Fuego.
Con las pasiones uno no se aburre jamás; sin ellas, se idiotiza.
Stendhal
Nessie tiene el cabello cobrizo, los ojos chocolate, la piel blanca y una sonrisa dulce y amable. Cuando besa lo hace torpe y tímida, con una delicadeza exagerada y aires de princesa.
Jacob sonríe mientras siente un cosquilleo subir desde su estomago por la medula espinal y perderse en alguna parte del pecho. La ama y es feliz junto a ella; porque es su sombra y su luz, su futuro y su completa existencia.
Leah tiene el cuerpo esbelto y bien formado, el cabello negro y lacio, la piel bronceada y unos ojos seductores ojos marrones. Suelta un bufido y cierra los ojos mientras ve llegar al idiota de Jacob, con una sonrisa de bobo en el rostro y los ojos perdidos y opacos.
Se acerca a él y toma su rostro entre sus delgadas manos.
—¿¡Qué crees que estás haciendo mujer!?
Pero no le da más tiempo de defenderse, porque sin previo aviso le planta un beso en la boca. Sus labios se mueven con impetuosa violencia, pega su cuerpo al de él sin vergüenza y con soberbia, y sus manos recorren la espalda con hermosa pasión y simple rudeza.
Porque Leah es fuego, y el fuego despertó a Jacob.