Disclaimer: Santa Meyer los crea y ellos se juntan. Yo solo les uno en el cajón desastre que son mis historias When the stars go blue y Stardust (proximamente)

Rating de esta viñeta: K.

Dedicado a todas esas personas, que decidieron coger la punta de una estrella, y continuar a pesar de que esta autora se estrelle de vez en cuando. Por vuestra enorme paciencia (algunas más que otras, todo hay que decirlo), estas pequeñas estrellas que forman parte de la constelación when the stars go blue y stardust, están a vuestro alcance.

A todas vosotras, muchas gracias y Merry christmas.

~*~

Fairies and Princess.

Verano; 1904

Nunca había entendido el porqué las mujeres se quejaban sobre la supremacía de los hombre sobre ellas.

Tal vez se trataría en otras casas. Tendrían que entrar en la mía y verían como mi mamá gritaba a mi papá cada vez que no se limpiaba los zapatos en la alfombrilla y llenaba la casa de barro; o su ropa olía a tabaco.

Mamá odiaba a tabaco y el ambiente que el humo de éste provocaba…

¡Bah! ¿Qué entenderían ellas?

A lo mejor papá tenía razón cuando decía que nosotros gobernábamos el mundo y ellas nos gobernaban a nosotros porque era la vía más fácil. Desde luego, papá disfrutaba mucho siendo dominado por mamá… ¡Traidor!

Entonces comprendía que hacía yo a cargo de una mocosa de tres años, llorona, que no hacía otra cosa que mandarme.

Ni siquiera me dejaban jugar con el barro para no ensuciar su ridículo vestido rosa.

Mamá no se había dejado engañar por mi pataleta y mi amenaza tipo: "Como me dejes al cargo de la niña tonta, no respiro".

Si por ella hubiese sido, me hubiera caído al suelo por falta de aire.

—Edward, eres un niño, y además el mayor, tu deber es cuidar de Isabella— me regañó mamá. —Los hombres fuertes y valientes cuidan a las niñas como si fuesen las princesas. Recuerda a Sir Lancelot y a todos los caballeros de la mesa redonda.

Seguramente, ellos tendrían una mamá gruñona como la mía. Si no, no podría comprender como preferían rescatar a cursis princesitas cuando podían explorar todo el mundo a lomos de su caballo y matar dragones.

Pataleé al suelo. ¡Ser niño y tener cuatro años para esto!

Resoplé, resignado, cuando vi que Bella se acercaba a mí, después de que mamá la recogiese del suelo dos veces, y se agarraba de mi mano.

Liz lanzó una mirada regañona cuando vio mis intenciones de soltarle la mano con brusquedad.

Bella, no hacía caso a mis refunfuños, y apretaba con fuerza mi mano, como si yo me fuese a escapar.

Aun resonaba las advertencias de Liz al salir por la puerta:

—Edward, no os vayáis muy lejos. No ensuciéis la ropa con el barro y volved a la hora de la merienda si no queréis que el monstruo malo se coma vuestras galletas.

¡Ja, ja, ja!

Prefería tener un enfrentamiento con el monstruo que pasarme toda la tarde recogiendo flores para hacer estúpidos collares.

Bella no parecía estar al corriente de mi mal humor.

Al contrario, ella parecía feliz y embelesada con todos los detalles que había de camino al lago. Desde una mariposa posándose en una flor hasta las figuras de los rayos del sol al filtrarse por las hojas de los arboles.

Poco a poco, y al observarla más fijamente, todo mi mal humor se iba disipando.

Bella.

Aun no entendía la costumbre de llamarla así cuando todo el mundo lo hacía como Isabella…

¿Nombre demasiado largo para un niño de cuatro años?

¿Demasiado adulto para una niña un año más pequeña que yo?

Tal vez fuese pequeña, gritona, torpe y cursi; pero había algo en ella que me inspiraba tantas cosas. No era la típica princesita de un cuento. Y no era porque no la tuviese que proteger. Ella siempre se metía en líos.

Su suave y ondulado pelo castaño recogido en dos trencitas; sus grandes ojos casi transparentes color del chocolate tan expresivos; su piel blanca con un tenue color rojizo en sus mejillas le daba cierto aire de muñeca de porcelana; y sus labios gruesos siempre estaban curvados dibujando una sonrisa perfecta.

Y tal vez yo la llamaba Bella porque aquel nombre me sonaba a campanas (1). Tal como debía ser el sonido que producían las hadas al reírse si los cuentos que nos contaban eran ciertos.

