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El Pacto

Epílogo: El respetable y noble clan Uchiha

Un pequeño niño de seis años, pelo negro y ojos oscuros corría apresurado por las calles de la villa, en la espalda de su camiseta azul oscuro podía verse con claridad el símbolo de su clan. Estaba anocheciendo, realmente se le había hecho muy tarde al salir de la academia.

Ese día ni sus padres ni sus hermanos habían ido a esperarle a la salida de clase, y le resultaba raro no haberse encontrado ni siquiera con alguno de sus tíos. Agarró con fuerza la bolsa donde llevaba sus libros y kunais, y corrió más rápido. Seguramente, su madre le gritaría por llegar tarde a cenar.

Llegó por fin a las calles que formaban su barrio, el lugar donde vivía su familia que era ni más ni menos que los Uchiha, un respetable y noble clan de poderosos ninjas poseedores del Sharingan, por todas partes podían verse abanicos blancos y rojos como el que adornaba su espalda, el emblema de su clan.

La casa donde él vivía era una de las más grandes, al lado vivían sus tíos, en la calle de enfrente su otro tío y un poco más lejos unos amigos de sus padres que todos consideraban de la familia. Al pasar por las calles le extrañó que todo estuviera tan silencioso, su tío Kotaro era muy ruidoso, tal vez estaba entrenando.

Comenzó a preocuparse al no ver luz en las ventanas, ¿sería posible que su tío Itachi se hubiera ido a dormir ya?, ni siquiera su propia casa estaba iluminada y eso si que era raro, con todos los hermanos que tenía siempre estaban las luces encendidas.

Además, su madre seguramente estaba preparando la cena en esos momentos, esa mañana le había prometido que cocinaría sopa de tomate, su plato favorito y también el de su padre a quien le había parecido muy bien el menú.

Pero al llegar a la puerta de su casa no oyó ni vio a nadie, un poco asustado entró quitándose los zapatos en la entrada y arrojando su bolsa a un lado.

- ¡Mamá!, ¡Papá! ¡Ya he llegado! – Les llamó buscándoles por la casa – ¡Aniki! ¡Sanosuke-niichan! ¡Ryo-niichan!

Nadie contestó, puede que todo eso fuera un juego de sus hermanos para asustarle, pero ya no le resultaba divertido.

Cuando hubo mirado en la cocina y comprobado que su madre no estaba allí, decidió ir a la sala más grande de la casa, era el último sitio que le quedaba.

Se detuvo junto a la puerta y alargó una temblorosa mano hacia ella cogiendo aire para armarse de valor, un escalofrío le recorrió la espalda.

Cuando de un fuerte tirón abrió la gran puerta ensanchó mucho los ojos y la boca formando una "o".

- ¡SORPRESA! ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! – Gritaron todos los presentes saliendo de las sombras.

Allí estaban todos. Su madre mirándolo con sus cariñosos ojos verdes acariciándose la barriga de casi 9 meses de embarazo y cogiendo la mano de su hermanita Mikoto de cuatro años tan parecida a ella, su padre con su típica media sonrisa cargando a Midori su hermana de tres años que tenía los ojos de su padre y el pelo del color de su tío Kotaro, quien por cierto se encontraba también allí tan alto como siempre a sus veintiún años y dedicándole una de sus sonrisas.

Más atrás pudo ver a su Aniki, Daisuke a sus dieciséis años ya era jounin y ninja médico como su madre, a Daisuke mucha gente lo confundía con su padre Sasuke hasta que les miraba con sus chispeantes ojos verdes.

A su lado se encontraban los gemelos Sanosuke y Ryo de once años, ambos acababan de graduarse como gennins y portaban con orgullo sus recién conseguidas bandas, los dos eran pelinegros aunque si se miraba bien, el pelo de Sanosuke tenía algún reflejo fuxia y desde luego Ryo había heredado los ojos jade de su madre. Los dos hermanos tenían la capacidad de su tío Kotaro para meterse en líos.

Su tío Itachi pasaba un brazo por los hombros de su esposa Shizune tan embarazada como Sakura, abrazada a la pierna de su tía Shizune se encontraba su prima Himeko de cuatro años y conversando con Daisuke estaba Akemi su otra prima de catorce años.

