N/A: ¡Hola! Bueno, al fin, después de una larga espera, ¡regreso con el capítulo final de Trabajando para los Hitachiin! Estoy segura de que muchos de ustedes están ansiosos de ver a quién escogerá Haruhi...si es que escoge al final. Jeje. Para ser honestos, yo misma estaba teniendo problemas decidiendo, hasta anoche cuando tratada de imaginarme el escenario en mi cabeza y salí con un relativamente buen resultado. En fin, estoy barboteando. ¡Diviértanse leyendo este capítulo!

N/A: Agradecimientos por última vez, al menos en esta historia *lágrimas* por:

Comentarios a SaiyanDreams, Dannyplz.

Alertas a levyayitachan, SaiyanDreams, Pixie'66, NatShinigami, Dannyplz, Vane-Namikaze.

De autor a SaiyanDreams, Dannyplz.

Favoritos a levyayitachan, SaiyanDreams, Pixie'66, Dannyplz.


Trabajando para los Hitachiin

Capítulo 18


Sus maletas habían sido empacadas, llevadas y guardadas en el maletero del limo que la conduciría a casa. Era cierto. Realmente estaba pasando. Haruhi realmente se iba, y nada de lo que hicieran parecía hacerla cambiar de opinión.

Hikaru la miraba anhelante mientras ella se mantenía frente a la puerta principal vestida con su abrigo azul pálido. Si pudiera decirle una cosa en el momento, sería que se veía muy diferente a la Haruhi que llegó a trabajar con ellos un par más de meses atrás. Lucía más adulta, más madura...se expresaba de diferente manera ahora, y había un aire sofisticado a su alrededor. Al mismo tiempo seguía siendo la misma. Seguía siendo la inocente, radiante Haruhi que había pasado a su habitación su primer día de trabajo.

Kaoru estaba a su lado, y podía decir sin siquiera mirarlo que observaba implorante a Haruhi, pidiéndole que se quedara con ellos. Hikaru rebuscó la mano de su hermano y, cuando la encontró, le dio un ligero apretón. Haruhi, por otro lado, parecía no querer verlos a los ojos.

Su suave cabello castaño se amoldaba sobre su rostro y ocultaba sus grandes ojos. Era como si lo hubiera peinado así a propósito, para darle la oportunidad de evitar a los gemelos completamente. Hikaru no lo permitiría; no sería una despedida apropiada si no se veían a los ojos. Soltando la mano de Kaoru, marchó hasta ella, escupió en su mano y la usó para peinar su cabello lejos de su rostro.

Hubo un silencio incómodo en el cual nadie fue capaz de decir algo. Los ojos de Kaoru se ensancharon de la impresión y la expresión de Haruhi era completamente ilegible. Hikaru lucía totalmente indiferente mientras metía de nuevo las manos en sus bolsillos.

Haruhi fue la primera en recuperar su voz.

—¿Por qué diablos hiciste eso? —demandó, luciendo inmensamente disgustada—. ¡Me acabo de bañar y ahora tengo tu saliva sobre todo mi cabello!

Hikaru se encogió de hombros.

—Tú me hiciste lo mismo, ¿recuerdas? —le cuestionó, ella sólo entrecerró sus ojos con confusión— Estaba estudiando y mi cabello estaba sobre mis ojos, así que tú escupiste en tu mano y moviste mi cabello hacia atrás. No me digas que lo olvidaste. Te obligué a lavarme el cabello después.

Dio una sonrisa de suficiencia cuando un sonrojo se esparció por sus ya rosadas mejillas. Recordaba ese día claramente. Cuando había acomodado su cabello había dado una rabieta esparcido en el suelo, mientras ella rodaba los ojos y le decía que madurara. Cuando él parecía seguir ignorándola, le había gritado que haría cualquier cosa por lo de la saliva, cuyo instante él se sentó inmediatamente y le dio una sonrisa traviesa.

—Dame un baño —había dicho.

Para su desaliento, media hora después, Haruhi seguía diciendo que no. Así que tuvo que conformarse con sólo lavarse el cabello sobre el lavabo. Ese parecía ser el mejor trato para ella porque aceptó sin chistar. No lo supo, pero tener sus suaves manos sobre su cabello y masajeando su cuero cabelludo...había hecho que sus piernas temblaran. Era bueno que ya estuviera inclinado sobre el lavabo porque de otra forma ella habría pensado que algo andaba mal.

Ahora estaba bufando.

—¡Eso no significa que puedes hacérmelo a mí! —protestó.

