Los personajes de KHR! Le pertecen a la maestra Amano Akira, lamentablemente los OC de este fic son creación de mi maquiavélica mentecita, MUAHAHAHAHA \OuÓ/!


Shoot 26° "Deliberaciones"

Kyoko Sawada y Haru Gokudera, las agradables y sensatas abuelitas de la onceava de Vongola.

Durante su adolescencia ambas se vieron inmiscuidas en el oscuro mundo de la mafia por el hombre que se ganó la admiración de ambas adorables y bellas chicas, Tsunayoshi Sawada represento muchas cosas en las vidas de ambas, amigo, hermano, más tarde, cuando el mundo de la mafia las golpeo de cara al ser transportadas a un futuro donde serían casadas como zorros por sabuesos rabiosos, Tsunayoshi se convirtió en su protector y, sin que él se diera cuenta, su esperanza por un mundo donde quizás la oscuridad no se las tragaría y las volviera locas.

Pero Tsunayoshi es humano, no podía proteger a todos por más que quisiera, y si bien realizo proezas que muchos, incluido su poderoso tutor, creyeron fútiles, la mafia es un mundo hundido en sangre, traición y muerte, y así como el las protegió de todo eso, era su turno de protegerle a él.

Ambas chicas rogaron ser entrenadas, claro que no se lo pidieron a Tsunayoshi y mucho menos a alguno de su círculo interno, pero si pidieron ayuda a alguien que no les negaría un entrenamiento ligero y efectivo.

Lal Mirch y Bianchi fueron maestras brutales, como era de esperarse ninguna de las dos mujeres pudo negar la información a los ¿hombres? de su vida, Colonello y Reborn estaban furiosos pero orgullosos de saber que su compromiso con la familia era verdadero, ahora seguía lo difícil, decirle a Tsunayoshi y sus amigos lo que habían estado haciendo a sus espaldas.

La cara de Tsuna se volvió serena e inexpresiva cuando las dos se confesaron como si hubieran cometido un crimen de guerra, los demás guardianes miraban a ambas chicas con ojos severos, ninguno decía nada, ni siquiera el hermano mayor de Kyoko, que la miraba como si sus llamas de sol hubieran inundado sus ojos y quisiera quemar a su hermana hasta hacerla ceniza, dando a entender que todos estaban en shock y MUY molestos. El silencio se alargó por años desde la perspectiva de las dos, de repente Tsuna exhalo cansado toda su irritación, señal que hizo que todos los guardianes lo miraran esperando su veredicto, el castaño abrió los ojos y las flamas de cielo los habían inundado.

Kyoko y Haru dieron un saltito asustado en su sitio, Tsunayoshi jamás había dirigido esa mirada a ellas, ¿A Kyoya? Claro ¿A Mukuro? Por supuesto ¿A Byakuran? Ya pasa del millar ¿Pero a ellas? NUNCA… hasta ese día.

Sin embargo, las palabras que salieron de la boca de su admirado castaño no eran lo que ninguna de las dos esperaba.

- ¿Están bien? – cuestiono con voz quebrada el castaño.

Ambas chicas abrieron los ojos que habían cerrado instintivamente en espera de la ira y el regaño que le acompañaría, y dirigieron su mirada perpleja al castaño y joven leon.

- ¿E-estas b-bien tú, T-Tsu-kun? – se aventuró a hablar Kyoko.

Haru asintió asustada al lado de su mejor amiga.

Tsuna las volvió a mirar con sus ojos de atardecer y ambas chicas volvieron a saltar quedito del susto.

- Claro que no estoy bien, Kyoko! – exclamo Tsuna, olvidándose por completo del sufijo que usaba para referirse a la castaña clara – Estoy al borde de un colapso! ¡¿Perdieron todo uso de razón?! ¡Se supone que las locuras e insensateces las hacemos nosotros! ¡¿Y si algo les hubiera pasado?! ¡¿Qué tal que Lal decidiera lanzarlas a mitad de la jungla amazónica para una prueba?! O peor aún, la guerrilla en Colombia! O sí Bianchi las llenara de veneno en pos de hacerlas inmunes?! Dios! – les grito Tsuna mientras se ponía de pie y empezaba a caminar en círculos.

