Emmett POV

Las horas pasaban Rosalie y yo no conciliábamos la idea de terminar nuestra noche de bodas, una maravillosa luna de miel en Barbados o bueno una isla cerca de Barbados donde podíamos salir sin que nadie se asustara por el brillo que nuestros cuerpos provocaban. Todo marchaba tan perfectamente que en cuanto llegamos a la cabaña, dejamos las cosas tiradas en el piso, nuestras ropas desgarradas, todo tan perfectamente bien desordenado.

La miraba con deseo, deseo que no podía parar con cada una de las veces que hacíamos el amor en nuestra cabaña. La tome sobre el sofá, sobre la mesa (la cual termino sin patas y quebrada por mitades), la cama, el jardín, la playa. Toda la isla fue testigo del amor que nos tenemos Rose y yo. Ya estábamos en la cocina cuando la mira, desnuda, hermosa y brillando bajo la suave luz del sol. Ella miraba por la ventana, sabía lo que pensaba, sabía que ella estaba pensando que se sentiría que después de tantas veces de haber hecho el amor conmigo que se sentiría quedar embarazada y ser mamá. – Rose – susurre en su oído mientras la abrazaba por la cintura – lo lamento daría lo que fuera para darte un hijo – mesticé en suave voz besando su cuello temeroso a su reacción – lo sé – ella dijo con la voz aun perdida en sus sentimientos.

Rosalie POV

-Lo sé Emmett lo sé - decía mientras el besaba mi cuello y yo no podía evitar restregar mi cadera en la suya, restregándome contra su erección, tomando sus manos y subiéndolas a mis pechos, aun tenía ese pensamiento pero no quería estropear una noche llena de magia. Me gire para volver a besarle con mucha pasión sentándome en la barra de la cocina, abriéndole mis piernas para que entrara con libertad en mí.

Con trabajo aleje el pensamiento de mi mente y me concentre en la forma en que Emmett con ternura, pasión y mucho amor me volvía a hacer suya. Una y otra vez, ese grande y duro miembro entraba y salía de mí con tal cuidado que me tornaba aun más loca. Gemía y gritaba sin piedad como si el mundo se fuera a acabar, cerré los ojos disfrutando del vaivén de sus caderas sobre las mías.