—Oh, ¿estás enojada? —Hikaru le tentó, y entonces Kaoru pareció captar porque los dos entonaron— ¿Te gustaría que te diéramos un baño para recompensarlo?

—¡No! —ella estalló, sus mejillas tornándose una profunda tonalidad de carmín— ¡Dios!

Hubo una ligera pausa, luego los gemelos comenzaron a reír. El par se sostuvo el uno al otro y rieron casi histéricamente. Lágrimas sobresalían de los ojos de Hikaru y luchaba por contenerlas. Cuando sintió cierta humedad en su rostro, pensó que había perdido la batalla...solo para enterarse de que Kaoru era el que estaba llorando. Lo sostuvo más fuerte lo que causó que Kaoru llorara más.

Entonces sintió otro par de brazos alrededor de él y Kaoru mientras el calor del cuerpo de Haruhi se pegaba a ellos. Acercó tanto su cabeza a las suyas que su frente estaba tocando la de Hikaru y su nariz frotaba ligeramente la de Kaoru. También reía incoherentemente, y sus pequeños dedos agarraban firmemente a los dos. Hikaru la miró asombrado, y vio que lágrimas se asomaban por sus pestañas. Incluso cuando miraba, una lágrima pareció caer y aterrizar sobre sus secos labios. Lo deseaba, pero no se atrevía a dejar que su lengua limpiara la lágrima. No quería arruinar el momento.

Esto era lo más cercano que Haruhi había estado con cualquiera de los dos. Aún más cerca que la vez que ellos dos se besaron...y no estaba hablando en el sentido literal de "cercanía".

—Gracias, a ambos —ella susurró suavemente.

Y entonces se fue, así como así. Hikaru y Kaoru se mantuvieron en las escaleras, ambos luciendo abandonados. Sus expresiones eran solemnes y, en el caso de Kaoru, manchada de lágrimas, al tiempo que veían el limo partir a través del portón. Continuaron mirándolo hasta que ya no quedaba más, y ambos dejaron escapar el aliento que no sabían que estaban sosteniendo.

Hikaru sintió la mano de su hermano cerrarse sobre la suya, susurrando:

—No escogió.

Por supuesto, Hikaru ya lo sabía. Haruhi se había ido sin escoger a alguno de los dos.


Volver a su vida normal había sido difícil al principio. Primero, ahora dormía de nuevo en su futón en vez de una suave cama tamaño doble. Estaba de regreso con la comida "plebeya" como los gemelos le llamaban, y volvía a los confines de un pequeño apartamento que compartía con su papá. También había recuperado su trabajo en la tienda departamental. Su padre no veía porqué era necesario trabajar cuando tenía su beca, pero ella quería ayudar con los gastos del hogar.

Habría tenido más sentido si se hubiera quedado con los gemelos y enviado el dinero de su trabajo a su papá, pero no podía soportar quedarse con ellos más tiempo.

Ahí estaba otra cosa diferente en su vida. Ahora, ya no había gemelos. Una semana después de que dejó la mansión Hitachiin, todavía no se acostumbraba al hecho de que los gemelos ya no vivían con ella en la misma casa. Seguro, la mantenían en el teléfono por horas cada día, pero no era lo mismo. Cuando seguía en la mansión, ella era quien los despertaba, quien acomodaba su ropa sobre sus camas para vestir y era quien los despedía cuando su auto se alejaba.

Cuando regresaban, ella era quien recibía los abrazos y constantes quejas de cuánto la extrañaron mientras estaban en el campus. Pasaba el almuerzo con ellos, y luego se sentaban juntos en la biblioteca mientras ellos terminaban su tarea. Entonces se relajaban, mirando televisión, hablando, jugando...o tenían sesión de ¡Juguemos-a-los-pervertidos! Cosa que Haruhi se rehusaba a formar parte.

Se habían vuelto una parte de su vida cotidiana, y aunque odiaba admitirlo, los extrañaba terriblemente. Una gran parte de ella quería regresar y vivir con ellos el resto de su vida, pero la pequeña voz detrás de su cabeza le decía que se estaba saliendo de la realidad, y que no había forma de seguir viviendo con ellos. Después de todo, ¿sobre qué premisas se quedaba con ellos? ¿Trabajo? Apenas trabajaba para ellos. Eran más bien como compañeros de cuarto dentro de una enorme casa...y ella la única aprovechada.

