Hola, ¿Cómo están? Quizá y les sorprenda un poco verme por aquí y en especial en un fic que terminé hace años. Pero ¿Saben? El otro día estaba mirando mis carpetas, me metí en la que guardo mis fics y me puse a leer Buscando a mamá. Me sentí algo nostálgica y entonces una idea traviesa cursó por mi mente. La inspiración se apoderó de mi pluma (teclado) y me dije: ¿Por que no? Entonces comencé a escribir poco a poco lo que sería este especial. Quizás y muchos ya olvidaron este fic, pero para aquellos que no, espero con mucho cariño que les guste este especial. Esto sería como... un epilogo después del epilogo. :)

Espero que disfruten esta historia tanto como yo lo hice y lo sigo haciendo.


Extra especial: Padres.


La onicofagia era sin duda un mal hábito que necesitaba quitarse en esos momentos de nerviosismo. Bien, no era exactamente por que le importara lo que la gente dijera sobre él, más era por qué no sabía cuando parar e irremediablemente terminaba por hacerse mucho daño. En ocasiones sangrada al momento que su piel se coloreaba de azul, sólo un poco.

Sasuke suspiró por enésima vez en la sala de su hogar. Debido que el hospital todavía no contaba con los instrumentos necesarios, no podían hacerse cargo de muchos casos a la vez. Prácticamente era un sinónimo de que la aldea todavía no estaba del todo restaurada. A pesar de los esfuerzos de Naruto por que todo se restableciera pronto, había ciertas cosas las cuales simplemente no podía apresurar. Por ejemplo el traslado de equipo médico a Konoha.

Gracias a las gratificaciones de la guerra Konoha a penas podía pagar por las reconstrucciones. Sin embargo, los aldeanos ponían mucho de su parte, construyéndolo todo sin chistar, remplazando lo viejo por lo nuevo.

¿Pero a quien diablos le importaba eso? Se dijo Sasuke, mientras continuaba debatiéndose en su propio subconsciente.

—¡Sasuke-teme! – Naruto entró de sorpresa en una nube de humo, a su lado estaba Sanosuke. Él los miró inexpresivo, estaba demasiado ensimismado como para enojarse o sorprenderse.

—Oto-san, ¿Cómo está mamá? – se sentó a su lado, también nervioso.

—No lo sé… - contestó, algo fastidiado. —No hay querido decir nada, pero…

—Tranquilo, ni que fuera la primera vez que tienes un hijo. – intentó animarle Naruto.

—Cállate tonto, además, estarás igual que yo en unos meses. – recriminó exasperado. Naruto se mordió el labio. Todo lo que Sasuke decía era cierto. En sí, cuando Hinata le dijo que estaba embarazada se había desmayado de la sorpresa.

El Gran Uzumaki Naruto, el héroe del mundo ninja, aquel que había aprendido a utilizar la fuerza de Kurama, aquel que había sido admirado por todos, el Hokage de la Hoja y sin duda el "amante" secreto de Hyuuga Hinata, se había desmayado con tan sólo escucharla decir la palabra "embarazada".

En realidad, fue un gran escándalo por así decirlo. La familia Hyuuga, bueno, Hiashi Hyuuga, había pegado el grito en el cielo por aquel acto ilícito. No malinterpreten, de algún modo estaba complacido, ya que su hija se había enredado con un formidable shinobi, que sin duda era además de eso, un hombre admirable, cariñoso y respetable. Pero un embarazo fuera del matrimonio era inconcebible.

Sasuke aún recordaba el escándalo que se armó en la familia Hyuuga. Había estado con Naruto cuando Neji llegó con una cara de pocos amigos y lo tomó de la camisa, arrastrándolo prácticamente a la casa de la familia principal. Una vez ahí, le junto a Hinata a su lado. La muchacha estaba totalmente pálida y muerta de miedo. Su padre se acercó con una mirada terrible y le obligó a confirmar si era cierto que el hijo que esperaba Hinata era suyo. Naruto confirmó toda sospecha y le dijo al Hyuuga mayor que se casaría con la chica.

Lo que le siguió fue aún más memorable. Hiashi le dijo que le concedería la mano de su hija siempre y cuando le prometiera que la cuidaría por siempre. Esa era una promesa bastante fácil para él.

Bien, eso había sucedido hacía apenas dos meses, ahora Hinata vivía con el rubió, en una nueva casa. Se habían casado hacía un mes y parecía que todo iba viento en popa.

