Labios Compartidos

Summary: "Nos re-encontramos. Aún lo recuerdo y me parece increíble del cómo terminamos nuestros problemas. Él no te quiere, y ella no me ama. Pero igual no habrá manera de separarnos… o al menos, eso creí."

Disclaimer: Digimon 01, 02 y Tamers, con todos sus personajes, no me pertenecen, ya que tengo entendido que los derechos van para Toei Animation y Akiyoshi Hongo. La historia acá presente (inspirada en parte gracias a una canción) sí es mía. Aclaro que no quise crear OC´s (personajes de mi creación) en el proceso, para poder darle el merecido protagonismo a los personajes de la franquicia.

ADVERTENCIAS: Lenguaje no apto para menores de 14 años. A medida que avancemos en los capítulos, esta historia incluirá escenas lime/lemmon, y cronológicamente está ambientado después de Digimon 02. Sin contar con el epílogo, por supuesto.

Creo que a estas alturas estaba demás decirlo, pero el título y parte de la trama está basada en la canción de Maná, Labios Compartidos. Apenas la escuché, me quedé con las ganas de leer un buen Michi así tal cual, que incluyera la temática de "amigos con derecho", pero tristemente en ese tiempo no existían historias de mi OTP así /: A partir de ese momento, me dije que tenía que escribir el Michi que desde un comienzo, a mí me hubiese gustado leer.

Y bueno, el resto es historia. Algunos la vivieron conmigo, otros ya la conocen.

Así que a aquí vengo, a compartir nuevamente este fic con ustedes, pero ya reeditado. (Ver notas finales para mayor información)


Notas Finales (Opcionales para leer. Puedes empezar a leer tranquilamente el fic primero y saltarte esto, si gustas): ¡Hola, fanáticos del Michi! ¿Se acuerdan de este fic? Jajaja xD

Hace años tuve la oportunidad de ingresar a este amado fandom y compartirle al mundo mi opinión sobre el Michi, de la misma manera tuve la oportunidad de compartir también una de mis primeras historias, llena de headcanons que en su momento, cuando no sabía ni qué eran, escribí. He tenido altos y bajos con esta historia a lo largo de los años, no lo niego, debido a que principalmente empecé a escribirla a mis... -saca cuenta con sus dedos- catorce años de edad, prácticamente, y porque como yo escribía en base a lo que recordaba, (ya que tenía años sin ver Digimon cuando empecé con este "pequeño" proyecto), al final me costó bastante tiempo admitirme a mí misma que en ocasiones, los personajes me salieron muy OoC, como ya algunos veteranos en este fandom habrán podido notar. Sobre todo con aquellos que se acabaron de ver nuevamente el anime con cada temporada, y por ende, tienen sus conocimientos frescos en la materia, cosa que no pude hacer cuando comencé con esta historia.

Pero bueno, simplemente quiero agradecer a cada una de las personas que me han acompañado a lo largo de este viaje, con sus visitas, lecturas y comentarios. Les confienso que, mientras desarrollaba y pulía un poco mis habilidades de escritura, más de una vez se me pasó por la mente eliminar esta historia -ojo, no por problemas con los reviews ni nada semejante-, sino porque a medida que crecía y leía... me daba cuenta sobre qué tan pobre era esta historia, literariamente hablando. No sé, cosas que uno piensa ya de grande y con cierta experiencia escribiendo fics... al menos eso no ha cambiado a lo largo de los años :) Pero luego recordaba sus hermosas palabras y ánimos, que la verdad... pues me daba cosa eliminarla, y más con la locura que han tenido los fickers en estos tiempos de borrar cada uno de sus trabajos sin avisar, a lo loco. No quise borrar algo que hizo feliz a los demás (aunque fuese por breves minutos), ni tampoco podía eliminar cierta parte de mí, en esta historia (en el sentido de pasar horas escribiéndola, desarrollándola, imaginándola y todo eso...)

Y pues, ya que estamos en el 2017, nuevo año, decidí que ya es hora de ponerle punto final a esto, porque necesito en cierta manera, cerrar este ciclo, esta historia, para que así pueda seguir escribiendo y continuando otras ideas sin sentir más culpa xP ¡Sobre todo para poder escribir más Michis sin culpa! Porque dejénme decirles que tengo un semi long-fic que aiins, ¡como me he contenido de compartirlo con ustedes, eh! xD

En fin, les adelanto que en esta nueva edición tendremos más "escenas perdidas" e incluiré más descripciones de escenarios. Cosas que pensaba a medida que escribía pero que no sabía como narrar, o lo obviaba por "sobre-entenderse" y la cosa. Así que sí, notarán que el cambio será tremendo -más no alteraré nada de lo que leímos en el pasado-, sino que simplemente agregaré más detalles que había pensado hace años de los mismos.

