Capítulo 3

Era sábado por la noche, Ryoma caminaba por las calles de Japón llevando sus manos escondidas en los bolsillos de su chaqueta. Su gorra se posaba sobre sus ojos, impidiéndoles a los demás que notaran su mirada. Su cabeza daba vueltas, pensando una y otras en la chica de ojos carmesí y cabello castaño. Las palabras que ella le había dicho el día anterior, sonaban en sus oídos, esperaba ser rechazada y él no le daría el honor de hacerlo, aunque ansiaba hacerlo, otra parte de él no quería hacerlo. No sabía qué hacer, porque todo lo que hacía era pensar en ella y no comer mucho. Se había sentido tan deseoso de salir a dar un paseo, que incluso para su misma sorpresa no había llevado su raqueta. Se sentó en una banca cercana bajo la sombra de majestuosos arboles ¿Qué se suponía que haría en el parque sin jugar tenis? De súbito, un hombre se sentó a su lado, cuando pensaba cambiarse de lugar, él sujeto desconocido le habló.

— ¿Echizen?

— ¿Momo-Sempai? ¿Qué haces aquí?

—Eso debería preguntarte yo, no sueles salir a caminar sin tu raqueta ¿Te sucede algo?

—Nada, sólo quería dar un paseo. —Susurró, desviando su mirada.

— ¿Se trata de Ryuzaki?

— ¿Eh? ¿Cómo sabes…? —Se interrumpió de inmediato. —No se trata de ella.

—Osakada me ha mencionado lo de la carta. —Sonrió maliciosamente. —Así que sé todo.

—Debí imaginarlo de Osakada. —Suspiró.

—En fin ¿sucedió algo cuando hablaron?

—No te voy a hablar sobre ello.

—Está bien, entonces debo inferir que la rechazaste. —Lo miró de manera escrutadora, leyendo su rostro. — O tal vez no, no la rechazaste.

—No te diré.

— ¿Es así o no? ¿No la rechazaste?

—No lo hice. —Suspiró—Porque…

— ¿Te diste cuenta que sientes lo mismo? —Se burló.

—No he dicho eso.

—Pero eso piensas. —Sonrió. —No tienes que ser tan ciego contigo mismo, Echizen. Somos amigos ¿Lo recuerdas?

— ¿Y qué?

—Sé lo que veo. —Le dio palmaditas en la espalda. —Hablemos del tema.

Caminaron hacia un parque lejano, Momo compró dos latas de ponta que habían en una pequeña maquina roja y le dio una. Se sentaron en otra banca y bebieron de ellas. Hubo un momento de silencio, ya que ninguno de los dos hablaba. Momo suspiró, no le quedaba otra alternativa que él guiar el tema, si había pensado por un minuto que el ambarino se atrevería a dar la iniciativa había enloquecido.

—Echizen…

—Lo sé, tengo un problema ¿no? —Miró un árbol cercano. —No quería admitirlo, pero me están sucediendo cosas extrañas el último tiempo.

—Podemos hablarlo.

—Antes que recibiera la carta, todo marchaba bien. No tenía grandes preocupaciones y solía jugar tenis a menudo. Pero en cuanto llegó esa carta, todo cambió. Al principio pensé que era correspondencia de Kikumaru-Sempai que a veces me escribe o Inui. —Su rostro se puso serio. —No había leído el remitente, pero en cuanto leí los honoríficos, inferí que podría tratarse de ella.

—Ryuzaki.

—Pensé que sólo intentaba ponerme al corriente de todo lo que estaba pasando, ya que me habló sobre ti y Kaido-sempai sobre los entrenamientos. Y sobre que todos me extrañaban…pero.

— ¿Entonces qué? Me intrigas, Echizen.

—Me confesó lo que sentía…—Un leve sonrojo se formó en su rostro, uno que no pasó desapercibido por su Sempai.

—Qué está enamorada de ti.

