Disclaimer: Nada me pertenece. Los personajes son de Stephenie Meyer, y este maravilloso fic es propiedad de Makiko Lime.
Capítulo 4
Otra vez.
Edward la ignoró por completo en toda la mañana y estaba rodeado por chicas de su mismo curso. Bella se sintió un poco sola y algo celosa, él parecía muy divertido con esas chicas tontas y rubias, sin una pizca de cerebro.
¡Se comportaba tan extraño desde el otro día!
¡Pero qué tipo tan cínico era! Se sintió dolida, lastimada, y muy traicionada. Apretó sus puños, deseando con fervor que tocara la campana y así poder hablar a solas con Edward. ¡Necesitaba… necesitaba de su compañía!
¡No comprendía el por qué ni el cómo, pero lo necesitaba! ¡Esas… esas sin cerebro no merecían hablar con Edward! Él tenía demasiada cabeza, demasiada arrogancia para estar con ellas.
¡Era un traidor!
«¡Ugh, Edward! ¡Date cuenta que estoy aquí!», pensó ocultándose torpemente detrás del árbol, queriendo clavar sus uñas contra el tronco. Sentía su corazón en sus oídos, expectante a que él la mirase.
Finalmente, ellas se alejaron, dejándolo solo.
Edward permaneció apoyado contra la pared, con las manos en sus bolsillos y expresión casi indiferente. El viento sacudió sus cabellos broncíneos, casi tapándole el rostro hasta que ligeramente la brisa se esfumó. Dos mechones bronces se posaron sobre sus mejillas, haciéndolo ver… atractivo.
Entonces, volteó la mirada hacia el árbol donde ella estaba oculta. Su mirada era tan seria, casi como si estuviera enojado. Tenía el ceño fruncido, la mandíbula ligeramente apretada… Oh, no conocía a ese Edward.
—¿Qué haces, Isabella? —preguntó una voz masculina, ligeramente curiosa y algo sorprendida.
Ella soltó un respingo y volteó la cabeza con lentitud, sus ojos chocolates se chocaron contra los oscuros —casi negros— de Jacob.
—¡Jacob! —exclamó ella, con el corazón latiéndole a mil por hora y un ligero rubor en sus mejillas—. ¿Qué… qué haces aquí? —miró hacia ambos lados nerviosa, pegando su espalda contra el tronco y deseando que Edward no la descubriera.
Jacob alzó ambas cejas y entonces sonrió.
—Quería saber si para el próximo domingo tenías libre —dijo con alegría y algo infantil—. El sábado tengo sesión con los de soccer, así que…
Jacob estaba en el club de soccer, aunque fuera muy rápido en las carreras. Estuvo casi en todos los clubes del colegio, y finalmente se quedó en este último. ¡Realmente era muy admirable!
Pero… toda la información chocó contra su cabeza y permaneció con la boca abierta unos cuantos segundos. ¡Jacob le había… le había preguntado si tenía el domingo libre! ¡No podía ser que… que…!
—S… S-Sí… ¿P-Por? —balbuceó Bella, más sonrojada todavía y poniendo sus manos en actitud de rezo, cerca de su pecho.
«Que sea una cita, que sea una cita.»
—Ángela, yo y Rosalie organizaremos una salida de campo, me pidieron que te avisara —sonrió alegremente, mirando hacia el cielo. Nunca conecta su mirada con la de ella—. Nos vemos el domingo, a la una frente a la tienda de Newton. ¡Adiós, Isabella!
—¡Jacob…! —exclamó ella, viendo cómo el «amor de su vida» se alejaba rápidamente de ella, riéndose solo—. Pero… no acepté.
Su mano cayó lentamente, muerta, inmóvil. Soltó un suspiro cansado y se dejó caer, negando con su cabeza. Respiró con rapidez, dándose cuenta que él ni siquiera la miró, ni siquiera le preguntó si aceptaba ir… y sólo se lo dijo porque Rosalie y Ángela se lo mencionaron. Sus amigas tuvieron intenciones, pero él… él ni siquiera la conocía.
Escuchó un silbido tras de ella.
—Ese perro… ¿No es muy infantil? —preguntó Edward, mirándola directamente a los ojos, con su antebrazo apoyado en el tronco, sosteniendo a su cuerpo.
Bella lo miró y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¡No… no es infantil…! Sólo… es distraído… —murmuró como respuesta, tratando de convencerse y soltó un suspiro—. ¿Con quién fue?
Edward parpadeó confundido, poniéndose de cuclillas hasta la altura de ella y movió su cabeza, como preguntándole qué quería.
Entre tanta desilusión, ella sonrió levemente.
—¿Te… te besaste a una de esas chicas? —preguntó finalmente, queriendo cambiar de tema. No deseaba hablar, ni siquiera pensar sobre Jacob.
Edward soltó un bufido, soplando hacia arriba haciendo que su flequillo se moviera cómicamente.
