Ningún personaje, ni nombre relacionado con el mundo de Harry Potter me pertenece. Solo escribo para divertirlos y curar mis traumas. ¡Arriba la Pareja del Fénix!

La historia está inspirada en el anime/manga de Masami Tsuda: Kareshi Kanojo no Jijō (Kare Kano).

Gracias Maniaca Incomprendida por recomendarme tan genial historia.

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¿Qué haces cuando el chico más egocéntrico, petulante, guapo y popular del colegio, descubre tu secreto?

a) Lo ignoras; b) lo golpeas; c) te enamoras.

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El colmo de la vanidad

1

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La vanidad es el amor propio al descubierto.

Bernard Le Bovie

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La vanidad, según algunos, es la excesiva confianza y creencia de la propia capacidad y atracción muy por encima de otras personas y cosas, en otras palabras, la vanidad es el orgullo basado en cosas vanas (1).

Así que, como a mis diez y siete años aún sigo siendo una chica tipo común, deseaba ser desesperadamente espectacular, alta y tremendamente hermosa. El tipo de chica por el que los hombres babean y por la que se pelearían solo por una mirada.

Pero lo que yo era, incluso en mis mejores días, era una simple chica de 160 cm de estatura, talla 7, cuyo eternamente esponjado pelo, enmarcaba una cara redonda y caía hasta media espalda.

Mis ojos eran de un insípido tono marrón, no dorados, ni salpicados con nada inusual o con un aro verde que los hiciese merecedores a ser notados. Mis pechos era demasiado pequeños, mis caderas un poco anchas y, por si fuera poco, mis incisivos eran más grades de lo normal.

En otras palabras, esa era yo… una más del montón. Del dolorosa y lastimosamente montón.

¿Qué tenia de malo, entonces, creerme superior a otros solo por sacar las mejores calificaciones y ser la estudiante perfecta?

Nada, absolutamente nada.

No podía ser vanidosa por ser la reina de belleza, pero sí que lo era en cualquier cosa referente a los estudios.

Todo comenzó cuando a mis seis años (mientras caminaba por el parque de la mano de mi padre), encontré el papel que cambiaría mi vida.

Era un tríptico que tal vez un estudiante había tirado sin querer. Estaba hecho de un papel parecido al de los pergaminos viejos, tenía de portada un escudo conformado con cuatro animales: león, serpiente, águila y tejón, unido por una gran H. El nombre del colegio era Hogwarts y su lema: "Draco dormiens nunquam titillandus".

Hogwarts era el mejor instituto que había en Gran Bretaña y que solo aceptaba a lo mejor de lo mejor. Tenía un programa de estudios superior a los dados en otras escuelas y sus profesores eran especialistas en las materias que impartían. Las instalaciones eran de primera: con jardines inmensos y lago incluido; canchas y gimnasios, salas de cómputo y descanso, e invernaderos. Una biblioteca que contaba con cientos y cientos de libros. Muchos de ellos primeras ediciones y otros escritos únicamente para el colegio. ¡Fue a mor a primera vista!

La colegiatura era una barbaridad que mis padres, ni en sus mejores sueños, iban a poder pagar, así que mi única oportunidad de entrar, era la de obtener una de las diez becas completas que cada año Hogwarts ofrecía.

Con eso como objetivo, me dediqué a estudiar y me convertí en la estudiante modelo. Esa que siempre cumple con las tareas, que está más que lista para participar en cualquier trabajo o actividad que necesite la escuela; esa que siempre hace trabajos extra y que presta sus apuntes a quien sea. La número uno y la preferida de todos los maestros. Todos me hablaban, todos me querían en sus equipos y todos querían ser mis amigos.

Yo era el centro de atención, y eso me gustaba.

Me gustaba tanto que me volví adicta a las adulaciones, a los halagos y a los cumplidos. Pero sobre todo me volví adicta del primer lugar.

En ningún año nada ni nadie impidió que mi nombre apareciera en primer lugar en las lista de aprovechamiento. Ese puesto era mío y de nadie más. En pocas palabras me volví el colmo de la vanidad.