—Sí… —Respondió sin escuchar realmente. — ¿Qué? ¿Lo sabías?

—Claro, todos nos habíamos dado cuenta hace tiempo.

— ¿Todos?

—Sí, incluso el ex capitán Tezuka.

—No puedo creerlo.

—Es demasiado obvio, sólo un idiota no se daría cuenta. —Se burló, notando su rostro de ira en su rostro. —Aún así, no me sorprende que no lo supieras, tu vida sólo gira en torno al tenis. Así nunca te ibas a dar cuenta de los sentimientos de una chica.

—Creí que sólo era tímida. —Bufó.

—Como sea, si nos ponemos a discutir de las razones de por qué no te diste cuenta, creo que seguiría una larga conversación. —Rió. —Pero la pregunta es ¿Qué sientes tú por Sakuno?

—No lo sé.

—A ver…cuando la ves ¿Te bloqueas y no te salen las palabras? —Al verlo asentir prosiguió. —Es una buena señal.

— ¿Qué significa?

—Aún no termino.

—Entonces, imagino que cuando la ves, tu cuerpo reacciona por sí mismo, sientes deseos de protegerla cuando está en estado vulnerable y te sientes celoso ante otros pretendientes. —Lo vio asentir otra vez. — ¿Realmente no sabes lo que significa?

—No. —Respondió serio, mientras su amigo reprimía los deseos de reír. — ¿Podrías dejar de burlarte y decirme que está pasando?

—Oh lo siento, soy malo dando diagnósticos de este tipo. —Se burló. —Felicidades, Echizen ¡Estás enamorado!

— ¿Yo enamorado? Imposible…lo único que amo es el tenis y no hay espacio para nada más.

—Te equivocas, ahora el tenis no es lo único que amas.

—No siento nada por Ryuzaki y puedo comprobarlo.

—Bueno, si es así como dices ¿Porqué no la rechazaste?

—No lo sé.

—Echizen, si no aceptas pronto tus sentimientos, alguien más se quedará con ella. —Sonrió al ver que Ryoma presionaba el puño. —He oído que tiene muchos pretendientes, uno de ellos es muy insistente.

—He conocido muchos así.

—Adivina que, el irá mañana al Festival de San Valentín. —Murmuró. —Lo escuché hablando con otros chicos, anunciando que conquistaría a Sakuno ¿Qué vas a hacer, Echizen?

—No es mi problema. —Declaró de manera tajante. —Ryuzaki no tiene nada que ver conmigo, sólo fuimos compañeros y eso.

— ¡Se me está hartando la paciencia! —Gruñó. —No puedo creer que digas esto. Deja de ser un orgulloso y haz algo al respecto. Echizen, despierta de una vez ¡Si no haces algo pronto, la perderás para siempre! ¿Lo has entendido?

Las palabras de Momoshiro generaron un corto circuito en su memoria, recordando el día que todos los titulares e incluso los novatos habían ido a despedirlo al aeropuerto. Muchos le llevaban obsequios y le deseaban lo mejor. Aunque estaba todo el mundo ahí, faltaba alguien más…la chica de cabello castaño que siempre lo animaba, ella faltaba entre las personas más importantes para él. Cuando iba a caminar hacia el avión, una mujer anunció por el altavoz que el avión tenía un retraso por lo que tendrían que esperar más de lo de costumbre. Por ello, siguiendo la sugerencia de su padre decidió ir a dejar sus maletas y aprovechó de ir por una ponta.

Cuando iba de regreso hacia donde se encontraban los demás, se detuvo en medio del pasillo cuando notó como una chica de cabello castaño corría deprisa, mirando la hora del reloj y cayendo de rodillas al darse cuenta que era tarde, se trataba de ella. No sabía porque se sentía aliviado de que hubiera llegado, pero sabía que no podía dejar visible aquella sonrisa en su rostro mucho tiempo.

Se acercó a ella con una Ponta en su mano, escuchándola lamentarse de que había llegado tarde:

He llegado tarde.