—No, no lo hice —finalmente, se sentó y pegó su espalda contra el árbol, entrelazando sus manos detrás de su nuca—. ¿Por qué quieres saberlo?
Ella volteó a mirarlo, sonriéndole dulcemente. Edward sabía casi a la perfección que no deseaba tocar el tema de Jacob.
—¡Dímelo! —replicó Bella, algo divertida—. ¿Es tan malo saber quién fue tu primera chica?
Edward se sonrojó y cerró los ojos.
—Cuando beses al perro te lo diré.
Infló sus mejillas, pero no le replicó. Últimamente él estaba tan misterioso, queriendo guardar secretos que —seguramente— antes no se los guardaría. Tal vez era muy, pero muy privado… Aunque bueno, todos tenían derechos a guardar sus secretos.
¿No?
—Oye, el sábado lo tienes libre, ¿no? —preguntó Edward, siendo él quién cambiaba de tema.
Bella lo miró, se corrió un poco y finalmente apoyó su nuca contra la pierna de Edward, mirando fijamente el árbol, el sol que se colaba entre las hojas. ¿Sería otro día de campo?
—Sí, Renée saldrá con sus amigas —comentó al aire, como si no tuviera importancia, soltó un suspiro algo triste, cerrando sus ojos—. ¿Por?
Edward sonrió de lado.
—¿Quieres ver la nueva película de los Mutantes? —sonaba muy entusiasmado—. Dicen que esta película es terriblemente buenísima.
Entreabrió sus ojos chocolates, pero rápidamente los cerró. Inspiró el aire, sintiendo el olor masculino de Edward. Era tan característico, tan único.
Sonrió.
—Sí, pero también quiero ver a Mi Pequeña Sei —respondió alegremente, mirando justo la expresión ceñuda de Edward—. Es una comedia romántica.
Él bufó.
—¡Oh, vamos, Bella! ¡Esas… cosas son para mujeres!
—¿Y qué te crees que soy?
Él le acarició la frente casi con dulzura.
—Eres mi chica, por eso vendrás a ver los Mutantes conmigo.
Ella se rió, tratando de no prestar atención a la turbación de la mención que ella era de Edward. Él siempre le dijo aquello, bromeando pero… esta vez fue diferente, no entendía qué… pero fue algo muy diferente.
—Está bien.
—¡Esa es mi chica!
—Pero veremos a Mi Pequeña Sei.
Edward sólo volvió a gruñir.
Ese viernes por la noche, después de la «sesión con el maestro Edward» (como él bien dijo que empezara a llamarlo), se dedicó a elegir el mejor vestido. Estaba cansada de siempre usar pantalones, y quería demostrarle a Edward que no sólo era su «amiga» sino también una chica elegante, femenina y muy atractiva.
«Imagínate como si saliera con Jacob», se dijo a sí misma, mirándose en el espejo. Era un vestido blanco, delicado, casi elegante pero informal, perfecto para el clima de Phoenix. Contenta con el resultado, pero no con su cuerpo, se asomó otra vez a la ventana.
El viento volvió a soplar contra su rostro. Haría frío mañana, pero seguramente en los cines habría calefacción.
Miró fijamente la estrella con los ojos llorosos. Deseó que no fuera Edward quien la invitara a salir, sino que fuera Jacob… ¡Quería… quería que se diera cuenta que existía por una vez! Y que la besara, la abrazara y, al menos, le regalara sus sonrisas.
—Bella —llamó Benjamín, abriendo la puerta sin llamar y causando un respingo en su hermana mayor.
—¡Ugh, me asustaste! —chilló enojada, cruzándose de brazos—. ¿Qué quieres, Benjamín?
Su hermano menor sonrió con picardía, sentándose en la cama.
—¿Vas a salir con Edward? –preguntó burlonamente. Desde pequeño esperaba que su hermana y Edward se juntaran y fueran novios.
¡Al menos los sentimientos de ambos eran tan evidentes para él!
El rostro de la chica se tornó rojo como un tomate.
—¡S-Sólo como amigos! —respondió, volteando hacia la ventana para que no pudiera ver su rostro nervioso.
«¿Amigos? ¿De verdad seguimos siendo amigos?», se preguntó Bella pero sacudió la cabeza. ¡Las cosas entre ellos no cambiaron! Al menos por parte de Edward. Es que… se había dado cuenta que él era… un chico.
«¿Acaso necesitabas que te besara para darte cuenta de eso?», replicó aquella voz muy parecida a la de Edward en su cabeza.
—Claro —asintió Benjamín con la cabeza, casi con ironía—. Por eso se estaban besando ayer a la noche, ¿verdad?
—Claro… —asintió Bella distraídamente, sin prestar atención a las palabras de su hermano. En unos segundos de silencio, las palabras resonaron dentro del cerebro de la chica—. ¡¿Cómo sabes eso?
Benjamín se tapó los oídos con sus palmas.