Pero eso cambió cuando entre al colegio Hogwarts y los conocí a ellos... Al "Trío Dorado"

Se decía que se conocían desde antes de nacer pus sus padres, de alguna forma una tanto rebuscada, eran parientes, por lo que no era de extrañar que desde niños estuviesen justos, que estudiasen en los mismo colegios y que fueran mejores amigos.

Cada escuela que pisaban, decían, se convertía en su territorio. Alumnos y maestros obedecían sus órdenes y cumplían sus caprichos. Desde luego Hogwarts no fue la excepción.

Tenían a la mitad femenina loca por ellos. Cada día las chicas suspiraban al verlos pasar, les entregaban cartas de amor, muñecos y chocolates. No faltaba la que perdía el conocimiento cuando uno de ellos le sonreía o la miraba fijamente. Los nombres de los integrantes del Trío estaba escrito en cada una de las libretas y cada uno de ellos tenía a su propio Club de Fans.

Por otro lado, la mitad masculina soportaba a regañadientes ese asedio de las chicas, nadie se atrevía a llevarle la contraria al "Trío Dorado", todos se peleaban por estar cerca de ellos y por un gesto de reconocimiento que los marcaba como 'conocidos'.

Lo más curioso es que nadie podía culparlos por la reputación que tenían pues "El Trío Dorado" estaba conformado por los chicos más guapos, más ricos, más inteligentes, y por tanto, más populares.

Los rumores indicaban que siempre ocupaban los primeros tres lugares en el cuadro de honor, destacaban en cualquier deporte, sobre todo en soccer (Hogwarts había ganado cada uno de los torneos y competencias desde que ellos habían entrado al equipo). Además, siempre lucían como modelos de revistas.

Muchos dirá que para mí hubiese sido fácil hablar con ellos, principalmente porque desplace a dos de ellos de sus lugares al instalarme en un muy odioso segundo lugar de aprovechamiento, y también, porque gracias a que soy una estudiante modelo, soy muy popular y recivía mi muy merecida dosis de alabanzas. Pero la verdad es que no soporto al TD (Trío Dorado).

Para mí eran unos arrogantes, vanidosos y ego centristas muchachos. Además su líder era el que ocupaba mi queridísimo primer lugar. Pero como si eso no fuera poco el TD era el encargado de distribuir las FA (Flores Amarillas), a decir verdad solo era una rosa amarilla, pero esa simple y bonita flor significaba el fin de tú vida.

Sí, el fin de tú vida. Pues era una especie de marca que indicaba que eras becado, y ser becado, para el cuerpo estudiantil de un Colegio al que asistían puros ricos, era sinónimo de ser mierda, algo más bajo que eso.

Si por alguna razón el TD revelaba que recibías ayuda económica (creo que ni Dios sabe cómo lo descubren), en algún momento del día te hacen entrega de la famosísima FA, y luego de eso, todos los demás estudiantes te hacen la vida imposible. Te vuelves el objeto de sus burlas y desplantes, el centro de las bromas pesadas y los cotilleos. Todos te miran como si fueras un ser de otro planeta o como si no fueras digno de respirar su mimo aire. No miento al decir que muchos de los que recibieron la FA dejaron la escuela, algunos, incluso, por consejo de los mismos profesores.

Por eso, jamás, nadie debe de saber que soy becada.

Para conseguirlo dejé que los chismes sobre mí corrieran libres. Es cierto que mis padres son dentistas, pero desde luego no tienen una clínica privada que atiende a estrellas de cine (en realidad trabajan en el Seguro Social y el Estado les paga). Tampoco vivo en una residencia con cancha de tenis y piscina techada, más bien es una casita de seis habitaciones incluyendo cocina y baño que por jardín tiene apenas dos metros cuadrados. Ni que decir de la villa que mi familia posee en Francia a donde se dice que paso las vacaciones, la verdad es que voy a la cabaña de mi abuela y me paso los días entre ordeñar vacas y recoger leña, en vez de comprar, como se cree, los últimos diseños de Chanel.

-¡Hermione!-oí que gritaron mi nombre y mi volví antes de cruzar la inmensa puerta de roble que dada acceso a Hogwarts. Luna Lovegood, mi única y mejor amiga se acercaba corriendo luego de bajar de su limosina.