Corrección, has llegado muy tarde. —Se burló.

Ryoma-kun. —Susurró, levantándose deprisa al ver que su amado aún no se iba.

Y llevas el cabello demasiado largo.

¡Mi cabello no!

En ese momento, todos los integrantes de seigaku los molestaron y le gritaban a Sakuno que había llegado justo a tiempo. Ella tan sólo se sonrojó y le explicó a Ryoma porque había dado, debido a qué no sabía que comprarle, entonces le entregó cierta pelota que había encontrado hace un tiempo.

Nacionales. —Murmuró él.

No me refiero a eso. —Sonrió, Ryoma sólo la miró sorprendido. —Me refiero a los nacionales y tú como el número 1 en todo el mundo. Porque sé que lo lograrás.

Ryoma se quedó en silencio observando aquella sonrisa, no sabía qué decir ante sus palabras. Entonces cuando iba a decir algo más, la mujer del altavoz volvió a hablar "Pasajeros del vuelo a América por favor abordar". Recordó entonces que todos los observaban, así que sólo se dignó a tomar la pelota entre sus mano y agradecerle por ello, dibujando una sonrisa disimulada en su rostro. Lo último que escuchó fueron sus gritos de ánimo.

El sólo levantó la pelota y caminó hacia la salida, dejando atrás todas las personas que realmente le importaban, en especial aquella chica.

— ¿Quieres perderla de verdad?

—No.

—Entonces… ¿Cuándo se lo dirás? —No podía creer que hubiera dado esa respuesta, su nivel de convencimiento lo había conseguido.

— Mañana. —Se levantó para marcharse.

— ¿Irás al festival?

—Sí, lo haré. Thank You, Momo-sempai.

A la mañana siguiente, finalmente era Domingo 14 de Febrero, Ryoma se había levantado temprano como nunca y se había preparado un sándwich, ya que tenía asuntos importantes que resolver. Para su sorpresa, su conversación con su mejor amigo había dado resultado, ya que gracias a ello, había podido dormir bien y sus pensamientos ya no invadían su mente como antes, tenía claro lo que tenía que hacer y lo haría. Incluso su misma madre notó la diferencia entre los días anteriores y el actual, lo veía más despierto y menos distraído. Hace mucho que no lo veía así, sin embargo no quiso preguntar, porque sabía que si lo hacía, él evadiría su pregunta como siempre. Nanjiro al contrario, fue más directo y pensó confrontarlo.

—Y bien Ryoma ¿Qué harás hoy? —Le preguntó su padre. —Supongo que te quedarás en casa, ya que no tienes planes para San Valentín ¿Verdad?

—Voy a salir.

— ¡¿Eh?! —Exclamaron todos los integrantes de su familia.

— ¿Acaso tienes una cita? —Se burló Nanako.

—Sí , yo también quiero hacer ¿Qué harás específicamente? —Preguntó Nanjiro curioso

—No les diré. —Se levantó a dejar los platos a la cocina— Gracias por la comida.

—¡Ese muchachito, no me tiene respeto! —Gruñó su padre, viéndolo subir las escaleras.

—Pero tiene razón, son sus asuntos. Si te los digiera, de seguro te burlarías. —Asintió Rinko. —Está en todo su derecho no decirlo.

—Tú siempre lo defiendes, mujer. Lo malcrías.

—Es mi hijo, es mi deber.

Luego de ver a sus padres marcharse cerca de las 18 hrs, Ryoma se duchó y cambió de ropa, no pensaba hacer el ridículo como su padre, llevando una Yukata en lugar de ropa casual, por lo que sucedió lucir unos jeans, una camiseta y una chaqueta encima.

Cómo conocía el lugar, no tardó demasiado en dirigirse a él, tal como sospechaba sus amigos lo esperaban en la entrada, aunque no quería reunirse con ellos en primer lugar, estaba seguro que si se reunían podría encontrar a Ryuzaki, teniendo en cuenta que Momo le había comentado por teléfono que iría con ellos. Sin embargo, una vez que se detuvo frente a ellos, se sorprendió al no identificar ni a Ryuzaki ni a Osakada alrededor.