Todos miraban al pequeño recién llegado que se había quedado pasmado en la entrada.

- Renji-chan ¿te hemos asustado, tesoro?- se acercó su madre preocupada.

El cumpleañero negó con la cabeza sin poderse quitar aun la cara de susto y el pálido color de su cara.

- Ya te dije que volver de la academia y no encontrar a nadie no es gracioso, Sa-ku-ra – intervino su padre bajando a Midori al suelo y acercándose para revolverle el pelo a su hijo.

- ¡Oe Renji-chan! ¡Aquí hay regalos para ti dattebayo! – gritó la estridente voz del Hokage de Konoha, su "tío" Naruto – Teme, este año te has estirado, este regalo parece bueno, no como el que me regalaste a mi…- dijo mirando a Sasuke con los ojos entrecerrados.

- "Diez pasos para dejar de ser un perdedor" – citó el pelinegro – fue el mejor regalo de tu vida, Dobe.

Renji corrió emocionado hacia el montón de regalos donde lo esperaba su mejor amigo, Uzumaki Hikaru, mirándole con la impaciencia brillando en sus ojos color perla, herencia de su madre Hyuuga Hinata.

- ¡Oh ves! Te dije que llegábamos tarde, zanahoria – en ese momento, el antiguo grupo Hebi hizo su aparición acompañado como siempre por los gritos de Suigetsu y Karin.

- No es mi culpa que tu hijo sea tan holgazán como tú y se preparara tarde, cara de pez – le contestó la pelirroja.

El ninja del pelo celeste sonrió volviendo la cabeza hacia el niño de cuatro años que cargaba a su espalda, en el lugar donde antaño había estado su espada. El pequeño Kenshi pelirrojo de ojos violáceos compuso una pícara mirada igual a la de su padre y sonrió.

- Tranquilos aun falta Kakashi – les informó Kiba que se encontraba sentado en el suelo jugando con Midori, a quien había regalado no hace mucho uno de los cachorros de Akamaru – genial, princesa – felicitó a la niña al ver la trenza que le había hecho a su perrita.

Kiba seguía como siempre, de flor en flor, no había nadie capaz de domar su salvaje espíritu, y desde el primer momento se había encariñado con la pequeña Uchiha a la que mimaba como a una hija.

Tal vez tuviera algo que ver las circunstancias en las que la había visto por primera vez.

---Flash Back---

Avanzando lentamente por uno de los caminos que llevaban a la villa oculta de la Hoja se encontraba Kiba, por supuesto junto a su inseparable perro Akamaru, hasta ahí la imagen no tendría nada de raro a no ser porque a su lado, "cabalgando" sobre el enorme perro se encontraba una pelirrosa con una barriga del tamaño de una sandia.

La mismísima Uchiha Sakura, antes conocida como Haruno, incomprensiblemente había salido a cumplir una misión, de bajo rango hay que aclarar, con ocho meses y medio de embarazo cumplidos.

Al parecer, el hijo del señor feudal había enfermado y su padre había solicitado ayuda a Konoha, pero por supuesto no se había conformado con cualquier médico sino que había exigido a la antigua alumna de Gondaime, ahora reconocida en todo el país por ser una de las mejores medic-nin.

Al ser una misión sencilla y que no llevaría más de un día, había sido aceptada por la pelirrosa aunque para ello hubiese tenido que aguantar por días los Hmp, Hn y Tsk de su marido.

Y para terminar, de manera inexplicable la persona encargada de acompañarla había sido Kiba, tal vez porque Akamaru podía llevar a Sakura impidiendo que se fatigara demasiado por el viaje. Para desgracia del Inuzuka, la pelirrosa no le había dejado ni un minuto de descanso.

… Kiba tengo calor

… Kiba vamos a parar…

… Kiba quiero queso con chocolate…

… Kiba…

… Kiba…

… Kiba…

El muchacho juró que se cambiaría el nombre al llegar a la villa porque el suyo se le había desgastado.