Tal vez mi deber era protegerla para que la magia que llevaba dentro no se acabase.

A pesar de mis protestas, siempre me gustaba compartir todas las horas del día con ella para no tener que jugar solo, ver como sus ojos se iluminaban cuando compartíamos las galletas y la manera en que nuestros cuerpos se arrimaban cuando llegaba el invierno y teníamos frío.

Ahora entendía porque las hadas eran tan luminosas. Ellas tenían que desprenderse de todo el calor que su cuerpo emanaba.

Y Bella era tan cálida.

Como ya era habitual en ella, Bella encontró una piedra por el camino, se tropezó, cayendo al suelo todo lo larga de ella.

Me tapé la boca para que no me viera reírme. Sabía que hacer eso era muy feo, pero Bella era muy graciosa cuando se caía.

Y más cuando intentaba ponerse en pie y se volvía a caer.

Pero ya no me lo pareció tanto cuando los labios de Bella empezaron a temblar y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Al principio, solo empezó a temblar mientras soltaba pequeños sonidos que, poco a poco, se fueron convirtiendo en sonoros sollozos. Sus mejillas se pusieron tan rojas como las manzanas y su cara se empapó por las lágrimas.

Resoplé. ¿Por qué las niñas siempre hacían eso? ¿Por qué los niños siempre hacíamos lo que ellas querían cuando se ponían a llorar?

Si fuese para mantener mi reputación, diría que me dejaba sordo con su llantina. Pero en el fondo, no me gustaba que ella llorase. Era muy triste ver las lágrimas de un hada.

Me agaché para poder estar junto ella y abrazarla mientras le daba unos pequeños golpecitos en la espalda:

—Ya pasó, ya pasó…—la consolaba mientras la iba meciendo.—… ¡Ea, ea, ea!

Dio resultado. A pesar de que seguía temblando, sollozaba quedamente hasta que se calmó del todo y dejó de llorar.

La aparté de mí, y noté mi hombro muy húmedo.

Me llevé la mano y ésta se llenó de agua y de algo muy pegajoso…

¡Puaj! ¡Las niñas, siendo hadas o princesas, seguían siendo asquerosas!

Volví a mirar a Bella y la descubrí con una enorme sonrisa en sus labios. Mi mal humor se desvaneció.

La ayudé a levantarse, y cuando comprobé si todo estaba bien, vi que su vestido estaba lleno de barro.

¡Oh, oh, oh!

Tendría problemas con la bruja mala—como conocíamos a la mamá de Bella por los gritos que ésta le pegaba cada vez que hacíamos algo divertido—cuando viese que el vestido, antes rosa, lleno de grandes manchas marrones.

Miré a Bella, aterrado ante la posibilidad de quedarme sin postre, y se limitó a sonreírme abiertamente.

—No te preocupes—me tranquilizó, acariciándome la mejilla con sus dedos.—De todas formas, me gusta el marrón. El rosa es un color horrible.

Como yo había pensado que a las hadas les sentaba bien el azul; Bella no debería llevar cosas rosas.

—¿Por qué no jugamos con el barro y así mi vestido cambia de color?—me sugirió dando palmitas.

¡Me gustaba la idea! ¡Sí! ¡Batalla de barro!

Aunque tenía una idea mejor y esperaba que Bella me secundase.

Decidí sacar todas las armas que conocía.

Empecé a pestañear insistentemente y a poner morritos para dar la sensación de tener cara de niño bueno. Era la típica cara de ir a la puerta de las vecinas más ancianas pidiendo galletitas de chocolate. Y siempre las conseguía.

—Bella—la dije con voz baja y suave,—¿podemos ir a nadar al lago? ¡Por fi! ¡Por fi! ¡Por fi!...

Ella frunció los labios, en señal de pensárselo, y yo sonreí abiertamente, oliéndome una victoria fácil cuando vi el brillo de sus ojos.

—Vale—susurró haciendo que yo saltase de alegría.—Vamos a bañarnos al lago…pero…

—¿Pero?...—¡Maldición! Estaba a punto de agarrarla para ir para allá. ¿Qué era lo que le pasaba ahora?

Empezó a sonrojarse y encogerse de hombros.

¡Oh, no! ¡Eso significaba algo muy ridículo para mí!

—Iremos a nadar al lago—empezó a balbucear—… ¡Si tú me das un beso!

¡Cuernos!—¡Ups, había pensado una palabrota!—todas las niñas, sean hadas o princesas, eran unas repipis.