¿Pero por qué se molestaba en pensar en la vida de Naruto? Estaba más preocupado por su esposa, la cual estaba por dar a luz a un tercer hijo… o hija. Apretó las manos y se mordió una mejilla por dentro. Era demasiado tiempo, a veces escuchaba a Sakura gritar y otras simplemente llorar. Las mujeres que la estaban atendiendo le dijeron que se mantuviera sereno y esperara afuera mientras Sakura dilataba.

Como si fuera tan fácil. Quería estar con ella, pero al mismo tiempo sentía un pánico terrible, estaba tan nervioso que seguramente terminaría desmayándose como Naruto lo hizo y no sería de ayuda.

—Oto-san.- Sanosuke lo llamó entonces, ambos estaban nerviosos.

Sasuke no respondió.

—Sasuke… Hinata me envió para decirte que Kenji estaba bien, sólo que ha estado llorando mucho. – Sasuke reaccionó ante la noticia de Naruto.

—¿Kenji? – miró entonces a Sanosuke. —¿Fuiste a ver a tu hermano?

El niño asintió. Sasuke sonrió.

—Muy bien… eres un buen hermano mayor. – sonrió de nuevo.

—Gracias. Y tú un buen padre…. – sonrió decoroso.

—Nee, Sasuke, ¿No quieres que te traiga un café? – preguntó Naruto, mientras se sentaba a su lado.

Sasuke lo consideró, no todos los días el Hokage de la aldea se ofrece a darte una taza de café personalmente.

—Claro. – mencionó.

—Bien, en un momento vengo… Oh, por cierto. – agregó antes de salir. —Kakashi-sensei vendrá en un momento, está muy preocupado por Sakura-chan.

—Lo esperaré aquí.

—¿No quieres otra cosa? – preguntó su hijo, el cual también estaba muy preocupado por su padre.

Estaba igual o peor que la última vez. Cuando Kenji había nacido.

Todo fuera mejor que una comedia griega.

Para cuando Sasuke le dijo que sería hermano mayor se sintió meramente feliz. Después de todo, él adoraba a su familia. Al pasar los meses, Sanosuke se maravillaba con lo grande que era la barriga de su mamá. Pasaba todas las noches recostado con su madre, con la oreja pegada a su vientre, esperando escuchar algo. Nunca lo conseguía, pero si podía sentir pequeñas patadas que deba el bebé.

Ya en los últimos meses de embarazado, Sasuke había sido enviado a una misión junto con Kiba y Sai. En realidad era sumamente sencilla, necesitaban ir por suministros para la aldea, sin embargo, un asalto los retrasó y ahora tenían que buscar a los asaltantes para partirles el trasero.

Ese día, Sanosuke se encontraba con su madre, ambos estaban en el jardín, tendiendo ropa limpia. Sanosuke había comenzado a ser más atento con su mamá, al ver que ella no podía agacharse y levantar cosas pesadas, corría a ayudarte; y como premio, Sakura le besaba la frente o le regalaba una paleta.

Sanosuke le pasó una pinza para tender a su madre, Sakura la tomó en silencio. Sanosuke se agachó para tomar la siguiente, pero entonces, alcanzó a ver la pinza que acababa de darle a su mamá en el suelo. Alzó una ceja y levantó la vista… el rostro de su madre estaba totalmente pálido y un líquido casi hialino comenzaba a mojar el vestido de su mamá. El niño abrió los ojos totalmente asustado…

—Mamá… - ayudó a Sakura a entrar a la casa, la llevó a su habitación. El rostro de Sakura era la viva imagen del dolor.

—Sanosuke-chan, ve por… ve por Kakashi-sensei, Naruto… Ve por Sasuke. – mencionó mientras se mordía el labio.

—¡No, Oka-san, quiero quedarme contigo!

—¡Ve! – gritó, no, más bien rugió.

—¡Sí, señora! – partió de ahí en un santiamén. Regla número uno: No hagas enojar a Sakura, por que si no… Bueno, mejor no averiguarlo.

Sanosuke corrió por toda la aldea, gritándole a su tío Kakashi o bien a Naruto.

—¡Tío Naruto! – llegó corriendo por la ventana. No se dio cuenta que Naruto estaba ocupado, realmente ocupado. El rostro de Sanosuke se sonrojó al ver la posición en la que su tío y su "tía" Hinata se encontraban. Los adultos estaban abrazos, Hinata sentaba sobre el escritorio del Hokage, mientras éste le besaba el cuello con ardor y placer. La chamarra que la chica traía estaba desplazada en el hombro izquierdo, el rubor se hizo cada vez más evidente en los presentes.