Espero que les guste, y ¡arriba ese Michi! :)


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Cap. 1 Sinceridad

Ha pasado tanto tiempo desde que descubrimos la verdad…

Tiempo en el cual, me engañaste.

Y lo sigues haciendo.

Lo peor de todo, es que tratas que te siga viendo como la chica que conocí hace años, la chica que todavía presumes ser. (O en este caso, que fuiste, y que ya no volverá a ser la misma de antaño) Trato de no pensar mucho en ello ahora, cuando contemplo a Mimi Tachikawa, la chica con la que menos pensé congeniar jamás, luego de vivir aquellas aventuras que pasamos en el Digi-Mundo, todos nosotros. En aquél momento, yo tenía 11 años, y ella 10. Soy mayor que ella por un año y tantos meses, razón por la cual terminé cuidando de ella en muchos sentidos.

A Sora Takenouchi la conozco prácticamente desde que tengo uso de razón, y ha sido mi mejor amiga durante muchos años. Desde el jardín de niños hasta la actualidad, (ambos cursamos segundo año de secundaria, a pocos meses ya de graduarnos), hemos estudiado juntos, compartiendo prácticamente las mismas clases, y el habernos despedidos de nuestros Digimons en aquél "campamento", simplemente hizo que nos acercáramos aún más. Hasta el punto de que yo terminara de perder la cabeza por ella, y pedirle que sea mi novia. Luego de muchos intentos y fracasos que al principio no entendí mucho, Sora aceptó.

La felicidad por el suceso me embargó en aquél momento, no lo voy a negar. Pero ahora... viéndolo en retrospectiva, las cosas han cambiado. Ya la felicidad que creí sentir desde el comienzo, gradualmente se había transformado en otra cosa. Al punto de tener la certeza de que ella me engaña, con otra persona. Sí, lo sé, y honestamente, no tengo idea si ella está al tanto de que lo sé, y si lo está, pues entonces sigue actuando como si nada.

Pero bueno, vayamos por partes. Ya les iré contando más detalles dentro de poco, con calma. Porque mi tren de pensamientos se vio nuevamente interrumpido al sentir como una mano acariciaba mi mejilla.

Abrí mis ojos, y recordé de improviso donde estaba: Mimi y yo nos habíamos saltado la última clase solo para vernos, aunque sea por un breve instante. Me vi reflejado en aquellos ojos color miel tan puros, que parecían expresar mucho en cuestión de segundos. Era algo que había notado desde hace cinco años atrás, tiempo en el cual comenzamos a vernos e interactuar con más frecuencia. Tras lo sucedido con los Digimons, semanas después, Mimi y su familia se mudaron a Estados Unidos porque Keisuke-san, el papá de Mimi, había aceptado una oferta de trabajo en América y no quería desaprovechar la oportunidad. Era una decisión que él, junto con su esposa, habían tomado y conversado en el caso de que se concretara. Y como cosa rara, Mimi no supo nada del asunto hasta el último momento, y entre lágrimas nos comentó que no quería irse del país, ya que no quería perder contacto con cada uno de nosotros. Aún recuerdo su sonrojado rostro mojado de lágrimas y hasta me dio mucha pena por ella. Pero a pesar de eso, no hice nada. No le dije nada para consolarla, ni mucho menos intervine con su familia para que se quedara, ¿por qué lo haría?. Así que me mantuve como siempre lo había estado con ella: amigable pero al mismo tiempo, manteniendo cierta distancia; sin involucrarme mucho. ¿El motivo? Pues hoy en día si me lo preguntaran, ni yo mismo lo tuviese claro. Sólo sé que cuando se trata de ciertos temas, trato de no pensarlos mucho y evado el asunto tanto como me sea posible, para evitarme dramas innecesarios a lo largo del camino.

No obstante, aquellos dramas, mayormente innecesarios, (casi que todo lo que estuve evitando durante años en toda mi vida), comenzaron a llegar de igual manera apenas crucé la línea: en el momento en que me hice más cercano a Mimi. O a Meems, como le digo de cariño. Bueno, vale, mi hermana también le dice así...

La cosa era que ella me mandaba postales. Demonios, si mi memoria no me falla, creo que hasta me mandaba, por lo menos, una postal cada semana. Las cuales serían cuatros postales en total, si tomamos en cuenta cada semana del mes. Mimi era (y hoy en día, sigue siendo) bastante generosa con los detalles: cuando ella escribe, tiene la habilidad de hacerte sentir como si estuvieras con ella, a su lado, disfrutando del sol y la arena. Disfrutando del frío y las montañas, del calor y humedad... todo con tan sólo leer una de sus postales. Y joder, aquellas cosas poco a poco empezaron a llamar mi atención y cuando me di cuenta, no sólo fue ella la única persona que enviaba postales, sino que yo mismo comencé a hacer mi propio esfuerzo para mandarle algunas de vuelta también.