—¡Los vi! Bells, ¿desde cuándo eres la novia de Edward? —preguntó con alegría, sintiéndose feliz… al fin el sueño se cumplió.
Al menos para uno.
—¡Fuera! ¡Fuera de mi habitación! —chilló Bella con furia, agarrándolo del cuello de la camiseta y tirándolo, literalmente, hacia el suelo—. ¡Edward y yo no somos novios!
Y cerró de un portazo.
Félix, su gato, pasó cerca y se restregó contra el brazo de su amo, ronroneando. Benjamín lo abrazó, levantándose y silbando se fue hacia su habitación.
Mientras tanto, Bella se sacaba el vestido casi con furia. Las mejillas estaban extremadamente rojas y unas lágrimas se asomaron contra sus ojos.
¡Ugh, todos pensaban que ella y Edward se irían a quedar juntos! ¡Ella no lo quería! ¡Sólo… sólo era como su hermano mayor! Era el que la protegía cuando era niña, el que la ayudó a superar la pérdida de su padre, el que siempre estaba ahí cuando lo necesitaba, el que estaba intentando ayudar para tener una historia con el chico de sus sueños. ¡Nada más! ¡Ella y Edward jamás serían algo!
Al igual que tampoco sería algo de Jacob.
Soltó un gemido, tapándose el rostro con sus manos y llorando amargamente.
¡Nunca podría estar al lado de la persona que amaba! ¡Nunca podría abrazarlo y decirle cuanto lo quería! Jamás podría pelear con él, divertirse, besarse, abrazarlo, acompañarlo en las buenas y en las malas.
Sería mejor que dejara esta farsa, que Edward dejara sus sesiones… ella no estaba dispuesta a soportarlo más.
Su móvil sonó de pronto.
El corazón le latió muy rápido.
«¿Será… él…? No, no, Bella, deja de pensar en… él», se dijo a sí misma. Observó la pantalla, leyendo el nombre de quien la estaba llamando.
—¿Hola? —preguntó con la voz más normal que pudo—. Jacob… ¿Cómo conseguiste mi número? ¿Alice? Ah —le temblaban las piernas, por lo que se sentó—. ¿Salir…? ¿El sábado? ¡Claro que no tengo nada para hacer! Er… ¿Solamente… tú… y… yo…? —preguntó con voz finita, casi con vergüenza—. ¡Ah…! —reprimió un chillido—. ¡Entonces… entonces nos vemos…! Sí, sí, a las dos en punto estaré lista. ¿Sabes dónde vivo? Sí, claro, claro… —las palabras de Jacob le cortaron el aire, pero sonrió dulcemente—. ¡Sí, Jacob, yo también… te quiero!
Y colgó.
Empezó a gritar, a saltar, abrazó a su almohada dándole un beso sonoro. Dio vueltas, gritando otra vez. ¡Le… le había invitado a salir! ¡Y dijo… dijo que la quería, que gustaba de ella! ¡Era un sueño! No podía ser verdad.
Se acostó en la cama, todavía abrazando a su Jacob-almohada con muchísima fuerza contra su pecho. Pensar que estaba llorando, pensar que se sentía tan sola… tan triste porque jamás tendría algo con él.
¡Y ahora… ahora ellos irían a estar juntos!
¡En una cita!
¡El…!
Sá… ba… do.
La alegría de Bella se esfumó en un santiamén. Volvió a gritar, pero esta vez horrorizada. ¡No podía ser cierto!
¡Ese… ese día saldría con Edward!
Continuará.
¡Hola, mundo! ¿Me han extrañado? Porque yo sí a ustedes, de verdad.
Sé que debería darles una explicación por mi enorme ausencia, y de por qué el HIATUS a "Sí, amo", pero creo que lo he dejado claro en la nota que puse en el fanfic y espero que me hayan entendido. Pero descuiden, algunos toques he tenido y he avanzado el capítulo. Sólo espero que me perdonen por ser tan irresponsable con ustedes y que sepan que me sigo esforzando para seguir con estos fics.
Ahora, unas aclaraciones: como este fic es una adaptación, he tenido que crear lazos sanguíneos con personajes que en el canon no lo tienes, así que sí: Benjamín es el hermano menor de Bella (fue el primero que se me vino a la mente, porque ese niño seriamente se me hacía muy adorable). Y también el OoC, pero no puedo evitarlo, i'm sorry.
Y eso sería por ahora, porque he vuelto~ y para uds. Si Dios quiere el próximo fin de semana estaré continuando "Sí, amo", así que atentas.
Ah, el cambio de nick, es sólo el nombre, y fue gracias a mi fangirl interna, no pude evitarlo. Pero ya saben, llegué siendo Janelle y seguiré siendo Janelle para todas~
Saludos y abrazos gigantes. Gracias a toda la gente que se ha preocupado por mí y mi bienestar, sus PM's me hacen muy feliz. :)
~Janelle.