Ahora entendía el aspecto cansado que presentaba Sasuke últimamente. Si él ya estaba a punto de llorar si oía otra vez su nombre y sólo llevaba unas horas cuidando de ella, no quería ni pensar en qué estado mental estaría el Uchiha después de nueve meses y encima ese era su sexto hijo… A partir de ahora miraría al pelinegro con nuevos ojos.

- Kiba… - la voz de Sakura volvió a entrar por los finos oídos del muchacho haciendo que sopesara la opción de ahogarse a sí mismo en el río.

- ¿Qué? – preguntó lastimeramente.

- Deberíamos parar… - pronunció la pelirrosa apretando los dientes.

- Ya estamos cerca Sakura, sólo un rato más, se que estás cansada pero…

- No, idiota – gruñó la pelirrosa – es el bebé…

Kiba la miró alarmado, si el más leve rasguño le ocurría a la señora Uchiha o a su bebé, Sasuke le despellejaría, castraría y serviría de comida para sus serpientes.

- ¡¿Qué, qué le ocurre?! – preguntó el chico-perro entrando en pánico.

- …Ya viene… - informó Sakura haciendo gestos de dolor.

- ¡¿Cómo?! – exclamó Kiba.

- ¡Como va a ser, baka! ¡Ayúdame a bajar de aquí! – gritó la pelirrosa perdiendo su escasa paciencia y cogiendo la mano que automáticamente le tendió el ninja para ayudarla.

Cuando Sakura estuvo tendida en el suelo apoyando su espalda en las mochilas y realizando ejercicios de respiración como una loca, Kiba pareció reaccionar.

- Está bien. T-tú quédate aquí con Akamaru, yo voy a buscar a un médico y a Sasuke – tartamudeó nerviosamente el chico.

- ¡Ni sueñes en dejarme aquí sola con un perro! – amenazó Sakura golpeando el suelo con su puño y haciendo una grieta.

- Está bien, está bien – se apresuró a aclarar Kiba moviendo las manos y negando con la cabeza para desechar su idea – Akamaru corre a Konoha y avísales de que el bebé de Sakura va a nacer.

A los pocos minutos de que el perro se marchara, las contracciones de la pelirrosa eran cada vez más fuertes y seguidas.

- Kiba, vas a tener que ayudarme tú – sentenció la kunoichi con la frente sudada, entre grito y grito.

- ¡¿Yo?! – El muchacho negó fervientemente – Sasuke me matará si lo hago.

- ¡¡¡Yo te mataré si no lo haces!!! ¡¡¡Shannaro!!! – gritó la pelirrosa fuera de sí.

Con un escalofrío recorriendo su espalda y la perspectiva de una muerte segura pesando sobre su cabeza, el shinobi se arrodilló junto a Sakura para ayudarla a traer al mundo a su bebé.

Cada vez que la pelirrosa gritaba por una nueva contracción hacía estallar los oídos de Kiba, a la vez apretaba su mano provocando que las lágrimas saltaran de los ojos del muchacho.

- Vamos Sakura, empuja – intentaba animarla.

El desgarrador grito de la pelirrosa cortó el aire.

- Ya sale – el ninja podía ver como asomaba la cabeza del bebé – un último esfuerzo, Sakura.

Cogiendo aire, la ojijade gritó por última vez empujando con todas sus fuerzas mientras Kiba sacaba al bebé sosteniéndolo en sus manos y poniendo cara de idiota.

- … … - el Inuzuka miraba con adoración el pequeño bultito con una pelusa de cabello rosado que lloraba con toda la fuerza de sus pulmones. Sonrió y soltó una carcajada de felicidad – Es una niña… es preciosa.

La pelirrosa sonrió con cansancio y alargó los brazos hacia él para que le pasara al bebé.

Kiba envolvió a la pequeña con su chaqueta y se la entregó a su madre que la acarició con cariño, mientras él seguía contemplándola maravillado.

- ¿Cómo vas a llamarla? – preguntó el chico.

Un brillo divertido apareció en los ojos de Sakura, como si se estuviera riendo de algún chiste privado.

- Midori, se llamará Uchiha Midori – dijo sonriendo cariñosamente.

- Midori…es perfecta – susurró el muchacho. Nunca había pensado que una criatura tan pequeña podía despertarle tanta ternura e instinto de protección, ahora entendía por qué la gente tenía hijos. Aun no podía creerse que él hubiera ayudado a traerla al mundo.