Y así, poco a poco empezó ese intercambio, al principio extraño, entre nosotros. Comenzábamos con cosas superficiales, desde el "¡Está genial el paisaje, broncéate por mí!" de mi parte, hasta el "No sé nada de ti desde hace tres días, ¿está todo bien?" cuando al terminar la semana y sin recibir ninguna llamada telefónica de su parte, me... me preocupaba.

A Mimi le encantaba (y odiaba) América a partes iguales, eso lo sabía muy bien. Me lo expresaba a menudo en sus cartas, le atraía la nueva cultura, pero odiaba no poder estar cerca de nosotros, de sus amigos. De por sí, cada uno mantenía contacto con Mimi, en diferentes y propias maneras.

Recuerdo que una vez le comenté una vez a Sora lo que Mimi pensaba realmente de América, y ella se quedó sorprendida por un breve momento, aunque recuerdo que casi enseguida yo también compartí su reacción: ya que a pesar de no saber con exactitud qué tan fuerte era el vínculo entre ambas, en cuanto a la amistad... me di cuenta que yo sabía algo que Sora no, con respecto a ella.

Y ese sencillo hecho, (también el darme cuenta que Mimi confió en mí más que en ella al comentarme esto), me hizo sentir... en cierta manera, especial. Nuevamente ignoro si también Koushiro o el Superior Joe alguna vez supieron de aquél detalle, sin contar las demás anécdotas de la vida de Mimi, ya que ellos habrán compartido más con ella, pero aún así... ese hecho me alegró.

El convertirme en su mejor amigo, así sea a larga distancia, en su confidente. Las llamadas internacionales entre ambos poco a poco fueron más frecuentes, y largas. Mi mamá me regañaba seguido por eso, je. Pero con el pasar del tiempo, me di cuenta que tal vez había juzgado mal a Tachikawa Mimi desde el comienzo. Ella misma me había mostrado lo que había más allá de aquella niña mimada y superficial. Ella misma, a su propia manera, me había enseñado a conocerla.

Por lo que esperaba ilusionado cada navidad, cada celebración internacional, cada primer día del mes de agosto para verla en persona, cada vez que ella viajaba de regreso a Japón... para pasar tiempo con ella, comer helado, seguir hablando de tonterías y... comer más helado. Le encantaba el sundae de fresa con chocolate, y a mí me encantaba su sonrisa de niña traviesa cuando le retaba a comer más. Me descubrí contemplándola más de la cuenta, más que a Sora, quién ya había comenzado a ser mi novia en aquél tiempo.

Sin ser conscientes del tiempo, Mimi soportó vivir en Estados Unidos tres años.

Tiempo de sobra para que una persona cambiara por completo, si lo analizamos así.

Le sentó muy bien a ella, el vivir en el extranjero. Llegó bastante cambiada, renovada, optimista... llena de energía. Me sorprendió incluso que yo no viera venir todo su cambio por completo. Por Kami, si de niña era bellísima, a sus trece años lo era... bueno, se notaba más. Y recuerdo bastante bien aquél sabor ácido en mi boca y en el estómago, al fijarme que la mayoría de mis amigos y compañeros comenzaban a... babear por ella. Oh sí, no sabía por qué, pero aquello comenzó a cabrearme profundamente: Mimi era muy inocente y enamoradiza, cualquier estúpido le podría hacer daño, y ella era... mía. Punto. Ya habíamos hablado de eso, demonios, si hasta nos habíamos besado y habíamos hecho un poco más que eso antes de que ella regresara a Japón de manera definitiva.

Y todo esto surgió a raíz de la infidelidad de mi novia Sora, quién lo diría.

—Tai… —Susurró mi dulce ángel, soltando mis labios, interrumpiendo un beso del cual no quería salir de él jamás. —Basta, nos pueden ver…

Ella miraba alrededor, temerosa por si alguien más no pudiera ver haciendo cosas "indebidas" fuera de clases. Cosa que a mi parecer, era totalmente innecesaria, ya que normalmente siempre nos escondíamos detrás de los árboles, en las sombras, o en algunas de esas cabañas escolares.

¿Y qué si alguien más nos veía? ¿Y qué si la propia Sora nos llegara a ver? Ella, la causante directa (o tal vez no) de todo esto.

