¡Hola! Antes de empezar, me gustaría hacer algunas aclaraciones. En primer lugar, Death Note no me pertenece, y no pretendo lucrar, ni nada por el estilo con este fanfic. Segundo; en la historia, Mello y Near serán menores de edad, y si eres sensible moralmente esto quizás podría herirte. Y por último, tengo entendido que los song-fics están prohibidos en Fanfiction; creo que este fic no calza en la categoría, pero si alguien pudiese aclararme esto, sería de gran ayuda.

¡Ah, casi lo olvido! 'World is Mine' tampoco es de mi propiedad, pero agradezco a Ryo por componerla para nosotros.


'World is mine'

El número uno en el mundo.
Debes saber como debes actuar cuando estás… ¡Conmigo!

1

¡Primero!
Cambie de peinado, ¿¡Por qué no has dicho nada!?

Summary: Intolerable. Esa era la única palabra que a Mello se le cruzaba por la cabeza en aquel momento. ¿¡Cómo es que se atrevía ese chico a hacerle eso!? No había que ser un genio para saber que Mello era llamativo, eso todos en Wammy's house lo sabían. Todos sabían que era el más guapo del lugar. ¿¡Entonces por qué demonios ese tipo le ignoraba!?


Por la mañana, el rubio se había levantado de buen humor. Lo primero que hizo fue abrir la ventana de su dormitorio y saludar a los pajaritos que se posaban en ella. Obviamente sabía que no le responderían—era un genio después de todo, pero no pudo evitar hacerlo, pues un sentimiento de felicidad lo embargaba y lograba cambiar su comportamiento a tal punto de actuar como una cenicienta cualquiera.

Lleno de dicha, se paró frente al espejo, como solía hacer a diario. Sin embargo, sucedió algo inusual. Al ver su reflejo algo en su interior le reclamó un cambio; algo diferente que dejara a todos los demás niños con la boca abierta. Y fue entonces cuando todo cobró sentido: le urgía un nuevo peinado.

Pero no. No es que su cabellera rubia no resaltara por sí sola... ¡Por supuesto que resaltaba! El problema era que el pelo albino de Near lo hacía más, y eso era lo que frustraba a Mello. Bufó molesto ¿¡Quién demonios se creía ese chico!?

Aún después de este pensamiento el rubio no se deprimió y siguió tratando de encontrar una forma de opacar a Near para siempre y en lo posible de forma humillante.

Después de varios minutos de recoger y acomodar su cabello, se decidió por una media coleta. Le quedaba perfecta, sin duda, y no le causaba dolor de cabeza como la coleta completa.

Con una sonrisa triunfante abandonó su habitación. Caminó por los pasillos viendo como todos volteaban a verle. Disfrutó cada una de las expresiones de sus observadores: algunos lo miraban extrañado, otros sonrientes. Las chicas lucían un tierno sonrojo en las mejillas cuando fijaban su vista en él y algunos chicos parecían envidiosos. Todo iba a la perfección…

… a excepción de ese momento.

Cuando llegó a la sala, todas las miradas se posaron en él, excepto la de cierto mocoso desagradable. El chico albino se encontraba al otro lado de la sala, sentado en el piso y jugando con sus robots de juguete ignorando al resto—o siendo ignorado, dependiendo del punto de vista.

Mello trató de restarle importancia. Seguro era porque todavía no se daba cuenta de su presencia. Debía ser por eso, no es como si lo estuviese ignorando a propósito, ¿o si?

En un intentó por llamar algo más la atención se acercó a Matt y se sentó a su lado.

—Hola Matt —saludó alegremente Mello.

—¡Hola Mello! —respondió el pelirrojo con una sonrisa en su rostro—. ¡Guau! ¡Te ves genial con esa cosa en el pelo!

—¡Lo sé! —soltó inmediatamente el rubio, más fuerte de lo usual—. ¿Cómo te va con eso? —agregó señalando la consola del pelirrojo.