Luna, al igual que la mayor parte del cuerpo estudiantil, es una niña rica. Su padre es dueño de la mitad de los medios escritos del país, por lo que se podría decir que la familia Lovegood era la dueña de las noticias. Desafortunadamente su madre falleció, cuando Luna tenía diez años, atropellada por un conductor que se pasó un alto. Tiene los ojos saltones y plateados, y una sedosa cabellera rubia que le llega a los hombros. Es amante las cosas paranormales y a menudo fantasea mucho con criaturas inexistentes.

Nos hicimos amigas cuando luego del primer semestre me escucho cantar en francés y me pidió que le ayudara un poco con la pronunciación. Ambas compartimos clases y una cierta indignación ante el comportamiento del TD. Además Luna, por obra y gracia del destino era la única que sabía mi secreto, pues su padre –como decía, por obra del destino- era uno de los principales benefactores y ella sin querer había encontrado la lista de los becados y reconocido mi nombre.

Cuando me dijo que lo sabía me sentí morir, pero ella había jurado guardar el secreto, pues, según me dijo, yo era la única persona que la entendía y aceptaba tal cual era, y no quería perder a su única amiga.

-Hola, Luna. ¿Cómo estás?- la saludé con una sonrisa a la vez que reanudábamos la marcha hacia el patio.

-Estaría estupendamente bien, si convencieses a McGonagall de que nos deje entregar el ensayo para la próxima semana.

-Luna-le reproche-, tuvimos dos semanas para hacerlo, ¿Cómo es que tú no lo terminaste si ya tenías más de la mitad?

-Pues porque un contacto de Internet me mando una psicofonía (2) para analizar.-Luna dejó escapar un suspiro.-Al final resultó un fraude, pero me entretuve tanto que no terminé el trabajo.

Nos sentamos en una banca del patio mientras esperábamos que tocaran la campana que indicaba el inicio de clases.

-Te repito por nonagésima vez: ¡Debes ordenar tus prioridades! Si continuas así no pasa…-me interrumpí cuando gritos femeninos comenzaron a escucharse.

Yo solté un suspiro y retuve una mueca de fastidio, a la vez que me ponía de pie y estiraba el cuello para poder ver.

-¿No que no te interesan?-preguntó Luna sonriendo con burla y negando con la cabeza, mirando a la misma dirección que yo.

-Deja de fastidiar.-Contesté y en ese instante… se abrieron los cielos, un rayo de luz ilumino un punto enfrente de la puerta y cantos celestiales se oyeron por doquier.

¡Bah!

Solo era el Trío Dorado haciendo su entrada diaria.

Las chicas que estaban rodeando la entrada rápidamente se separaron cual Mar Rojo ante Moisés, y entonces, los pude ver:

Ron Weasley, Draco Malfoy y, mi rival y líder del TD, Harry Potter… acababan de llegar.


1) Texto copiado de wikipedia.

2) Psicofonía: son sonidos que quedan registrados en grabadoras de audio y son interpretados como voces de los muertos por los investigadores de lo paranormal

Hola, mis queridos lectores.

Esta autora se reporta de nuevo vivita y coleando, y, como dirían por aquí en mi país: no estaba muerta, andaba de parranda. La verdad es que padecí de un severísimo bloqueo mental, tal vez un poco más grave que de costumbre. Pero ya estoy de regreso y con nuevas cosas bailando en la cabeza.

Sé que algunos tendrán una que otra duda sobre mis historias, las respuestas las pueden encontrar en mi Homepage (el link está en mi profile), allí mismo subiré las respuestas a sus comentarios y, si es que tienen alguna, resolveré sus dudas.

Espero que este nuevo Fic, sea de su agrado, que me ayuden a seguir, me inyecten energía y me den ánimos con sus opiniones.

Sin más por el momento…

Kry

P.D. :Hay una personita por ahí que solicita mi ayuda para poder publicar, no puedo encontar ni recordar su nombre, sólo sé que empiesa con F, por favor si lees esto escribe tu direccion de e mail toda con letra, por ejemplo: fulatito de tal arroba punto com, pues de otra manera no aparecerá, pues por esa razón no he podido ponerme en contacto.