Nota de la autora: Robotech no me pertenece... pero los personajes me han acompañado desde hace tantos años que a veces sueño con ellos. O tengo pesadillas, depende. Es mi primer fic de Robotech. Lean, plis, ojala que les guste...
El vals
Primera parte
-¿Lisa, me concedes este vals?
Lisa se atragantó con un camarón ante la sorpresa. ¡Lynn Kyle le pedía un vals! ¡Lynn Kyle, el pacifista intransigente, le pedía un vals!
-Anda, no lo dejes con la mano estirada – susurró Claudia, empujando suavemente a Lisa.
La joven tragó el pedazo de camarón que la asfixiaba y le dedicó una sonrisa al melenudo galán. Éste le colocó un mechón de cabello tras la oreja y la llevó suavemente al centro de la pista, no muy lejos del lugar donde Rick y Minmei bailaban a su vez.
-Hola, Lisa – saludó Minmei, intentando ocultar un repentino ataque de celos.
-Buenas noches, Minmei – respondió Lisa. Rick se dio vuelta y también la saludó, sin entender por qué sentía una repentina molestia en la boca del estómago.
Lisa bailó hasta agotarse con Kyle, disfrutando de la música y la amabilidad de su compañero. Era agradable sentirse como una dama de vez en cuando, y Kyle podía ser muy galante si se lo proponía. Nunca fue mencionado el tema de la guerra ni de la paz, ni el desprecio de Kyle por los militares. Esa noche, todo fue perfecto para Lisa.
O al menos, eso creía ella.
Kyle la había invitado a bailar sólo para darle celos a Minmei. En eso estuvo acertado: la muchacha se sintió realmente molesta cuando lo vio con otra.
Pero Kyle no había contado con algo.
Esa noche de vals logró que empezara a interesarse en la comandante Hayes.
Ella era sólo una rival, una militar; el enemigo a quien destruir. Es verdad, él sabía que los militares los habían salvado de la destrucción total y debían estar agradecidos, pero ahora los militares deberían retirarse y dejar que los civiles arreglaran solos toda la situación.
Y se estaba interesando por una militar.
Y no una cualquiera, no; la mismísima Lisa Hayes, la heroína del ejército.
La había invitado a bailar para provocarle celos a Minmei; pero todo se había complicado. Y en este momento, mientras la veía reír por una de sus bromas, pensaba que sería estupendo poder conocerla más, y quizás, enamorarse de una mujer así. Tan distinta a su Minmei.
Lisa se sentía muy cómoda al lado de Kyle. Era muy guapo, tan parecido a Karl, y ahora se presentaba ante ella como un chico simpático, no como el arrogante activista de siempre. El cambio era muy agradable. Casi sentía renacer en ella la atracción que sintió por él alguna vez, tanto tiempo atrás, antes de toda esa destrucción. Enrojeció. Nerviosa al pensar que él se daría cuenta de su confusión, inventó una excusa:
-Debo ir al baño – dijo.
-Te espero. No tardes – respondió él.
Lo dejó sentado en las escaleras de mármol y fue al baño. Claudia, que bailaba con otro militar, se disculpó con éste y la siguió.
-¡Cuéntamelo todo! – exigió Claudia, una vez que estuvieron en el baño.
-¿Contar? No hay nada que contar, sólo hemos bailado y conversado...
-Y tú que no querías venir... obvio, después de que ese imbécil de Hunter te plantó...
-No me plantó, me avisó que no vendría conmigo. Eso no es plantar.
El Baile de la Victoria había sido planeado de la siguiente manera: unas patrullas que exploraban la Tierra después de la batalla con los extraterrestres, encontraron los restos casi intactos de un precioso hotel de Las Vegas. Max Sterling, que estaba entre los patrullas, dijo por el intercomunicador a su esposa que algún día la llevaría a un baile en ese hotel -palacio. "Será como los de antes", dijo.
Esto lo oyó Sammy, una de las oficiales, que se lo contó a sus amigas y éstas a otros pilotos, que comenzaron a hablar acerca del baile que se ofrecería en ese lugar. La voz corrió hasta llegar a los altos mandos, que pensaron que algo así subiría la moral de la población y contentaría a los civiles que empezaban a reclamar más libertad para instalarse donde se les antojara y renunciar a la tutela del ejército.
Así que el baile fue organizado rápidamente. Pidieron la ayuda a las autoridades civiles, quienes se sintieron muy honrados de colaborar. Sería la mayor fiesta que se hubiera visto en años. En décadas. El Baile de la Victoria. Lynn Minmei, por supuesto, sería la reina de este baile, con actuación en vivo, álbum del recuerdo y fotos con cada mesa de invitados.
Rick, al oír lo del baile y la participación de Minmei, soñó de inmediato en ir con ella, pero su mente le decía que eso era imposible. Minmei iría con algún actor famoso, o con Kyle. Así que invitó a Lisa, su mejor amiga.
Lisa se emocionó muchísimo cuando su amigo – su amor – la invitó. De inmediato comenzó a probarse diseños de trajes, para elegir el que dejara a Rick con la boca abierta.
Hasta que, tres días antes del baile, Minmei llamó a Rick para pedirle que fuera su pareja.
-¿Por qué no me lo habías pedido? – se quejó ella – Llevo semanas esperando que me invites.
