Esta Historia ya estaba escrita, y solo me la han traspasado para continuarla. Hare algunas modificaciones


Mientras el auto estaba en movimiento, yo iba mirando por la ventana. Lo único que se distinguía era verde. Efectivamente íbamos llegando a Forks. Viajaba con mis abuelos George y Marie Swan, los padres de Charlie Swan, mi padre.

Mi nombre es Isabella Marie Swan, tengo 16 años. Y desde que tengo uso de razón prefiero pasar tiempo con mis abuelos. Ya que a mi escasos 2 años y medio, mis padres decidieron separarse, pero lo peor es que no decidieron, es con quien me quedaría yo. Pues mi padre tenía una estrecha relación con mis amados abuelos y eso fue algo que a mi madre Renee no le gusto del todo. Mi madre fue la que comenzó una mala relación con sus suegros.

En un principio me fui a vivir con mi madre, pero ella siempre ha sido de espíritu libre así que noche tras noche ella me dejaba la mayor parte del tiempo sola pero de vez en cuando me recompensaba con cosas materiales. Por lo que decidí regresar con mis abuelos, ya que Charlie estaba mas absorto en su trabajo que en su pequeña hija. En cambio de mis abuelos recibía todo el cariño que podía necesitar.

Así que gran parte de mi vida he vivido con mis abuelos y ahora estamos mudándonos a un pequeño pueblo en Washington llamado Forks.

-Bella durmiente-dijo mi abuelo-llegamos pequeña dormilina.

Le regale una sonrisa, el cual el vio por el retrovisor. En realidad no me entusiasmaba mucho la idea de venir de un lugar tan soleado como Phoenix hasta un lugar tan nublado y lluvioso como Forks, pero la salud de mi abuela lo requería y no pude imaginarme irme a vivir con mi atolondrada madre y su nueva pareja Phil o con el "hombre-siempre-trabajo-por-tu-bien-Bella" o mejor dicho mi papa.

-En realidad a mi no me emociona venir a este lugar…prefiero mi hogar-replico mi abuela, casi con un puchero que hizo que me riera de su simpática personalidad.

-Vamos Marie, es por tu bien-contesto mi abuelo, tomando delicadamente la mano de mi abuela.

Era increíble que mi padre habiendo crecido en una familia donde el amor y el cariño sobraba, el no haya hecho lo mismo por su propia familia.

Pasamos por varias tiendas y vimos poca gente transitando por el pequeño pueblo.

Todos los habitantes de ese pequeño pueblo se giraban para ver el auto en el que viajábamos. Sentía que me miraban a mí y eso me incomodo un poco, pues la verdad no me gusta ser el centro de atención y creo que eso seria aquí en este pequeño pueblo. Creo que un pequeño pueblo como este carecía de novedades y la llegada de mi familia y yo, eso era, una NOVEDAD.

Seguimos hasta una pequeña carretera adentrándose por el bosque. Varios minutos después, frente a nosotros se dejo ver una casa muy linda. Era de color blanco y con grandes ventanales en el frente.

-Dios mío, George, esta no es la casa de tu antiguo amigo-pregunto mi abuela con asombro.

-Si, así es…-contesto mi abuelo- hable con el, el también esta preocupado por tu salud y te manda saludos, estuvo dispuesto a darnos la casa…-estaba prestando atención a la explicación de mi abuelo pero este fue interrumpido por mi abuela.

-DARNOS LA CASA-casi gritaba mi abuela por la suma sorpresa.

Nos estacionamos frente a la gran casa y como nadie hablaba decidí romper el silencio.

-Abuelo ¿Qué amigo?-pregunte para que continuara con su relato.

-Era un amigo de cuando era joven, hace años que no lo veo-contesto a mi pregunta

Mi abuela por fin dejo de admirar la casa y dirigió la vista hasta mi abuelo, nuevamente.

-Y es claro que no te negaste a aceptar la casa, ¿verdad?-cuestiono con voz fría

-Mujer, no acepte que nos diera la casa así como así, le dije que aceptaría vivir en ella pero pagándole mensualmente pero ya ves como es Carlisle-respondió para depositar un beso en la mano de mi abuela.

Mi abuela le sonrió y dijo-Es una casa enorme para nosotros 3, pero donde sea que estés tu y mi nieta estaré dispuesta a llamarlo hogar-

Y dicho esto, bajamos del auto. Y mi abuela tenia razón si que era una casa enorme casi podría decirse que era una mansión.