La pequeña Uchiha abrió sus ojitos revelando su profundo color oscuro como la noche.

- Es igual que Sasuke – apreció Sakura maravillada.

- Su nariz se parece más a la tuya y su color de pelo también – comentó Kiba – y ya quisiera Sasuke tener unos ojos tan bonitos como los de mi princesa.

La kunoichi soltó una carcajada y se dispuso a dar de mamar a la recién nacida.

- ¿Dónde está el bebé? – preguntó una ansiosa voz.

Saliendo del remolino de polvo que había levantado al llegar, Sasuke hizo su aparición jadeando por lo rápido que había tenido que correr para llegar lo antes posible.

Sus ojos se detuvieron contemplando a Sakura y a su nueva hija, la ojijade le sonreía radiante.

- Te presento a Midori.

- Midori… - repitió maravillado el Uchiha y se acercó para abrazar a sus, ahora dos, pelirrosas.

De pronto, pareció reparar en la presencia de una tercera persona en la escena.

- ¿Qué se supone que estás mirando? – preguntó amenazadoramente, ya que Sakura seguía dándole el pecho a la niña.

- Y-yo…yo…nada…sólo a la niña…no estaba… - tartamudeó Kiba – E-enhorabuena, Midori es muy bonita.

Sasuke sonrió de lado con orgullo y Kiba suspiró aliviado al haberse librado de los instintos asesinos del Uchiha apelando a su lado paternal.

---Fin del Flash Back---

Desde ese momento, el Inuzuka siempre había tenido predilección por la pequeña, la hija que no tenía y que desde luego no tenía prisa por tener dado su feliz estado como Casanova de Konoha.

Cuando por fin el ex-sensei del equipo siete llegó en su típica nube de humo, se sentaron a cenar.

Todos sus antiguos compañeros estaban presentes, Ino y Shikamaru junto a su hijo Ichiro y su hija Shizuka. Neji y Tenten también habían tenido su retoño, Takako su bella hija que no portaba en su frente el símbolo de la rama secundaria de su clan, Naruto se había encargado de ello. Lee tan efusivo como siempre, Tsunade que estaba encantada con todos los niños que tenía para consentir, Shino siempre tan callado, Sai dibujando todo lo que se movía, Jiraya que seguía siendo un pervertido escribiendo sus libros y Juugo, a quien después de muchos intentos consiguieron curar de su enfermedad.

Sasuke observó por un momento a su familia y a todos los presentes en su casa disfrutando de la cena, sus gemelos tirándole bolitas de arroz a su hermano Renji, para felicitarle. Y echando la vista atrás nunca pensó que su casa volvería a tener tanta vida.

A un lado de la sala podía verse que Sakura había seguido con su costumbre de guardar fotografías, su colección había crecido enormemente en esos dieciseis años, pensó Sasuke.

Allí estaban las fotos de su boda, el nacimiento de Daisuke, y después se sucedían fotos de todos sus hijos, cumpleaños, el Dobe convertido en Hokage, la boda de Naruto con la chica Hyuuga, la graduación Kotaro en la academia…había tantos recuerdos que habían tenido que comprar una estantería más grande.

- Aquí está la tarta, la he hecho como a ti te gust… - Aun con la tarta en las manos Sakura miró hacia abajo con cara de susto - ¡Sasuke! Acabo de romper aguas.

El pelinegro abrió los ojos consternado, no es que fuera primerizo, ya estaba bastante acostumbrado la verdad, pero siempre se ponía nervioso al ver que Sakura se ponía de parto. Aun recordaba el nacimiento de su primer hijo, hacía ya dieciséis años.

--- Flash Back---

Sasuke se encontraba en el recientemente reconstruido Ichiraku, junto Naruto que hacía gala a su título de adorador del ramen engullendo su bol sin ni siquiera respirar.

Después de meses de continuos trabajos reparando las heridas que la guerra había causado en la villa, por fin comenzaban a ver la luz al final del túnel. Las calles ya tenían el aspecto de calles y los parques volvían a tener arboles y hierba.

