Disclaimer: Ningún personaje de Hetalia me pertenece, mucho menos los países. Lo que si es mío es esta idea loca e intento de fic. Sin animo de lucro.

Genero: R 17

Advertencias: Muerte de personajes, escenas un poco gore. Así que bajo la conciencia de cada quien.

Nota: Ciencia ficción, surrealismo, un poco de fantasía y tintes de gore.

Siento mucho sino fui creativa con respecto al titulo, pero vaya que pedí sugerencias. Si tienen algo mejor, me dicen , me sigue sin convencer.

Esta historia es una versión futurista de lo que muchas culturas o mejor dicho, profecías catastróficas hablan. El tema de la existencia de una sola nación, una sola moneda, una sola raza. Un futuro quizá lejano, quizá no tanto. La narrativa es en primera persona y desde la visión de un niño puede que resulte extraña, pero necesita ser más realista. Así que cualquier queja, regaño, sugerencia de lo que sea, será bienvenida con una linda galletita en la rew.

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Capitulo 1

Suecia dijo que me quedara calladito y no hablara. Cerró la puerta del refugio y me dijo que pasara lo que pasara no saliera. Finlandia en la mañana estaba nervioso, incluso olvido darme el desayuno. Le pregunte a Hanatamago que pasaba. Sólo me ladró y le di una galleta. Aún sigo pensando que era raro… No pase frío por que había una cama calientita y mucha comida, tanta, que sobra… A muchos metros bajo la tierra no se oía nada. Extrañamente las cosas cimbraban y algunas veces temblaba, pensé que era normal.

— Ya tardó mucho Su-san en venir— conté a Hanatamago.

Me desesperaba no saber que pasaba, ya llevaba muchos días encerrado, me cansaba de esperar. Además los videojuegos me estaban aburriendo, quería salir al patio y poder jugar con Letonia. Le prometí que cuando lo volviera ver jugaríamos con los robots que UK me regaló. Así que intente abrir la puerta sin conseguir nada más que lastimarme mis deditos. La patee muchas veces y grite a Suecia. Nada sirvió, ni gritar y romper lo que había en el cuartucho. Pensé que me habían castigado, nunca lo hacían, tal vez mis exigencias y mi voz los fastidiaron como a UK. Lloré mucho ese día, no sabía ni la fecha o la hora.

— ¡Finlandia! ¡Sácame, me portaré bien! ¡Perdónenme si me porto mal, seré bueno! ¡Suecia…tengo miedo!— grité, me eché a llorar detrás de la puerta. Hanatamago daba vueltas a mi alrededor ladrando y limpió mis lagrimas con su lengua—nadie me quiere. Soy demasiado pequeño. UK tenía razón, nunca seré una nación… ¡Los odio! Yo nunca les hice nada… — el cachorro me respondía con sonidos pequeñitos. Lo abrace, parecía que estábamos solos.

Ya no importaba si me dejaron. Quería salir de hay, me fastidie. Busque entre todas las cosas y lo único que encontré fue un martillo y una cierra como en las pelis de América. Como pude sostuve entre mis manos el martillo y golpee la cerradura tantas veces que se rompió y puede salir.

— Vamos Hanatamago…— extrañamente el perro no quería salir— Hanatamago, ¿qué te pasa? Salgamos. ¿Tienes miedo que me reprendan? No me importa, es más cruel dejarnos encerrados durante mucho tiempo, ellos deberían ser los castigados.

De nada valió hablarle al can. Me ignoró y tuve que salir solo. Si me preguntaran si tenía miedo cuando subía las escaleras. Sí lo tenía. Iban a castigarme por desobedecer, pero yo tenía la razón. Muchos días encerrado te ponen molesto. Me sentía como Letonia cuando Rusia lo miraba. Al abrir la puerta, no estaba la cocina. No había nada del recuerdo que tenía de la casa de Suecia y Finlandia.

Grité aterrado al ver destruido todo. No había más que ruinas, mucho polvo. El sol se ponía. Llame a Suecia y Finlandia. No quedaba nada, ni siquiera encontré humanos y un aroma a pólvora y basura me mareo. Trataba de mirar más allá de la frontera, el humo y la soledad seguían esparcidas de la misma manera. El cielo no tenía ninguna nube o estrella que contar.

