Disclaimer: todos los personajes pertenecen a JK Rowling, yo sólo he dejado volar la imaginación por puro hobbie, sin fines lucrativos.

El examen

La miro y vuelvo a mirarla, no puedo apartar mis ojos de ella, maldita sea… intento con todas mis fuerzas luchar contra mis impulsos, pero en vano, debo conseguirlo, debo mirar a otras y a otros, la ventana, el fondo de la clase, lo que sea con tal de dejar de mirarla a ella… no es ético, no es correcto, no se entiende y alguien podría advertirlo.

Pero por alguna razón que todavía no acierto a adivinar, no puedo apartar mis ojos de ella… y siento que soy yo quien está siendo examinado, por ella, por su mirada inteligente que ata a la mía con un lazo invisible.

De pronto parpadea y rompe el contacto visual, por fin me ha liberado de su embrujo, ¿sabe ella que me tenía en sus manos hasta hace escasos segundos?... no, no lo sabe, ella me mira con inocencia, con curiosidad tal vez, porque hay cosas que nos unen, cosas bien vistas entre alumna y profesor… ¿o quizá lo hace por algo más?

Respiro profundamente tres veces, llenando mis pulmones de oxígeno, miro a través de la ventana, el cielo está azul, las nubes son blancas y de aspecto algodonoso, un bonito día, como decían mis alumnos al entrar al examen, una lástima tener que contestar preguntas durante más de tres horas, encerrados en un aula, pudiendo disfrutar del aire libre sentados en el césped.

Debo volver la mirada hacia ellos, debo controlarlos, que nadie se copie, que nadie haga trampa, o perderé el respeto que me tienen, es algo que ningún profesor puede perder jamás, o su carrera se habrá terminado, pero me cuesta, porque no puedo controlar las ganas de volver a posar mi mirada sobre ella, tengo miedo de que se me note demasiado, pero voy a intentarlo.

Me fijo en el fondo de la clase, y voy observando a aquellos jóvenes, a izquierda y derecha, todos con las cabezas hundidas en sus mesas, y voy recorriendo las filas, acercándome a la suya, sé de memoria donde se sienta siempre, ¿lo hace para que la tenga más presente?, que pretencioso soy, simplemente debe gustarle ese sitio.

Bueno, he llegado, ahí está… afortunadamente está escribiendo en sus hojas, la miraré, pero sólo un ratito, nada que quede extraño, a fin de cuentas todos están en otra cosa, nadie se fija en mí.

Siempre que escribe lo hace con agilidad, sin apenas titubear, su muñeca se mueve a buen ritmo, como si tuviera muchas cosas que decir, respuesta para cada pregunta del examen, bueno, de hecho la tiene, algunos compañeros de clase la llaman "sabelotodo", y yo aprecio cierto matiz de envidia y manía en sus palabras… adoro su inteligencia, la atención que presta siempre a mis explicaciones, pero sobre todo sus ansias de aprender más, de conocer cosas nuevas, de saber el porqué de todo lo que explico. Por eso no pude evitarlo y la elegí como mi ayudante para preparar las clases.

No aparta los ojos del papel, mejor así, no caeré ante su poder invisible. Su gesto transmite concentración, es muy responsable y sé que lleva bien preparado este examen, sabía la respuesta a cada problema que planteamos en clase la última semana, así que debe estar contestando a todo. Bueno, ya basta, ahora mejor miro a los de la primera fila.

Maldición, ha levantado el rostro, y me ha cogido mirándola de nuevo, esos ojos castaños, llenos de vida, de juventud, como el resto de su cuerpo, tienen algo contra lo que estoy indefenso. Me sonríe, ligeramente, pero lo hace, divertida, sabe que me cuesta dejar de mirarla, ¿sabe también la razón?, probablemente sólo piensa que estoy orgulloso de ella como su profesor, por lo bien que lleva mi asignatura, y no se equivocaría, pero se quedaría corta.

Necesito una salida, un recurso que me aleje de ella… el examen, el reloj, la hora de finalización…

Snape: les quedan diez minutos para terminar, no se relajen porque no recogeré a quien se exceda de ese tiempo, y sí, es una amenaza. -

Doy la vuelta sobre mis talones y miro un instante la pizarra, pero siento sus ojos en mi nuca, ¿es mi imaginación o ella sigue mirándome?, como si me estuviera llamando en silencio, como si quisiera recuperar el contacto visual, pero no puedo, no debo, no…

Así que me siento, sin levantar la vista, y abro el libro que hay sobre la mesa, una página cualquiera, de todos modos no voy a leerla, porque no puedo dejar de recrearla a ella en mi mente. Y recuerdo sus ojos, su ligera sonrisa, su gesto severo cuando escribe en la hoja de examen… por lo menos disimulo mi debilidad, pero hoy tengo más ganas que nunca de que sean las doce y este maldito examen termine.