—Ochibi…no pensé que vendrías. —Sonrió el pelirrojo.

—Shh lo mismo pensé. —Respondió sorprendido Kaoru —Es raro verte aquí.

—Lo mismo digo, Kaido-Sempai.

—Kaoru vino porque lo convencimos…—Susurró Inui afirmando a sus anteojos. — Pero es realmente un milagro verte aquí, Echizen…

—Opino lo mismo…es un verdadero milagro. Pero bienvenido, Echizen. —Sonrió Fuji

—Tengo curiosidad ¿Tendrás una cita? —Preguntó Kawamura.

—N-No es así. —Susurró, viendo como todos lo miraban con incredulidad.

Como si fuera salvado por la campana, antes que sus amigos comenzaran a interrogarlo, las chicas que esperaban aparecieron frente a ellos, de pronto la personalidad extrovertida de Momo, comenzaba a disiparse ante la presencia de Ann Tachibana, quien llevaba un hermoso kimono lila con diseños de estrellas. A su lado, se encontraba Tomoka Osakada quien se había recogido el cabello y lucía un kimono de color salmón con diseños de rosas. Y por último, se encontraba Sakuno con un hermoso kimono de color celeste con diseños florales.

Mientras Tomoka charlaba con Eiji sobre algo, Sakuno observaba nerviosa a Ryoma, quien la miraba con ojos penetrantes. Tomó aire e intento hablar, estaba muy avergonzada por lo que habían hablado la ocasión anterior, por lo cual tartamudeaba. "Ryoma-Kun…no pensé que vendrías…"Susurró, su corazón latía y comenzaba a temblar sin darse cuenta. El ambarino se había quedado callado, observando lo hermosa que se veía, llevaba en cabello recogido y sus ojos carmesí relucían en la oscuridad.

— ¿Echizen, estás ahí? —Grito Momo

— ¿Eh? Sí.

—Dile algo a Ryuzaki…te has quedado callado. —Le susurró Momo.

— ¿Ocurre algo Ryoma-Kun? —Se sonrojó Sakuno.

—L-Luces bien. —Se atrevió a decir el ambarino nervioso. —Te queda bien el pelo así.

—G-Gracias, Ryoma-kun.

— ¡Bien! Es hora de entrar. —Anunció Tomoka. —Entremos en pareja— Le cerró un ojo a Sakuno.

—Yo entraré con Ann. —Dijo decidido Momo.

— ¡Yo con Oishi! —Gritó emocionado Kikumaru.

—Yo entraré con Fuji-Sempai. —Sonrió Tomoka aferrándose a su brazo.

—Creo que tendremos que entrar juntos. —Habló Kawamura, mirando a Inui y Kaoru.

—Bien, ni modo. —Se encogió de hombros Inui.

—Entonces sólo bastarían Echizen con Ryuzaki. —Sonrió Momo.

—Así es. —Sonrió Tomoka.

En el momento que entraron, las parejas y tríos se dispersaron, dando tiempo a solas a Ryoma con la castaña, quienes lo que menos deseaban en esos momentos era tiempo solos. "¿Vamos ahí?" Le preguntó Sakuno, señalando una tienda, donde debían darle al blanco con dos dardos. El asintió, si ganaba ese concurso le podría dar el oso de felpa que Sakuno tanto observaba, aunque ella no se lo había dicho, la había notado hace unos minutos.

—Quiero jugar…deme cuatro —Dijo Ryoma, entregándole el dinero.

—Aquí tiene. —Sonrió el hombre.