Tras el continuo esfuerzo que todos habían hecho para sacar adelante Konoha, Sasuke y Naruto podían tomarse un descanso y comer tranquilamente en el Ichiraku sin más preocupaciones.

- ¡Sasuke!

El grito hizo que los dos amigos se volvieran para ver quién era el que había llamado al Uchiha, y para su sorpresa vieron como Shikamaru se acercaba ¡corriendo!. Sí, increíble pero cierto.

El Nara corría hacia ellos como alma que lleva el diablo y la expresión de su cara era de urgencia. ¿Pero que podía estar pasando? Ni siquiera en el ataque de Akatsuki logró hacer correr a Shikamaru, el ser más vago en la faz de la Tierra. Pensaban Naruto y Sasuke observándole extrañados.

- ¡Sasuke!...tienes…ven…rápido…Sakura…luz. – jadeaba el Nara con palabras entrecortadas y claramente nervioso.

- ¿Qué? – Preguntaron los dos amigos aun asombrados por ver en ese estado a uno de los ninjas más calmados de la villa.

El shinobi cogió aire intentando reponerse de su carrera.

- Tienes que venir rápido Sakura va a dar a luz – consiguió completar la frase.

Ante esta información Sasuke ensanchó los ojos y se quedó estático como en estado de shock.

¿Qué Sakura qué?. Pensó aun intentando asimilar la noticia.

Vale, Sakura estaba de parto, una sensación extraña le subió por la columna vertebral como un hormigueo llegando hasta su cabeza.

Muévete de una vez Uchiha, pero las órdenes de su cerebro no llegaban a su destino puesto que seguía plantado con cara de susto.

- ¿Es que no lo has oído, Teme? – Le gritó Naruto en el oído – ¡Sakura-chan va a tener a tu hijo dattebayo!

- Sí – reaccionó por fin el Uciha sacudiendo la cabeza y recuperando la movilidad.

- Está en casa, corre – le informó Shikamaru.

Sasuke salió despedido hacia el barrio Uchiha esquivando a la gente y saltando por los tejados, un poco por detrás le seguía Naruto, Shikamaru ya había corrido bastante por un día así que se sentó a descansar y mirar nubes por un rato.

En cuanto llegó a su casa, el pelinegro abrió la puerta de un golpe precipitándose al interior.

- ¿Dónde está el bebé? – preguntó mirando a todos lados nerviosamente como si pudiera encontrarlo encima de alguna mesa. Curiosamente, esa frase acompañaría más de un parto de la ojijade.

- ¡¡¡Dónde tú lo pusiste!!! – le contestó a voz en grito su "dulce" pelirrosa que se hallaba recostada en un almohadillado sillón con la frente sudada y una mueca dolorosa en el rostro.

A un lado de Sakura se encontraba Hinata abanicándola con una carpeta y dándole la mano, al otro lado Tenten intentaba tranquilizarla, pegado a la pared con cara de susto estaba Hyuuga Neji.

Parece que las contracciones habían empezado justo cuando sus amigos la visitaban.

- ¡Sakura-cha… - Naruto entró como un huracán chocando contra Sasuke que estaba pasmado en la puerta y acabando ambos en el suelo.

- ¡Quita, Dobe!

- ¡No me llames Dobe, Teme!

La carpeta que segundos antes había estado sosteniendo Hinata se incrustó en la cabeza de Naruto cuando una parturienta Sakura se la arrebató de las manos a la Hyuuga y la lanzó con intenciones homicidas.

En realidad había apuntado a Sasuke, pero este la había esquivado en el último momento y miraba a la muchacha con asombro. En todos los meses que llevaba con ella, la pelirrosa jamás le había lanzado nada como hacía con Naruto, esto le daba una pista del humor de la chica en esos momentos.

- ¡Los dos sois bakas y todos lo sabemos! ¡Ahora quiero ir a un hospital a la de YA! – Bramó la futura madre haciendo temblar los cristales.

Sasuke se apresuró a cargarla en brazos aunque con ello peligrara su integridad física al acercarse tanto a ella y su estado temperamental.

- ¿Dónde mierda está Itachi? – preguntó el Uchiha extrañado al no ver a su hermano rondando por allí.

- En el hospital – respondieron todos a coro.