Al parecer me quede viendo mucho la casa porque no me percate de la presencia de mi abuelo detrás de mí.

-Linda ¿verdad, Bella?-

-Si…es…enorme-conteste girándome hacia donde el se encontraba-¿Por qué no me dijiste que tenias un amigo rico?-cuestione

-Pues claro que si te he hablado de el en mis historias, pero no te había mencionado que aun seguía en contacto con el-sonrió y tomo una maleta para adentrarse en la casa.

"Sus historias" pensé. Mi abuelo siempre me contaba una historia cada noche antes de dormirme y es que por muy fantasiosas que sonasen, me gustaban. Cada noche antes de dormir desde que mis padres se separaron mi abuelo entraba a mi habitación a contarme una de esas historias para dormir. Las que más me gustaban eran las historias de criaturas mitológicas como los vampiros, los licántropos y los neutrales.

Recordé la primera vez que me conto una acerca de estas criaturas, yo tenia alrededor de 5 años.

-Vamos Belly, a dormir pequeña-pidió mi abuelo, mientras estaba sentada en mi cama viendo por la ventana la gran negrura de la noche.

-No tengo sueño abuelo-conteste viéndolo-quiero estar despierta toda la noche-le pedí

-Pero si tú no eres una pequeña vampirita, tu eres una pequeña e inocente niña humana-me contesto con una sonrisa.

-¿Los vampiros no duermen por la noche?-pregunte curiosa

-No princesa, ellos jamás duermen porque jamás se cansan-contesto haciendo señas de que me metiera a la cama, lo cual obedecí si es que así seguía contándome mas sobre vampiros.

-¿No se cansan?-pregunte con suma curiosidad

-No ellos no se cansan, son inmortales; unas criaturas parecidas a los humanos pero con diferentes gustos en su alimentación –sonrió

-¿No les gusta el chocolate?

-Jajaja no, ellos no les gusta el chocolate-contesto a mi pregunta riendo-

Estaba tan absorta en mis recuerdos de si los vampiros comían o no chocolate y al darme cuenta de mi clara inocencia sonreí involuntariamente.

-Me alegra que estés contenta-dijo mi abuela poniendo una mano sobre mi hombro, no me había dado cuenta de su presencia-Por que yo no estoy tan contenta de haber dejado mi casa.

-Vamos abuela, es por tu bien-conteste, la verdad a mi tampoco me entusiasmaba mucho la idea de mudarme, de haber dejado a mi mejor amiga Karla pero no le diría eso a mi abuela.

-Sabes-me dijo atrayendo mi atención de nuevo-tengo un presentimiento.

Me gire de nuevo para verla-Y es ¿bueno o malo?-ya que mi abuela jamás se equivocaba en sus presentimientos para mi era como psíquica o algo así, mi madre la llamaba loca o que era por su edad.

-No estoy segura, pero son varios presentimientos-dijo algo dudativa-pero más que nada siento que lo primero es bueno-dijo esto más para ella que para mi.

La mire algo confundida, pues ella muy pocas veces dudaba de si misma.

-En fin no me hagas caso, tal vez tu madre tenga razón y estoy loca o sea mi edad-sonreímos ante la mención de mi madre y sus ocurrencias.

Mi abuelo ya estaba frente a la puerta de la casa y nos llamo.

-Marie, Bella-grito-vamos entremos a conocer nuestro nuevo hogar o ¿prefieren quedarse ahí afuera bajo la lluvia?-

Mire el cielo gris y efectivamente se aproximaba una tormenta, definitivamente extrañaría los días soleados de Phoenix.

-Vamos Bella entremos antes de que tu abuelo nos cierre la puerta.

Camine con el brazo de mi abuela por sobre mi hombro y llegamos hasta la entrada.

-Si se tardaban mas, enserio que las dejaba afuera-rio mi abuelo

-Muy gracioso George, abre la puerta-reprendió mi abuela, a lo cual sonreí.

En verdad mis abuelos eran todo para mí.

Sabia que los presentimientos de mi abuela no eran algo lo cual dejar pasar, pronto sabríamos que, pero mientras conoceríamos esta nueva mansión o mejor dicho nuestro nuevo hogar.

(...)


Esta historia ya no le pertenece a la antigua escritoria Stefy, ahora es mi total pertenencia. Hare algunos cambios, y no se que tan regularmente actualice esta historia, mientras pasa, lee mis historias.

H.M.