Hola!
Esta es mi primera historia asique espero que sea bien recibida.
Y es importante destacar que se la dedico a Neissa (Wapaaa! ^o^). Si no hubiese sido por ella, probablemente no habría sido capaz de escribir nada (principalmente porque mi musa se ha ido de vacaciones T.T).
Bueno, por último solo queda decir que ni Shesoumaru ni Rin ni Jaken me pertenecen. Son de su legítimo dueño. (Tengo entendido que a pesar de ser evidente tengo que decir esto para que no vengan y me demanden)
-Inexplicablemente Perfecto-
Capítulo 01
En el gran palacio de las tierras del norte, respetado por todas las criaturas; tanto humanos como demonios, por su porte solo superado por el del propio Señor del palacio, se encontraba dicho Señor en su estudio sin apartar la mirada de la ventana mientras su consejero, un demonio mayor en edad y experiencia, intentaba en vano que le prestara atención.
A través de la ventana podía ver a Rin en el patio trasero entrenando su habilidad en el manejo de la espada mientras luchaba contra el general de su ejército, quien parecía haberse convertido en su compañero de prácticas.
Aún podía recordar la sorpresa que le embargó cuando la humana de escasos 12 años prácticamente le rogó que le enseñara a luchar y poder así defenderse sin ayuda. Tras semanas de súplica decidió ceder. Al principio la entrenó únicamente con esa finalidad, pero la joven demostró tener un gran desempeño. Tanto, que decidió que podría acompañarlo a reconocimientos de rutina por los terrenos. Con el tiempo le proporcionó conocimientos de estrategia y le concedió un puesto en su ejército. Llegó a ascender hasta ser capitana de su propio escuadrón, formado por quince de los mejores demonios a sus órdenes. A sus veinte años Rin junto con el general Yashamaru se había convertido en su consejero de guerra.
Todavía le venía a la memoria la niña que se dedicaba a hacer coronas de flores y jugar con Jaken. Si bien seguía siendo tan alegre como entonces, su carácter había cambiado muchísimo debido a los combates, que a pesar de no ser muchos ni muy serios la presión de ser capitana era constante. Había madurado considerablemente y se había convertido en una mujer decidida y valiente, cualidades que escaseaban en una mujer. Sin embargo, también había recibido normas de etiqueta a manos de Hitomi, el ama de llaves del palacio, a quien la joven llamaba cariñosamente nana.
A los ojos de Seshoumaru, Rin se había convertido en una mujer sumamente atractiva, y no había pasado desapercibidas las miradas de algunos de los demonios de su escuadrón, que iban más allá de la admiración y el respeto.
Esas miradas hacían que su sangre hirviese de ira. Sin embargo, sabía que como heredero de su clan y único poseedor de sus tierras no podía permitirse una aventura con una humana. Y eso le llevaba de vuelta al tema del que su consejero Yoshihiro le había estado hablando durante la última hora.
-Seshoumaru-sama, debe plantearse el tener descendencia cuanto antes. Ya no es un niño, debe atender los deberes que todo príncipe tiene. No podemos permitir que sigan los rumores que empezaron con el ascenso de la joven Rin.
Por supuesto, la noticia de que una humana fuera miembro del ejército de un príncipe demonio corrió como la espuma. Ya cuando esa humana se hizo capitán fue cuando empezaron los rumores sobre su dudosa relación con el Señor del castillo. Rumores que aumentaron debido a la falta de interés del príncipe por desposarse y tener descendencia que continuara la línea de sangre pura.
A Seshoumaru nunca le importaron los rumores, pero debía reconocer que había llegado la hora de preservar su linaje.
-Creo que lo más conveniente es celebrar una cena formal con los Señores más influyentes de estas tierras para conocer a sus hijas y elegir la más adecuada… ¿Seshoumaru-sama? No me está escuchando.
Seshoumaru desvió la mirada de la ventana arto de tanta palabrería.
-Haz una lista con los nombres de esos Señores y sus hijas.
-Aquí la tengo, señor. Por eso le aconsejaba invitarlos.
-Déjame verla.- Seshoumaru le quitó la lista de las manos y tras mirarla detenidamente levantó sus ojos hasta un rincón del estudio. –Jaken, -el mencionado pegó un salto sobresaltado. -manda una invitación para el Señor Hidesuke y organiza una cena con su familia.