(No era verdad; se había olvidado totalmente de él por la emoción del Baile)
-Pensé que irías con... – empezó a disculparse él.
-No puedo pensar en otro acompañante – interrumpió ella. Así que él la invitó, y después llamó a Lisa para contarle – muy feliz – la magnífica noticia.
-¡Lisa! – gritó él por el teléfono - ¡Maravillosas noticias! ¡Minmei quiere que yo sea su acompañante! ¿No es estupendo?
Lisa calló por unos segundos. No podía entender bien lo que él le decía.
-¿Lisa? ¿Me oyes?
-Es... es magnífico, Rick, de seguro que la pasarás bien con ella.
Recién ahí Rick se dio cuenta de lo desconsiderado que había sido.
-¡Lisa, disculpa! – le dijo – Es que con la emoción no me acordé que había quedado contigo... mira, la llamaré y...
-No, no te preocupes, yo...
-¡Gracias, Lisa! Eres la mejor – dijo él. Lisa se alegró que estuvieran hablando por teléfono y él no viera sus lágrimas.
Lisa había pensado en no ir al Baile, pero Claudia la convenció.
-Irás y serás la verdadera reina de ese Baile – le dijo -. Rick se arrepentirá de haberte dejado ir.
Así que, casi contra su voluntad, Lisa se dejó depilar, maquillar, peinar, vestir y perfumar aunque hubiera preferido estar en casa comiendo chocolate.
Cuando llegaron al Baile, Lisa sintió que una puñalada de celos le revolvía el estómago: Minmei estaba ya bailando con Rick, la única pareja en la pista bajo una suave luz rosada que los hacía parecer dos dioses.
-¡Se ven tan bellos – dijo alguien cerca de ella.
Lisa se alejó, molesta, de la pista, ignorando las miradas de admiración que le dedicaban los hombres que pasaban por su lado.
-La comandante Hayes se ve preciosa – susurró un oficial.
-El teniente Hunter fue un estúpido al dejarla ir – murmuró otro.
Lisa se veía realmente bellísima, pero ella no era consciente de ello. Llevaba un vestido estilo imperio, blanco con reflejos celestes, y una pequeña tiara que sujetaba su cabello, recogido en un elegante moño. Pero su expresión adusta alejaba a cualquiera que quisiera acercarse.
-Arregla la cara – le dijo Claudia, alcanzándola -. Estás espantando a todos.
-Pues no me va ni me viene – respondió ella, acercándose a la mesa de la comida y dedicándole toda su atención a los camarones.
¡Y en ese momento, llegó Kyle a salvar la noche!
-Deberías prenderme una velita – le dijo Claudia a Lisa en el baño, cuando la joven comandante se mojaba la cara para apagar un poco el rubor que la cubría.
-Sí, es verdad. Reconozco que tuviste razón al obligarme a venir – sonrió alegremente. El reflejo del espejo le devolvió la sonrisa.
-Te ves bella – dijo Claudia.
-Creo que tienes razón. Me siento bella, y hace tiempo no me pasaba eso.
-Parece que el tal Kyle no es tan imbécil como aparenta.
-Es magnífico. Me encanta hablar con él, cuando no se pone intransigente, claro.
-¿Y el beso?
-¡Claudia!
-No te estás haciendo más joven, amiga; deberías aprovechar las oportunidades.
-Es que...- Lisa pensó en Rick. No podía imaginarse besar a otro. Kyle era guapo, agradable, pero – Es que Rick podría enojarse...
-Lisa, abre los ojos: Rick ama a otra. No vale la pena que te molestes por él.
-Tal vez tengas razón. Lo pensaré.
Lisa volvió a mojarse las mejillas, y salió del baño. Pudo ver que Rick y Minmei estaban sentados juntos en un pequeño sofá. Desvió la mirada y siguió su camino en busca de Kyle.
Éste la esperaba pacientemente en las escaleras. Se le iluminó el rostro al verla.
-Te eché de menos – dijo él.
-Gracias – respondió ella después de un leve titubeo. Se sentó junto a él y continuaron hablando de cosas alegres, hasta la hora del vals final.
Minmei y Rick deberían ser la pareja principal del vals final, pero no estaban en condiciones de bailar bien. Ambos habían decidido beber para olvidar y estaban un poco mareados. Así que Lisa y Kyle fueron los que guiaron el vals final, a pedido de la gente.
Y se acabó el vals. Cuando terminó la música, Kyle dudó por un segundo si besar o no los labios de su encantadora acompañante. Había decidido no hacerlo, pero al notar que Rick y Minmei se besaban impúdicamente en un sofá, se decidió.
A Lisa el beso la tomó por sorpresa y no supo como reaccionar. Por un momento pensó en golpearlo, pero como toda la gente los aplaudía, pensando que el beso era un detalle precioso para terminar un baile tan bello, decidió no hacerlo.
-¡Parecían Cenicienta y el Príncipe! – dijo alguien en voz alta.
-¡Miren al teniente! – dijo otra voz.
Lisa miró al teniente, o sea, a Rick, y volvió a sentir esa puñalada de celos en su estómago... él besó a la otra...
Rick y Minmei emergieron sonrientes de su beso, sin confundirse ante los flashes.
-Les comunico mi compromiso – dijo Minmei. Rick la miró con sorpresa.
Lisa salió corriendo.
Continuará...