Cómo no, Itachi estaba en el hospital. ¿En qué otro sitio podía estar?. Pensó con sarcasmo el pelinegro.

- ¿Qué ha pasado esta vez? – dijo con resignación.

- Se cortó con un cuchillo cuando preparaba la comida – contestó la voz de Kotaro saliendo detrás de Neji con cara de asustado. Seguramente, el niño había decidido pasar desapercibido para escapar de los gritos de su hermana.

- Tsk. Cada vez se inventa excusas más pobres – murmuró.

Últimamente su Aniki se pasaba la vida en el hospital por las cosas más estúpidas, sobre todo teniendo en cuenta que vivía con su cuñada médico. No había día en el que no se cayera, se cortara o lesionara de alguna manera acudiendo así a la consulta para pedir cita con su médico, Shizune.

Sasuke esperaba que la muchacha aceptara salir con él próximamente, o su hermano pronto tendría más cicatrices que Ibiki por todas las contusiones que se provocaba para ir a verla.

El grito de Sakura le sacó de sus pensamientos a la vez que le pellizcaba el brazo sádicamente haciéndole apretar los dientes con dolor.

- Eso duele, Sa-ku-ra – siseó Sasuke.

- ¡Tú no sabes lo que es el dolor! – chilló la pelirrosa fuera de sí.

************

Después de horas de gritos, objetos lanzados contra la pared e insultos se oyó el fuerte sonido del llanto de un bebé.

Cuando Tsunade le puso a su hijo en los brazos, Sasuke lo cogió con temor, como si fuera de cristal, contempló anonadado sus rosadas mejillas, su pelo negro y sus pequeñas manitas moviéndose cerradas en puños. Se quedó sin aire y un sentimiento cálido lo inundó impidiéndole dejar de mirarle.

- Es un niño precioso – oyó como la Hokage informaba a Sakura sobre su bebé.

El Uchiha se acercó para entregárselo a su madre que lo estrechó entre sus brazos y lo besó con cariño. Sasuke no se creía capaz de hablar teniendo en cuenta el nudo de su garganta.

- Es igual que tú – apreció con adoración la pelirrosa con voz dulce, parecía mentira que unos minutos antes hubieran salido tantas maldiciones y juramentos de sus labios.

El pequeño era la viva imagen de su padre, pelinegro, la misma forma de la cara, sus finas cejas y su pálida piel. Sasuke le acarició la mejilla y entonces el niño abrió los ojos descubriendo su vivo color jade herencia indiscutible de su madre y dejándolos a ambos maravillados.

- Daisuke – murmuró la pelirrosa.

Sasuke la miró sin comprender.

- Se llama Daisuke – repitió Sakura y sonrió con diversión – tú lo dijiste ¿recuerdas? – la muchacha rió levemente al ver la cara de desconcierto del pelinegro – …Una aldea camino de la guarida de Akatsuki,… una botella de sake,… ¿te va sonando?

Sasuke entrecerró los ojos.

- Sí, pero déjame añadirle una pelirrosa aprovechándose de mi ebrio estado para seducirme – dijo con una pícara mirada.

- ¿Yo? Pero si fuiste tú quien me recitó los nombres de nuestros futuros hijos – se quejó Sakura.

- Y puedo decir que acerté – añadió Sasuke volviendo a mirar a su primogénito que dormía apaciblemente en los brazos de su madre.

La ojijade sonrió al ver la ternura que tenía el pelinegro, podía ser una persona fría y distante para los demás, pero no con su familia.

- Sakura, gracias – dijo el Uchiha sinceramente, le daba las gracias por quererle, por darle todo lo que siempre había deseado y sobre todo por hacerle recuperar la felicidad que creyó nunca volver a sentir.

La pelirrosa por toda respuesta se aferró a la camiseta del muchacho tirando de él para acercar sus labios y besarle.

- Qué tierno eres, Teme – oyeron la voz de Naruto que en ese momento entraba por la puerta seguido de Hinata, últimamente eran inseparables, Hebi junto a Kotaro, Kakashi, Shikamaru, Neji, Tenten, Kiba, Ino y Sai. De hecho si no estaban congregados de pleno toda la generación de ninjas era porque algunos estaban de misión en esos momentos.