—¿Y qué pasa si no te lo doy?—Refunfuñé.

Ella se limitó a sonrojarse más y empezar a poner morritos mientras pestañeaba insistentemente.

¡Rayos!—Otra palabrota.—Me resultaba tan bonita cuando hacía esas cosas.

—¡Hummm!—Acabé resignándome mientras miraba a un lado para otro por si venía alguien. No había moros en la costa. Mi orgullo de niño mayor de cuatro años no se vería afectado.

—Vale—concedí dando un suspiro.—Pero solo uno. Que mis besos son muy caros y ni se te ocurra irlo diciendo por ahí—le advertí.

—¡Vale!—Cerró los ojos se posicionó en postura "dame un beso en la mejilla"

Tragué saliva y posé mis labios en su suave y resbaladiza mejilla.

El calor que sentí en mis labios era mucho más agradable que los rayos del sol de verano de Chicago. Me gustaba el cosquilleo que producía su piel contra la mía.

¡Pero eso jamás lo admitiría ante una niña!

—¿Te ha gustado?—preguntó feliz e inocente.

—¡No! ¡Es una cosa asquerosa!—Protesté—¡Los mayores son unos marranos si les gusta hacer eso! ¡Nunca más me lo pidas o te arrancaré los pelos!

Ella se limitó a reírse y a pegar pequeños saltos a mi alrededor.

—¡Pues a mí sí me ha gustado!—gritó feliz—¡Y conseguiré que te acabé gustando!

Y antes de que me dejase responder, agarró con sus bracitos mi cuello, acercó su cara a la mía, y posó sus labios en mi mejilla.

…Para después salir corriendo alborozada.

—¡Tonto el ultimo!—Gritó.

—¡Puaj!—Me limpié la mejilla pensando que, a pesar de ser unas lechuguinas, algunas niñas eran interesantes

~*~

(1) Campana en inglés es Bell. He aqui el juego de palabras que hace Edward con Bell y Bella ( en inglés de dice "Bela")


Celebrando las navidades, pensé en haceros un pequeño detalle, y como tenía pensado en poner de alguna manera las escenas que corto en los capitulos o detalles que no salen en mi fic de when the stars go blue (que actualizare a partir de ENERO) y stardust (que empezare en unos meses, aunque no sé si mi fic será bien recibido aquí, ya que ahora se lleva un estilo diferente de fic que a mi no me acaba de convencer, y realmente, ya no estoy tan segura de que haya espacio aquí para mis historias...u.u...en fin, el tiempo lo dirá). En el fonod estos pequeños detalles gustan que salgan a la luz. O por lo menos a mí sí me gusta. Los retales que quedan ahi.

Espero que os guste mi regalo navideño. Habrá escenas de todo tipo y de todos los rating. Si os gusta, ya sabeis. Dad al boton verde.

Chicas, ya sé que llevo mucho tiempo ausente, pero me gustaría que en love asks blood llegase a los 780 rr en este capitulo. ¿Alguien se apunta? Solo me faltan dos rr para conseguirlo...¿Me ayudareis? Y aunque no llegue a los mil rr en ese fic, ¿Os apuntais a los novecientos?...

Y bueno, ya que estamos en navidad y en campaña politica, solo deciros que tengo un one-short llamado broken wings que compite en el concurso de navidad Cullen Christmas Contest que tatarata y Yuliss organizan. Estoy en la primera ronda, y para pasar a la siguiente fase tengo que conseguir estar entre las cinco primeras. ¿Me ayudareis? Aunque ya he conseguido algo muy impresionante...^^, me gustaria llegar hasta el final, aunque no ganase. Yo ya con lo que me ha pasado, me siento muy ganadora...^^

Pero bueno, a nadie le amarga un dulce. Si quereis leer mi fic y votarme, id a esta dirección (Todo junto): http:// www. fanfiction. net/ u/ 2146572 / Cullen _ Christmas _ Contest. (Tambien en mi profile).

Si no creeis que merezca ganar, por lo menos un comentario me haria feliz. ^^

Y bueno, ya por ultimo, si os gusta estas viñetas, tambien las podeis seguir por mi blog Enhebrando el hilo de la vida:http: // cariswestenra . blogspot . com / (Todo junto y en mi profile) Si alguien tiene blog y me quiere agregar, encantada.

Y bueno, espero que dentro de uno o dos días tengais otra viñeta más y con otro rating.

Jingle Bells.

Maggie^^.