—Ya, no pienses en eso. —Le interrumpí, cabreándome por alguna extraña razón con sus palabras, y conmigo mismo también. Ella se calló de inmediato, y yo la miré de reojo, empleando cualquier indiferencia en mi voz que fuese posible. —Además, de ser así, ellos han de estar más ocupados que nosotros, Meems… —Le recalqué, llamándole por el apodo cariñoso que ella misma nos había sugerido a todos durante años.

Si. Así es, señores. En resumidas cuentas, Mimi Tachikawa mantiene algo en secreto con su narrador favorito, Tai Kamiya.

Y aquí podría decirse que sería el comienzo de esta historia, ya que viene siendo mía.

O mejor dicho, nuestra historia…

Sin decir palabra ni pensarlo mucho, ella se volvió a mis brazos y yo la apreté con fuerza, sin llegar a lastimarla. Nos quedamos abrazados así, por un rato más. Sin poder evitarlo, enterré mi nariz entre su pelo, inhalando su aroma. Ella acariciaba levemente mis omoplatos y sentía que si seguía así, fácilmente me dormiría.

Vio como ella se separó un poco para mirar el reloj de su teléfono, y dio un respongo. No me gustó como ella alejó bruscamente de mí, y quise decirle algo al respecto, pero sólo me quedé ocupado mirándola mientras me mordía el labio. Las palabras que quería decir arañaban mi garganta. Lo cual era molesto, porque me pasaba bastante seguido.

Segundos después, ella comenzó a sujetar su bolso en el hombro.

Nuestras miradas resignadas se encontraron. —Bueno, tengo que irme. Nos vemos al rato, "novio."

Sonrío internamente ante su particular elección de palabra. Es curioso que me diga así, cuando es ella la que también tiene pareja, y encima, que su pareja también la engaña. Así que en parte podría decirse que ella se está desquitando en cierta manera de él, conmigo.

Sí, esta historia puede ser contada en diversas maneras, con diferentes puntos de vista. Y para no confundirnos, trataré de explicarme en el camino.

Intentando pensar en algo más alegre, logro acercarme hasta ella para poder ayudarle con sus libros, y ella me lo agradece dándome un beso en la mejilla. No me di cuenta que sonreí como autómata por ese simple (pero no menos) importante beso.

Vi como su mano se posaba por encima del pomo de la puerta. —Me llamas cualquier cosa. —Le dije, como siempre. Siempre estaré ahí para ella, sin importar qué.

Ella asintió, guiñándome un ojo y empezó a andar.

Me quedé observando su espalda hasta desaparecerse por completo. Me permito reír de manera boba al recordar nuestros besos recientes, demonios… si yo pudiera describirlo en simples palabras, (y si fuese en otras circunstancias), puede que jamás dijera esto, el admitirme esto incluso para mí, pero Mimi es… lo mejor que haya pasado en la vida.

Así sin más.

Y creo que me di cuenta de ese detalle bien tarde.

Ella es… perfecta. A mis ojos es perfecta, ya que no me molesta tanto sus defectos como antaño podría parecer, y... pues ¿qué puedo decir? Realmente no me llegan otros adjetivos a la mente para describirla. Porque en el pasado y cuando más la necesitaba, ella se había convertido en mi mejor amiga, y sé que ella nunca, nunca me traicionaría.

No como Sora Takenouchi.

Y sin poderlo evitar, mi cara se contrae de inmediato con la simple mención de su nombre. Han pasado tantas cosas que... ni yo mismo puedo creerlo, pero gracias a estas situaciones, el sentimiento genuino que alguna vez tuve hacia ella, se marchitó hasta quedar simplemente en vacío, en rabia, en impotencia... en...¿odio?

Realmente ya no estaba seguro, no estoy seguro de vez que intento pensar en ello, en definir mi actual relación con ella, algo siempre pasa o interfiere en el momento.

Lo que si sé con seguridad, es que tristemente dicho estado comenzó a germinar con el pasar de los años. Causado por un acontecimiento inesperado que ni en mis sueños más locos hubiese imaginado.

Pero joder, al mismo tiempo yo...

Sacudí la cabeza y cuando alcé la mirada, me di cuenta que mis cavilaciones me dirigieron hacia el salón de clases. Alcé las cejas, creo que estoy perdiendo el sentido de la realidad en ciertas ocasiones. ¿O acaso esto es normal?

— ¡Mi amor, regresaste! —Me dijo Sora, la que se supone que es mi novia, besándome la mejilla. Trato de sonreír, pero siento que va a salir muy forzado, así que intento relajar mi rostro mientras la contemplo. Ella estaba vestida con su uniforme de tenista.

...No sé por qué aún no ha podido terminar nuestra relación, si realmente quiere a otro tipo.

Hipócrita.

—Ah, si. —Le respondí ausente, sin ganas de extenderme. Muy rara vez entablábamos conversación. O bueno, muy rara vez quería mantenerle la conversación.

