Título: A toda costa — Capítulo 01: Una misión poco común

Extensión: En la primera versión, 2688 palabras. Luego de la edición quedó en 2700 palabras.

Advertencias: Universo Alternativo. Gore suave.

Disclaimer: DGray-man y todos sus personajes son propiedad intelectual de Hoshino Katsura, por lo cual no obtengo ninguna forma de lucro con este trabajo.

Resumen: A pesar de ser un sicario, a Allen se le encomienda cuidar a Lenalee. Sin embargo, a medida que el tiempo avanza, todo se cubrirá de sentimientos y de sangre.


A toda costa

Capitulo 01: Una misión poco común

Allen respiró entrecortadamente, mientras un pequeño vaho salía de sus labios. Se llevó una de sus manos a la mejilla y con la yema de los dedos, cubiertos con su guante, la rozó lentamente, sin perder detalle del roce. Se había dejado llevar otra vez. Contempló su mano derecha y se fijó el cuchillo, cubierto de sangre, al igual que su rostro y sus ropas. Desvió la vista al suelo. Sí, se había dejado llevar nuevamente. Ya le habían dicho que tenía que tener más cuidado, sin embargo, cuando comenzaba un trabajo, no podía detenerse.

Era como si tuviese otro yo latente, sólo esperando cualquier nimia oportunidad para hacerse presente.

Se fijó en su víctima: alguien completamente desconocido. No había sentimientos de ningún tipo de por medio. Sólo una orden: "mátalo". Nada más. Le había dado 47 estocadas en el estómago, por lo que la sangre le había salpicado en la cara y en la ropa. Siempre lo regañaban por lo mismo, pero no lo podía evitar.

Lentamente comenzó a abandonar la azotea desierta. Sabía perfectamente que ningún policía iría en su busca pues, a pesar de que se pasaba un poco con el método que tenia para hacer su trabajo, nunca había dejado ninguna pista como para que lo reconociesen como el autor del crimen. Sin perder más tiempo, guardó el cuchillo que usaba para todos sus trabajos y se encaminó hacia la puerta, para poder salir pronto de ese lugar.

Sin embargo, antes de que sus manos tocasen la perilla de la puerta, ésta se abrió, dando paso a un tipo moreno que contempló divertido el escenario.

— ¡Dios! ¿Qué hubiese pasado si alguien, que no fuese yo, te hubiese visto, chico~?— le preguntó Tyki, al ver el cadáver.

— No hubiese pasado nada— respondió Allen y agregó, tratando de excusarse—. Traté de contenerme, pero fue inútil.

— Bien, con tal de que la policía no te descubra— murmuró Tyki y añadió, pasándole un bolso al albino—. Mejor cámbiate pronto porque, si sales manchado con sangre, ¿no crees que sería un poco sospechoso?

El sol comenzaba a despuntar. Había seguido a su objetivo durante toda la noche, así que tenía varias horas de sueño por recuperar. Allen tomó el bolso y se dispuso a cambiarse de ropa. Mientras se sacaba sus guantes y su camisa ensangrentada, pudo recordar la expresión de su víctima, llena de terror, limitándose a preguntarle quién era. Él no le respondió. Con tres estocadas de su cuchillo todo estaría bien pero no, le había dado una tras otra, mientras su instinto asesino se apoderaba de él. Después de terminar las 47 estocadas, despertó, como si todo hubiese sido una horrenda pesadilla. Odiaba que su instinto asesino lo consumiese de esa manera, pero nunca lo podía detener una vez que era capaz de salir, no hasta que su víctima dejase de respirar, en el mejor de los casos.

Apenas se terminó de cambiar, colocó la ropa sucia dentro del bolso y, acompañado de Tyki, salieron del lugar. El moreno caminó delante de Allen, mientras que por la mejilla de este último amenazaba con escurrírsele una lágrima de arrepentimiento, por la crueldad excesiva que siempre se escapaba de sus manos. Mikk, al notar que Allen no rompía el silencio, decidió hacerlo él.

— El Conde pensó que te tardarías menos— expresó, con una sonrisa—. Me pidió que te buscase, ya que estaba preocupado por ti.

— ¿El Conde se preocupó por mí?— preguntó Allen, pasmado—. Pensé que sólo me tenía entre la familia Noé para hacer el trabajo sucio.

— Bueno, en parte su preocupación se basaba en eso— confirmó—. Pero aún así, de un tiempo a esta parte, te ha tomado gran estima.

