Sentí la necesidad de subir el volumen, para sonar mayor. No quería que pensara que era joven e inmadura.

Estuvimos en silencio de nuevo, pero no por mucho. Tenía tantas preguntas que hacerle, pero no quería asustarlo. "¿Qué te hizo querer ser un bombero?"

Si era posible, su rostro se volvió más pálido de lo que ya estaba. "Es una larga historia." Dijo suavemente. Me levanté del empapado pasto, limpiando la parte trasera de mis pantalones, antes de saltar al capó, junto a él. Indecisamente, alargué mi mano, frotando mi pulgar contra sus puños cerrados.

"Tengo tiempo."

Inhaló ruidosamente, desviando la mirada. Sus ojos se habían oscurecido mientras bajaba la mirada, pero no se veía enfadado. "Mi casa se incendió cuando tenía catorce. Era hijo único. Mi padre nos salvó a mi madre y a mí, pero…" Casi perdí el aliento al ver lágrimas formarse en los ojos de Edward, pero las limpió con un guiño antes de que cayeran. "Él no lo logró."

Envolví un brazo alrededor de mi torso, la otra permaneció fija en su puño. Los músculos se relajaron lentamente hasta que mi mano descansó vagamente en la suya. "¿Así que decidiste ser un bombero para prevenir que eso le pasara a otros?"

Se burló amargamente. "Eso me hace sonar demasiado heroico." Apretó los dedos de su mano libre contra la troca. "Fui a la universidad para apaciguar a mi mamá, pero sí. Esencialmente, ese es el porqué. Sentía que era lo apropiado, más o menos."

No sabía que decir. Ni siquiera había esperado una respuesta. "Lo siento," murmuré. Sonrió débilmente, falsamente, pero permaneció en silencio. Sabía que probablemente había más que contar, pero no iba a ir hacia allá. Eso no era asunto mío.

El silencio se volvió más cómodo conforme pasó el tiempo, nuestras manos descansaban sueltas la una en la otra sin movimiento, hasta que un pequeño niño de no de más de cuatro o cinco años corrió hacía el camión, brincando emocionado. Una sonrisa apareció en su rostro, jaló la anti-inflamable tela de los pantalones de Edward, para ganar su atención.

"¡Wow, señor! ¿Usted conduce el camión?" Corrió alrededor del vehículo rápidamente, observando cada detalle que podía. Después de un momento, una mujer de mediana edad con el rostro rojo y sin aliento vino hacia nosotros, exhausta. Miró ceñuda al chico.

"Thomas Meyer, te dije que no te alejaras de mí," lo regañó, arreglando el cabello de su hijo en cuanto pudo agarrarlo.

Él sonrió ampliamente, exponiendo sus faltantes dientes frontales, apuntado emocionado hacia el camión. "¡Mira, mamá! ¡Mira el camión!"

La mujer cumplió, arrodillándose a su lado mientras él apuntaba hacia todo lo que conocía. Ella reflejó su asombro, y besó su mejilla, limpiando los últimos restos del cono de chocolate. "Wow," respondió, sonriendo. "Es bastante asombro, ¿cierto?"

"¡El más asombroso!" La mirada de Thomas descansó en Edward, temerosa y fascinada. Lo miré; un ligero rosa empolvó sus mejillas ante la atención, pero su sonrisa torcida había vuelto. Alejó su mano de la mía, y mientras estaba desilusionada, miré con aguda fascinación como se arrodillaba junto al niño.

"Hola," dijo, sonriendo. La mandíbula del chico se aflojó, pero el shock no duró mucho. "Me llamo Edward."

"¡Yo soy Tommy!" Dijo, extendiendo su mano. Edward rió, sacudiéndola. Temía que mi corazón explotara ante lo adorable que era. Simplemente no era justo. Chicos tan atractivos y sensibles no deberían ser buenos con los niños, también. Inclinaba la balanza.