—¡Tú! – exhaló Naruto, completamente apenado. Las mejillas de Sanosuke se sonrojaron aún más. —¿Por qué no tocas la puerta como las personas normales?

—Amm, por que yo… - entonces sacudió la cabeza. —¡Tío Naruto, rápido, mi mamá se siente muy mal?

—¿Sakura-chan? – entonces la mirada del Uzumaki se colocó seria y ambos jóvenes se miraron furtivamente.

—Sí, le duele mucho…

—Hinata, por favor, ¿Puedes ayudarme con esto? Adelántate, iré a buscar a Ino y a Kakashi-sensei.

—Sí. – la chica rápidamente se acomodó el kimono y salió por la ventana.

—Sanosuke, tienes que buscar a Sasuke… Está en las afueras, no debe estar muy lejos, sólo fue por un cargamento de suministros. – el niño asintió ante la orden.

Naruto salió por la ventana también a gran velocidad, dejando a Sanosuke pasmado. Reaccionó entonces y salió por otra ventana, corriendo hacia el bosque, donde se suponía que estaba Sasuke.

Corrió al menos media hora y los nervios lo consumían.

—¡Oto-san! – gritó completamente nervioso. —¡Oto-san!

Sasuke no respondía. Se desesperó, era demasiado inoportuno que cuando más se necesitara Sasuke no apareciera. Me detuvo, activando su Sharingan, buscando alguna señal de chakra conocido. Quizá no fuera tan efectivo como el Byakugan, pero al menos era lo suficientemente poderoso como para identificar chakra.

Logró percibir a lo lejos una enorme masa que se acercaba a gran velocidad. Alzó una ceja e intentó enfocarse mejor. De entre los arboles emergió Akamaru, el perro se lanzó sobre él y lo tumbó del árbol, la lengua del animal bañó por completo de saliva al niño, mientras sus ojitos giranban atolondradamente.

—¡Akamaru! – Kiba llegó a tiempo, arrebatándole de encima el can al pequeño Uchiha.

—¡Sanosuke! – Sasuke aterrizó a su lado y lo ayudó a levantarse del suelo. El pequeño parecía inconsiente y sin poder hablar. —¡Demonios, Inuzuka, tu perro lastimó a mi hijo! – acusó Sasuke, mientras lo tomaba en brazos.

—¡Ah, lo siento! Akamaru, discúlpate. – el perro se encogió y gimió.

—¿Está bien? – Sai desmontó uno de sus leones de tinta.

—No lo sé. – Sasuke lo sacudió un poco. —Sanosuke, ¿Estás bien? – ante la pregunta el niño reaccionó y abrió los ojos asustado.

—Mamá… mamá… ¡Va a tener mi hermanito! – gritó.

Sasuke sintió que se le secaba la boca y ante la sorpresa dejó caer a Sanosuke al suelo.

—Auch… - se quejó.

—¡Sasuke! – regañó Sai.

—Necesito… darme prisa. – rápidamente tomó a su hijo con un brazo de la cintura y lo cargó como si fuera un simple saco de arroz.

—¿Oto-san?

Sasuke tenía la mirada desencajada. Ante la mirada de Sai y Kiba, Sasuke emprendió la carrera más envidiable que alguna vez hubieran visto, el mismo Gai lo envidiaría, pues iba como un cohete, sin detenerse. Sanosuke se aferró del pantalón de su padre, mientras sus mejillas comenzaban a abrirse ante la velocidad de que Sasuke empleaba para correr.

Desde Konoha, podía verse la gran cortina de polvo que desprendían los pasos del moreno. Rock Lee estaba entrenando cerca de ahí cuando logró percibir la estela de tierra. Casi como si hubieran prendido una mecha en su interior, se apresuró a ver quíen era el poseedor de esa impresionante velocidad. Logró ver a Sasuke, quien por nada del mundo parecía estar cansado. Inspirado por su determinación, tomó un tronco del suelo y lo cargó de la misma manera que estaba haciendo con Sanosuke. Se apresuró a correr a su lado, Sanosuke apenas alcanzó a ver el color verde del traje de Lee, cuando este comenzaba la carrera de su vida contra Sasuke, quien por cierto no tenía ni idea de que el cejotas estuviera a su lado.