—¡Acabo de pasar el último nivel de este juego! ¡Uno más para la colección!

—¡Genial! —gritó el rubio, haciendo escándalo a propósito en un intento por llamar la atención del albino, u obtener alguna reacción.

—¡No es para tanto! —contestó su amigo de igual manera—. Sólo era un juego de niñas.

—¿¡Para niñas!?—le dijo, sin bajar la voz. Rió sin entender realmente la gracia del chiste de Matt.

—A-actúas muy raro, Mello —comentó el otro, pero el rubio no le hizo caso.

Mello estaba tratando por todos los medios de llamar la atención de Near, pero no lo lograba. Era demasiado injusto¿Por qué demonios justo ahora que destacaba más que él lo ignoraba completamente?

Lo intentó un par de veces más, pero fue en vano, ya que el chico sentado en el suelo al otro lado de la sala ni siquiera levantaba la cabeza.

Intolerable. Esa era la única palabra que a Mello se le cruzaba por la cabeza en aquel momento. ¿¡Cómo es que se atrevía ese chico a hacerle eso!?

No había que ser un genio para saber que Mello era llamativo, eso todos en Wammy's house lo sabían. Todos sabían que era el más guapo del lugar.

¿¡Entonces por qué ese tipo le ignoraba!?

De un momento a otro, todo su buen ánimo desapareció, así que cuando los demás chicos lo invitaron a jugar fútbol se negó de una no-muy-buena manera. Estos lo miraron de manera extraña y palabras como 'raro' y 'bipolar' escaparon de sus labios; Mello sólo los ignoró. Había dirigido todas sus energías hacia otro objetivo.

Apenas estuvo solo se paró en frente de Near con los brazos cruzados y frunciendo el ceño. Se aclaró la garganta para que el otro chico alzara el rostro y tuviera la decencia de mirarlo a la cara, pero no lo hizo.

—Buenos días, Mello —dijo el albino con una voz muy pacífica, sin alzar el rostro aún, jugando tranquilamente con su robot—. Es una linda mañana, ¿No crees?

—¿¡Podrías tener la decencia de mirarme a la cara cuando me hablas!?—explotó finalmente el rubio—. ¡Te crees demasiado y la verdad no eres nada especial!

—¿Necesitas que te mire, Mello? —dijo Near, todavía concentrado en su juguete e ignorando el último comentario—. Al margen de lo que digan las chicas y sus creencias feministas, mi condición de hombre no me limita para hacer dos cosas al mismo tiempo. No necesito concentrarme en ti para escucharte.

—¡Estás hablando conmigo, sabes! —le gritó el rubio enfurecido—. ¿Tienes idea de lo que eso significa?

—La verdad, no. ¿Significa que debo mirarte?

—Significa que debes estar muy agradecido por el hecho de que te haya dirigido la palabra—respondió Mello con una sonrisa de superioridad—. Si yo no te hablara, nadie más lo haría, ¡Y ni siquiera me das las gracias!

—Es verdad. Mello es la única persona que me habla, pero no tengo nada que agradecerte, pues no es como si me estuvieras haciendo un favor. No me importaría si dejaras de hacerlo.

¿¡Que 'no le estaba haciendo un favor'!?, ¿¡'No me importaría si dejaras de hacerlo'!? Mello estaba a punto de explotar. Ya no toleraba las insolencias del chico. Primero: lo ignoraba por completo. Segundo: ni siquiera lo miraba cuando le hablaba. Tercero: despreciaba completamente su compasión, y por último: todavía no le decía nada acerca de su peinado.

Pateó el robot con el que estaba jugando Near, lanzándolo lejos, pero el último no se inmutó. Se limitó a observar como el juguete chocaba contra la pared y caía nuevamente al piso.