Ella siguió mirándome, algo dudosa.

— ¡Oh, casi lo olvido! Mattew, oh, perdón... —se corrigió al instante y yo alcé la ceja, ese apodo era nuevo. —Yama… —Sacudió la cabeza, mientras que contemplaba un rubor en sus mejillas. —Digo, Yamato…

Su titubeo únicamente lo que hizo fue aumentar mi molestia. Y mi histeria por la situación cada vez aumentaba, ¿acaso ella misma no se daba cuenta que era demasiado notorio?

— ¡Al grano, Sora! ¿Qué pasa? —Bramé, no pudiendo controlarme ni un segundo. Qué más da, llámalo cómo quieras… Dicha exclamación pareció aclarar sus pensamientos, porque vi como rápidamente serenó sus facciones y me sostuvo la mirada.

—Bueno, ¿te acuerdas de la tarea de Biología? Es para hoy, y casualmente la tiene.

Joder, de paso se me había olvidado que teníamos tarea.

Esto era el colmo.

Pero oh, ya sé que dicho comentario era simplemente otra de sus solicitudes para justificar el pasar tiempo con él. Lo sé, porque nada de esto no es nuevo.

Si fuésemos actores, seguramente este numerito sería parte de la rutina que a diario ejecutamos, sin ser conscientes sobre para quién actuamos. Parte de mi ser se destroza cada día por este espectáculo, se seguía destrozando al notar que esta cosa rara que teníamos por relación no podía salvarse, al parecer. Si ella quería a otro chico, entonces no entendía por qué no me dejaba.

Aunque no lo puedo negar, en cierta manera mi orgullo se siente muy complacido por el hecho.

Tal vez yo tenga algo que él no, ¿quién sabe?

—Sí, sí. Lo que digas. —Respondí, no queriendo darle vueltas al asunto de momento. Le di una última mirada, mientras me dirigía a mi asiento. —Al menos, trata de prestarme sus apuntes. No sacaré un cero de nuevo.

Eso pareció aliviar la tensión del ambiente.

— ¡Sí, se lo diré! ¡Eres el mejor novio del mundo! —Me dijo, abrazándome. Me sorprendí de manera vaga al sentir mis brazos rodear su cintura.

Sentí a mi garganta secarse. —No hay por qué.

Dicho esto, me lanzó un beso en el aire y se desapareció rápidamente del salón. Yo suspiré, sacando mis audífonos y mi iPod para colocar algo de música.

Sí, adelántense.

Anda a besuquearte con él y a jugar a engañarnos…

Sólo espero que a Mimi le vaya mejor en esto que a mí.


(Mimi)

Se me había hecho tarde para la clase, pero antes de que pudiera avanzar un poco más, sentí como una mano sujetó con fuerza una de mis muñecas, y me dio la vuelta. Quise gritar, pero me tranquilicé casi enseguida al encontrarme de frente con los ojos azules más espectaculares y bonitos que casi desde siempre he podido contemplar.

Él sonrió con socarronería, como si hubiese adivinado mis pensamientos, y casi enseguida me sacó conversación y yo encantada, sin mucho esfuerzo le respondí más animada que de costumbre. No era nuestro aniversario ni nada, aunque hablando de eso, ya se acercaba, pero era esta clase de detalles lo que hacía de Yamato un ser muy especial.

—Ohh, gracias. Es muy bonita —Le digo después de un momento de silencio, mientras contemplaba la flor que me había regalado antes de despedirnos. Ya mi clase había comenzado desde hace mucho, pero la verdad era que no había tenido ganar de ir, así que cualquier tipo de excusa que atrasara más mi llegada, siempre era más que bienvenida. —De verdad, es muy tierno de tu parte.

Sentí sus dedos posarse en mi barbilla, yo me paralicé ante su toque y su mirada jamás flaqueó en ningún momento.

—No tienes por qué agradecir, Mimi, no fue nada. Sólo es un detalle para la chica más linda que he tenido.

Dicha oración logra por completo destruirme, a la vez que intento no transformar mi rostro en una mueca de desprecio. No pude evitar voltear mi rostro a un lado, mirando cualquier cosa menos a él, porque sentía que la sangre hervía por todo mi ser. No podía creer en sus palabras. Ya no.

No después de tantos años de mentiras y engaños.

¿La chica más linda que has tenido, Matt? ¿En serio? Quise gritarle, destrozar la flor en sus narices. Pero en cambio, apreté mis labios. Con fuerza, con impotencia.

Por casualidad, ¿no será que me confundes con Sora, verdad?, la pregunta la tenía en la punta de la lengua, preparada para salir en cualquier momento.

Tarado, quise llamarle.