Estaba tan preocupado por llegar que se metió por caminos escarpados y rutas desconocidas e inseguras, él sólo quería llegar a Konoha.

—¡Admirable, Sasuke-kun, simplemente admirable! – gritó Lee, mientras ajustado su paso. Pero Sasuke parecía un autómata al cual no le importaba nada… no pensaba perderse el nacimiento de Kenji, suficiente había tenido con perderse el de Sanosuke.

El agua de un río se alzó ante sus pasos, dejando paredes de agua perfectamente equiparables con las del Mar Rojo, en la historia de Moises. Sin querer, se metieron a un recinto lleno de animales salvajes. Para ese entonces, Sanosuke ya venía bastante golpeado por los insectos de la zona.

Llegaron a un llano, en donde descansaba una manada de cerdos salvajes. No fue hasta que le pisaron la cola a un jabalí, que este animal rugió completamente indignado. Rock Lee no se había dado cuanto, pero cuando dio una vista hacia atrás, una estampida de cerdos completamente molestos. La estela de polvo se levantó aun más.

—¡Pa…. pá… ahí… vienen… los cerdos…! – gritó Sanosuke, mientras el aire se abultaba en sus mejillas y la saliva salía sin miramientos. Pero Sasuke no lo escuchó, él seguía fijo en su objetivo, llegar donde Sakura.

De sorpresa, los cerdos alcanzaron a Rock Lee, el muchacho se alarmó cuando sintió una poderosa embestida, lo cual lo sacó de balance. La bestia verde de Konoha se volteó completamente para enfrentarles, pero no espero que la mitad de la manada pasara sobre él.

Una vez que alcanzó a localizar la entrada a la aldea, Sasuke aceleró aun más… para ese momento, Sanosuke ya no sentía la cara. Corrió por los pasillos sin fijarse a quien atropellaba o no. La puerta de la casa no estaba lejos, entonces se dio cuenta que iba demasiado rápido… intentó frenar con fuerza, casi sacándole brilló a la calle. Sus pies ardieron y Sanosuke sintió un energico latigazo cervical. Sasuke llegó a la puerta y estiro la mano para abrirla.

Un grito por parte de Sakura lo hizo darse prisa, subió el segundo piso y una vez ahí, sus ojos se quedaron en blanco, había entrado justo en el momento en el que la cabecita de Kenji estaba por salir. Todas las presentes voltearon a mirarlo, ahí estaban Kurenai, Ino y Hinata. Se sonrojó notablemente y después escuchó un grito de Sakura, todo fue demasiado rápido, Sanosuke vomitó en el acto, producto de lo mareado que estaba por la carrera de Sasuke, el joven padre miró el vomito y se sorprendió, entonces sin querer tropezó con él y cayó inconsciente en el piso de madera, junto a un Sanosuke demasiado mareado como para responder.

—¡Por el amor de dios, saquen a estos de aquí! – gritó Ino, mientras entraba Kakashi a escena.

—¿Qué es lo que pas-? – su vista se nubló al instante en el que vio lo que pasaba enfrente de ellos, Sakura estaba dando a luz justo en ese momento, había un Sasuke desmayado y a un Sanosuke vomitado. Kakashi retrocedió ante la sorpresa del evento, chocando con Naruto, quien ya estaba detrás de él… ambos rodaron por las escaleras.

—¡Esto ya es demasiado! – Ino tomó a Sasuke y a Sanosuke y los dejó tirados en el pasillo.

Lo último que Sanosuke recordaba era el techo de su casa y un olor del asco.

Tan sólo recordar aquello lo avergonzaba. Sin embargo, todo aquello había valido la pena, pues su hermano nació sano y salvo.

Pero en esta ocasión no hubo ninguna carrera, desmayos o vómito, los dos estaban completamente atentos a la espera de que les informaran del estado de Sakura.

Naruto se sentó a su lado y suspiró.

—¡Yo! – Kakashi acababa de aparecer en una nube de humo. —¿Cómo está Sakura?

—No lo sabemos, la escuchamos gritar, pero nadie nos dice nada. – contestó Naruto, dejando el café en una mesita enfrente de Sasuke.

—Ya veo. – Kakashi se acercó a Sasuke, quien no paraba de morderse las uñas. —¿Estás bien?

No contestó.

—No dice mucho. – agregó Sanosuke.

—No te preocupes, Sasuke… todo estará bien. Sakura es muy fuerte.

—Hmp. – gruñó.

