Disclaimer: Los personajes son de Meyer, la trama está inspirada en What a girl want de Disney pero todos los giros son míos.

Ha sido mucho tiempo desde que actualicé, sorry por eso. Ahora que terminé 9 a 5 me puedo enfocar en esta, trataré de subir una vez al mes.

Gracias a mi super increíble beta, ericastelo por corregir mis horrores horrograficos.


CAPITULO 7

REVELACIONES I

CPOV

¿En qué estaba pensando? No podía dejar a mi hija con Edward sin supervisión.

Debería estar loco cuando se me ocurrió la idea de dejarlos solos.

Si algo le pasaba a Bella, Esme me castraría si se llegase a enterar que dejé a nuestra hija adolescente con su adolescente novio, el cual dormía en la habitación de al lado de la suya, solos sin supervisión de un adulto.

Esperaba que la conversación que había sostenido con Edward, una vez Bella nos diera las buenas noches, surtiera efecto.

Mi sobrino no es mal chico, sólo algo descarriado… y con una larga lista de conquistas en la que ninguna de las chicas duraba más de 2 días.

Volví a dar vueltas en mi cama, era la tercera vez en la noche que me levantaba y me asomaba a la habitación de Bella, después de pegar mi oído a la puerta de Edward.

Sabía que legalmente era una adulta, pero eso no evitaba que me preocupara. Sólo hacia menos de una semana que había descubierto que tenía una hija y no quería perder tan pronto sus atenciones por culpa de un muchacho, aunque ese muchacho hubiese sido criado por mí.

Suspiré tranquilo al verla en su cama, se veía tan pacífica y despreocupada que no podía evitar preguntarme como fue de niña mientras la arropaba con la cobija.

Mis ojos me picaron al pensar que nunca tuve la oportunidad de hacerlo, nunca pude leerle un cuento o revisar su armario para que viera que el cuco no estaba escondido allí.

Nunca pude curar ninguna de sus heridas, ni enseñarla a hacer nada.

Pero no podía culpar a Esme, sobre mí era sobre quien recaía la culpa.

Yo era el que había sido demasiado cobarde para ir tras ella, yo fui quien después se sintió tan avergonzado con el paso de los años que no podía si quiera hacerme la idea de que lo más seguro es que ella hubiese seguido adelante con su vida mientras yo seguía sumido en los recuerdos, preguntándome una y otra vez "qué tal si…"

Cerré la puerta de su habitación con cuidado y cuando me volteé, me sobresalté.

— ¡Alice!—dije en voz baja.

—Carlisle…—su voz se soprano respondió mientras se mecía sobre sus pies y sonreía socarronamente.-¿Dando un paseo?—sus sonrisa se hizo más amplia cuando mi cara se tiñó de rojo.

—Me pareció escuchar algo y estaba revisando que la casa estuviese bien cerrada—mentí y traté de dirigirme a mi habitación, pero fue en vano.

—Debe ser difícil enterarte de ser padre y en la misma semana ver a tu hija empezar una relación amorosa, es lógico que estés preocupado—canturreó a mis espaldas haciéndome detener.

— ¿Qué? No… claro que no… yo confió en que Esme hizo un excelente trabajo criando a nuestra hija—abrí la puerta de mi habitación.

—Es en Edward en quien no confías…—afirmó.

Suspiré…

Alice siempre había sido demasiado intuitiva para su propio bien o el de otros.

—No es eso, es sólo que… Bella es mi hija y…Edward es Edward…—tiré de mis cabellos no sabiendo cómo expresar lo que sentía. —No preví una situación así, de lo contrario hubiese hecho arreglos para llevármela conmigo. Si le pasa algo, Esme me matará… Cada vez que cierro los ojos me imagino la peor de las situaciones…—me froté los ojos—que mi hija regrese a Estados Unidos llorando porque mi hijo adoptivo le rompió el corazón, no me haría lucir nada bien como padre a los ojos de su madre. Se supone que debo cuidarla y Edward…

—La quiere, Carlisle. Mi hermano ha hecho cosas de las que no está orgulloso, pero está tratando de cambiar por ella. Hasta tú has notado su cambio. Vete tranquilo, no saques conclusiones apresuradas. Bella estará sana y salva con nosotros. Además la conversación que tuviste con mi hermano surtió efecto. —Se paró de puntillas y me besó la mejilla—que tengas buen viaje y recuerda traernos algo.

Desapareció doblando la esquina y escuché la puerta de su habitación cerrarse.

Volví a suspirar.

No preocuparme era más fácil decirlo que hacerlo.

