ME PERTENECES

Un joven de cuna noble, es raptado en un viaje, por el líder de una tribu salvaje y poderosa, quien lo reclama como suyo. Slash. Ikki-Hyoga, con mucho lemon e interesantes situaciones y aventuras.

Hola a todos, soy Kristal de Iris y aquí les traigo una nueva historia, la primera adaptación que hago en mi vida, de un genial libro que leí. Si quieren saber que libro es, deberán leer la historia.

Aclaro desde ya, que no tengo ninguna intención de flagear el argumento del libro, tan solo me baso en él para escribir mi propia versión de la historia con los personajes de la serie Saint Seiya.

Desde ya, les informo que esta historia es Slash=Relaciones chico/chico, tendrá Violación, mucho Lemon (lo que por cierto, el libro no tiene) y será algo fuerte. También que en este universo, todos los personajes son hombres y habrá Mpreg=Embarazo Masculino, así que quedan advertidos.

CAPITULO I.-

Un joven de gran atractivo, se encontraba fumando un fino y costoso cigarro, mientras observaba a todas las personas del lugar, de repente sonrió al ver a su amigo acercársele con una copa de champagne en la mano.

-Te tardaste Shiva-fue el saludo que le dio al recién llegado

-Lo siento Ágora, pero tuve que saludar a otras personas, y de paso averiguar en que lugar podríamos encontrar a esa belleza-dijo relamiéndose los labios

-Ya quiero conocerlo-dijo el joven Ágora con una sonrisa lasciva

-Je, je, je Mejor no te hagas muchas ilusiones-le advirtió su amigo Shiva, mientras le daba un sorbo a su bebida-Es endiabladamente bello sin duda, pero también es casi inalcanzable. Muchos lo han intentando y todos sin excepción han fallado. Te aseguro que tendrás las mismas oportunidades que el resto.

-Eso ya lo veremos-respondió con confianza, mientras terminaba lo que quedaba de su cigarro y junto a su amigo comenzaba a caminar, por el Gran Salón de baile. Las personas más influyentes y de la clase alta más exclusiva se encontraban disfrutando de la fiesta. Todos celebrando el matrimonio de los distinguidos Camus de Verseu y Milo Escorpium.

Los dos jóvenes invitados, se dirigieron a paso calmo a donde se encontraban una variedad de mesas, la mayoría ocupadas por distintas personas, que disfrutaban del excelente vino y de la exquisita comida.

-¡Mira!-dijo Shiva mientras señalaba una mesa-¡Ya lo encontramos!

-¡Es bellísimo!-exclamo Ágora al por fin, poder apreciar la belleza del célebre joven.

Allí entre los invitados, se podía apreciar claramente la melena dorada como el sol, de un bello joven, muy bien ataviado, de piel de porcelana, de cuerpo atlético, con ojos que expresaban aburrimiento, unos ojos tan azules como el cielo.

Ágora estaba apunto de acercarse, cuando su amigo Shiva, lo detuvo

-Lo siento Ágora, pero parece que te ganaron-le dijo mientras le indicaba como otro joven, de cabellera verde, ojos esmeraldas y piel de leche, se acercaba a la mesa del bello rubio.

-¿Me permite acompañarlo?-susurro con voz seductora, el recién llegado peliverde.

Al instante el bello rubio miro fijamente a quien había tenido la osadía de hablarle, pero se contuvo de mandarlo al demonio, cuando se dio cuenta de quien se trataba.

-Isaac-contesto con voz tranquila-Amigo, tu sabes que si-termino de decir la frase con una pequeña sonrisa.

-No te ves contento Hyoga-afirmo el peliverde, viendo el semblante del rubio

-¿Y por qué habría de estarlo? Desde un principio me negué a esta boda-dijo con disgusto

-Pero Camus parece amar a Milo y el sentimiento, parece ser reciproco-opino Isaac

Hyoga bufo. ¡Cómo le disgustaba esto! Camus había sido su tutor, desde que quedase huérfano, claro esta que la idea de ver a un hombre tan ejemplar, que lo había educado con esmero, y al que admirara, se dejara embaucar por el absurdo sentimiento del amor, era en verdad patético. Simplemente no podía soportar la idea de verlo enredado en las telarañas del amor. No era lógico que alguien tan fuerte como era Camus, se rindiera, y se volviera débil por esa cursilería. Camus podía decidir si quería llevar su vida de esa lamentable manera, pero en definitiva, él no quería ser parte de esa situación.

-Eso ya no importa-dijo mas para si, que para su acompañante-Cuando se vayan de luna de miel a Grecia, yo me iré de viaje. Siempre quise explorar esas islas que en su mayoría están desiertas

-¿Solo?-pregunto preocupado

-Si, solo-contesto con el ceño fruncido

-Pero...-insistió Isaac

-Pero ya lo decidí-respondió todavía mas altanero

Isaac se quedo callado, sabia que nada haría cambiar de opinión al rubio. Hyoga se dio cuenta que había sido muy maleducado y decidió a cambiar de tema.

-¿Isaac, me acompañarías a dar un paseo? Necesito relajarme.

Ante tal oferta, el peliverde se alegro y ni lento ni perezoso, se levanto y le ofreció el brazo al rubio.

Hyoga sonrió y pasó su brazo alrededor del peliverde y así se dirigieron a los jardines.

Después de dar unas cuantas vueltas al jardín, de admirar las flores y hablar de cosas banales. Isaac decidió preguntar acerca del viaje.

-¿Cuanto durara este viaje?