Antes esas palabras, Allen se emocionó: siempre había considerado que era normal que la familia Noé no tuviera sentimientos importantes por él, ya que era un ser humano sin recuerdos, por lo que agradecía que Road y Tyki le profesasen cierta clase de afecto. Obviamente los demás miembros lo trataban con indiferencia o le hacían la vida imposible, pero nunca se hubiera imaginado que el Conde también estaría dentro de la excepción. De pronto, sus tripas sonaron furiosas, interrumpiendo sus cavilaciones.

— Creo que lo mejor será llamar para que tengan el desayuno listo— murmuró Tyki, mientras marcaba un número en su celular.

Después de ordenar por el móvil que preparasen un gran banquete, cortó, acelerando el paso, mientras ambos se cubrían el rostro con bufandas, nada acorde a la época y se disponían a avanzar y alejarse lo más pronto posible de la escena del crimen. Nadie los había visto, así que ya estaban totalmente librados de cualquier acusación. Cruzaron unos cuantos semáforos hasta que se detuvieron frente a un auto negro. Tyki abrió la puerta del piloto, y casi enseguida la del copiloto. Apenas ambos estuvieron sentados, el moreno arrancó en dirección a la mansión Noé.

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— ¡Allen!— gritó Road mientras se arrojaba a los brazos del albino—. ¡Te extrañé! ¡¿Por qué te tardaste tanto?! ¡Estaba preocupada!

— Lo siento, me tomó más tiempo del que creí— contestó el albino, con una expresión nerviosa y agregó, sorprendido—. ¿Acaso me estuviste esperando toda la noche?

— ¡Obvio! ¿Qué haría si murieras? ¡Nada!— concluyó, besando a Allen en la boca y aprovechando de morder un poco sus labios—. Aunque no creo que eso pueda pasar.

Walker le dedicó una sonrisa a la morena, mientras esta se bajaba de sus brazos y lo guiaba al comedor, tomado de la mano. No mantenía ninguna relación formal con ella pero Road, desde un principio, lo había recibido así, por lo que ya era algo totalmente usual. Allen pasó la lengua por sus labios y se dio cuenta que Road le había sacado sangre otra vez. Tendría que decirle que no lo mordiese más cuando lo recibiese—esta vez sí tendría que hacerlo ya que, las otras veces que lo había intentado, su amabilidad lo frenaba cuando estaba a punto de comunicárselo—. Road tendría que entender.

Apenas entraron al comedor, Allen contempló anonadado aquel festín que se extendía sobre la mesa. Comenzó a acercarse lentamente a los platillos que habían servido, sin embargo, Road lo detuvo con un manotazo.

— Primero debes bañarte.

— Pero… la comida…

— No se va a ir a ninguna parte— le regañó Road, mientras obligaba al hambriento albino a subir las escaleras, en dirección a su habitación.

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— Hermano— murmuró Lenalee, mientras veía a su hermano lloriquear a su lado—. Deja de llorar.

— No puedo— respondió el excéntrico Komui, entre sollozos—. ¡Vi esa carta! ¡Un chico se te declaro, ¿cierto?!

— No te lo puedo negar, her-

— ¡Lo sabia!— interrumpió Komui, mientras más la abrazaba—. ¡Imperdonable! ¡¿Te casarás con él y ni siquiera le habías dicho a tu hermanito?!

— ¡Nada de eso!— le gritó Lenalee y agregó, un poco más calmada—. Un compañero se me declaro, pero yo lo rechace hermano— respondió con un suspiro—. Cambiando de tema, ¿me podrías dejar ir al colegio?

— ¡Pero estará ese rufián ahí!— chilló Komui y, al siguiente segundo, le puso un extraño artefacto en sus manos—. Llévate a Komurincito, ¿sí? Si te lo llevas, estaré tranquilo.

— Está bien, si tanto insistes— murmuró, mientras lo ponía dentro de la mochila—. Adiós, hermano. Nos vemos más tarde, ¿sí?

Lenalee, apurando un poco el paso, finalmente pudo salir de la gran mansión en la que vivía. Rápidamente le echo un último vistazo antes de volver la vista. No podía creer que hace pocos años atrás vivía en una pequeña pieza de madera con su hermano y ahora, en cambio, residía en esa lujosa mansión. Aún no podía creer del todo que estuviera pasando esto a diario en la realidad.

— Señorita, el auto está listo— anunció uno de los sirvientes, abriéndole la puerta del automóvil.

Lenalee le agradeció con una sonrisa, mientras entraba al auto.

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— Joven Allen— escuchó el susodicho, mientras era despertado por el golpeteo en la puerta de su habitación. Alguien lo estaba llamando.