Sasuke pensó que eso ya lo había vivido antes, sus amigos seguían con la costumbre de ir a todos los sitios en masa.

- Oh, Sakura-chan es…es…es igual que el Teme dattebayo – completó Naruto – parece un mini-Sasuke, ¿tú eras así de tierno, Teme? – preguntó el rubio comenzando a imaginárselo como un bebé pero con la misma mirada de asesino en serie que ahora le dedicaba. Contuvo un escalofrío. No, definitivamente no.

Todos comenzaron a felicitar a la pareja por su recién nacido y las chicas se acercaron a Sakura rodeándola mirando embobadas al bebé, comentando parecidos y rogándole en broma que las dejara adoptarlo.

- Ya estoy aquí – se oyó una voz un tanto agitada.

Uchiha Itachi había aparecido en el umbral de la puerta con aspecto acelerado, la camiseta descolocada y algo que parecía…

- ¿Eso es carmín? – preguntó Sasuke achicando los ojos.

- Hmp – Itachi se limitó a limpiarse y dedicarles a todos una media sonrisa arrebatadora que hizo hiperventilar a más de una - ¿dónde está mi pequeño sobrino? – preguntó acercándose e ignorando las miradas que todos le dedicaban. Kiba parecía a punto de arrodillarse y hacerle la ola a su ídolo.

- Tiene tus ojos, Sakura – apreció el Uchiha – esperemos que no sea como Sasuke de bebé, se pegaba toda la noche llorando y no nos dejaba dormir, y me daba patadas cuando le cambiaba los pañales.

Al captar la mirada de ira que le dirigía su hermano, Itachi se apresuró a cargar a Kotaro que estaba a su lado de puntillas intentando ver algo.

- ¿Quieres ver a tu sobrino, Kotaro? – preguntó alzando al niño y evitando así un golpe de parte de Sasuke.

- Que pequeño es – se sorprendió el Haruno.

En ese momento se hizo el silencio cuando apareció Shizune en la habitación, no habría causado tanta conmoción de no ser porque presentaba un aspecto bastante similar que había mostrado el mayor de los Uchiha al entrar. Su pelo estaba revuelto e intentaba peinarse mientras se recolocaba la ropa.

Sasuke sonrió de medio lado, al menos su hermano dejaría de intentar matarse para ir al hospital.

- ¿Significa esto que dejarás de intentar automutilarte? – Preguntó el menor de los Uchiha.

- Kami te oiga – murmuró Itachi.

- Shizune, llevas la camiseta del revés – informó Ino a la azorada medic-nin que enrojeció lanzando una breve mirada al Uchiha mayor.

Parece que Itachi tendría suerte y no tendría que inventarse excusas para volver.

---Fin del Flash Back---

Sasuke se levantó de un salto para sostener a la pelirrosa que se aferraba al brazo de su hijo Daisuke, el cual la miraba preocupado.

- Te dije que el mío nacería antes, Aniki – le comentó a Itachi al tiempo que cargaba en brazos a la pelirrosa para llevarla al hospital.

- Y-yo no estaría tan seguro – intervino Shizune agarrándose al brazo del Uchiha mayor. Parece que iba a haber más de un nacimiento.

- Toma ya, te lo dije otouto – dijo Itachi con tono triunfal – pero si vuelves a tener dos, cuentan sólo como uno. – señaló el hermano mayor.

- De eso nada – le contestó Sasuke.

- ¡Uchiha, al hospital ya! – le gritó Sakura en el oído al ver que no se movía.

- Hmp.

Sasuke se apresuró a salir de casa con su mujer en brazos y sus ojos brillando ante la perspectiva de un nuevo Uchiha en camino.

Estaba muy orgulloso de todos sus hijos, habían demostrado ser unos buenos ninjas y sobretodo protegían a su familia por encima de todo, a veces se pasaban un poco con ello, como cuando un muchacho se había acercado a su prima Akemi más de lo que ellos consideraban correcto, aunque a ella no parecía molestarle, y había aparecido colgado por los pies de la nariz del Tercer Hokage, nunca encontró pruebas contra ellos pero estaba seguro de que incluso el pequeño Renji había participado en el linchamiento familiar.