"¿Te gustaría dar un vistazo?" Edward hizo un gesto hacia el interior de la troca. Tommy asintió frenéticamente, saltando hacia la entrada. Edward puso al chico sobre sus hombros, algo que me sorprendió más que a él, enseñándole las campanas y silbatos que no podía alcanzar por sí mismo. Ambos entraron al camión y se perdieron de vista, y mientras trataba de escuchar su conversación, todo lo que podía captar era el suave murmullo de la voz de Edward y las inacabables preguntas de Tommy, las cuales respondía con facilidad.

Balanceé mis piernas en el capó del camión, bajando de un brinco. No estaba segura sobre lo que se suponía que tenía que hacer, pero la madre de Tommy dejó su posición para acercarse a mí. "Soy Amy," se presentó. Respondí adecuadamente, preguntando cosas básicas sobre Tommy- neutrals. Aparentemente soñaba con convertirse en un bombero.

"Tu novio acaba de hacerle el día," dijo, mirando con ternura como los dos bajaban del camión. Miré como Edward pasó a Tommy de sus hombros a sus brazos antes de ponerlo sobre el suelo, enseñándole cómo funcionaba la manguera, y lo que debían hacer en caso de incendio. Me miró de reojo, No pude evitar sonreír. "Es bastante observador también, si sabes a lo que me refiero."

Reí. Supongo que pude haberla corregido, pero no le veía el punto. Me gustaba la manera en que sonaba, aunque fuera inmaduro. Mi novio. Esas palabras eran raras para mí. "Sí, supongo que lo es."

Abrió su boca para decir algo, pero se paró a sí misma cuando escuchó a alguien llamarla por su nombre. Lo urgió a venir sacudiendo su mano, para después recibirlo con un beso y un suave hola. El hombre la puso a su lado, girando su cabeza en dirección a Tommy. "¿Cómo se ha portado?"

Amy rió. "Fastidiando a morir a ese pobre joven."

"A él le encanta," les aseguré, sonriéndole a Edward. "También le iluminó el día, estoy segura."

El pequeño perdió interés en el camión tan pronto como ubicó al hombre. "¡Papi!" Lloriqueó, arrojándose a sus brazos. El acarició el cabello de Tommy.

"¿Estás divirtiéndote, campeón?"

Tommy asintió vigorosamente. "¡Hay un camión de bomberos!"

Su padre rió. "Puedo verlo. ¿Qué tienes que decirle al amable hombre que te lo enseñó?"

Sus modales volvieron, Tommy juntó sus manos frente a él y le obsequió otra enorme sonrisa sin dientes. "Gracias, Edward." No pude evitar sonreír- era demasiado lindo.

La sonrisa de Edward apareció, enorme y orgullosa, mientras sacudía su cabeza. "Fue un placer. Pero, espera, tengo una sorpresa para ti." Desapareció por un momento, volviendo con un diminuto casco. Lo puso sobre su cabeza, asintiendo triunfantemente. "Eso era todo. Te queda perfecto."

"¡Wow!" Tommy ahogó un gritito, tomando el plástico del caso con sus pegajosos dedos. "¿Es mío?"

"Claro," respondió Edward. "Hasta que consigas el real."

La pareja le agradeció a Edward una vez más, y practicamente tuvieron que arrastrar a Tommy lejos del camión. Amy nos miró una última vez antes de tomar la mano de su hijo, y caminar hacia el estacionamiento. La gente aún estaba llegando, y miré a Edward.

"Por eso es que vengo a las ferias," dijo, bajito. "Se emocionan tanto ante algo tan insignificante. Es contagioso."

"¿Cuándo me dijiste que acababa tu turno?" Pregunté. Estaba segura de que Alice y Jasper estaban pasándolo muy bien, y estaba empezando a sentirme más cómoda con Edward. Quería pasear con él, dejando lo pesado atrás.

Miró su reloj. "En cinco minutos. Podemos irnos en cuanto llegue Emmett."

Él volvió justo a tiempo- algo raro en Emmett. Edward se quitó el uniforme, decepcionándome, y cuando estuvo listo en su ropa normal, caminamos por las diferentes actividades. La primera vez que su mano rozó la mía, creí que había sido un accidente. Pero luego, sus dedos tomaron los míos con timidez, quedándose ahí por el resto de la tarde.