Lentamente se incorporó de su cama y se desperezó un poco, mientras se enjugaba los ojos. Se dirigió con paso vacilante hacia la puerta y apenas la abrió pudo ver a una sirvienta, quien se veía un poco contrariada.

— ¿Si? ¿Puedo ayudarte en algo?— le preguntó Allen, mientras esbozaba una sonrisa.

La sirvienta lo examinó con la mirada, extrañada. No podía creer que aquel chico, con su manera tan cortés y sus gestos tan inocentes y angelicales, fuese uno de los 14 sicarios especiales de la familia Noé. Si lo hubiera visto en la calle, sin conocerlo, ni siquiera pensaría que era capaz de quebrar un plato, cuando en realidad lo hacía por docena.

— El Conde lo requiere en su despacho— contestó la sirvienta y, con una reverencia lo dejó, mientras desaparecía por uno de los pasillos.

Walker volvió a cerrar la puerta y distraído, miró la hora en el reloj que tenia sobre su mesita de noche. Ya era las 4 de la tarde. Por lo visto, haber perseguido a su presa durante toda la noche sí que lo había cansado. Sin vacilar más, se fue a la ducha, para terminar de despertar pronto.

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— Hola, hola~— saludó el Conde alegremente desde su despacho—. Pasa, pasa. Te estaba esperando.

Allen se limitó a asentir, mientras tomaba asiento.

— ¿Descansaste bien, Decimocuarto?— le preguntó el Conde. Desde que había pasado a formar parte de la familia Noé, el Conde lo llamaba Decimocuarto, aún sabiendo su verdadero nombre. El albino asintió y el Conde continuo—. Bien, pues quería asignarte otra misión.

Allen miró pasmado al Conde: era la primera vez que tenía misiones de manera tan frecuente ya que, durante otras temporadas, incluso transcurrían semanas sin que solicitaran los servicios de los sicarios especiales.

— ¿A cuántos tendré que matar esta vez?— consultó, lacónico.

— No se trata de eso, Decimocuarto. Este trabajo es un poco distinto a los demás.

Allen abrió los ojos, sorprendido, pero no agregó ni dijo nada, pues quería que el Conde concluyese de explicarle todo bien.

—Es una misión de guardaespaldas: Komui Lee, el gran y famoso inventor, de un tiempo a esta parte ha amasado una gran fortuna gracias a sus inventos, por lo que se ha granjeado una gran cantidad de personas interesadas en su intelecto y dinero, así que corre un gran peligro. Le llueven las amenazas de muerte y de secuestro todos los días.

— Entonces, ¿debo ser su guardaespaldas?

— No. Me dijo expresamente que quería alguien calificado para ser el guardaespaldas de su hermana menor. Por lo visto, cree que ella es la que más corre peligro, ya que es su única familiar.

— Ya veo— murmuró Walker, mientras revisaba la ficha de Komui y de su hermana. Su cliente ya tenía 29 años, pero su hermana con suerte contaba con 16 años—. Aquí dice que se llama Lenalee, ¿es ella?

— Así es, pero me dijo que, a pesar de saber que nos especializamos en asesinatos a sueldo, quería que la persona a la que enviase no cometiera homicidios, aunque Lenalee estuviese en peligro. Sólo debía protegerla.

— Pero Conde, usted sabe que para mí contener el instinto asesino es imposible.

— Lo sé, Decimocuarto, pero creo que eres el indicado— le contradijo—. De todos modos, aunque quieras o no, sabes perfectamente que no puedes negarte.

Allen apretó los puños, un poco molesto, pero prefirió callarse. Sabía que la oportunidad de sobrevivir se la debía a los Noé, así que nunca ponía objeciones al trabajo, pero lo que le pedía el Conde se erigía como una tarea sumamente complicada.

— Hoy a las seis de la tarde tienes que ir a su casa— le informó el Conde y agregó—. Supongo que no nos veremos todos los días.

Allen volvió a mirarlo sorprendido.

— ¿A qué se refiere con que no nos veremos?

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Un auto de color sobrio, con vidrios polarizados, avanzaba sin perder tiempo por las calles de la gran ciudad. Sus ocupantes: Allen, Tyki y Road, siendo el mayor de todos ellos quien lo conducía en dirección a la mansión Lee, lugar en el cual Allen comenzaría a trabajar puertas adentro. Ni siquiera había tenido la oportunidad de despedirse de los demás miembros de la familia Noé con la prisa en la que lo solicitaba su nuevo contratante, aunque dudaba mucho que los demás sicarios especiales lo extrañasen. Road simplemente se apegaba más a él, mientras Tyki hablaba.