Y el que ni siquiera haciendo eso Near se dignara a mirarlo, fue lo que enfureció más a Mello

Lo tomó por la camisa y le obligo a mirarlo a la cara. El rostro de Near se mantenía tranquilo a pesar de la violencia del rubio. Ni un rastro de miedo o sorpresa; estaba totalmente inexpresivo.

—¿¡Crees que nadie es digno de tu atención!? —lo sacudió con fuerza, pero ni aún así pudo lograr que la expresión del otro cambiara—. ¿¡Acaso piensas que nadie está a tu nivel!?

—No pienso eso. Creo innecesario mirarte a la cara mientras tengo una conversación contigo, sobre todo si estoy ocupado.

—¿Ocupado? ¡Pero si sólo estabas jugando con un maldito robot! —gritó Mello, totalmente enfurecido.

—Como dije antes, puedo hacer más de una cosa a la vez —contestó Near con ese tono inmutable que tanto lo caracterizaba, y que hacía enfadar cada vez más a Mello—. Además de estar jugando con mi 'maldito robot', que por cierto, no es un robot cualquiera, sino un transformer…

—¡Al grano!

—Estaba planeando el horario de la semana. Repasando una de las fórmulas de matemática —el muchacho hizo una pausa antes de continuar, pensando bien lo que iba a decir—. Y, también me preguntaba… ¿Por qué Mello no se había acercado directamente a hablarme, y en vez de eso se había esmerando en usar métodos ineficientes para tratar de llamar mi atención?

—¿A-a qué te refieres? —preguntó el rubio.

—Cuando hablabas con Matt, tratabas de que me fijara en ti. Pude darme cuenta

—¡N-no me malinterpretes, enano! ¡Jamás he tratado de llamar tu atención! —gritó Mello. Sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas, pero trató de que Near no alcanzase a notarlo—, ¡Dios! Siento ser yo el que te baje de tu nube, pero no eres el centro del universo. Dime, ¿Para qué querría yo la atención de alguien como tú? No es como si me importara tenerla o no. A nadie le importa, realmente.

—No puedo contradecir eso, Mello —contestó serenamente Near. A pesar de las palabras hirientes del rubio, no parecía afectado en absoluto; parecía incluso que estaba esperando esa respuesta—. Sé que en este orfanato no soy indispensable para nadie, pero tampoco nadie es indispensable para mí. Esa dependencia que tienen los humanos por otras personas me parece algo extraña —hizo una pausa antes de continuar hablando con la misma tranquilidad—. Pero, incluso con este evidente aislamiento, me llamas con apodos estúpidos, me golpeas, me insultas constantemente, me gritas...

—¡Eso es porque te odio, tonto! Por eso te golpeo; porque te odio y no tolero verte —lo interrumpió el otro colérico—. Si no pusieses esa cara tan calmada cuando pasa algo, no te odiaría tanto... ¿¡Es qué no tienes ninguna emoción, o algo!?

Aún después de gritarle de esa manera, el albino no tuvo ninguna reacción en especial. ¿Podría ser que Near estuviera haciendo eso a propósito para cabrearlo? A Mello no se le ocurría otra explicación, porque era ilógico que siendo un genio no pudiera darse cuenta que con esa actitud sólo lograba hacerlo enfadar. Era obvio que estaba enojado, entonces ¿Por qué lo hacía?

—¡Mierda, Near! ¿No puedes poner una expresión de rabia, por lo menos? —dijo Mello, casi al límite de su paciencia. Bien, Near debía escoger bien sus siguientes palabras, porque de lo contrario, ya no podría controlarse.

—Lo lamento, pero no.

Y Mello perdió la paciencia.

El pequeño Near sólo pudo sentir un puño impactarse en su cara antes de percatarse de lo que estaba pasando. El rubio lo había golpeado tan fuerte que había logrado romperle el labio y tirarlo al piso.

El albino pudo sentir una sustancia caliente en la comisura de su boca. Se limpió con la manga de su pijama y la miró, sin sorprenderse en nada cuando vio la tela manchada de carmesí.