:-:-:

"Aún no comprendo cómo es que pudiste ganar esto," dije, mientras Edward y yo caminábamos perezosamente hacia su auto. Alice me había enviado un mensaje hacia una hora, diciéndome que ella y Jasper irían a cenar y tendría que encontrar una manera de volver a casa- sugirió a Emmett, cuando se fuera, pero Edward me ofreció llevarme.

"Todo está en la fuerza," se burló, dándome un codazo. Definitivamente se había vuelto más juguetón durante el transcurso de la tarde, bromeando más y actuando menos como el meditabundo caballero que sabía que siempre sería.

"Nunca había visto a nadie capaz de golpear el mazo con bastante fuerza como para hacer sonar la campana." Sacudí mi cabeza, impresionada. "Aunque, nunca eh visto a Emmett tratar."

Abrió la puerta del copiloto para mí. Entré, deseando que el camino no fuera tan corto. En realidad estaba disfrutando de su compañía, y no estaba segura de poder verlo después de esto. "Tu tampoco lo hiciste tan mal," me apaciguó. "Dominaste el juego del wack-a-mole bastante bien."

Le golpeé el brazo. "Sé bueno." Era tan simple, la manera en la que interactuábamos, una vez que todo había caído en su lugar. Podía decir que pocas veces bajaba la guardia, pero cuando lo hacía, no había nadie más con quien quisiera estar. Él estaba lleno de profundidad, calidez, e inteligencia- una combinación peligrosa. Esperaba poder volver a verlo. Más que eso, esperaba que él quisiera verme.

Su brazo se encontraba colgando sueltamente alrededor de mi cintura mientras caminábamos hacia la puerta de mi apartamento; reclamé temblar por el frío, a pesar de que eso era completamente surrealista. Estaba balsámico y caluroso afuera. Más bien estaba temblando por nuestra proximidad- no podía controlarme.

"¿Puedo decir algo valiente y posiblemente inapropiado?" Preguntó. Sus ojos brillaban con una juventud que se había presentado a sí misma a lo largo de la tarde, pero también había una pizca de preocupación. Dejó caer su mano, mirando hacia otro lado- un había que había notado, tenía cada vez que decía algo de lo que se sentía inseguro. "No quiero dejarte."

"¿Puedo responder con algo igualmente valiente y posiblemente inapropiado?" Pregunté. "Yo tampoco quiero dejarte."

"¿Te importaría mucho si te volviera a invitar a salir de nuevo?"

No podía imaginarme a alguien a quien le importara eso. Todo lo que pude hacer fue sacudir mi cabeza y esperar a transferirle mi entusiasmo. Se inclinó hacia mí, sus labios se mantuvieron cerca de mi oreja mientras me susurraba un 'buenas noches'. Plantó un dulce beso en mi mejilla antes de dejarme ir. Le regresé la despedida en un murmullo, con la mano acariciando la manija, pero esperando a que se fuera para entrar. Lo miré hasta que las luces desaparecieron de mi vista antes de cerrar la puerta tras de mí, suspirando pesadamente.

Había una gran posibilidad de que me arriesgara ante un montón de problemas al involucrarme con Edward Masen. Pero mientras más pensaba en ello, y la manera en la que actuaba a mí lado, más entusiasmada me sentía ante tomar ese riesgo.

N/T: Hola :) siento el retraso. Srsly. No saben cuánto. Más porque amo esta historia con toda mi alma y es el más grande de los honores el poder traducirla. Es hermosa y está tan asombrosamente escrita. Espero que hayan disfrutado de este capítulo. Me ha costado, ya que mi computadora no sirve y la otra se apaga sin razón aparente y después no prende. Pero lo eh conseguido. Lo prometo, me gusta demasiado. No hay un solo día que no haya traducido –o por lo menos intentado traducir- algo. En fin. Feliz inicio de semana. Positividad al cien, people. :)