Suspirando, acomodó apropiadamente su bolsa sobre su hombro mientras continuaba su camino a casa. Acababa de terminar su turno, y estaba yendo a casa para preparar la cena para ella y su padre, quien debería llegar en una hora o más. Al acercarse al complejo departamental donde vivía, notó un camión de mudanzas estacionado afuera. De más cerca, vio a los trabajadores cargando las cosas al departamento de al lado.

Haruhi frunció el ceño. No estaba informada de que iban a tener nuevos vecinos. No era de gran importancia para ella, igualmente; rara vez interactuaba con sus vecinos. La única persona con que hablaba era la casera, y eso era sólo porque tenía que pagar la renta. Esquivando a un hombre que cargaba un pequeño refrigerador, subió las escaleras que daban a su casa. Quitó el seguro y entró.

Quitándose los zapatos y dejando caer su bolsa al piso, fue hasta la cocina y comenzó a sacar ollas y sartenes de la alacena. Planeaba hacer un revuelto para la cena, con arroz a un lado. Y un poco de sopa miso también. Tarareó para sí misma mientras trabajaba, tratando fuertemente de ignorar lo silencioso del lugar. Su estadía en la mansión había sido de todo menos quieto, así que esto era algo que trataba de acostumbrarse ahora que estaba de regreso a su ordinaria vida.

El silencio comenzaba a presionarle, y sintió algo quemarle los ojos. Respiró bruscamente. No iba a llorar. No iba a llorar. Haruhi no llora. Ya es una niña grande, así que no llorará sobre cosas triviales como mudarse y...y...

Haruhi hipó. Sintió una humedad extraña deslizándose por sus mejillas. Ella estaba... ¿llorando? Se encogió y enterró sus ojos en sus rodillas, tratando de detener sus lágrimas pero sólo sirvió para hacer que sus ojos ardieran aún más. Probablemente se habría dejado llorar si no fuera por el timbre. Su estridente sonido hizo que su cabeza subiera abruptamente y mirara alrededor con culpa, como si hubiera sido atrapada haciendo algo malo.

Apresuradamente limpió sus ojos con las mangas y corrió para atender la puerta. No pausó para preguntar quién era antes de abrirla.

—Hola, ¿cómo puedo…?

Haruhi se congeló. Sus ojos se agrandaron en shock y su boca colgó tenuemente. Unos segundos pasaron y fue consciente de que miraba boquiabierta, así que cerró su boca y bajó un poco la mirada.

Era Kaoru.

Kaoru estaba ahí, sonriendo. Parecía que la estudiaba, antes de extender la mano.

—Hola, mi nombre es Kaoru Hitachiin —dijo afablemente. Haruhi lo observó nuevamente, perpleja—. Soy tu nuevo vecino, y pensé que debía venir a presentarme.

¿Huh? ¿Qué es lo que acaba de decir?

Parpadeó.

—¿Eres mi qué? —dijo estúpidamente.

Su mano seguía en el aire, pero ella no la tomó. No estaba segura de que fuera real para empezar.

Kaoru continuó sonriendo.

—Tu nuevo vecino. Me acabo de mudar —explicó—. No creerías lo feliz que estoy de encontrar tal apartamento que está cerca de mi universidad y mi lugar de trabajo.

¿EH? ¿Universidad? ¿Lugar de trabajo?

—¿D-disculpa? —tartamudeó.

—Trabajo en la pequeña pizzería que está al final de la calle. Soy el chico repartidor —dijo, sonriendo tímidamente—. Y estudio en la universidad comunitaria que está a dos cuadras de aquí. En verdad es tan conveniente tener las dos tan cerca. De esta forma podré ganar unos minutos extra de sueño en la mañana.

Haruhi lo escudriñó. ¿Estaba mintiendo? No, Kaoru no parecía que mentía. Así que, ¿qué significaba esto? ¿Dejó su elegante, lujosa vida y vino a vivir al lado plebeyo de la ciudad? ¿En realidad había abandonado Ouran y ahora estudiaba en una universidad pública? ¿Y también trabajaba? Lo miró abiertamente, y él sólo sonrió con seriedad de regreso.

Entonces cautelosamente posó su mano sobre la suya, apretándola ligeramente mientras la tomaba. Él comenzó a alejarla, pero ella se sostuvo. Se sostuvo, y lo jaló hacia ella, gentilmente presionando sus labios contra los de él. Kaoru no respondió al principio, pero pronto su mano libre se deslizó por su cintura, atrayéndola fuertemente contra él, profundizando el beso. Haruhi soltó su otra mano y él la usó para pasar sus dedos sobre su cabello.