Estúpida, he sido durante los primeros años, por haberme fijado en alguien como él. Antes de que pudiera responderle, el sonido de unos pasos nos alertó de inmediato. Luego, vi rojo, por una cabellera bastante peculiar. Vi como su sonrisa resplandecía, y como cosa rara, pareció no notarme. ¿O tal vez fue porque no quiso notarme?

— ¡Mattew! Aquí estas. —Dijo Sora Takenouchi. La chica a la cuál una vez respeté y quise con locura, a mi mejor amiga.

Vi como Matt la miraba sorprendido, como si realmente esta situación fuese improvisada. Sentí como mi rostro se contraía en respuesta. Ambos compartían clases, sí, pero no había necesidad que compartieran el tiempo libre también. Y más si ella tiene a mi mejor amigo como novio.

¿Qué acaso no se puede conformar con lo que ya tiene?

—Sora, ¿qué estás…?

—...Ya, no digas nada. —Dijo, interrumpiéndolo y agarrando su muñeca. Yo abrí mis ojos de manera desmesurada. ¡¿Qué acaso ni piensa saludar?! —Hay mucho que hacer en el proyecto de Ciencias, así que vendrás conmigo…

Quise gritar de manera histérica, porque tampoco es que Matt pusiera mucha resistencia. Por Dios, ¡estos dos no saben ni disimular! Carraspeé un poco, a ver si alguien reparaba en mí. ¡A ver si así ella deja de babear por MI novio!

—Oh, ¡lo siento, Mimi! —Exclamó ella, ¿tal vez un poco apenada? ¿Podía ella realmente sentir pena por algo? Vi como sus ojos pasaban de mí hacia él, y vi au indecisión, a leguas se notaba. ¿Será que puedes…?

No alcanzó a terminar su oración, porque hice el ademán de irme. Estoy molesta.

—Oh, ¡no se preocupen! Hagan sus cosas… —Ironicé, imitando en parte el tonito que ella anteriormente había empleado. Mi enojo se hizo muy evidente, por supuesto, así que noté como ambos se alertaron por eso.

Matt fue el primero en querer romper el silencio. —Pero, yo… nosotros estábamos hablando, no creo que tome mucho tiempo, ¿sabes? ¿Y qué tal si mejor...?

—Ya, Matt. —Lo detuve con la mano, interrumpiéndole de inmediato. —No tienes porqué preocuparte. Yo también tengo vida social… —Le dije, aunque sabía que por ahí no iban los tiros, pero no quería mantener conversaciones con ninguno de los dos, porque estaba segura que de mi garganta no saldría otra cosa más que gritos y reclamos si continuaba fingiendo ser civilizada, con ambos. Especialmente con ella. Igual no estaba en mí tomar simplemente este tipo de decisión, por mí sola.

Así que opté por lo seguro: sin decir nada más, me retiré. Caminé lo más lento que pude, y ni aún así, ninguno de los dos hizo nada por detenerme. Fue al final del pasillo que pude escuchar parte de sus cuchicheos:

—Lo lamento. —Le escuché decir a Matt, apenado. —No quería que tuvieras problemas con ella…

—No te preocupes. —Le respondió Sora, casi podría jurar que se escuchaba aliviada. —Ya se le pasará.

Por poco ahogué una carcajada amarga. Porque sí, seré ingenua y toda la cosa…

Pero oh, no soy tarada.

Matt y yo (sí, a él todavía no le gusta que lo llamen por su nombre completo), hemos salido de manera oficial desde hace dos años. Como verán, somos novios. Aunque si les soy honesta, a veces es como si no lo fuera. Porque ahora, ya a mis 16 años de edad, me siento nuevamente atraída… Pero no de él. ¡Sino del mejor hombre del mundo! Bueno, todavía no es un "hombre" como tal, así que se diga, pero no puedo evitar soltar una carcajada al recordar todas las bobadas que él todavía hace. Porque en el fondo, él sigue siendo un niño. Un niño rebelde, pero al mismo tiempo dulce y tierno…. Y esa combinación de personalidades, me encanta. Me fascina, me entretiene y… muerdo mi labio, pensativa. Definitivamente dicha combinación me enloquece.

Sonrío cuando siento la luz solar pegarme de lleno en mi rostro, aprieto los párpados con fuerza y me imagino que estoy en la playa. Faltaban pocos minutos para que el timbre sonara y las clases se reanudaran, pero ya desde el primer periodo había decidido faltar a lo que quedaba de clases por hoy. Igual ya la cabeza no me daba para concentrarme, suelto un suspiro desganado y estiro mis extremidades mientras avanzo a la fuente que adornaba todo el medio del instituto.