Sakuno realizó sus dos tiros, pero ninguno dio resultado "Rayos, he perdido" rió la castaña, deseándole suerte. Ryoma se concentró en el arco y miro discretamente a Ryuzaki, quien lo contemplaba con una sonrisa, realmente no podía fallar, si su amor era como el blanco que estaba a unos metros y él era el dardo, definitivamente le daría. Ya que, como Momo le había dicho cuando estaba con ella, se sentía capaz de hacer cualquier cosa. Por ello, sin pensarlo demasiado lanzó el dardo a su objetivo y consiguió darle a su objetivo en los dos intentos, lo que significaba que no sólo se llevaría un oso, sino un gigante.

—Tome aquí tiene su premio. —Sonrió el hombre pasándole un osito de felpa.

—Ten…Ryuzaki.

— ¿Eh? Gracias…—Sonrió sonrojada, tomando el osito de felpa en sus brazos

—No es nada. —Le dedico una pequeña sonrisa

Aquella sonrisa le sorprendió, rara vez en su vida lo había visto sonreír de ese modo y sin duda, aquella la recordaría para siempre. Pese a que las probabilidades de ser rechazada esa noche eran altas, aún así quería atesorar ese hermoso momento mientras podía. Si no fuera por Tomoka que la había convencido de asistir, quizás se hubiera arrepentido el resto de su vida.

Continuaron su camino por el Festival, Sakuno sonreía de oreja a oreja por el oso de felpa que llevaba en sus brazos, no sólo tendría un hermoso recuerdo junto a Ryoma, también podría recodarlo por medio de ese oso. Ryoma miró a su alrededor, muchas parejas los rodeaban de amor, algunos chicos se atrevían a besar a sus parejas sin dudar de sus sentimientos y otros cogían sus manos. Se preguntaba si él podría ser de ese modo en el futuro, si se atrevería a expresar sus sentimientos sin importarle lo que dijeran los demás. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió un gemido de temor de la castaña, entonces advirtió que el chico que había golpeado en el centro comercial, se encontraba ahí a unos metros de ellos, sonriéndole a la castaña y enviándole besos, provocando que su sangre comenzara a hervir de odio.

—Ese Maldito otra vez…—Gruñó— Le rompería la cara.

—Ryoma-Kun…no lo hagas, no quiero que salgas lastimado.

—No será así, él que saldrá lastimado será él. —Susurró, caminando hacia él.

— ¡Espera! —Grito Sakuno, tomándolo por el brazo. —Por favor…no lo hagas.

—Está bien, no lo haré. Pero…—Se atrevió a tomarla de la mano. —Vámonos antes que decida acercarse.

—Bueno, vamos. —Susurró Sakuno, sintiendo que su rostro ardía producto del contacto de sus manos, su corazón latía a mil y comenzaba a sentir un ardor en el estómago apoderarse de cada uno de sus sentidos, nunca se había sentido así.

Dicho esto, ambos ignoraron su presencia para seguir su recorrido por el festival, Sakuno se sorprendía con cualquier cosa, muchas tiendas llamaban su atención, ya sea de tarjetas, obsequios de corazones y peces que llevaban nombres de parejas de mangas reconocidos. Pero para Ryoma, no existía nada más increíble que su sonrisa. Cuando contemplaba Sakuno, se sentía como un astrónomo observando una estrella brillante, un arqueólogo buscando un nuevo enigma, un explorador admirado ante una piedra preciosa, o un turista en un centro de atracciones. Sakuno era la culpable que se sintiera enajenado en su presencia.

Recorrieron las glorietas de un parque, sintiéndose atraídos por las antorchas que iluminaban su camino, Sakuno estaba cansada y necesitaba descansar, debido a que las sandalias que lucía le habían causado una herida en el pie. Por ello, buscaron la banca más lejana a las parejas de novios que se encontraban besándose para estar tranquilos. Ryoma pensó que este sería el mejor momento para decirle todo.

—Así estará mejor. —Anunció Ryoma poniéndole una bandita en el pie.

—Sí, gracias. —Sonrió. —Lo he pasado muy bien.

—Yo también, salvo por lo de ese tipo.