Haruhi llevó sus manos tras su cuello, acercándolo aún más. Lo besó con tal intensidad que se pensaría que su vida dependía de ello. Mientras Kaoru susurraba "Te amo." a través del beso, su mente automáticamente regresó a lo que Tamaki le había dicho.

No eres tú quien tiene que escoger. Son ellos. Si te aman, estarían dispuestos a dar cualquier cosa por ti. Cuando lo hagan, lo sabrás...sabrás que es la decisión correcta.

¿Pero si ninguno de los dos hace algo?

¡Siempre me tendrás a mí!

Oh, como sea.

Kaoru la había escogido. La había escogido sobre Hikaru, sobre su vida perfecta en la mansión. Había dejado todo por ella. Cuando él dio un paso atrás para verla bien al rostro, notó que el suyo radiaba con deleite. Sus ojos estaban brillosos y empañados, sus labios estaban desplegados en una enorme sonrisa. Le sonrió felizmente a él.

—¿Saludas a todos tus vecinos de esta forma? —le bromeó.

Ella lo abrazó.

—No recibo ayudantes en charola de plata todos los días —replicó—. Me acabo de dar cuenta de que se me acabó la sal, así que llegaste justo a tiempo. No te importaría correr a conseguirme un poco al supermercado, ¿verdad?

—¡Haruhi! —gimoteó.

—Estoy bromeando —le dijo. Sonrió cálidamente—. No le tengo mucho afecto a mis vecinos, pero contigo puedo hacer una excepción.

—Entonces... ¿me tienes afecto?

—No, tonto, te amo.


Una pequeña sonrisa tocó los labios de Hikaru al ver la puerta cerrarse detrás de su hermano y Haruhi. Estaba sentado en el asiento de pasajero del camión que había traído las cosas de Kaoru, mirando la situación desenvolverse entre el par. Estuvo bastante estupefacto cuando Kaoru había anunciado esa mañana que iba a mudarse de la casa para así poder estar cerca de Haruhi. Había peleado al respecto, desordenado la habitación, gritando que no podría soportarlo, que no lo permitiría.

Estaba comenzando a partir en dos uno de los cojines cuando se dio cuenta. Paró, vio a su hermano, quien seguía sentado en la cama, mirándolo con una expresión de tristeza combinada con paciencia. Hikaru lo entendió todo.

Kaoru era quien elegía a Haruhi. No iba a quedarse sentado y esperar como Hikaru lo había planeado, en realidad la estaba escogiendo sobre todo lo demás. Se le vino a la mente que a lo mejor eso era lo que Haruhi quería. Quería ver quién de los dos la escogería, y Kaoru lo hizo.

Supo que realmente nunca estaría preparado para llevar a cabo lo que Kaoru quería hacer. Era así de débil. No parecía que deseaba a Haruhi tan desesperadamente como Kaoru.

O mejor dicho...era obvia verdad que Kaoru era quien Haruhi merecía, y no él. Ella merecía a alguien que estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, y ese alguien era Kaoru. No era él – simplemente no era lo suficientemente maduro para ella. Todavía era egoísta.

Sintió que sus ojos comenzaban a ponerse llorosos y rápidamente quitó la mirada del edificio. Mantuvo sus ojos estoicamente al frente.

—Llévame a casa —dijo con firmeza.

Sólo quiero que seas feliz, Kaoru.


A/N: Oh, Dios... ¡Terminé! ¡Esta historia está realmente terminada! ¡Yu-huu! Y justo antes de mi cumpleaños; ¡habría sido deprimente si un segundo cumpleaños hubiera pasado en esto! XD Y, ¿cómo estuvo? ¿Demasiado cliché? ¿Demasiado dulce? ¿Muy empalagoso? Lo que haya sido, ¡Espero que le haya gustado! ENORMES agradecimientos a todos lo que se quedaron conmigo por todo el tiempo que estuve escribiendo esto: ¡ustedes fueron la motivación que me permitió continuar! ¡Arigatou-gozaimasu!

¡Ja ne!

- S. N. B.

N/T: Y con esto, llega el final de la historia. Me siento tan orgullosa de mí *baila* Ahora sí puedo decir públicamente que este fanfic fue la patada final en la espalda que me hizo enamorarme perdidamente del kaoharu. *risas* Muchas gracias a todos los que me leyeron, y que lo hayan disfrutado. Ahora, trataré de continuar con las otras traducciones pendientes.

¡Hasta luego!