—Oh, pero claro que sí, si yo estuve ahí cuando dio a luz a Sanosuke-chan…

—¿En serio, Kakashi-jii-san?

—Claro… fue una noche bastante larga. – se sentó a un lado del niño.

—¿Por qué?

—A tu madre se le ocurrió tenerte en la noche. Estaba solo con ella. Realmente me puse histérico. – se rió un poco. —No sabía nada de partos y estaba que me moría de nervios, incluso casi me desmayo dos veces. – confesó.

—¿Enserio, Kakashi-sensei? Pero si usted es tan cool. – mencionó Naruto, riéndose de su maestro.

—Ya tendrás la oportunidad de vivir lo que yo, Naruto. – comentó con algo de malicia.

—¿Y que hizo entonces? – preguntó curioso Sanosuke.

—Invoque al Ninken… los mandé para que buscaran un médico. Tardaron demasiado. Por cierto, el vocabulario de Sakura es muy florido mientras da a luz.

—¿Florido?

Entonces se escuchó detrás de una puerta claramente…

—¡MALDITO UCHIHA, ESTOY ASÍ POR TU CULPA!

Los tres miraron a Sasuke, quien se hundía más en su asiento y pasaba saliva.

Entonces se logró escuchar el llanto de un bebé y todos se pusieron tensos a instante. El primero en levantarse fue Sasuke. Apresuro el paso, seguido por Sanosuke.

Entró a la habitación sin llamar a la puerta y la imagen de una Sakura, agotada, sudorosa y cargando un pequeño bulto entre sabanas blancas le hizo sonrojarse levemente.

—Oka-san… - llamó Sanosuke, acercándose cauteloso. Se acurrucó junto a su madre y curioso intentó ver entre las sabanas que cubrían la cabeza del bebé. Las mujeres se retiraron en silencio de los aposentos, acaban de terminar con Sakura, ya no hacia falta su presencia ahí. Sasuke aún estaba parado en la entrada, mirando casi con incredulidad aquella imagen.

—Muchas felicidades, Sasuke-kun. – mencionó Ino, mientras le daba una palmada en el hombro, cosa que Sasuke no sintió.

Sanosuke sonrió enormemente cuando por fin logró ver la carita de su hermana menor. Su cabello tenía ligeros toques lila y negro, sus facies, aun rojas, detonaban que se colorarían blancas con el tiempo. Tenía los ojitos bien cerrados, así que no podían describir su color, pero todos esperaban que fueran verdes.

—¿Sasuke? – Sakura lo llamó y entones él reaccionó. —¿No quieres conocer a tu hija?

—¿Hija? – musitó enternecido. Se acercó despacio y se recostó en la cama, para poder estar más cerca de Sakura. Logró ver a la pequeña y sintió un sonrojo cálido en sus mejillas, seguido por un suspiro.

—¿Es hermosa, no es cierto? – agregó la joven madre.

—Sí… lo es. – se inclinó un poco y entonces le entregó un beso en la frente, con un cariño tan infinito que jamás creyó que poseía.

—¿Y como se va a llamar? – interrumpió Sanosuke. Sakura lo miró entonces y sonrió un poco, mientras le acariciaba la cabellera.

—Hikari. – mencionó Sasuke, antes de que Sakura pudiera pensar.

—¿Hikari? – repitió Sanosuke. —Me gusta, ¿Mamá, a ti no?

—Sí, es hermoso. – contestó Sakura.

—Iré a decirle a tío Naruto y a tío Kakashi. – salió casi corriendo de la habitación.

—Sanosuke está muy feliz. – comentó Sakura, mientras comenzaba a amamantar a su hija. —¿Dónde está Kenji?

—Está con Hinata.

—Espero que no le esté dando problemas.

—No te preocupes. – se acurrucó un poco más para ver mejor a su hija mientras se alimentaba. —Sakura…

—¿Si, dime? – la mujer lo miró y un beso fue plantado en sus labios con amos avivado. Para cuando se separaron la sonrisa creció en sus labios.

—Gracias.


Fin.


En lo personal me gustó. Intenté que fuera ameno y creo que lo logré. De nuevo les agradezco que hayan leido este fics. Estoy infinitamente agradecido por haberse tomado el tiempo de leerlo, ya que a pesar de los años, sigo guardándole un cariño nostálgico a esta historia. Al igual que las demás.

Un saludo y un agradecimento muy grande.

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Yume no Kaze.