Disclaimer: Nada es mío ;)

Último.

Ser o no ser

La tristeza en el olvido.

No está segura de cuándo comenzó a fijarse en James Potter. Quizás cuando todavía pensaba que había cambiado y que hablaba enserio cuando le decía que la quería, o que le gustaba, o cuando se preocupaba por su salud y su bienestar.
Se sentía bien ese James Potter, al que por una razón u otra siempre le decía que no (miedo, quizás).
Pasa que esos son casos aislados, el resto del tiempo siempre parecía bromear, usarla para llamar la atención y hacer reír a los demás.

Pero le había creído, y ahora se siente la tristeza de sentirse una tonta, de sentirse decepcionada, que es una palabra horrible.

No quiere decirle que sí a ese James Potter que intenta ser como Black, pero tampoco quiere que él la olvide, porque se ha dado cuenta de que si lo ve con otras chicas se pone celosa.

Sus encuentros pueden clasificarse de tres formas. Están los encuentros del pasillo, esos de la mañana y de la tarde, donde él suele (solía) declararle un amor incondicional más allá de la muerte. Están los encuentros de áreas comunes, como la biblioteca, a donde ella va a estudiar y él va (iba) a buscarla, y por último, están los encuentros en la sala común, que son inevitables. Esos últimos se dividen en dos tipos: los encuentros de la mañana y de la tarde, donde la sala común está llena de otras personas que no son únicamente ellos dos, donde también están Peter, Remus y Black; y los encuentros de la noche, esos encuentros donde se miran (se miraban) un rato a los ojos hasta que él rompe (rompía) ese silencio y ella lo rompe (rompía) a él con un nuevo rechazo.

Ahora ya no hay de esos. Le quedan únicamente los encuentros de áreas comunes, que se reducen al salón de clase, y los encuentros en la sala común, tipo uno.

La noche del martes eso cambia, cosa del azar (o de buscarse cada vez que pueden, fingiendo que no pero sabiendo que andan, de muchas formas –de todas las formas– para dar con el otro).
Es él el que está solo y ella la que llega a cualquier hora. Viene sola porque no dejó que Remus (prefecto-fracaso-estrepitoso a tiempo parcial) la acompañara esa noche en sus rondas. De hecho, lo obligó a acostarse a descansar hasta que se pase la luna, que es su enemigo número uno.

Ella lo vio porque él estaba sentado en una butaca en la mitad de la sala común, él la vio por el ruido que hizo el retrato de la dama gorda para abrirse y cerrarse. Y cuando se vieron bien mirados, buscaron pedirse permiso.

Ella estaba ligeramente enojada y él se sentía al borde de la humillación, y cuando Lily pasó por su lado, se puso inmediatamente de pie, como le había dicho Peter que hiciera (porque eso pasaba en las películas muggles que él miraba con su mamá) y ella se detuvo para darle tiempo a que dijera algo. Cualquier cosa, algo.

– ¿Cómo te fue en las rondas?

Bueno, no justamente eso.

–Bien, gracias. –respondió, ligeramente decepcionada.

– ¿Tienes un momento para mí, Lily?

–Tengo un momento, pero no tengo razones para dártelo a ti.

Cierto.

–Yo te debo una charla.

–No, Potter, no me debes nada.

–Sí, te debo una charla y mil razones para que estemos juntos. –sentenció, procurando no pecar de vanidoso ni arrogante, como le había aconsejado Remus, que sobre el tema Lily era un virtuoso.

–No creo en tus razones –le advirtió ella, indecisa. Luego se aproximo un par de pasos y se sentó en una butaca. –Pero que sea un ratito, nada más, porque mañana me quiero levantar temprano.

–Sí, sí, prometo no demorarte mucho.

Ella asintió con la cabeza de manera escueta y lo miró fijamente, esperando que fuera él quien comenzara a hablar.

–Bueno, sé que mi comportamiento no ha sido el mejor estas últimas dos semanas y que quizás estés molesta.

–No existe razón para que esté molesta.

–Sí, como sea. El caso es que pensé…Sirius pensó, que si me veías con otras quizás te dabas cuenta de que te gusto y…

–Potter, no me gustas.

–Bueno, es lo mismo. Si me veías con otras chicas quizás se te diera por gustar de mí. Y como veo que no ha funcionado, pues, sigo instrucciones de gente más lista que Sirius y vengo a disculparme contigo.

–No tienes que disculparte.

–Sí, sí tengo qué, porque mañana volveré a hostigarte con propuestas de matrimonio y no quiero que te tome por sorpresa. Lily, yo cambié por ti –no puede evitar esa pausa ahí, justamente ahí, para que Lily, que lo está escuchando entre de lleno en las palabras, o que las palabras entren de lleno en Lily, en eso que es Lily –y creo firmemente en las mil razones que tengo para que estemos juntos.

–No existe siquiera una buena razón –apuntó ella, arqueando ligeramente las cejas.

–Sí, que te amo –respondió él con una sonrisita divertida, esa de calar el comentario justo en el momento preciso. Hablaba en serio, pero no por eso dejaba de ser ese James Cornamenta del que Black habla todo el tiempo, ese que Remus cita de vez en cuando (al menos una vez por tarde) y que parece un desconocido, un aparte de ese James Potter que ella conoce.

No puede evitar eso de sonreír ella también, porque vamos, que James es un chico (muy) lindo (incluso ahora que la mira y se revuelve el cabello) y sabe ser encantador.

–Pídemelo otra vez –susurra, mirándose las manos, aferradas al taburete como si se fuera a caer. De pronto siente el vértigo de la mala decisión, de la incertidumbre y del miedo, y de todo junto. Y sabe, presiente y sabe, que mañana se va a arrepentir, o que ni siquiera tiene que esperar hasta mañana y basta con apoyar la cabeza en la almohada para decirse a sí misma ¿qué mierda has hecho, Lily?

– ¿Qué cosa? –pregunta James, que no entiende nada. La esperanza le brilla en los ojos y se adueña de su voz y entonces Lily quiere creer que no se está equivocando, pero quizás esto sea algo que no sucedió nunca, solamente ella y sus delirios románticos de medianoche, signo claro de que está enloqueciendo.
Lo miró significativamente y él sonrió como el que más. Pensó en proponerle matrimonio, pero ella no aceptaría, así que le ofreció una cita, porque era algo más apropiado, y porque la voz y las ganas incontenibles de gritar no daban para más.

–El sábado a las cuatro.

Y cuando él se para y se acerca a ella, Lily cree que la va a besar como ha intentado hacerlo muchas veces antes, pero no. Se inclina –mano inevitablemente en el cabello–, la mira a los ojos y le besa la frente. Sonrisa merodeadora, risa nerviosa que se escapa, euforia por todos lados, James Potter en su máxima expresión.

–No se vale que te arrepientas mañana.

Un lío el capítulo anterior. Que no aparecía, que estaba, que no estaba. Tuve que borrar dos capítulos, volver a subirlos, uf xD

Un placer haber compartido esto con ustedes :)