-¿Así sin más? ¿No va ha hacer una selección? Se está jugando la reputación de su familia, señor. –cuestionó Yoshihiro con seriedad.
-Todos los nobles son iguales y no creo que vaya a encontrar gran diferencia entre las damas.
-Pero aún así, no creo que…
-Es suficiente, Yoshihiro. Haz lo que te digo.
Seshoumaru se levantó de su asiento de forma brusca y salió rápidamente del estudio. De pronto le entraron ganas de practicar con la espada.
_._._._._
Rin entró a su cuarto exhausta. Los entrenamientos con su amo le agotaban. Él siempre buscaba llevarla al límite y más allá, hasta que no pudiese ni con su propia espada. Sin embargo, disfrutaba esos pequeños momentos del día en los que se sentía, a pesar del agotamiento, poderosa. Veía la mirada que le dirigía su amo cada vez que chocaban las hojas de sus espadas. Notaba el entusiasmo que ponía en la lucha, aunque solo se tratase de un entrenamiento. La deseaba, lo sabía. Le había resultado imposible ignorar los ojos dorados clavados en su nuca desde su despacho mientras entrenaba con Yashamaru. Notar semejante deseo le hacía sentir, de una forma que rozaba el morbo, como si fuera ella el amo. En ocasiones fantaseaba con que en mitad del entrenamiento dejaría a un lado la espada y se lanzaría hacia ella como un animal en celo, y le resultaría imposible resistirse.
Sin embargo, era consciente de que su amo no era para ella por mucho que ambos lo quisieran y enmascararan, en vano, su deseo con feroces ataques. Pronto su amo tendría que buscar esposa y continuar la línea de sangre. Entonces ella tendría que aguantar y permanecer en su lugar sin olvidarse de su papel.
-Rin-chan, el baño ya está listo. –el llamado de su nana la sorprendió. –Pero niña, ¿todavía estás así?
-Enseguida estoy nana. –con ayuda de su nana, Rin se quitó la ropa de entrenamiento.
-Ay niña, no puedes estar todo el día en babia. Enseguida será la hora de la cena y no querrás estar hecha unos zorros, ¿verdad?
-No estoy en babia, nana. Solo estaba pensando.
-Si ya. Bueno, te dejo bañarte. Estaré en el cuarto preparando el kimono.
Cuando Hitomi salió Rin se sentó en la bañera dejando que el agua caliente destensara sus músculos. El vapor del agua y el olor de las esencias que su nana esparcía la relajaban de una forma instantánea. Hacían que su mente dejara de pensar. La hora del baño era un corto momento en el que se permitía desaparecer. Cerró los ojos y recostó la cabeza en el borde de la bañera.
-Rin, niña despierta. Ay señor, ¿qué voy a hacer contigo?
-¿Nana? –Rin abrió los ojos con pesadez. -¿Qué pasa?
-Te has quedado dormida. De verdad, algún día te dormirás en el jardín y no pienso llevarte a cuestas a tu cuarto. Ya eres mayorcita como para dormirte en cualquier lado.
-Nana no sería capaz de dejarme dormir en la intemperie. –contestó Rin con una sonrisa aniñada dirigida hacia Hitomi.
-Aaah. Te aprovechas de esta pobre anciana.
Cuando Rin entró a su cuarto encontró preparado un precioso kimono de color rojo con motivos de jazmines blancos, que Hitomi le ayudó a colocarse. El obi era de color dorado y se ceñía a su cintura resaltando las curvas que con el paso de los años había desarrollado. Por último, Hitomi le ayudó a recogerse el pelo en una coleta alta y le puso una peineta con flores blancas.
-Bien, ahora ya puedes correr para llegar a tiempo a la cena. –dijo Hitomi con los brazos en jarra.
-No te preocupes nana, tengo tiempo de sobra.
Rin salió de su cuarto acompañada de Hitomi. Tras cerrar la puerta, se despidieron y cada quien se fue por un lado del largo pasillo. A pesar de lo que le había dicho a Hitomi, Rin se daba toda la prisa que podía sin que se notara mucho para no retrasarse más de lo que lo había hecho. Normalmente no se dormía en el baño, pero de verdad estaba cansada. Solamente esperaba estar lo suficientemente presentable para no llamar la atención, en el sentido negativo de la palabra, de su amo.