—Tienes razón, pero no hablemos de eso.

—R-Ryuzaki…hay algo que debo decirte. —Habló Ryoma con dificultad, posando su mano sobre la suya. Su corazón latía a mil y no podía controlarlo.

— ¿Qué es? —No sabía si estaba más nerviosa por el contacto de sus manos, o porque era posible que le entregaría esa respuesta que tanto estaba evitando.

—Pues yo, verás…hace unos días que me he sentido extraño…y

— ¿Eh? ¿Por qué te has sentido extraño? ¿Estás bien?

—Sí, lo estoy. Es sólo que…

— ¿Qué sucede? Me estás asustando, Ryoma-kun.

—Me gustas, Ryuzaki.

— ¿Eh? —Ahora el corazón de ella parecía querer salirse ¿Qué estaba oyendo? ¿Era un sueño? —No puedo creerlo.

—Yo tampoco podía creerlo, creí que estaba perdiendo la cabeza, cuando pensaba constantemente en ti. —Hizo una mueca. —No entendía porque cuando te veía triste, sentía deseos de envolverte en mis brazos. O porque cuando me enteré que tenías pretendientes, sentía un fuego apoderarse de mi pecho.

—Ryoma-kun…

—Y porque ahora mismo, siento deseos de besarte —La miró a los ojos, provocando un sonrojo en sus mejillas cuando sus manos se posaron en su rostro. —Sé que parece imposible, antes sólo amaba el tenis y era lo único importante para mí, pero ahora no. Tú eres más importante que eso.

—Yo…no sé qué decir, creí que era la única que me sentía así. —Sus ojos se nublaron de tristeza. —Esperaba una respuesta totalmente contraria a esta, teniendo en cuenta que debías regresar a América.

—Lo sé, pero no será así. —Secó sus lágrimas. —Lamento decirte que no te rechazaré y no pienso irme a ningún sitio, porque mi lugar está contigo, Ryuzaki.

— ¿Eh? ¿Y qué hay de tu familia?

— Da igual, de todas maneras teníamos pensado en regresar a Japón.

—No sé qué decir…no me esperaba esto.

"No es necesario que digas nada" Susurró, justo cuando Sakuno iba a preguntar a que se refería, Ryoma tomó su rostro con cuidado y calló sus palabras con un dulce beso, haciéndola sentir mariposas en su interior y su corazón latir. Y no era un beso cualquiera, sino el primer beso de ambos. El beso que Ryoma siempre había deseado dar y creía que no se atrevería a hacerlo. Así mismo el beso que Sakuno creía jamás recibir de la persona que siempre había amado.

Cuando se separaron para respirar, el rostro de Sakuno era de un color escarlata puro, aunque sentía un regocijo en su interior, al mismo tiempo estaba avergonzada por fuera. Ryoma en cambio, parecía satisfecho y no se sentía incomodo por ello.

—Quiero que sepas que desde ahora, no permitiré que ningún chico se acerque a ti. —Dijo seriamente. — Porque partir de ahora, serás mi novia.

—Eso sonó como una orden, deberías habérmelo preguntado.

—No lo encuentro necesario, si ya conozco la respuesta. —Se burló.

—Aún así, hubiera sido más romántico que lo preguntaras.

—Está bien, lo haré. —Tomó aire. —Sakuno Ryuzaki ¿Quieres ser mi novia?

—No lo sé. —Murmuró, viendo su rostro de sorpresa. —Es broma. —Rió. —Por supuesto que quiero, Ryoma-kun.

—Valió la pena venir a este Festival, después de todo. —Le susurró Ryoma estrechándola contra él.

—Sí, nunca creí que un Festival de San Valentín me haría tan feliz. —Sonrió la castaña.

A partir de ese día, nunca más se volvieron a separar. Siempre recordarían aquel Festival de San Valentín que los hizo unirse como pareja y al mismo tiempo como almas gemelas. El comienzo de una verdadera historia de amor.

The end