Aunque agradezco siempre sus atenciones a todos los que me leen, en esta ocasión, tengo que personalizar. Dedicado a todas las huddies, especialmente a Anne, porque tenía una deuda pendiente contigo desde hace mucho. También para Takies, para que te pongas buena, porque cualquier recurso vale para conseguirlo y para que sepas que estamos contigo, ( yes, you can), Eli, la huddy fan más dicharachera del Barrio ,( plaza, como dicen allá), Sésamo housero, y para Fauo, ( huddy y chilena, ¿Qué más se puede pedir?). Las quiero, chicas

CAPíTULO 1: VIENDO PASAR LA FELICIDAD…

Me había retrasado. La niña había estado toda la noche sin dormir y no tuve valor para despertarla hasta última hora. Cuando aparecí en el precioso jardín, me di cuenta de que todos los asientos estaban ocupados. Me coloqué en uno que quedaba libre, en la zona menos visible. Al fin y al cabo, yo no era la protagonista de la historia. Nunca he sido protagonista de ninguna. Ni siquiera de la mía.

Mis empleados se besaron mientras todos aplaudían. Hicieron el camino de vuelta desde el florido altar. Menos mal que estaba convenientemente agazapada. Les observé con gesto agridulce. Dulce, porque no hacía falta hacerles un test de alegría. Agrio, porque por alguna razón me reconocí en ellos. Maldito inconsciente. Porque alguna vez estuve a punto de pasar por el aro. Porque en alguna ocasión intenté ser convencional. Porque en algún instante creí reconocer el júbilo de una vida compartida.

§[FLASHBACK: "Blythe abrazó a su hijo y luego a mí. No se podía creer la buena nueva.

- ¿De verdad os casáis? - volvió a preguntar como si hubiera estado toda su vida esperándolo.

- De verdad – asentí yo.

- Con Iglesia y cura – apostilló Greg como para dar más consistencia a la noticia.

- Supongo que tenemos que alegrarnos – dijo el padre, que hasta entonces había permanecido observándonos sin abrir la boca.

- No hay obligación. Con que me alegre yo, que soy el que se casa, es suficiente."]§

El caso es que esa promesa de boda nunca llegó a celebrarse. Ahora estaba como él. Viendo pasar la felicidad.

[…]

La puerta se cerró y me sentí extraño. Pensé que estaría tan perdido como cuando Wilson sugirió el internamiento, días antes de que las cosas se pusieran peor. Pero no. Me sentí aliviado. Mi amigo se había ido. Ahí dentro no tenía que explicarme ni justificarme ante nadie. Nunca lo he hecho, pero es cierto que últimamente ciertas situaciones resultaron incómodas. Hasta para mí.

Elías Kaneti, director de la clínica, me recibió en su despacho a los quince minutos de entrar

- Esto de recibir a los zumbaos en persona, ¿Lo hace con todos o es que James ya le dijo que mi menda no es como los demás? – pregunté curioso.

- No hay favoritismos, Dr. House. Pero es verdad que creí conveniente hablar lo más pronto posible con usted, dado que somos colegas.

- ¿Somos colegas? Que yo recuerde no nos hemos ido juntos de copeteo…- bromeé un poco para sacudirme los nervios – Usted quiere saber, Dr. Kaneti, no se ande por las ramas

- Ya lo sé todo sobre usted, doctor. Su novia, la Dra. Cuddy, me remitió un completo informe la semana pasada.

- Bien. Pues entonces no hay nada de qué hablar – dije con cara de póquer.

- Dígame lo que pretende conseguir al venir aquí – replicó el psiquiatra con suma paciencia

- Mmmm…Difícil pregunta de imposible respuesta…Tal vez le pueda contestar cuando me vaya.

Nos miramos sin hablar más. Interpreté el silencio como un visto bueno para que me marchara de allí. Agarré mi bastón y salí de aquella oficina, que más parecía la de un holding empresarial que la de una institución de salud mental con un siglo de antigüedad. Me esperaban en la puerta. Un celador había decidido ser mi sombra durante aquellas primeras horas. Me acompañó a mi habitación, Un cuarto con dos camas, amueblado de forma sobria y funcional. Bastante confortable.

- La cena se sirve en el comedor en apenas una hora. El doctor Kaneti ya nos ha dado órdenes de que no podemos suministrarle nada de medicación hasta que pase el reconocimiento a primera hora – anunció como si fuera una advertencia.

- Bueno – asentí resignado.

- Si necesita algo, hay dos enfermeros de guardia.

- Gracias. Me tranquiliza mucho, les llamaré si viene el coco a llevarse a los niños que duermen poco.

El subalterno se lo tomó casi a risa pero yo hablaba en serio. No pensaba dormir. Sabía que tenía poco tiempo. Poco tiempo para todo. Demasiadas cosas que pensar. Porque el bisoño del doctor Kagueti – ése es el alias que le asigné en mi cabeza nada más conocerle -, no andaba desencaminado. No sabía cómo saldría de allí. Con la cabeza sobre los hombros pero…¿Llena o vacía?. Y luego estaba Cuddy. ¡¡¡Mi novia!!!. Sólo fue una alucinación. ¿Qué pretendía? ¿Hacerme pagar mi oscuro deseo indecente?. No debía hacerse ilusiones ni buscar tres pies al gato. Ella mejor que nadie sabe que no soy un hombre fácil. Además, las segundas partes nunca fueron buenas…