Las dos bajaron la mirada avergonzadas.

- Pe-pero… - Haru empezó a hablar – No es justo. Tsuna-san siempre esta preocupado por todo y por todos, siempre tiene que recoger los destrozos que Hibari-san y Mukuro hacen! Siempre tiene que ver que Lambo no lleve sus granadas o que no mate a nadie por accidente! Tsuna-san está bajo mucho y estrés y trabajo! Y Tsuna-san no está solo! Tsuna-san debería confiar en nosotras también! Kyoko-chan y Haru quieren ser fuertes porque si Kyoko-chan y Haru son fuertes entonces Tsuna-an tendrá menos trabajo y menos cosas de las cuales preocuparse! Haru y Kyoko quieran ser de ayuda! Haru y Kyoko también quieren proteger a Tsuna-san como él siempre nos protege! –

La voz de Haru resonó por todo el salón de juntas, las últimas palabras sonaron quebradas porque Haru había empezado llorar a mitad de su discurso, Kyoko le abrazo para calmarla.

Todos miraron a las dos chicas, pero ya no con severidad, sino un brillo cálido y comprensivo, todos entendiendo a la perfección los sentimientos de las chicas frente a ellos.

El color de los ojos de Tsuna ya no era aquel naranja atardecer tan amenazante, sus ojos habían vuelto a ser de aquel castaño brillante, y ahora tenían un brillo de tristeza y arrepentimiento.

- Lo que Haru-chan quiere decir. – empezó calmada Kyoko – Es que creímos que si somos capaces de cuidarnos por nosotras mismas todos, y en especial tú, tendrían algo menos de que preocuparse, y así si algún día necesitaban una mano extra en alguna misión, alguna de nosotras podría…

- Me parece que ya tuvimos una conversación parecida antes. – interrumpió Tsuna a la Sasagawa menor, la exasperación clara en su voz.

- No. Esta conversación no es igual a aquella. – arremetió Kyoko sabiendo a que ocasión de refería Tsuna, aquella vez en el futuro creado por Byakuran – En aquella ocasión no sabíamos a lo que nos enfrentábamos, no sabíamos del peligro verdadero al que nuestra familia se estaba enfrentando, ahora somos diferentes, ya no somos como éramos antes, tu mejor que nadie debería saberlo. – declaro la castaña clara.

Tsuna volvió a suspirar y volvió a tomar asiento, se sentía cansado y derrotado.

Mukuro silbo por lo bajo.

- ¿Quién diría que las gatitas tenían tan filosas las garras? – cuestiono con clara burla el de ojos bicolor.

- Mukuro. – la voz de Tsuna se volvió gélida en ese instante, sus ojos de atardecer reaparecieron para dar una silenciosa y mortal advertencia.

El de peinado frutal levanto las manos en señal de rendición y se recargo contra la pared que tenía detrás.

La mirada del joven jefe volvió a ser de su color natural cuando este redirigió su atención a las dos chicas, señal que ambas chicas tomaron como algo positivo, al menos ya no estaba tan molesto como al comienzo. Tsuna suspiro por la nariz y con sus manos de masajeo el puente de la nariz y las sienes, el castaño giro un poco la cabeza e hizo contacto visual con su guardián del sol y hermano mayor de sangre de Kyoko, Ryohei Sasagawa.

Ambos se sostuvieron la mirada por un largo rato, como si tuvieran una conversación a silenciosos gritos solo con sus ojos.

- AAAAAAAAAARG! – grito de repente el Sasagawa mayor, sorprendiendo y asustando a todos en la sala – Esta bien! Pero Kyoko! – llamo a su hermana.

- Si, hermano! –

- Quiero un reporte de lo que sea que Lal-shishio o Bianchi-aneki les hagan hacer todos los días! Tú te trataras todas tus heridas y donde te escuche llorar juro por todo lo sagrado que detendré esta tontería! – grito enojado e impotente Ryohei.

Los rostros de ambas chicas se iluminaron.

- Si, hermano! – acepto la castaña.

