Disclaimer: Nada de esto me pertenece, que quede claro. Todo esto es de S. Meyer y su imaginación, excepto algunos personajes y el argumento. Y parte pertenece a la película de Troya, es decir a W. Bross.

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Parte III

Alejandría

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Palacio de Alejandría (Egipto)

El sol siempre va a salir, que vivas o no para verlo es otra cosa. El sol nos ilumina con su presencia, indicándonos el camino por el cual andar. Pero, ¿dónde esta el sol ahora?¿por qué no nos conduce a la victoria? Bella se sentaba en su trono con la mira rígida, furiosa, con ansias de venganza. Sus ancianos estaban sentados alrededor de la mesa. Ninguno decía nada.

- Los romanos atacan sin piedad- hablo la reina-. Y ustedes no dicen nada, nuestros sacerdotes han muerto, mi prima esta cautiva y ustedes no dicen nada- decía Bella tranquila-. Y POR QUÉ NARICES ESTÁN AQUÍ SI NO OPINAN.

Todos se asombraron ante el cambio brusco de su reina, Bella era conocida por su tranquilidad y su calma. Por ser pacífica. Uno de los presentes se levanto, para ser un anciano era muy joven. Bella le concedió el turno de palabra.

- Mi Señora, soy el segundo capitán- se presentó-. Nadie dice nada, por qué no hay nada que decir.

- Te estás riendo de mí- dijo Bella.

Todos se asombraron, tanto por el comentario del joven, como por la contestación de su reina.

- No Majestad, me has malinterpretado- dijo él arrodillándose- . Solo hay una solución posible y es conocida por todos. Luchar o morir.

- Bella no hay otra solución- aclaró Jasper.

La reina asintió, todos los presentes hicieron lo mismo. Si no había más remedio que la guerra, no se podía hacer nada. Bella se quedó con Jasper y con Jacob, ambos situados a cada uno de sus lados, todos miraban el horizonte.

- La guerra de Troya tuvo un sentido- hablo Isabella-, esta guerra no tiene por que llevarse acabo. Para que quieren un poder que en cuestión de tiempo van a perder.

- No lo sé mi Señora- hablo Jacob-. Pero juro por la tumba de los Dioses que Egipto nunca será propiedad romana.

- Que los Dioses te oigan- fue lo último que dijo Bella.

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El relinchar de los caballos era lo único que podía escuchar Edward, el joven se había ofrecido a infiltrarse en palacio. Pero no había un puesto en el ejercito, no tenía que trabajar como mozo de cuadra, como un miserable mozo de cuadras.

- Para que demonios te ofreciste Edward, porque tienes que ser tan responsable- maldecía-. Malditos romanos.

De la nada se oyó una risa, el joven mozo se giró y contemplo una bella imagen. La joven de ojos chocolate reía antes sus palabras. El sonrió.

- Eres el primer hombre que no se arrodilla ante la reina- dijo ella sonriente-. Eso me gusta.

Edward se sorprendió ante aquellas palabras, el destino había puesto a la reina en su camino, el destino había puesto a semejante mujer delante suya. Edward hizo ademán de arrodillarse, pero ella se lo impidió.

- Me gustaría no ser reina por un momento.

Edward tragó saliva y asintió. Siguió mirando aquellos ojos tan profundos, aquellos ojos que le transmitían tantas emociones.

- No me ha dicho su nombre joven mozo.

El cobrizo hizo un gesto de desagrado ante su nueva profesión. Había pasado de cien a cero en un minuto. Se acercó a la reina.

- Mi nombre es Edward, mi Señora- se presentó.

- Un placer- dijo con una sonrisa-, Bella.

Los dos jóvenes rieron. Bella se quedo prendada de aquella sonrisa tan maravillosa y perfecta, y de aquellos ojos verdes que le hacían sonrojarse.

- Bueno ya tengo una buena razón para venir a las caballerizas- rió la chica.

- Aquí será bien recibida siempre- dijo Edward sonriendo-. Mis amigos caballos y yo estaremos encantados de tenerte aquí, te preparare un establo para que puedas quedarte a dormir la siguiente vez.

Bella no pudo evitar reírse, y Edward se quedó mirando atónito.

- Dejarme decirle que su belleza no tiene límites, mi Señora.

Bella se sonrojo, como era muy característico en ella. Todos lo que la conocían lo sabían. Jacob apareció por la puesta de las caballerizas.

- Alteza, la llaman.

- Gracias Jacob- Bella se giró hacia Edward-. Adiós Edward.

