Todo pasó muy deprisa.

El resplandor de luz verde apenas empezaba a alumbrar la habitación, cuando un bulto negro saltó entre el agresor y su víctima. El hechizo golpeó a aquél que se había interpuesto. Su figura cayó inconsciente a los pies de Snape a la vez que un segundo hechizo, surgido de su propia varita, golpeaba al Lord en el pecho.

Con un golpe sordo, Voldemort cayó inerte delante del salvador de Snape.

-¡Harry!- el grito de Ron sonó irreal a oídos de Hermione. Un segundo más tarde, mientras veía al pelirrojo voltear el cuerpo de su amigo, Hermione comprendió que había sido Harry el que se interpuso entre Severus y Voldemort.

Ron se volvió hacia Snape con los ojos llenos de lágrimas.

-Y cuando resulta que eras bueno Harry muere por tu culpa... ¡Murciélago asqueroso!- El chico empezó a golpear a Snape con puños y piernas mientras el profesor, atado como estaba, no podía hacer nada por defenderse. Una segunda figura con el pelo rojo fuego se había acercado corriendo hasta llegar a Harry.

-¡Respira!- gritó Ginny provocando que todos menos su hermano la miraran. -¡Por Merlín Ronald, para!- dijo de pronto dándose cuenta de lo que su hermano hacía. Ron enfebrecido por la ira no se apartó hasta que notó a la pequeña pelirroja estrellarse contra su costado. Lo había empujado para apartarlo de Snape.

A un movimiento de la varita de la chica, Snape estaba libre. Al segundo movimineto, Hermione quedó libre también.

-Sev...- susurró mientras se arrodillaba junto a él comprobando que no tuviera nada roto. Él la miró dando a entender que estaba bien. -Sev tienes que ayudarlo... ¡Por favor!- pidió desesperada agarrándose a su túnica. Ron estaba en un rincón, su pecho subía y bajaba a toda velocidad y su cara estaba roja del esfuerzo y la furia, sin embargo no parecía tener intención de moverse.

Severus se arrastró hacia Hermione y a la niña que, más tranquila, era acunada en sus brazos. La castaña tenía una expresión indescriptible en el rostro.

-¿Estás bien?- susurró él. Hermione asintió con la cabeza.

El profesor se levantó como pudo y se acercó a Harry. Tomó el pulso durante unos segundos en su muñeca.

-El pulso está estable.- informó a nadie en particular mientras seguía trabajando. Le abrió los párpados y volvió a comprobar el pulso en el cuello y la respiración del muchacho. Ginny se impresionó de la eficiencia y profesionalidad del hombre, que no parecía sentir los golpes que tenía por la cara y seguramente por todo el cuerpo. Hermione miraba al vacío con Eileen medio dormida en un sólo brazo.

-Sólo está desmayado.- concluyó con voz impresionada tras un minuto de observación. Nadie dijo nada mientras el profesor lo hacía beber de un pequeño frasquito que llevaba en el cinturón. -Siempre buscando destacar... Va a sobrevivir a la segunda maldición mortal de su vida.- Hermione se volvió bruscamente al darse cuenta por fin de que el joven estaba ileso. Ginny rió y corrió a abrazar al profesor antes de acercarse a Harry. Hasta Ron sonrió por primera vez ante el extraño humor de su más odiado profesor.

Sólo Hermione notó el torbellino de emociones que debía tener Severus dentro de su mente; Harry, el insoportable Harry Potter acababa de salvarle la vida.

A los pocos segundos, el niño que vivió dos veces comenzó a reaccionar.

-Ginny...- dijo con voz pastosa. La chica lo abrazó con todas sus fuerzas mientras Ron se lanzaba a espachurrarlos a los dos.

Snape se acercó al bebé y a Hermione, que curó su labio partido a un suave movimiento de varita antes de que él la abrazara con todas sus fuerzas.

Harry se había incorporado, y sonrió torpemente a Hermione que le sonreía a su vez a la espalda de Snape. Por fin el hombre la soltó y se volvió hacia el recién despertado Harry.

-Gracias.- dijo seriamente Snape. Hermione se impresionó de la facilidad con la que le había salido una palabra tan difícil para él.