Sin duda iban a ser unos días muy largos.

BPOV

Sentí algo sedoso acariciando levemente mi nariz, luego mis mejillas y frente para repasar el contorno de mis labios.

Luego un leve roce de labios en los míos y abrí los ojos para encontrarme con unos sonrientes ojos verdes.

—Buenos días—volvió a rozar sus labios con los míos y mi sonrisa se hizo enorme.

Edward estaba sentado en mi cama con una bandeja de desayuno en sus piernas y una rosa roja en su mano.

— ¿Desayuno en cama? ¿A qué debo el honor?—le bromeé agradeciéndole a mi madre por haberme dado estos pijamas de Victoria Secret.

—Emmett…—fue todo lo que dijo, pero como vio mi expresión confusa agregó—la cocina está hecha un desastre y la mesa del comedor… bueno cuando bajes te darás cuenta. Carlisle va a matarnos—sacudió su cabeza—debo quedar bien con mi suegro y mi hermano mayor…

Lo corté dándole un beso.

—Te preocupas demasiado. Carlisle te adora, eres su hijo adoptivo. Te ha conocido por años a mí sólo por una semana. —acaricié su cabello.

—Créeme que eso no le importó mucho a tu papá cuando me dijo que no se me ocurriera dañarte siquiera un cabello—sacudió su cabeza. —Ahora desayuna y cámbiate, te esperaré para salir a pasear antes de que empiece la fiesta.

Me besó una última vez antes de salir de mi habitación.

Me dejé caer sobre mi almohada.

Si hace dos semanas alguien me hubiese dicho que tendría un novio que estuviese para comérselo y que mi padre lo amenazaría, le habría dicho que estaba loco.

Reboté sobre la cama con mis rodillas e hice un estúpido y vergonzoso baile de victoria antes de arreglarme para empezar el día.

Cuando bajé las escaleras la casa bullía con actividad, podía escuchar la atronadora voz de Emmett dando órdenes y a Edward rebatiendo cada una de ellas.

Mi quijada casi se golpea el suelo cuando vi que en comedor había todo tipo de bebidas y lo que parecía todo el equipo de música para convertir el lugar en una discoteca.

—A Carlisle le va a dar un ataque…—dije al aire.

—Puedes apostarlo y seguramente me culpará a mí. —me sobresalté al sentir los brazos de Edward aferrándose a mi cintura y su pecho pegado a mi espalda.

— ¿Por qué habría que hacerlo? Es Emmett el que lo ha planeado todo—murmuré sin apartar la vista de los técnicos que estaban arreglando el equipo de sonido.

—Porque soy tu novio y por ende buscará cualquier cosa para hacerme culpable—rió dándome un beso en el cuello. —Ahora vamos, tienes mucho que conocer, espero hacer que te enamores de Londres de tal manera que querrás llenar la aplicación para Oxford enseguida, de esa manera me podrás hacer compañía durante mi último año de universidad.

Decir que el día fue especial era poco, Edward aparcó su auto en el estacionamiento de un complejo de oficinas en donde me enteré que Carlisle tenía todo un piso y que además era dueño de un bufete de abogados al que Edward aspiraba entrar en cuanto terminara sus estudios.

En cuanto salimos a la calle me arrastró a la parada de buses más cercana y compró boletos para ir a King Cross. Tuvimos suerte y nos pudimos sentar en los primeros puestos de la parte superior de los característicos autobuses rojos de dos pisos de Londres.

Nos reímos y bromeamos mientras me enseñaba todas las atracciones de la ciudad. Después de pasear por los jardines de King Cross, almorzamos en uno de los puestos ambulantes, bueno yo obligué a Edward a que almorzáramos allí mientras él decía que seguramente yo estaba urdiendo un plan maligno para Carlisle tuviese otra cosa más en su contra cuando descubriese que me había intoxicado.

En el puente de Londres entramos al museo para conocer su historia, debía reconocer que la cuidad era fascinante y su arquitectura también, aunque lo que en realidad me atraía más era la suave cadencia de la voz de Edward, debía reconocer que su acento británico era de lo más atrayente.

No podía evitar fijarme en cómo sus labios se movían formando las letras y como estas se unían en la intrincada melodía que componía su voz.

El día se fue pasando de manera tranquila, nunca antes había disfrutado tanto de la compañía de alguien y los besos que nos dábamos aquí y allá aportaban también un incentivo para que deseara no regresar a casa.

Otra cosa que me tenía fascinada era que Edward se estaba abriendo a mí, dejándome conocer pequeñas cosas de su pasado, un pasado que por lo visto lo había marcado de manera significativa.