Se incorporó lentamente, poniéndose nuevamente frente a Mello y lo miró todavía inexpresivo.

—Mello —lo llamó Near—. Ambos sabemos que no me odias del todo.

—¿¡Qué dices!? ¡Es obvio que te odio, estúpido!

—Si de verdad me odiaras, ni siquiera te tomarías la molestia de venir aquí y hablarme. No harías nada que me involucrara.

—¡Sólo te hablo para insultarte!, ¡Sólo para decirte que te odio!

—¿Lo recuerdas, Mello? Esa cita famosa que dice: 'El antónimo de amor no es odio, sino indiferencia' —dijo tranquilamente el albino—. Se nota que no te simpatizo, pero es obvio que tampoco te soy indiferente.

—¡Es porque te odio!, ¿Seguro que eres un genio?

—Por favor, Mello. Incluso si fuera un estúpido modelo rubio, y me llamara a mi mismo 'Nia-Nia' podría darme cuenta.

—¡Sólo dices idioteces, Near!

—Y por último —continuó Near, ignorando el comentario de Mello. Se dio vuelta y fue a buscar su juguete al otro lado de la habitación, donde el rubio lo había tirado—. Si en serio me odiaras, no vendrías aquí y tratarías de llamar mi atención por todos los medios sólo para enseñarme tu nuevo peinado —Mello se puso pálido al escuchar lo último que había dicho Near. Luego, un carmesí intenso invadió su rostro. OH, ¡Mierda!, ¡Mierda!, ¡Mierda!—. Y los dos sabemos que lo hiciste.

—¡Y-yo no he hecho eso!—dijo el rubio como pudo. Se había quedado pálido al escuchar a Near decir eso último.

Rápidamente los colores se le subieron a la cabeza, al sentirse totalmente descubierto. Sintió mucha rabia contra Near, por hacerle quedar como un estúpido una vez más. No era justo que cada vez que intentara hacer algo, el albino descubriera rápidamente la forma de hacerlo quedar mal.

—En fin, Mello. Si tú dices que no lo hiciste, no veo la razón de estar tan avergonzado.

—¡N-no estoy avergonzado, imbécil!—contestó Mello, a pesar de que todo él reflejaba lo contrario. En esos momentos se sentía incapaz de mirar a Near, por lo que se mantenía cabizbajo. Además, su rostro se mantenía igual de rojo que hace unos instantes y su actitud defensiva terminaba por completar su lamentable aspecto.

—¿No, eh?

—¡No!

—Bien, aunque no fuera tu intención, si noté tu peinado.

—¿¡Y eso qué!?—le cuestionó el rubio, levantando el rostro y volviendo a enfrentar a Near, aunque todavía sonrojado.

—Mello —dijo Near, mirándolo con más seriedad de la normal. Mello inmediatamente pensó que se trataba de algo realmente importante... ¿¡Acaso iba a decirle que le parecía su peinado!?—, pareces una chica.

Y Near pudo sentir de nuevo el puño de Mello enterrarse en su rostro, con la diferencia de que esta vez sintió que lo merecía, por abusar así de la paciencia del rubio. Al final, terminó de nuevo en el piso de todas maneras.

—¡Púdrete, Near!—le gritó a Near. Luego de eso salió de la habitación, no sin antes dar un estruendoso portazo.

Near se sentó en el piso, se ordenó un poco su pijama que había quedado bastante desarreglado y finalmente limpió la sangre que volvía a salir de sus labios, cuando la puerta se abrió nuevamente, revelando a un cabreado Mello, con su peinado de siempre.

—¡Te odio!

Y cerró la puerta nuevamente, sin olvidar el portazo, por supuesto.


(23/03/2013): ¿Cuánto tiempo ha pasado? I feel so ashamed! Corrección de errores de puntuación y redacción.