- Haru. – llamo Tsuna - Lo mismo va para ti. Hayato se encargara de ayudarte. – indico el castaño.

- Si, Tsuna-san! – dijo al borde de las lágrimas Haru.

Ese día fue en inicio de una vida totalmente nueva para ambas, era escuela-entrenamiento, entrenamiento-escuela, ya no había espacio para ratos libres a menos de que alguna de sus mentoras se fuera de misión, debes en cuando iban sus hermanos en alma y armas a ver cómo les iba y a darles ánimo, Chrome e I-Pin muchas veces entrenaron con ellas, incluso M.M. les dio algunos consejos debes en cuando.

Los primeros días fueron tortura pura, dolor, sangre, sudor, lagrimas, pero ninguna se dio por vencida, ya no podían permitirse seguir siendo las damiselas en desgracia que esperan a ser rescatadas, el tiempo curo sus heridas y las fortaleció, se hicieron fuertes por su bien, pero también el de aquellos a quienes querían proteger.

En sus años de madures ambas se convirtieron en damas hermosas y letales, eran las miembro fantasmas de Vongola, se convirtieron en espías, en recolectoras de información, en damas de alta sociedad y en expertas asesinas, que junto con el ingenio e intelecto de Hana Sasagawa, anteriormente Kurokawa, que empezó a trabajar para CEDEF y la mortal y eficaz espada de Akane Yamamoto, anteriormente Yamasaki, que formaba parte de las filas especializadas de CEDEF, el cuarteto era imparable y letal, eran las fantasmas que perseguían a aquellos que iban contra su familia, no que a Tsunayoshi le agradase, y de hecho dicho equipo solo eran llamado cuando no había nadie más para hacer el trabajo, sin embargo, eso no cambia el hecho de que eran temidas aunque fueran usadas de último recurso, y usarían esa reputación ganada a puño y sangre para lograr un acuerdo con la hija de uno de los pocos hombres que logró escapar a sus encantos en sus mejores años.

Ambas ancianas avanzaban erguidas a lo máximo que les permitía su altura, la luz de sus ojos había cambiado del "cálido abuelita" a "frio sabio que ha visto demasiado", ambas usaban sus más elegantes kimonos y aunque no lo pareciera iban armadas hasta los dientes, si las palabras bonitas no funcionaban quizás una granada en el trasero de alguien sí. Caminaban por un largo pasillo del pent-house de uno de los hoteles más caros y lujosos de Namimori, llegaron ante unas enormes puertas de caoba tallada a mano que de inmediato se abrieron lo suficiente como para mostrar a un hombre de edad avanzada, de unos sesenta quizás, usaba el clásico traje de mayordomo y un monóculo, un bigotito de caballero ingles decoraba su rostro.

- Bienvenidas sean, Kyoko-sama, Haru-sama, es un placer volverles a ver después de tanto tiempo. – saludo amable el mayordomo – La señorita Xina les ha estado esperando. – el mayordomo hizo una reverencia y se hizo a un lado para dejar pasar a las damas mayores.

- Es un placer verte de nuevo a ti también Joshua-kun. – saludo Kyoko amable mientras cruzaba la puerta.

- Joshua-kun has crecido tanto, recuerdo la primera vez que lo vimos y parecía conejito lampareado. – bromeo Haru.

La mejillas del mayordomo se sonrojaron ligeramente, la primera vez que había visto a ese par el apenas tenía dieciséis y ellas veinte más que él, no es su culpa que fueran tan despampanantes, aun hoy no sabe cómo actuar ante esas dos.

- Si ya dejaron de jugar con mi propiedad. – ladro una voz femenina con brusquedad llamando la atención de las dos damas, Joshua se enderezo de inmediato, hizo una respetuosa y pronunciada reverencia y luego se marchó – Me gustaría acabar con esto hoy. – demando la voz de la fémina en la oscuridad.

- Ara, ara, Xina-chan cada día que pasa te pareces más a tu padre. – comento Kyoko mientras colocaba su mano derecha con preocupación sobre su mejilla derecha.

- Eso no cambia el hecho de que tiene la figura de infarto de su madre. – añadió Haru.