No quería presionarlo, prefería que me fuese contando lo que quisiera a su ritmo y a su propio tiempo.

— ¿Tenemos que entrar?—le dije frustrada mientras Edward ponchaba el código de entrada en la puerta.

—Lamentablemente, tenemos que hacerlo. No podemos dejar a Emmett solo, Alice no logrará controlarlo y no quiero saber lo que le pueda hacer a la casa. Pero la oferta es muy tentadora, que no daría por tenerte para mí solo, unos momentos más.

Se inclinó y me besó dulcemente los labios, no pude evitar suspirar en cuanto su lengua recorrió la mía. No tenía experiencia en besos previos, pero podía decir con toda certeza que Edward Cullen tenía que ser uno de los mejores besadores del mundo.

Mi estómago se sentía totalmente lleno de mariposas y la sangre bombeaba con fuerza mis odios, mis mejillas estaban sonrojadas justo bajo sus dedos que acariciaban mi rostro como si fuese algo precioso.

—Nunca pensé que te prestaras para ser otro de los juguetitos de Cullen, supongo que las apariencias engañan—la familiarmente ronca voz estaba llena de rabia.

Pude sentir mis ojos llenarse de lágrimas, el tono que usó Jacob me hirió, pareciera como si me hubiese descubierto ahogando gatitos o pateando cachorritos.

—No te atrevas a hablarle de esa manera—sujeté del brazo a Edward quien estaba a punto de salir del auto.

— ¿Por qué no puedo? ¿No fue lo que le dijiste a Leah?—los puños de Edward se cerraron con fuerza sobre el volante, haciendo que la piel quedase casi blanca.

—Como si no hubieras hecho lo mismo con Irina—le espetó enojado y luego me miró como si por un segundo se hubiese olvidado que yo estaba a su lado.

—Pero Leah es mi hermana—dijo Jacob con los dientes apretados.

—Irina mi prima—la voz de Edward fue baja y afilada como el filo de un bisturí.

—Sin embargo eso no impidió que quisieras que formara parte de tu harén…a la prima se le estima y si está buena se le arrima… ¿no es así como dice el dicho?—un leve sonrojo cubrió las mejillas de Edward y supuse que lo que fuese que pasó entre esos dos sería preferible no saberlo.

—Ten cuidado con lo que dices Black…

— ¿Tienes miedo que Bella se entere la clase de hombre qué eres? Supongo que como apareció la heredera legítima quieres asegurarte que la herencia no se te escape de las manos. —Edward le iba a responder pero yo lo corté.

—Eso está fuera de lugar, nunca pensé que tuvieses tanto rencor por dentro, no sé lo que pasó entre tu hermana y Edward o lo que pasó entre esa chica y tú, y no quiero saberlo, pero se me hace tan mezquino hablar de esas cosas de esta manera. Por lo visto he sido yo quien se equivocó contigo. —le pedí a Edward que avanzara por el camino hacia la casa.

Ninguno de los dos dijo nada, yo no quería entrar en detalles sobre sus relaciones pasadas. Quería confiar y creer en él. No pensaba dejar que las palabras de Jacob hicieran mella en mí.

La casa parecía estar lista para la "reunión." Iba a salir del auto cuando Edward me sujetó.

—Te contaré todo… hoy no pero te lo contaré, por favor no te crees falsas ideas sobre mi pasado. Tengo la herencia que me dejaron mis padres, no necesito la del tuyo—su voz era suplicante. Me giré y le di un casto beso en los labios.

—No tienes que preocuparte Edward, como te dije antes. Conoceré tu pasado cuando te sientas preparado para compartirlo, no antes. Ahora vamos antes que Emmett destruya la casa—me reí y él me regaló una sonrisa dudosa.

Cuando llegamos a la casa me paré en seco. Me volteé a mirar a Edward sin lograr entender.

—Ya se estaban demorando y no podíamos empezar sin ustedes. —Dijo Emmett algo exasperado.

— ¿Dónde están todos los invitados?—pregunté conociendo la respuesta.

— ¿Qué invitados? Si sólo somos nosotros seis. —me miró incrédulo—Carlisle me mataría si dejara entrar a alguien más a la casa—me dijo como si yo fuese una retrasada mental.-¿Recuerdas que somos una familia de abolengo y sangre azul? Así que como no podemos perder el control en público, cuando tu padre sale…así que ahora que eres una Cullen…

Empecé a reírme, de todas las cosas que pensé nunca imaginé esto.

Definitivamente, ser una Cullen tenía un precio.