— ¡Esto no es gracioso chicos. Regresen!— exclame a la nada— romperé todos tus regalos UK— de nada sirvieron mis amenazas, nada me respondió— ¡Hantamago! Hanatamago… ven— llamé desesperado al cachorro que en un segundo se encontró conmigo— mira… no hay nada ¿dónde están todos?— el perro volvió a hacer esos ruiditos raros como cuando Suecia lo regañaba— ¿qué vamos a hacer?— volví a pedir consejo al pequeño peludo que abrazaba— espera…—pensé y me limpie las lágrimas— tal vez cambiaron muchas cosas. Sí Hanatamago, puede ser eso. Aun que, no existe justificación para dejarme encerrado— seguía molesto— bueno, me hubiera dicho Suecia lo que pasaba— el perro continuó con sus ruidos, me estaba cansando que su única respuesta fuese esa— vamos a buscar.

No sabía por donde empezar a caminar, no estaba la ciudad que recordaba. Así que deje que mi instinto me guiara. Hantamago una vez más no tenía ganas de caminar, estaba asustado. Lo cargue y empecé el recorrido. Aun quedaban algunas construcciones, mirando con mas detenimiento, era obvio que había pasado una guerra. Dudé en continuar. Las calles de Estocolmo aun conservaban sus nombres en los postes y me dirigí la plaza principal. Comencé a ver civiles pero nadie parecía tomarme en cuenta. Hanatamago se aferraba a mi pecho y temblaba. En un par de minutos llegue a la plaza. Asombrosamente estaba intacta.

— Vamos Hanatamago, quizá le paso algo a Suecia, tal vez por eso no fue por mí— corrí emocionado por volverlo a ver, si era así no podría enfadarme. Al ver la ciudad, supe que me había encerrado por seguridad. No podía dudar de su afecto.

Lo que encontré no fue agradable… Quisiera omitir los siguientes detalles, todo lo que paso después de ver a Suecia. Mis piernas temblaron, nunca había visto al sueco más calmado, tranquilo, incluso parecía estar dormido. Dormido, abrazando a Finlandia en medio de la plaza desértica, ambos cubiertos con sus banderas. Sus cuerpos estaban llenos de golpes y heridas. Las banderas teñidas de sangre. Deje a Hantamago en el suelo, comenzó a lamer los rostros y aullaba. Caí de rodillas ante el cadáver de Finlandia y llore en su pecho, tenía la marca de una llanta y sus piernas destrozadas. Su, tenía cabeza rota y muchos golpes. Supuse, por la posición en que estaban, Suecia quiso proteger en todo a Fin.

— ¿Por qué? Debe ser un sueño o tal vez una broma de las hadas… a los duendes les gusta mucho burlarse de los chicos como yo— pregunte inclinándome, llore acariciando los mechones de Finlandia. Cerré los ojos, no quería ver lo que quedaba de su rostro, tenía vidrios y su ojo derecho colgaba de la cuenca— ¡Mamá!—grité, no pude controlarme, los abrace. Hanatamago seguía llorando con ese molesto ruidito— ¿Quien fue? Mamá…

Escuché mis propios gritos que resonaron en la plaza, humedecía las manos de Suecia que se aferraba a los brazos de Finlandia. No podía detenerme. Una parálisis mental me dominó. No reaccionaba ninguna parte en mi cabeza ni en mi cuerpo. Quise borrar las escenas, el aroma de la sangre y a los ataúdes en fila a kilómetros de los cuerpos de las dos naciones nórdicas que yo quería tanto. Tuve miedo. Me sentí solo, abandonado y peor que eso. No sabía que estaba pasando. ¿Quién iba a cuidarme ahora? ¿Qué me iba a pasar? UK iba a enfadarse.

Hanatamago me tiraba del pie. Yo no quería irme. El perro insistía

— No quiero Hanatamago. Que no vez, mamá, papá… están…— me costaba decir aquella palabra.

Escuché voces lejanas y pasos.

— Humanos, el pueblo de Suecia y Finlandia. Les preguntaré que paso…—un ladrido me desconcertó. Hanatamago gruñó y seguía tirando de mi calceta con mayor insistencia. En sus ojos note una desesperación similar a la que sentí cuando estaba encerrado— lastima que no hablas, sería más fácil.

Hanatamago corrió a esconderse en uno de los callejones cercanos. No tuve más remedio que seguirlo.

