Capítulo: 1

Sei Ka Shi Ka

(LiveorDie)

Consiente así de que su muerte estaba cerca, no vaciló en detener su errante paso. Continuó, buscando consuelo en el lejano sueño de querer verlo una vez más. La lobreguez de aquel bosque y toda su serenidad era el magnífico espectáculo que hoy le recibía con los brazos abiertos, esperando gustosos que sus lechos de maleza fueran lo suficiente cómodos como para recibirle en su muerte. Sus sueños remontaban a un pasado lejano, donde la inocente mirada de su hermano y su sonrisa eran un mayor consuelo de recodar. Sus inocentes facciones, la manera en que se emocionaba como niño feliz que era, todo ello, eran los mejores momentos que Uchiha Itachi había atesorado dentro de él.

El desvaído color de su piel empezaba a decaer aún más y su sudor no era producto de cansancio sino de la fiebre que le comía por dentro. Su caminar desgarbado lo empezaba a traicionar, tambaleándose de un lado a otro. Subió su rostro un poco más y fijo aquella ululante mirada en el camino que tenía frente, pudiéndose ver con más detalle las deplorables facciones de su inexistente rostro. Su rostro estaba sucio e hinchado, cubierto de sangre, sus labios estaban quebrados y secos.

Su vista empezaba a fallarle debido a la pérdida de sangre y la fiebre. No tenía idea donde se encontraba, aún así, continuo a trompicones caminado sin rumbo alguno. Su vista empezaba a anubarrarse. Traspié, impactando el borde derecho de su rostro con una roca, provocando que su mejilla derecha se abriera y derramara sangre. Hizo un intento por levantarse, pero su cuerpo no respondía ante su vago acto. En un doloroso impulso, que lo dejo casi sin aire, se voltea, quedando boca arriba.

Desde la posición que se encontraba atisba con desanimo la salvaje danza de las ramas de aquellos pinos altos cuya ferocidad era producto de una cercana tormenta. Pronto llegaría a su extinción y la tormenta borraría toda huella de él y su despreciable vida. No le dio importancia al quemazón intenso que sentía en su cuello y parte del tórax, quedándose inmóvil, dejando ser comido por las Solenopsis quien en una de sus copiosas jornadas encontraron el manjar que la muerte les ofrecía.

Llenó sus pulmones de aire, suspirando con gran fuerza, esperando así que la muerte llegara y le acompañase en su eterno sueño donde su alma dejaría de sufrir.

Sus ojos empezaban a cerrarse pausadamente, apareciendo como un potente rayo de luz las mil memorias vividas donde el recuerdo latente de su hermano aparecía.

Sasuke…— Murmuró en un seco y gutural sonido

Sintió en su rostro el impacto de la fría lluvia, y pronto, entre tanta confusión, creyó haber oído los pasos de alguien detenerse para luego aproximarse con rapidez hasta él, y en su delirio, comprobó que aquello no era producto de su imaginación.

Sintió la suave y sutil mano de aquel desconocido sacudirle su cuello y parte del tórax, con la intención de sacarle el enemigo que osaba con hacer su muerte más desgraciada y torturadora. Sintió como era tomado con firmeza de su pecho, reincorporándolo aquella persona con todas sus fuerzas para luego arrastrarlo a alguna parte. Soltó un doloroso gruñido al su cuerpo impactar algo firme y duro…Madera. Pronto comprobó que sus suposiciones eran exactas y de que había sido montado en una carreta.

Perdió el conocimiento, recuperándolo en pausadas ocasiones. En una de ellas, recordó haber sido llevado a un cuarto y desprendido de su ropa. Sintió agujas pincharse en su piel áspera y reseca, para luego escuchar la voz de la persona que había interrumpido su partida a la muerte. Era la voz preocupada de una mujer, y en sus delirios creyó que era su madre quien le había venido a buscar.

Convulsionó en varias ocasiones, administrándole ella una fuerte cantidad de analgésicos para calmar su dolor. Estaba muriendo. ¡Se le estaba muriendo y ella no podía hacer nada!

Continúo empeñada con querer salvarle la vida a ese vagabundo, sometiéndolo sin más a una operación casera con el propósito de salvarlo. Tres horas combatiendo contra la muerte y finalmente, había logrado contenerle la hemorragia, terminando exitosamente la operación.

Limpió sus manos en el delantal blanco que llevaba puesto, tiñéndolo de sangre. Suspiró un poco más aliviada al ver que la condición del joven se había calmado, aún así, eso no lo libraba de todo peligro.

La voz áspera de un hombre le llamó la atención, volteándose al momento que sintió los pasos de este venir asía ella.

— ¿Qué significa esto? —Preguntó molesto el hombre, y ella no más lo ignoro, volteándose con la intención de empezar a limpiar los utensilios que había utilizado en la operación.

—Midori, ¿Mírame cuando te hablo? —Le llamó por su nombre, agarrándole del brazo derecho con fuerza

— ¡Pues lo que vez! —Bramó ella, decidida así a contestarle y enfrentarse a la furia de su marido quien no estaba muy contento de lo que veía.

—Aun respira, y creo que lograra reponerse— agregó un poco más calmada. El hombre bufó enojado.

— ¡Por dios mujer!, ¡Es un Akatsuki! — Profirió enojado.

— ¡Y que hay con eso!, ¡Muchos más criminales encontramos afuera y socializamos! —Atajó ella, y él dio un paso al frente, tomándola de los hombros.

— ¡Te has vuelto loca!, ¡No más míralo!, ¡Mejor dale muerte ya que dejarlo sufrir en su agonía!— sugirió sin escrúpulos. Indignada por las palabras de su esposo, se soltó con brusquedad de su agarre y lo fulminó con la mirada.

— ¡NO!, ¡No morirá!, ¡Estoy segura de ello!— Soltó completamente confundida, y él pareció darle gracia sus palabras.

— ¡Cómo lo estuviste con nuestro hijo! —Lo próximo que se escucho fue el fuerte sonido de una cachetada, sumiéndose todo en un incomodo silencio.

Morirá…— Soltó con aversión su marido para luego darse la vuelta y salir por la puerta, cerrando esta con un gran azote.

Y no sabía ella cuanta frustración e odio llevaba él por dentro al saber que el hombre a quien cazaba por el bosque e intentaba desaparecer por el bienestar de la isla, ahora reposaba en el lecho de su difunto hijo.