Rin sabía que a pesar de las clases de etiqueta y educación que recibió a manos de Hitomi, no era muy femenina. Al menos, no tanto como aparentaba serlo en las escasas reuniones o visitas sociales que se llevaban a cabo en el palacio o a las que en raras ocasiones había ido como acompañante de su amo. Sin embargo, no se avergonzaba de su forma de ser. Apreciaba su propia tenacidad y le gustaba el ser capaz de hacer algo más que servir de adorno en dichas reuniones, como ocurría con las damas humanas normales. Su autoestima aumentaba con el hecho de que su amo sintiera deseo por ella. Es decir, si al amo le gustaba, no podía ser un aspecto tan desagradable como la gente creía, ¿no?
Entró en el comedor y se sentó en la silla al lado izquierdo de la cabecera de la mesa. En su interior daba gracias de que su amo no hubiese llegado aún. Sin embargo, Yoshihiro desde el lugar donde permanecía de pie, le dirigió una mirada reprobatoria. De pronto las puertas se abrieron y entró Seshoumaru seguido de Jaken, quien se sentó en frente de Rin. En cuanto Seshoumaru se sentó, una serie de sirvientes les pusieron delante lo que sería la cena de esa noche.
Después de un rato, Yoshihiro dirigió la mirada a Seshoumsru y alzó la voz lo suficiente como para que le oyera sin alterar la paz del ambiente.
-Seshoumaru-sama, sobre lo que hablamos antes…
-Ahora no, Yoshihiro.-contestó Seshoumaru sin dejarle acabar.
-Sí señor.-seguidamente, Yoshihiro volvió a bajar la vista con porte serio.
El resto de la cena transcurrió en silencio, mientras Seshoumaru le dirigía fugaces mirada a Rin y esta hacía lo posible por fingir que no lo notaba. Lo que sí la sorprendió, fue notar miradas reprobatorias dirigidas a ella por parte de Yoshihiro. ¿Qué culpa tenía de que su amo la encontrara atractiva? Tampoco es como si fuese lanzando feromonas o algo parecido, ¿o sí? Tal vez su amo había olido su deseo y tan solo estuviese reaccionando como cualquier demonio. O, por favor, ¿qué idea estúpida era esa? ¿Feromonas? ¿Por qué esos pensamientos infantiles tenían que venir a ella en estos momentos?
Después de la cena, Seshoumaru, Jaken y Rin salieron del comedor y continuaron caminando hasta que en una división de pasillos Jaken se tuvo que retirar, dejando a Seshoumaru y Rin solos. Al llegar a la habitación de Rin, ambos se pararon y se desearon buenas noches. Pero cuando Rin estaba a punto de abrir la puerta, Seshoumaru la detuvo.
-Rin
-¿Sí, Seshoumaru-sama?
-…Mañana…el entrenamiento será más duro. Estate preparada.
-Sí, señor.
Después de ese extraño intercambio de palabras, Rin entró en su cuarto y mientras suspiraba se quitó el kimono y se puso su yukata. El último pensamiento antes de dormirse fue que la situación se estaba haciendo muy complicada. Solo esperaba que las cosas no se salieran de control.
_._._._._
Seshoumaru entró a su cuarto sintiendo su cuerpo hervir. Nunca pensó que se le haría tan difícil contenerse. Si no hubiese recurrido al recuerdo de una niña jugando con flores, la habría acorralado contra la pared y empujado al interior de la habitación. Entonces, se habría ganado el odio eterno de esa mujer. Y sabía muy bien cuánto daño podía ser capaz de hacer estando enfadada. Tenía que resolver este asunto de una vez por todas. Tal vez el matrimonio le tranquilizara el lívido.
Bueno, pues eso es todo por ahora.
Espero que haya gustado y nadie quiera matarme ^^
Claro está que acepto criticas sugerencias y opiniones, pero por favor que nadie mande insultos. Los dos que me conocen por ahí ya saben que me los tomo muy mal.
Xau!