Daisuke había heredado el carácter reservado de su padre, pero era tan dulce como Sakura cuando se lo proponía, del famoso poder que les había otorgado la victoria contra Akatsuki no habían vuelto a tener noticias, el Sharingan de su primogénito era poderoso, pero no especialmente diferente al suyo propio.

Los gemelos eran otro cantar, ambos eran revoltosos y reían por todo, pero tenían la arrogancia marca Uchiha en sus venas. Recordaba la cara de Itachi cuando le dijo que eran dos…eso es trampa otouto…

Y en cuanto a los más pequeños, se notaba que eran felices y se sentían queridos.

Cuando los Uchiha se hubieron ido al hospital, los demás decidieron volver a sus casas o en el caso de Naruto "ir a acompañar al Teme `ttebayo". Suigetsu, Karin y Juugo decidieron quedarse para cuidar de los niños mientras sus padres estaban fuera.

La pelirroja comenzó a recoger los restos de la fiesta acompañada por el gigantón Juugo mientras Suigetsu se dedicaba a entretener a los pequeños.

El ninja del pelo celeste se colocó frente a ellos sentando a la pequeña Midori en su regazo y les dirigió una de sus afiladas sonrisas.

Finalmente todo mereció la pena, lo logramos pensó con nostalgia recordando los tiempos en que habían tenido que luchar tanto.

- ¿Queréis oír una historia? – preguntó con un brillo extraño en su mirada.

Todos lo miraron expectantes, ya conocían las originales salidas de Suigetsu.

- Es algo que ocurrió antes de que todos nacierais, en los tiempos de la guerra – les dijo dándole un toque tenebroso.

Incluso los más mayores como Daisuke y Akemi pusieron atención. No eran muchas las ocasiones en las que les hablaban sobre la guerra, sólo sabían que era un periodo oscuro de la historia de Konoha y que sus padres habían contribuido a ponerle fin junto con otros héroes de la villa.

El mayor de los hijos de Sasuke conocía la historia de la masacre Uchiha, pero nunca hablaban del tema ya que sabía que era doloroso para su padre y su tío, y que intentaban dejar el pasado atrás.

- Es una historia de venganza, héroes, profecías, traiciones y…amor – sonrió con expectación - ¿os atrevéis a escucharla?

- …Todo comenzó cuando fui a liberar a los prisioneros de la guarida de Orochimaru y encontré a una linda muchacha pelirrosa contando las gotas que caían de la mugrienta celda donde la tenían retenida…

Una,…dos,…tres…


Hola!!! Bueno ¿qué os ha parecido el epílogo? Espero que haya estado a la altura jeje.

Me ha parecido una buena idea que terminara de la misma manera que empieza el fic, algo así como un bucle :P

He tardado un poco más en tenerlo listo porque en el último momento decidí añadirle más cosas y sobretodo algo sobre Itachi como muchas pedisteis, he intentado añadir vuestras sugerencias.

Espero que os haya gustado como han terminado todos, las parejas y sus hijos jeje pobre Sakura, creo que le hice tener demasiados, pero tenía que restaurar el clan ;) Una inspiración del momento fue el hijo de Suigetsu, Kenshi que significa corazón de espada, cuando vi ese nombre supe que sería para él.

¿Os habéis dado cuenta del principio? Me inspiré en lo que le sucedió a mi pobre Sasuke-kun en la masacre del clan, pero poniendo la diferencia en que Renji encuentra a toda su familia felicitándole, es el símbolo del cambio.

Por cierto, muchísimas gracias a toda la gente que comentó felicitándome por el fic, prometo que iré contestando vuestros reviews para agradeceros porque realmente me hicieron subir a una nube jeje.

Y por supuesto que seguiré escribiendo fics para vosotros, ya tengo más ideas rondando por mi cabeza, sólo falta que tomen forma y así podré escribir. Me temo que os seguiré dando la lata con mis locuras jeje.

Este fic está dedicado a todos los maravillosos lectores que acompañaron a Sakura y Sasuke durante todo su viaje, sintiendo, sufriendo y riendo con ellos en todas sus aventuras.

Hasta pronto, Besos Ela.