-Gracias a tí.- contestó Harry igual de serio. Estrecharon las manos.

(...)

Había pasado sólo una semana pero, tras la muerte de Voldemort, el ambiente del mundo mágico había cambiado tanto como si hubiesen pasado cien años. Sin embargo, ese era el café más incómodo que Hermione se había tomado en su vida.

Ginny, Ron, Harry, Snape y ella, estaban sentados en el salón de su casa mientras Eileen jugaba en su cuna con un móvil de snitchs doradas, regalo de Harry, que Hermione había colgado en la cuna bajo la mirada indignada pero respetuosa del profesor.

-Malfoy fué el que desarmó a Dumbledore; así que aunque fue Snape quien... en fín.- Harry se removió incómodo en la silla. -Bueno como él no lo retó en ningún momento... la varita de saúco pertenecía a Draco.- Harry dejó de hablar y tomó un sorbo de chocolate mientras Snape y Hermione lo miraban impacientes porque continuara.

-Luego el inútil de Malfoy retó a Harry cuando estuvimos prisioneros...- continuó Ron sin aguantar la tensión del silencio de su mejor amigo. -... y por supuesto Harry le venció, asíque Harry se convirtió en el verdadero dueño de la varita.-

-Pero quien-tú-sabes...- siguió Ginny llamándolo cómo estaba acostumbrada sin darse cuenta de la mirada de reproche que le lanzó Harry al oirla. -... pensó que Severus actuaba bajo sus órdenes cuando mató a Dumbledore. Así que pensó que matándo al actual dueño, él sería el portador de la varita. Supongo que le estaría causando problemas...- meditó en voz alta.

-Eso lo puedo aclarar yo.- intervino Snape. -Antes de intentar matarme, el señor tenebroso dijo que la varita no estaba actuando de la forma en que él esperaba. No le daba mejores resultados que una varita normal.-

-Y ¿qué pasó luego?- preguntó Ron, que tenía la cabeza roja del esfuerzo de entender algo tan complicado.

-Está claro ¿no? Al menos en parte...- dijo Hermione ante la mirada de orgullo mal disimulado de Severus. -Voldemort lanzó la maldición con la varita de Severus, pero esta no le dio porque Harry se interpuso. Entonces el ataque que en principio era a Sev, se volvió un ataque a Harry. Como en la mano izquierda Voldemort llevaba la varita de saúco, la varita protegió a su portador lanzando el mismo hechizo que había pronunciado el señor oscuro contra él mismo.- todos asintieron convencidos, todos menos Ron que se rascaba la cabeza, abrió la boca para preguntar pero Hermione habló antes. -Aunque hay algo que no entiendo. ¿Cómo sobreviviste? La maldición te golpeó a tí igual que a él.- Harry y Ginny se miraron con complicidad, al fin habló la pelirroja.

-Un trozo del alma de Voldemort quedó dentro de Harry el día en que intentó matarlo. Así que Harry debía morir si quería vencer del todo a Voldemort.- le costó un poco decir el nombre pero hizo el esfuerzo. Todos miraban asombrados a la pareja, incluso Ron que parecía estarse enterando en ese momento de la noticia. - Cuando lo descubrimos estuvimos hablando. Harry lo mataría y luego se suicidaría él, era la única manera. Intenté disuadirlo pero estaba convencido de que era su destino.- a la chica se le quebró la voz y Harry continuó.

-Cuando llegué a la casa de los gritos iba en busca de Voldemort. No sabía que Ron y Ginny me seguían. - les sonrió brevemente antes de seguir hablando. -Entonces os ví. Ví que Voldemort estaba a punto de matar a Snape y no podía consentirlo. Yo iba a morir de todos modos, y él había estado de nuestra parte todo el tiempo...- El chico miraba al suelo mientras hablaba, Snape igual de avergonzado fijaba la mirada en la pared. -No pensé en nada. Simplemente lo hice.- Los dos se miraron a la vez pero Harry apartó la mirada de nuevo rápidamente. -Luego vi a Dumbledore.- El chico no apartaba la mirada del suelo, no tenía ganas de enfrentar las miradas de incredulidad que seguro estaban poniendo los otros. Su novia, viendo que no continuaba siguió hablando por él.

