CAPITULO I

Era la mañana del 8 de julio, el país amaneció con la noticia de la muerte del célebre señor Marcus Cullen, pilar de un de los consorcios de exportación de vinos mas importante en su genero. La noticia se difundió en todos los periódicos de circulación nacional y revistas de negocios, en las esquelas de estos, distintos empresarios, políticos y personajes de renombre expresaban sus condolencias a la familia por la perdida.

Un infarto fulminante había terminado con la vida de quien fuera el pilar de la dinastía Cullen. Don Marcus fue un gran hombre, empezó su fortuna siendo un joven campesino con sueños. Con el trabajo de un par de años compro un pequeño terreno dedicado a la uva que con esfuerzo lo llevó e extenderse hasta convertirse en los viñedos más prósperos del país. También fundó Cullen's Corporations , que exportaba sus vinos a todo el mundo y daba empleo a cientos de personas.

A sus funerales asistieron solo su familia y allegados más cercanos. Su viuda la señora Jane Cullen, sus hijos Carlisle y Edward, las esposas de estos Esme y Elizabeth, sus nietas Alice y Victoria, su abogado y mejor amigo Aro Vulturi y su familia, sus socios y pronto llegarían del extranjero sus nietos y orgullo Emmett y Edward Jnr.

Emmett y Edward estudiaban en Londres, compartían un departamento y eran muy unidos, estaban muy afectados por la muerte de su abuelo. Desde pequeños eran muy apegados a el, les contaba historias, lo acompañaban a cabalgar entre los viñedos, les enseñó a escoger las mejores uvas y a clasificar los vinos, el finado quería mucho a esos dos muchachos y le dolió mucho cuando se fueron a Londres a estudiar, pero sabía que si se iban a hacer cargo del negocio familiar tenían que estar muy bien preparados.

Después de los funerales se le citó a la familia Cullen para dar lectura al testamento de Don Marcus y todos quedaron asombrados con su contenido. Todos estaban presentes y un poco impacientados por la tardanza del abogado.

-Aro ya podemos dar inicio con esto, mientas más rápido termine mejor.

-Lo siento Jane pero aún falta alguien.

-No entiendo, si aquí esta toda la familia.

En ese momento toco a la puerta una joven no mayor de 17 años que lucia muy informal de jeans y tenis, pero era muy hermosa, tanto que llamo rápidamente la atención de los primos Emmett y Edward.

-Con permiso, disculpe señor, me mandaron llamar para la lectura de un testamento, pero creo que es un error yo no tengo parientes.

-Isabella Swan verdad.

-Sí, esa soy yo.

-Entonces no es un error, toma asiento en un momento te enteraras porque estas aquí.

-Aro ¿quien esta muchacha?-preguntó Edward Jnr. intrigado -que tiene que ver con nosotros.

-Isabella es la persona que estábamos esperando para dar inicio con la lectura del testamento de tu abuelo.

-Pero esta niña de donde conoce a mi papá acaso es su…

-No Hagas especulaciones Edward y permíteme dar inicio- contesto el abogado al menor de los hijos de don Marcus- tomen asiento todos por favor. El testamento se divide en dos partes, la primera es un video en cual se les explicara en que consiste la segunda parte.

La presencia de Isabella generó cierta tensión entre los asistentes por desconocer el origen de su presencia. El abogado procedió a poner la cinta y apareció enseguida la imagen de don Marcus que luego les empezó a hablar.

"Mi querida familia, si están viendo este video es porque desafortunadamente yo ya no estoy con ustedes, primero que nada quiero decirles que los amo y que los llevé en mi pensamiento hasta mi ultimo aliento."

"Para dar inicio con mi testamento quiero aclarar la presencia de cierta personita que debe tener desconcertados a todos. ¡Tranquila mi amor no es una hija perdida ni nada por el estilo! Les contaré la historia."

"Bella es una chica que conocí hace unos meses un parque de la ciudad, estaba muy triste porque había perdido recientemente a sus padres y además el patrimonio que le habían dejado ellos. Sin saber quien era yo, me contó toda su historia y compartió conmigo un pan que seria su única comida del día, creyó que yo era un limosnero- la persona en el monitor soltó una carcajada, haciendo que los presentes sonrieran también-me habían asaltado en un banco cerca de ahí, saben que nunca me gustó eso de tener un equipo de seguridad, me habían quitado hasta los pantalones obligándome a usar una ropa vieja y deshilachada que encontré en el basurero."

Bella se quedó en shock, no podía creer que aquel limosnero con el que sostenía largas platicas y al que le compartía un poco de su comida cuando salía del trabajo fuera aquel hombre bien vestido de traje que estaba viendo en el video.

