(A/N)

Comenzando un nuevo fic de continuación :D Aunque, para ser más exactos, es un conjunto de one-shots, drabbles. Fueron inspirados por la canción "Gorey Demise"- de Creature Feature, y es de ahí en donde saqué los temas.
Debo decir que esto es, más que nada, para practicar mi forma de escribir gore/horror. Serán un buen número de capítulos, uno por cada letra del abecedario, y creo que no estarán enlazados entre si. Muchos, muchos personajes estarán involucrados, y los mataré a todos :D
La mayoría de los shots (si no es que todos) serán UA.
Y, por favor, que NADIE mencione alguno de mis otros fics. En estos momentos, mi cerebro está muerto...


Disclaimer: Naruto no es mío.
Setting: UA
Personaje: Asuma.
Rating: M
Conteo de Palabras: 612


A es por Asuma

Muchos dicen que fumar perjudica tus pulmones.

Bueno, eso es cierto. Fumar tiene ciertos efectos secundarios. Te dificulta el hacer ejercicio, y hace que el respirar sea difícil, sin mencionar que tus uñas y dientes adquieren un tono amarillento. Oh, las implicaciones. Gloriosas, inconvenientes implicaciones, al usar ese objeto.

¿Qué le había dicho Kurenai? "Tu horrendo hábito de fumar, o yo. Tú elijes, Asuma"

Por supuesto. Y Asuma había elegido con sabiduría, la opción más factible. No podía permitirse perderle, aunque el tener que elegir entre las dos cosas que más quería en su vida fue una decisión muy difícil para él.

Ah.

Extrañaba a Kurenai.

No se arrepintió de haber elegido sus cigarrillos, no al menos en ese momento.

Fue después—cuándo se encontró en su puerta a una Kurenai completamente enloquecida, y luego todo fue oscuridad. Hasta que despertó, se dio cuenta de que lo había golpeado con una roca, en la cabeza, y en medio de su concusión pudo distinguir que lo arrastraba hacia dentro de la casa.

Entre sangre que salía de su frente, y luces brillantes que estaban sobre su cabeza, y puntitos blancos en sus ojos, y frío en su espalda, pudo darse cuenta de que lo había llevado hasta su baño.

Ni una palabra pudo salir desde sus temblorosos labios, porque su cuerpo estaba entumecido, y se sentía temblar (¿O convulsionar?). Y Kurenai… era un ángel, pensando solo en el bien de Asuma, y preparándole un cálido baño—o al menos eso es todo lo que le estaba diciendo la chica. Ella no le guardaba rencor, le decía. ¡Oh, no! Nada de rencor, por no haber renunciado a fumar para conservarla a ella.

Por eso cuidaba de él. Por eso había abierto la llave de la gran bañera blanca, y estaba esperando a que se llenara por completo. Sin burbujas, le dijo Kurenai. Sin burbujas, porque quiero verte.

Asuma pudo haberle sonreído—con sus dientes amarillentos, y con tanto, tanto amor—pero estaba muy ocupado intentando respirar.

Ello lo había levantado—lo mejor que pudo, siendo más pequeña, que él; una delicada flor, que había sido suya. Lástima. Lo había levantado, y rodándolo, lo aventó dentro de la bañera.

Asuma cayó boca abajo, a duras penas comenzando a despertar de su entumecimiento, pero era algo fútil—Kurenai lo había volteado, y Asuma podía verla, sus ojos observando por debajo del agua la imagen deformada de su linda Kurenai. Y ella le sonreía. Y él negaba con la cabeza, y el agua alrededor de su frente comenzaba a teñirse de rojo por la sangre que se lavaba.

Y el aire comenzó a faltar, más y más, y ardía. Luego abrió su boca, intentando respirar, pero en lugar de encontrar su precioso aire, se encontró con una bocanada de agua. Y volvió a aspirar agua, y su boca se llenó de ella, al igual que su nariz, y toda esa agua lo comenzaba a afectar.

Sus ojos, encantadoramente abiertos de par en par, enrojecidos, asustados, miraban de lado a lado, y un poco más y se le hubieran salido de sus cuencas. Sus manos se movían frenéticamente intentando agarrar algo, pero Kurenai lo tenía firmemente agarrado del cuello. Las uñas amarillentas de Asuma rasgaban la blanca piel del brazo de la chica, y rasguñaban, y sangre manchaba el agua.

Y Asuma estaba asustado. Se contorsionaba imposiblemente en el agua, y sentía su pecho volverse pesado por el agua, y había desesperación rodeándolo, junto con lindas burbujitas.

Lo último que alcanzo a ver, fue el hermoso rostro de su Kurenai, sonriéndole, mientras prendía un cigarrillo y se lo llevaba a sus rojizos, seductores labios.

Fumar tiene efectos secundarios. Puede causar la muerte.