— ¿Con que vas a ser un guardaespaldas, eh? Suena gracioso que tengas que proteger algo, cuando lo único que has hecho es destruir, ¿no lo crees así, chico~?

— Sí. De hecho, me sorprendió mucho que enviasen a Allen a ese tipo de misión— interrumpió Road, mirando con el semblante triste al albino—. Supongo que aquel inventor debe estar pagando una fortuna para que el Conde desperdicie a Allen de semejante manera.

— ¿Des-desperdiciar, dices?— preguntó Walker, mientras una pequeña gotita caía sobre su cabeza.

— ¿No es obvio? Tendrás que estar encerrado cuidándola y siguiendo todos sus pasos. Eso para mí es un desperdicio. Ni siquiera nos podremos ver tan a menudo como lo hacemos— murmuró Road, algo triste y continuó, colocando su cuchilla en el cuello del muchacho—. Prométeme que no me engañaras con ella.

— Ya llegamos.

— Bueno... pero, que yo sepa, no tenemos nada formal— balbució Allen, mientras descendía del auto y añadió, al ver el semblante molesto de la morena—. Sin embargo, te prometo que no la besaré ni nada así.

Road mostró una sonrisa, un poco renuente, pero satisfecha de haber cumplido su objetivo. Sabía que Allen la veía como una especie de hermana o, para ser precisos, de mejor amiga, así que haría todo lo posible para que Allen nunca se alejase de ella.

— Bien, chico, aquí nos despedimos. Ojala tengas suerte.

Allen le agradeció, mientras sacaba su pesado equipaje del auto. Apenas lo hubo dejado en el suelo, pudo ver que Road se le tiraba encima y lo besaba nuevamente.

— Prométeme que irás a la mansión, aunque sea de vez en cuando.

— Haré lo posible— expresó Allen y moviendo una de sus manos en señal de despedida, se dirigió al portón de la mansión Lee. Un guardia lo examinó de pies a cabeza y le pidió la identificación, la cual no tardó en mostrar.

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— ¡Lenaleecita~!— llamó su hermano, irrumpiendo en su habitación sin permiso.

La joven se volvió a contemplar a su excéntrico hermano, con un poco de enojo plasmado en sus cejas, ya que este sabía perfectamente que, mientras estudiaba, lo preferible era no ir a verla, pues necesitaba mucho silencio para concentrarse.

— ¿Si, hermano?

— Contraté a un asistente para que te ayude con los problemas diarios— le informó Komui, mientras levantaba el dedo índice, triunfante—. Eso incluye a los posibles buitres que quieran ensuciar tu pureza. ¡Nunca dejaré que te toquen! ¿A qué no soy todo un genio?

— Hermano, ¿no crees que te excediste un poco?

— No. Espera a que le conozcas. De seguro serán buenos amigos— concluyó con aire soñador.

Lenalee simplemente lanzó un suspiro cansado y decidió que, por el momento, seguiría a su hermano. Enseguida, ambos comenzaron a recorrer un largo trecho desde la habitación de Lenalee a la oficina de Komui. Apenas llegaron al umbral de la puerta, el inventor, con una sonrisa de oreja a oreja, la abrió, dejando entrever al albino que, con el uniforme de servicio puesto, les dedicó una inocente sonrisa.

— Buenas tardes, señorita Lenalee— saludó, mientras hacia una reverencia—. Mucho gusto en conocerla.

Lenalee se quedó pasmada, sin que los demás pudieran explicárselo. No podía creerlo. No podía ser. Sus ojos se abrieron desmesuradamente, mientras sus manos y sus labios temblaban. Sin darse cuenta, una lagrima cayó por su mejilla.

— Lenalee, ¿qué te pasa?— preguntó el inventor, preocupado por el gesto de su hermana menor al ver al albino. ¿Acaso se conocían? ¿Y si el albino le había hecho algo malo? Mientras abrazaba a su hermana, le lanzó una mirada monstruosa al anonadado chico.

— A-allen— tartamudeó Lenalee y agregó, con un semblante de felicidad, mientras seguía derramando lágrimas—. Pensé que habías muerto.

Allen, sin comprender nada, se limitó a mirar a esa muchacha, a quien no recordaba haber visto nunca.

Fin Capítulo 01: Una misión poco común.


N/A: Hola~, aquí les dejo el primer capítulo de mi segundo fic no yaoi que escribo sobre esta serie. ¿Les ha gustado? Espero que sí y si no, ya saben, cualquier crítica constructiva y con respeto será bien recibida n_nU.

Bien, como siempre ando poco creativa para las notas de autor, así que solo me queda decir… Recuerden: Su review es mi sueldo (agita una lata)