-Espero no te molestes mi niña porque me seguí disfrazando de limosnero para platicar contigo todas las tardes cuando salías de tu trabajo, quiero que sepas que fuiste una persona muy especial para mí y que me diste muchas lecciones de vida, pues no es fácil enfrentarse a la vida sola, con solo 16 añitos. El motivo de que estés presente aquí, no me pregunten porque, presiento que no me queda mucho tiempo de vida, y no quiero dejarte desamparada. Yo Marcus Antony Cullen, en pleno uso de mis facultades mentales le dejo a Isabella un fideicomiso para que concluya sus estudios universitarios y además de cubrir totalmente el costo del juicio para que le regresen la casa de sus padres de la que fue despojada impunemente.

Mi querida Bella cuídate mucho, te deseo que seas muy feliz y estoy seguro de que vas a ser una gran escritora. Te quiero mucho mi niña.

Las lágrimas inundaron los ojos de Bella, eran sentimientos encontrados, por una parte la felicidad de tener ahora su futuro asegurado y también que tras casi un año de no tener a nadie en el mundo, el saber que aquel hombre había tenido aquel hermoso gesto con ella, nadie, además de sus padres se había preocupado por ella y la había amado. Pero lo cierto era que existía en su corazón una gran tristeza y el gran sentimiento de perdida que este suceso implicaba, marquitos había muerto y otra vez estaba sola. Se hizo una pausa y Emmett se acerco a ella para darle un pañuelo, ella estaba sentada hasta el fondo de la sala.

-Gracias.

-Se encuentra bien señorita

-Si, quien no se ve encontrar bien cuando un extraño le hereda tanto dinero, es que yo…- el llanto no le permitió terminar la frase.-No puedo creer que marquitos se haya ido era lo único que tenía y ahora ya no está.

-¿marquitos?- a Emmett le dio gracia el apodo.

-Así le decía de cariño.

Edward Jnr. se quedó conmovido por el llanto de aquella niña que parecía tan frágil pero a la vez era muy fuerte, en verdad era muy hermosa y tierna.

-Disculpen tenemos que continuar, Isabella mañana mismo vamos a ir al juzgado para resolver el problema de su casa y también para hacerle entrega de su herencia.

-Señor, entonces me puedo ir, tengo que ir a trabajar y no quiero que se me haga tarde.

-Pero chica con el dinero que te dejo mi abue no necesitas volver a trabajar-le dijo la pequeña Alice, la menor de los nietos.

-Lo que pasa señorita, es que mientras sea peras o manzanas, las personas con las que trabajo se han portado muy bien conmigo y no quisiera quedarles mal.

-Isabella ¿no le interesa saber como va o cobrar su herencia?-cuando la muchacha se acercaba a la puerta.

-Bueno, es que yo acabo de cumplir 17 años, no necesito ser mayor edad o algo así.

-No yo voy a ser el albacea de tu dinero, quiero que renuncie a su trabajo y se dedique solamente a la escuela, mi amigo Marcus me lo pidió como un favor personal. Tienes que venir mañana para que hablemos tú y yo.

-A que marquitos, con lo que me fue a salir, bueno si ya no tengo nada mas que hacer aquí, me retiro no creo que la familia de don "Marcus" - enfatizó al notar que algunos de los presentes no les había agradado el sobrenombre que solía usar -quiera que me quede aquí a escuchar lo que el les tiene que decir y a parte yo tengo cosas que hacer así que, ahí se ven, mucha gracias señor abogado nos vemos mañana.

Cuando iba a salir de la sala se tropezó, perdió el equilibrio y terminó en el suelo. Edward se apresuro a levantarla y no pudo ignorar lo suave que era su piel bajo su tacto.

- ¿Se encuentra bien?

-Sip, nada más me quedo sin pierna verdad, pero estoy bien. Ya me voy espero llegar completa al trabajo.

-Que te valla bien-se despidió quien al igual que Emmett se quedo embobado con ella.

Bella también notó lo atractivo que eran los primos, de hecho todos los familiares de marquitos eran bien parecidos.

Después de que la chica se fue, prosiguieron con la lectura del testamento, se le informó a la familia que el corporativo y la hacienda seguirían manejándose como siempre, Su hijo Carlisle en frente de la Hacienda "Los Viñedos" y Edward del corporativo.

La segunda parte del testamento seria dada a conocer dentro de 4 años cuando Emmett y Edward, sus nietos, terminaran sus estudios y regresaran de Europa para residir definitivamente en EEUU.

Por la noche los primos se fueron a la hacienda, salieron al campo y encendieron una fogata para recordar lo vivido con su abuelo. Después de un rato Alice y Victoria se fueron a dormir y quedaron solamente Emmett y Edward.

-Edward, mi abuelo era lo máximo, que me dices de lo que hizo por esa chica, a poco no estuvo genial.

-Por supuesto, y… hablando de la "muchachita" a poco no esta buenísima.

-La verdad si.

-tengo una idea.

-Que pasa por tu mente perversa.

- Una botella de reposado a el que se la ligue.

- Edward estas loco, ya sabes que yo no presto para esos juegos, a demás el abuelo apreciaba a Isabella tu crees que le gustaría que la hiciéramos sufrir.

-Tienes razón San Emmett, por primera vez en tu vida, tienes razón.

-Yo siempre tengo la razón, a parte tengo novia y le soy fiel no soy un promiscuo como tú.