Me siento con cuidado en una banca, y me distraigo viendo como el agua fluye, se detiene y vuelve otra vez a empezar. Un ciclo sin fin, me digo. Y así es como se vuelve inevitable el rumbo de mis pensamientos acerca de la relación que tengo con mis antiguos camaradas.

Si pudiera volver atrás en el tiempo para comenzar todo desde cero, ciertamente cambiaría un par de cosas.

Siento como una mano toca mi hombro y trato todo lo posible por no sobresaltarme del susto, sin éxito.

—Hey Meems, ¿puedo sentarme aquí contigo? Al fin y al cabo, es la hora del almuerzo, y podemos hablar mejor. ¿No crees, cuñadita?

Me sonrojo de inmediato mientras detallo a mi acompañante, definitivamente la combinación verde y blanco del uniforme le sentaba bien a Hikari. La sigo observando mientras le regalo una sonrisa, aún me cuesta creer que ya tan pronto haya crecido, cuando la conocí... wow, definitivamente jamás me hubiese esperado que en un futuro me llevaría de manera estupenda con ella. A lo largo de los años, ella ha sido mi mejor amiga, mi confidente, mi compañera de aventuras. Le tengo un cariño muy especial a ella, por diversos motivos.

Sigo recordando su nuevo mote y la vergüenza se apodera de mi rostro. —Ay, Hikari, ¡deja de llamarme así! ¡Sabes muy bien que no lo soy!

Realmente tengo sentimientos encontrados a medida que le respondía, con un tono bastante agudo que no me gustaría recordar. Aquella mezcla de tristeza, felicidad y melancolía... caray, me es demasiado familiar. Porque es un estado anímico del cual convivo a menudo.

Kari suelta una carcajada y me mira de una manera enigmática. —Lo serás. Muy pronto.

Intento no sonrojarme por la convicción de su tono de voz, pero nuevamente fallo en ello. Al cabo de unos segundos, ella se sienta a mi lado.

Me lanza una mirada, con una sonrisa retadora. Como si tuviera algún argumento en contra.

El desfile de imágenes que aparece en mi mente, viajando a la velocidad de la luz con los mejores momentos que he tenido con Tai, sumando con las futuras experiencias que me gustaría vivir con él, me invade y no soy capaz de detenerlo. Mis ojos se encuentran con los de mi amiga, y no sé por qué repentinamente siento mi vista nublada.

Estar con ella me hace feliz. Y al mismo tiempo, me recuerda que nosotras en realidad... no somos realmente cuñadas.

Porque no soy la novia de Tai.

Y honestamente, no creo serlo. Ni creo ser capaz de avanzar en mi relación "cariñosa" con él.

Me aclaro la garganta. —Aahh... bueno, yo…

—Jaja, ¿sin palabras, Meems? —Me inquiere y es algo que me incomoda, porque desde hace tiempo he querido hablar con ella sobre mis sentimientos, sobre qué es lo que realmente me gustaría hacer.

Pero siento que con ella no podría hacerlo, contarle esas cosas. No sé si sea por el hecho de que es ella precisamente la hermana de la persona que en estos momentos, más me interesa en la vida. ¿Será eso?

¿Acaso tendría algo que ver?

Pero mi respuesta automática casi siempre era negar con la cabeza y aclararme la garganta para tal vez ilustrar mejor la situación, —No, Hikari. Es sólo que…

Bueno, muchas veces he pensado que Hikari Yagami es alguien que practica la brujería, o está muy metida con eso, porque no me dejó terminar siquiera la oración, y ya sus suaves y cálidos brazos me envolvieron en un reconfortante abrazo.

Como era de esperarse, yo me paralicé por el suceso. Aunque no les voy a negar, soy una fanática de los abrazos. No obstante, parpadeé rápidamente para recuperarme de la impresión, y al final cedí a ello.

—Ya. No tienes porqué dar explicaciones. —Me dijo, cuando nos separamos. —Lo sabe todo.

Ladeé mi cabeza a un lado, tratando de no sentirme molesta.

¿Con qué derecho se creía de tener libertad para contar mis problemas a cualquier persona?

Vale, aprecio a Hikari. Demasiado. Pero había ocasiones en las que no estaba muy de acuerdo con su manera de actuar. Como por ejemplo, en este momento. No pude evitar sentirme recelosa de una situación que tristemente me involucraba, y bastante, así que ya podrán comprender que con cosas delicadas... era mejor no hablarlas, ni comentarlas delante de terceros.

En especial, delante de personas que no tienen nada que ver con la situación.

Aunque bueno, si Hikari en realidad compartió nuestro secreto (y enfatizo el "nuestro" porque de paso ese secreto no es solamente mío, sino de Tai, su hermano), si ella lo compartió con la persona que estoy pensando...