-Un mes-contesto Hyoga

-¿No tienes miedo?-le pregunto interesado

-¿Miedo? Siempre he escuchado hablar de esa sensación, y sin embargo jamás lo he sentido. No se a que se deba, quizás a mi educación, pero no creo que haya algo que temer, y menos a un simple viaje de exploración a pequeñas islas deshabitadas. En todo caso, se defenderme bien, soy bueno disparando y estoy habituado a la vida al aire libre. Además he dado mi palabra a Camus de volver dentro de un mes, y no puedo retrasarme.

Había un tono de obstinación en su voz, que lo hacia mas adorable. Cuando Hyoga dejo de hablar, Isaac quedo en silencio, admirando los finos rasgos de su rostro que en ese momento le parecían angelicales, y sin quererlo se dejo llevar por el deseo que quemaba dentro suyo por ese hermoso hombre, tomando sus manos entre las suyas, fijo su mirada esmeralda en la del zafiro profundo.

-Hyoga, te amo más que nadie en este mundo. Por favor cásate conmigo. Te juro que te daré una posición digna de ti. ¡Haré lo que sea por hacerte feliz! No puedo dejar de pensar en ti ¡Tu belleza me vuelve loco!-susurraba ardientemente el peliverde

-No digas más Isaac-respondió Hyoga, mientras apartaba sus manos- Nunca imagine que pudieras llegar a amarme y nunca pensé en ti para eso. El amor no es nada para mí y el matrimonio significa el fin de la independencia que poseo, y no quiero eso. No he obedecido a nadie en mi vida, ni siquiera a Camus, a quien le debo mi educación, y no quiero probarlo. Lo siento mucho.

Isaac, no dijo nada. Suponía que esta seria su respuesta, pero su deseo pudo más y no pudo callar. Hyoga era famoso no solo por pertenecer a una de las familias más acaudaladas del mundo, y tener una belleza inigualable. Su reputación de completa indiferencia, incapaz de admirarse por nada y su invariable actitud hacia los sentimientos, eran tan conocidas como su valor intrépido y obstinada resolución

-¿Podemos todavía ser amigos?-pregunto con voz muy triste

-Por supuesto-contesto con sencillez-Tengo muchos conocidos, pero muy pocos amigos.

Con una pequeña sonrisa, terminaron ese asunto, y se dirigieron de nuevo a la fiesta, encontrándose con Camus.

-Hyoga necesitamos hablar-fue lo que el precioso francés le dijo seriamente

Hyoga afirmo con la cabeza y después de despedirse de Isaac, siguió a Camus hasta una habitación, en la cual estaba también Milo. Al verlo, Hyoga frunció el ceño.

-Hyoga, lo que pretendes es una completa locura-exclamo Camus

-Si te refieres a mi viaje, ya lo tengo decidido y nada me hará cambiar de opinión- expreso molesto

-Hyoga, Camus solo quiere velar por tu seguridad-dijo Milo

-Para que lo sepas Milo, ya soy mayor de edad, acabo de cumplir los dieciocho y por tanto, Camus ya no tiene poder sobre mi-respondió más molesto

-Hyoga, por favor recapacita, y ven con nosotros-insistió Camus

-¡No!-se negó rotundamente-Camus, vete a tu luna de miel, porque yo me iré por mi lado-Hyoga tomo aire, para poder tranquilizarse-Camus te he dado mi palabra de que nos encontraremos en Grecia en un mes, y así lo haré, pero por ahora, créeme que es lo mejor para todos.

Camus movió afirmativamente la cabeza, aceptando de mala gana y Hyoga salio de la habitación.

-Es un engreído-expreso Milo

-Temo, que tienes razón-suspiro Camus

La niñez de Hyoga, fue por demás extraña. Su padre gestor había muerto en el parto y fue tanto el dolor de su otro padre, que acabo dándose un tiro en la cabeza, esa misma noche.

El recién nacido quedo totalmente solo en el mundo, un día después de nacido. Ante tan trágica pérdida, se leyó el testamento, descubriendo que sus padres dejaban el cuidado de su hijo y bienes a un buen amigo de la familia: Camus de Verseu.

El nombrado tutor, pertenecía a una distinguida familia de Francia, era un joven de cincelados rasgos, de larga cabellera, de piel de marfil y profundos ojos azules. En definitiva el cargo que se le imponía, al igual que la muerte de sus grandes amigos, lo tomo por sorpresa, apenas y había cumplido la mayoría de edad. Aun no estaba capacitado para poder cuidar de un recién nacido, así que durante sus primeros años, Hyoga, nombre que sus padres habían elegido para su hijo cuando este naciera, fue dejado entre sirvientes, que lo maleducaron.

En esos años, Camus se encargo de los negocios de sus padres, así como los suyos propios y termino exitosamente sus estudios de la Universidad. Fue entonces que tomó la educación de Hyoga en sus manos. Como Hyoga resulto ser un niño rebelde y voluntarioso, tuvo que fijar una educación rígida, modelada en la que él mismo recibió. Le impuso una educación espartana, sin ninguna concesión a su jerarquía y temperamento. Camus era frío y serio por naturaleza, y fue ese mismo carácter que Hyoga llego a copiar, además de su habilidad para sobresalir en los estudios y deportes. Sin embargo también llego a admirar a su tutor, el cual se preocupaba sinceramente de él, sin importarle la fortuna que heredaría. Un día, en una fiesta de gala, conocieron a Milo. Un griego de belleza exótica, de ondulada cabellera, ojos turquesas y arrebatadora sonrisa. Este tenía fama de ser un seductor, pero no había duda que su interés en el bello francés, iba más allá de una sola noche. Pero aún así le costo dos años conquistarlo, para terminar casándose y celebrar esa fiesta.

-Solo espero, que no le suceda nada malo-exclamo Camus

Si hubiera sabido lo que le esperaba a Hyoga en ese viaje, Camus hubiera hecho hasta lo imposible por evitarlo.