-ja-ja-ja ¡Que chistosito!- Edward rodó los ojos, el no tenia la culpa que las chicas lo siguieran como moscas sobre la miel.

-Sabes que es verdad. Ya me voy a dormir porque yo si madrugo.

-Que tengas dulces sueños primito, que no sueñes con la bruja de tu novia.

-Cállate tarado-Emmett le dio un buen sape a Edward, si algo no soportaba es que hablaran mal e su amada Rosalie.

Unos días después cuando los chicos tenían que regresar a Londres Edward fue a visitar la tumba de su abuelo, se llevó una gran sorpresa cuando se encontró en el cementerio con Isabella. No pudo evitar de nuevo observar lo linda que era, esbelta, cabello oscuro, enormes ojos cafés. Se quedó un rato observándola sin que ella lo viera, estaba hablando sola como una loca. No, no estaba hablando sola, estaba hablándole a la tumba. Sintiéndose culpable por escuchar, irónicamente una plática privada con una piedra, decidió acercarse a saludarla.

-Hola Arabella-dijo ronroneando, sabía que ese no era su nombre.

-Me llamo Isabella.

-Disculpa preciosa es que no lo recordaba.

-No hay problema- contesto un poco deslumbrada por la galantería del chico que tenia en frente-pero no me digas preciosa-Agregó, no le gustaban las mentiras.

-Espera, a que viniste aquí.

-No se, haber… ¿es un cementerio verdad?

-Pues sí.

Edward usaba un tono seductor al hablar.

-¿y hay tumbas no?

-Si así es.

-A las tumbas las personas les ponen flores, ¡ah mira tengo lo que tengo en mis manos! ¡Flores! Las voy a poner aquí.

-Te burlas de mí-le dijo irritado, esa niña se estaba burlando de él.

-Por supuesto que no- la chica se empezó a reír-Te di esa impresión.

Un sentimiento de rabia lo embargo, quien se creía esa niña para reírse, de el nadie se burlaba sin que el se la cobrara.

-Mocosa engreída yo te voy a enseñar a no reírte de Edward Cullen.

Entonces la tomó de ambos brazos, la acerco a el y le plantó un beso. Bella estaba muy molesta ella nunca había permitido que un hombre la humillara y esta no sería la primera vez. Cuando la soltó lo miro burlonamente y utilizó su mismo método, mirándolo seductoramente justo a los ojos y le dijo:

-Eso es lo mejor que puedes darme, ven acá yo te voy a enseñar.

Acerco su rostro al de él peligrosamente, Edward sentía que se le cortaba la respiración cuando sus labios rosados se acercaban a los suyos, deseaba mucho ese beso, de pronto ella le dio una patada en la entre pierna.

-Esto es para que sepas que conmigo nadie se mete.

Y se fue casi corriendo dejándolo muriéndose del coraje y del dolor.

-Maldita escuincla, ya me dejo sin descendencia.

Bella no podía dejar de pensar en el beso que le dio Edward, era la primera vez que la besaba un muchacho, y que muchacho, era guapísimo, alto y atlético y con unos hermosos ojos verdes y su cabello cobrizo que, aunque intentaba negárselo a si misma, deseó acariciar.

Por su parte Edward ya casi había olvidado el incidente y se preparaba junto con Emmett para abordar el avión rumbo a Londres. Cuando estaban en camino le hablaron sobre el extraño testamento de su abuelo.

-Que crees que contenga la segunda parte del testamento del abuelo.

-No lo se, es el abuelo, si le pagó los estudios a una chica solo porque le agradaba, podemos esperar cualquier cosa.

-Si tal vez dejó toda su fortuna a la beneficencia y nos echan a la calle.

-Edward tú y tus tonterías.

-Apropósito, hablando de esa chica, la tal Bella, el otro día la bese.

-¿que hiciste que? Ya habíamos hablado de eso el abuelo no querría que hiciéramos sufrir a esa niña que estimaba tanto.

-Si pero esa chica se me burló de mí, me dio mucho coraje y eso no es todo, después de que la besé me dio una patada en la joya de la familia.

- ¡No! Si que tiene temperamento la muchachita, pero te lo mereces por andar haciéndote el galán.

-Y sabes que creo que fui el primero en probar esos labios rosaditos y tiernos aunque ella se quiso hacer la experta pero estoy seguro que nunca la habían besado antes.

-Que arrogante eres de veras.

Los cuatro años que se habían fijado para la lectura del testamento se fueron en un abrir y cerrar de ojos, pero en el transcurso de ellos muchas cosas acontecieron: Los primos Edward y Emmett habían terminado sus respectivas carreras y maestrías. Edward en comercio exterior y Emmett en agronomía, además este último se comprometió con su novia y se casarían en un mes, por su parte Bella se había acercado mucho a la familia Cullen y se había convertido en la mejor amiga de Alice. Faltaban solo dos meses para que se leyera la ultima parte del testamento de Don Marcus y esa misma noches llegarían los nietos mayores de Londres.