— Eres tonto, tengo que preguntarle a los humanos que ha pasado. ¿Cómo un pueblo va a dejar que se muera su nación?— mi respuesta no apareció, pero una negación a mis pensamientos, sí.

Observe a la gente que rodeó los cuerpos de Su y Fin, se agitaban entre ellos y en menos de un minuto, comenzó a arder una fogata.

— ¡NO! ¡¿Qué hacen?!— exclame aterrado, mis piernas se doblaron al ver aquella acción— ¿Qué es esto? ¿Por qué? Fin no hace daño a nadie y Su… ¡Malditos, malditos! ¡Me dan asco, sucios humanos!— grité, esta vez ignoré al perro que trataba de detenerme de la misma manera. Camine hasta quedar a unos metros de la plaza— ¡Malditos! Ellos no eran malos— les reclamé.

En ese momento estaba lleno de un odio que nunca había sentido por nada. Siempre me molestaba con UK y USA, pero esto era diferente. Quería que todos ellos también murieran, que sintieran lo que Su y Fin. Con mis manos aplastar sus cuellos y romperles la cabeza, tratarlos de la misma manera que trataron a mis, ¿padres? Lo que fueran, yo los amaba.

Seguí gritando mientras me acercaba, los maldije tantas veces. Vi sus rostros cansados, todos eran exactamente iguales, no había diferencia alguna, ni genero o edad. Las ropas gastadas, descalzos. Igual que los zombis que UK hablaba.

—¡Malditos!— dije al tener toda la atención.

—¿Quién es ése?— escuché preguntar a uno de ellos.

En medio de la multitud pasó un hombre que tenía el mismo color de cabello que Su, llevaba un traje azul que por las llamas era rojo y sonrió al verme. Lo reconocí enseguida. Era el jefe de Su.

— Usted… como pudo matar a Su. Él era obediente.

— Sealand— respondió e ignoró lo que dije— no es peligroso, pero el líder quiere muertos a todos. ¡A por él!— gritó.

— ¿No soy peligroso? ¡¿Qué no soy peligroso?! He estado con las mejores naciones, claro que lo soy— seguí discutiendo con ese tipo.

Hasta que Hanatamago me volvió a tirar de la calceta. Un grupo corrió a mí, llevaban herramientas de trabajo y armas. Escuche el ruido de los motores encenderse y las luces parpadear de unas camionetas que se acercaban a la plaza. Corrí con Hanatamago a donde me guiará.

Nunca había corrido tan rápido. El sonido de la muchedumbre me erizó la piel, escuchaba sus declaraciones de muerte. Me odiaban. Mi corazón empezó a latir deprisa, por primera vez quería estar en mi diminuta casa, hay donde nunca pasaba nada.

Entre los callejones perdimos a la gente. En ese momento acepte que Estocolmo ya no era seguro y pensé en regresar al refugio. Aunque ya era imposible, ellos me buscarían por todo el país. Así que esperamos dentro de un edificio en ruinas, escondidos bajo el hueco de un piso que Hanatamago encontró.

— Busquemos a UK— le dije al perro— tenemos que encontrar a alguien.

Había llegado la noche. Encontramos unas ropas viejas con las que nos cubrimos. No dejaba de pensar en el horror de las imágenes y en el odio que tenía por esos humanos. Quería ser mayor, deseaba con todo ser grande y matarlos a todos. No dormí, Hanatamago tampoco, intercambiábamos miradas cada vez que oíamos ruidos. Mi llanto no se detenía al recordar los bonitos momentos que pasé con Su y Fin, sentía más rabia. De nada me servía preguntarle de nuevo a Hanatamago porqué. No hay respuesta.

— Huyamos ahora que es noche, busquemos a UK— mi desesperación y el ser inquieto me llevo a se impulsivo y salir en medio de la noche.

El perro no estaba convencido. Salimos con la mayor precaución posible, me cubrí con uno de los gabanes viejos que encontramos. Cargué al cachorro y empezamos nuestra búsqueda.

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Bueno esto es todo el cap 1. De hecho tengo toda la historia terminada, pero depende, ya saben, subirla o no. De cualquier manera auguro mejores cosas por que siempre se pueden cambiar cosas.

Gracias una vez más por el tiempo y por leer. Espero no decepcionar a nadie o lastimar a nadie.

Saludos