Bella se fue para seguir a Jacob, Edward sonreía mientras la veía irse. Todo su cuerpo estaba inmerso en un gozo pleno.

- Recuerda que la próxima vez te quedas a dormir- gritó él.

Solo se alcanzó escuchar la suave risa de la reina, que cada vez iba desapareciendo. Edward se giró hacia uno de los caballos.

- Es perfecta- susurro.

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Playas de Alejandría (Egipto)

Los soldados romanos se concentraban a las puertas de la muralla egipcia, Emmett contemplaba la escena desde una piedra. Reía ante la locura que iban a hacer sus compatriotas, era estúpido atacar en su muralla. Benjamin apareció a su lado.

- Me podéis repetir el por qué no vamos- dijo Benjamin confundido.

- Fácil mi joven amigo- dijo Emmett-. La razón más importante, lo que están haciendo es una solemne estupidez. Marco ayer renegó de nosotros, diciendo que podían ganar sin nosotros. Y bueno...

Emmett no sabía que decir, pero ya había suficientes razones de peso.

- Se llevaron a la chica- finalizó Benjamin.

Emmett se giró hacia su soldado, el cual miraba la batalla que se estaba llevando a cabo. Parecía tan concentrado como él hace un momento.

- Tiene razón, luchar en su muralla es una estupidez.

Benjamin se dio la vuelta para irse, pero Emmett lo interrumpió, bajando el primero de la piedra. Ambos jóvenes se fueron a recorrer las playas. Caminaban por la suave arena, haciendo que sus pies se hundieran en ella. El rayos de sol impactaban contra ellos, haciendo destellar su armadura.

- Benjamin, ¿cómo se dio cuenta?

- De lo de la chica- Emmett asintió-. Fue fácil, estoy prometido y profundamente enamorado. Angela no quería que viniese, pero saber que venías tu la tranquilizo.

Emmett soltó una risa sonora, que hizo que Benjamin se sobresaltase. Y luego que ambos empezasen a reír como locos.

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Muralla de Alejandría (Egipto)

Las puertas estaban a punto de ser abiertas, los soldados tenían miedo en sus ojos. Jasper en los suyos también, pero todos tenían ese brillo en sus ojos, la valentía se hacia paso entre el miedo. Ellos tienen a alguien por quien luchar, él no había encontrado a esa persona. Royce se sitúa a su lado, el chico nunca le cayó bien, solo por ir detrás de su hermana. Tenía que decirle unas palabras a sus soldados, unas palabras que ni él mismo creerá.

- Mis valientes soldados- empezó a relatar-. Sé que muchos tenéis una familia a la que cuidar y proteger, tenemos un reino que necesita nuestra protección. Por ellos vamos a luchar, para que puedan seguir adelante sin miedos. Porque podemos ganar, y ganaremos.

Los soldados gritaron, sus palabras habían servido para infundir valor. Para hacerlos caminar hacia una muerte segura, pero no tiene por qué ser así.

Los dos ejércitos se podían mirar a los ojos, miles de personas estaban concentradas allí. Todos sabían lo que venía a continuación. Uno de los dos capitanes tendría que lanzar un grito de guerra, y entonces hay todos empezarían a atravesarse con sus armas.

Jasper clavaba su espada a aquel que se le ponía por el camino, cuántos hombres había matado ya, cuántos le quedaban todavía. Los egipcios llevaban una gran ventaja, el estar cerca de la muralla les hacía tener ventajas a sus arqueros.

- Retirada- gritó un romano.

Y así lo hicieron, los romanos que no habían muerto salían corriendo hacia las playas. Mucho egipcios quisieron seguirlos pero las ordenes no se lo permitieron. Regresaban al interior de la muralla, junto con sus familias.

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Playas de Alejandría (Egipto)

Una discursión tenía lugar en la tienda principal. Edward había llegado de su pequeña misión de infiltraje. Cayo echaba fuego por los ojos, su hermano había sido un estúpido. Edward se mantenía al margen.

- Ese hombre no tiene lealtad hacia su rey, no tiene lealtad hacia Roma.

- A mi su lealtad me importa poco- gritó Cayo a su hermano-. Yo quiero un hombre que gane batallas, no me importa que este de acuerdo o no. Pídele perdón a Emmett, y que vuelva a luchar con nosotros.

Marco se tenso ante las palabras de su hermano, miró a Edward quien asentía con la cabeza.

- Y dale a la chica- sentenció Edward.

- No la tengo- dijo Marco, ambos muchachos lo miraron-. Es verdad, no le hice nada. Se la di a mis hombres, necesitaban diversión.