-Fue el amor lo que le salvó de nuevo.- Harry enrojeció. -El entregarse a la muerte con los brazos abiertos sólo para salvarlo, hizo que lo único que muriera fuera el trozo de alma oscura que convivía con la suya. Así al ser alcanzado por el avada kedavra, quien-tú... Voldemort pudo morir.-

Harry se preparó para las burlas, si no de todos al menos de Ron, pero al ver que nadie se reía, levantó lentamente la vista. Todos, incluso Snape, lo miraban con los ojos brillantes.

El momento de unión entre los cinco sólo duró un instante, luego se les hizo demasiado extraño estar compartiendo sentimientos. Pero ninguno de ellos lo olvidaría nunca.

(...)

El sol rojo del atardecer entraba por la ventana de la cocina. Jean Granger y su marido se movían nerviosos por toda la habitación adornando pasteles y dorando bandejas de gratinados. El reloj en la pared marcó las siete de la tarde, y el padre de Hermione se apresuró a limpiar la encimera mientras su mujer llevaba las últimas fuentes a la mesa del salón.

Dos detonaciones se oyeron en el pasillo y sonó el timbre de la casa. La señora Granger se retocó el pelo en el espejo del vestíbulo y corrió a abrir la puerta.

-¡Abuelo!- gritó a media lengua una espabilada Eileen dejando que el señor Granger la levantara del suelo.

-¡Hola mamá!- saludó Hermione abrazando a su madre. -Papá.- sonrió abrazando a su padre mientras la niña pasaba a los brazos de su abuela riendo.

-Buenas noches Jean.- dijo correctamente Snape extendiendo la mano hacia ella.

-¡Por el amor de Dios Severus! No intentes hacerme sentir vieja que sólo tengo tres años más que tú.- El profesor rió entre dientes y le dio un abrazo.

-Paul.- saludó a continuación a su futuro suegro con un fuerte apretón de manos.

-Severus.- sonrió él con su cara bonachona. Jean se adelantó hacia Hermione dando saltitos como una niña pequeña.

-Bueno, dejame verlo de una vez...- pidió sin parar de saltar. Hermione rió y extendió la mano para que su madre lo viera de cerca.

Un anillo fino, de plata y con una piedra pequeña clara como la luna en medio, brillaba en su dedo anular.

-Es precioso...- dijo con voz dulce. Luego soltó un gritito de emoción mientras los abrazaba a los dos. Snape sonrió un poco incómodo, no se acostumbraba a la naturalidad de esa mujer.

El padre de Hermione en cambio se unió al abrazo tan contento, y luego volvió a coger a la pequeña Eileen que, con un año, había empezado a caminar agarrada a las patas de la silla que estaba al lado de la puerta de entrada.

-¡Se casan!- Paul Granger iba cantando con la niña en brazos, que repetía todo lo que él decía. -¡Se casan tus padres! ¿Lo sabes? ¿Lo sabes tú?-

Jean empezó a contarles a toda velocidad los planes que habían hecho Paul y ella para el verano, habían alquilado una casita de madera al lado de un lago, estaban invitados por supuesto, y seguro que a la niña le encantaba el sitio, porque el aire puro...

La mujer se adelantó mientras seguía hablando para guardar sus capas en el armario, al lado de los abrigos de ellos, y para encender dos o tres lamparitas que había por el pasillo.

Antes de entrar al comedor Hermione se paró tirando de la mano de Severus para volverlo hacia ella. Él sonrió mientras la joven se ponía de puntillas para besarlo. Se volvieron a besar un poco más profundamente, cuando la respiración de Hermione amenazaba con acelerarse y la mano de Snape con bajar de la cintura de ella, la cabeza de Eileen se asomó al pasillo con curiosidad.

-¡Mama!- gritó feliz al verlos.

-Vamos...- susurró Snape contra sus labios.

-Vamos.- sonrió ella.

-¡Vamos!- dijo él cogiendo a la pequeña con un brazo y rodeando a Hermione por la cintura con el otro.


.Fin.

Gracias por comentar a Sayuri Hasekura, minerva91, memoriesofkagome y Allelu. Espero que os haya gustado. Y gracias a todos los que habeis seguido mi historia.

Gracias si has llegado hasta aquí.

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