Esa persona no se ve afectada directamente. Pero tendría algo que ver en el asunto.

Y aún así, no puedo evitar sentirme molesta y... en parte traicionada.

La miré fijamente, tratando de relajar mi rostro de cualquier tipo de expresión. Ya después hablaría con Tai. —Entiendo. Pero, ¿acaso Tai lo...?

Ella me cortó mientras alzaba sus manos. Parecía... inquieta. —Confía en mí. Todo saldrá bien.

Yo por supuesto, expresé todas mis dudas con una sola mirada.

Y antes de que pudiera decir algo, sentí como mis ojos fueron tapados por unas familiares manos que conocía bastante bien.

— ¿Quién soy? —Inquirió con un tono misterioso que más que darme miedo, me causó mucha gracia.

Por Dios, qué bobo.

Pero me es inevitable no seguir con su juego, por lo que fingí pensar por un momento. —Alguien importante, ¿quizá?

—Más te vale, señorita. —De inmediato me soltó y me volteé para verlo. Mi sonrisa se escapó sin poderlo evitar, y mis ojos detallaron que traía su maletín consigo. ¿Acaso se escapó de clases, de nuevo? Antes de que pudiera decir algo, él me apretó la mano mientras nos mirábamos con ternura. Nos hubiéramos besado... de no ser porque estaba Kari presente, y que toda la High-School podría vernos… y... bueno, ¿no se suponía que esta relación tenía que quedarse en secreto?

Qué horror, a veces ni yo misma le presto mucho cuidado a ese principal detalle.

Y Taichi al parecer, tampoco. Fue una cosa que luego de cierto tiempo, me percaté.

Su rostro estaba muy cerca del mío y no notó mi mirada de "¿En serio me besarás aquí? ¿Aquí mismo?"

Carraspeé de manera sonora, y lo empujé ligeramente con mi mano. Con él tengo que ser muy directa a la hora de hablar, ya que él no entiende de sutilezas.—Ah, Tai… Los demás podrían vernos.

Él se detuvo a medio camino, con su rostro mitad confundido y extrañado y Kari se echó a reír. Mejor dicho, se carcajeó. Bastante.

— ¡¿Y apenas lo vienes a notar?! ¡Caray, ustedes dos si que saben disimular! —Volvió a reírse. ¿Es mi imaginación, o soy la única sonrojada? Porque Tai ni parecía escuchar lo que su querida hermanita dice de nosotros…

Siento su mirada fija en mí, como si me llamara. Qué curioso, siempre respondo a ella, como si estuviese atraída hacia ella como si fuese un imán.

—Bueno, par de bobos, me tengo que ir. Takeru ha de estar esperándome.

Takeru.

Ya después hablaré con Takeru...

Me recompuse enseguida y me despedí de ella animada, —¡adiós, Hikari!

—¡Adiós, Meems! ¿O mejor debería de llamarte cuñix ? —Volví a sonrojarme, y fui incapaz de emitir palabra, aunque más que todo quería reír por su atrevimiento. Ella me guiñó el ojo, se despidió de su hermano, y se fue.

Me dirijo hacia Tai, enarcando las cejas y colocando automáticamente mis manos en mis cintura.

—Taichi... —Empiezo, sin saber realmente por dónde comenzar. Estos últimos días han sido tan... raros.

Él sacudió su mano, restándole importancia. —Bah, tranquila… es mi hermana.

Siento como el tic en mi ojo se manifiesta, de manera descontrolada. De inmediato, muestro mi mejor sonrisa y digo en un vergonzoso tono agudo: —No, no me molesta nada lo que me ha dicho. Y mucho menos que hable así aquí, en este lugar… No, ¡no tengo problemas en eso!

Tai alza una ceja en señal de no creer nada de lo que digo, y bueno, que bien que al menos ya esté familiarizado con el sarcasmo americano del cuál es muy difícil escapar. En serio, es adictivo. Mi garganta se seca al notar el brillo de sus ojos… Me odio un poquito ahora por fijarme en sus ojos en este preciso momento. ¡Por Dios! ¡Qué hermosos ojos tiene!

—No hay necesidad de mentirme. Si te molesta algo, sólo dímelo.

Bueno, en este momento me molestaban muchas cosas, la verdad.

—Vale. —Miré al suelo, en ocasiones me costaba expresar ciertas cosas.

Tai me tomó de la mano. —Muy bien, hora de irnos.

Yo le miré interrogante. — ¿Irnos? ¿A dónde?

Me guiñó el ojo. —A nuestro lugar.

Solté una sonrisa nerviosa, a pesar de todo, aún me daba cierta vergüenza delante de él.

Le apreté la mano, y nos fuimos.

Mañana nos esperaba un largo día.