Edward negó con la cabeza y se puso las manos en la cara. Cayo miró a su hermano decepcionado, suerte que su padre no sabía de este incidente.

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Emmett oyó los gritos de una mujer, en seguida supo que Rosalie estaba en peligro. Se dejo guiar por su oído, llegando al campamento donde se encontraban los hombres de Marco. Se pasaban a Rosalie como una pelota, como si fuese un juguete.

- Vamos pequeña- dijo un hombre barbudo-. Es hora de jugar.

Rosalie abofeteó a ese hombre que la miraba con odio, deseo y lujuria. El hombre cogió un palo de hierro que había en la fogata. Se lo quería sellar en su piel. Emmett tubo un arrebato de rabia y le clavó el palo al hombre, sacó su espada y abrazó a Rosalie. La sacó de allí inmediatamente.

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Faro de Alejandría (Egipto)

Emmett hablaba horrores de la guerra, pero ella no lo veía tan mal, luchaban por unos ideales. Todo tenía un por qué, y a ella la guerra no le parecía nada malo. Caminar alrededor del faro le recordaba su infancia en Sicilia, todo se veía distinto desde allí. Recordaba como siempre que veía un barco se acercaba al faro para saludar a los tripulantes del navío. Hermosos recuerdos. O cuando Emmett la llevaba a bañarse a la playa que se encontraba al lado del faro. El tiempo pasa.

El sonido del mar es inconfundible, sobre todo cuando quiere decirte algo. Alice intentaba olvidarse de sus sueños de niña, aquel de encontrar un príncipe exótico que la salvase de los peligros. Estaba en una guerra, y aquí no había sitio para el amor.

Un brisa marina llegó, Alice estiró sus brazos haciendo que el viento impactase contra su cuerpo, dándole una sensación de bienestar, una sensación de paz interior. Haciendo que su cuerpo volase con el aire, hasta llegar a palacio.

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Palacio de Alejandría (Egipto)

Edward cepillaba la crin de un caballo negro como el carbón y ojos azules como el hielo. Una mezcla impactante en un caballo egipcio, ya que solían ser marrones y de ojos negros. Muchos podían llamarle loco por hablar con animales, pero eran los únicos que no iban a decir nada de lo que le contases.

- Deberías ver sus ojos Ramses- le contaba fascinado al caballos-, son la cosa más preciosa que he visto nunca. Y sus curvas, por los Dioses, tienes que verlas- el caballo relincho-; que va las yeguas no tienen mejores curvas.

La misma risa de la mañana entraba al lugar. Bella se situó al lado de Edward y empezó a acariciar a Ramses. Edward la miraba embelesado, aquella mujer iba a sacarlo de sus casillas, esa mujer le hacía olvidar que él era un romano, y ella la reina egipcia.

- Creo que te equivocaste de profesión- habló Bella, y Edward asintió, el joven estaba totalmente de acuerdo-. Tendrías que haber sido bufón.

Edward abrió los ojos alarmado, eso era peor que mozo de cuadras.

- Yo creo que usted no debió de ser reina- dijo, Bella se sintió ofendida ante el comentarios-. Si no la Diosa madre.

Las mejillas de Bella se tornaron de color escarlata, haciendo que Edward riera. Bella se ponía roja por momentos, Edward se acercó a abrazarla.

- Así no ayudas- murmuro Bella.

- Y como podría ayudar pues- dijo Edward en su oreja.

Bella negó con la cabeza, acercándose de modo peligroso a sus labios. Edward se dio cuenta de lo que hacia, pero que carajo, los Dioses no iban a juzgarlo. Hubo un leve roce de labios, haciendo que una corriente eléctrica recorriese todo su cuerpo.

- Soy un simple bufón- dijo Edward riendo.

- Y yo una simple Diosa.

Edward besó a Bella con sumo cuidado y con la máxima delicadeza posible. Poco a poco ese beso pasó a uno más apasionado.

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Nota de la autora: Y díganme sus opiniones, les agrado mi Edward/Bella, o no es como lo esperaban, solo pinchen el botón verde, es broma; pero agradezco muchísimo sus reviews me animan a escribir. He puesto un poco de Emmett/Rosalie. Ya se quien va a morir de los tres: Edward, Jasper o Emmett, me da pena pero así lo quiere la historia. Para los fans de Royce siento decirles que alguien lo va a matar, y en el próximo capítulo va a pasar algo muy especial entre Emmett y Rosalie. Sí, ya lo tengo escrito. Mis más sinceros saludos, y mis más dulces besos.