Al fondo de la habitación sentada en un trono de satín rojo escarlata con detalles en oro, su postura era la de una reina perezosa, sus brazos y cabeza de un lado, sus piernas colgando del otro, de pie al lado derecho estaba un apuesto joven de cortos y alborotados cabellos plateados que usaba un pantalón militar negro y botas de combate con remache de acero inoxidable, su camisa sin mangas y cuello alto era ajustada y podías disfrutar de su esbelta y fornida figura, los ojos grises brillaban como espadas recién pulidas.

- Shark-kun, has crecido mucho, si te dejaras el cabello largo serias la copia exacta de tu padre. – comento Kyoko complacida.

- No gracias. – respondió el joven.

- Terminemos con esto, ancianas. – hablo neutra Xina.


Rokudo Kokuro abrió sus ojos de golpe aquella mañana, una voz endemoniadamente familiar no dejaba de susurrar en su cabeza estupideces, pero cuando abrió los ojos no se topó con el techo de su habitación, sino que estaba suspendido en un espacio sin techo ni piso, había mucha niebla que se arremolinaba a su alrededor, Kokuro tomo una posición de flor de loto y la expresión de su rostro se volvió pensativa, observo su alrededor y admiro la obra de arte que era la ilusión en la que le habían atrapado.

- Nada mal, nada mal. – Comenzó el de cabello afrutado – Has mejorado mucho, hermanito querido. –

En medio de aquel espacio sin pies ni cabeza la niebla comenzó a arremolinarse en un punto en específico poco a poco comenzando a tomar forma, con los segundos la niebla formaba una cabeza, un torso, unos brazos y unas piernas, para finalmente emanar de ella un niño de unos doce años, su cabello de color purpura oscuro muy lacio y desenfadado, peinado con dos partidos formando así tres secciones de cabello, un broche de cabello sostenía el flequillo de los lados, usaba un parche de cuero negro con un bordado en hilo plateado con el escudo de armas de NeoVaria en el ojo izquierdo, su otro ojos era grande y de color ciruela oscuro, usaba un ne cuello de tortuga color negro que le quedaba alfo holgado, el mismo escudo de armas bordado en hilo escarlata en los costados de los brazos, usaba un short que le llagaba a la mitad del muslo que le hacía ver coqueto y traía puestas botas hasta cuatro dedos más arriba de la rodilla.

- Me alegra que te plazca, Nii-sama. – respondió con voz de ángel el pequeño Rokudo Kokoru – Esta es solo una muestra del poder que he logrado adquirir, Nii-sama, el poder necesario para poder reclamar mi sitio como el más grande ilusionista del mundo, primero me desharé de ti, luego del Fran y finalmente de nuestro padre. –

- ¿Qué hay de mamá? – cuestiono curioso Kokuro, ahora estaba acomodado cómodamente con los brazos detrás de su nuca mientras daba vueltas y vueltas en la nada.

- No te atrevas a meter a mamá en esto. – reclamo el menor.

Kokuro levanto las manos en ademan de paz.

- Un segundo. – el ratoncito en la cabeza de Kokuro comenzó a correr más rápido – Si tu estas aquí significa que NeoVaria está aquí. Y si NeoVaria está aquí significa que…

- Que la madre de todas las batallas está por comenzar. – interrumpió Kokoru a su hermano mayor.

- ¡Hay no! – Kokuro hizo ademan de asco - ¡Significa que Aoi-chan está aquí~! – canto feliz el de ojos bicolor.

- Nii-sama, supéralo. Aoi-nee nunca te hará caso. – ataco Kokoru con ojos vacíos y de completo desinterés.

- Los mocosos malcriados no saben nada del amor verdadero, pero no te preocupes, ya crecerás. – lo mandó Kokuro a freír espárragos.

Aoi-nee, buena suerte. Penso Kokoru.

- ¿Terminamos? Si no te molesta quisiera ir a buscar a mi bella dulcinea. – comentó casual Kokuro.

- Oh, claro que acabamos, Nii-sama. – señalo Kokoru y…

SNAP.

Chasqueo sus dedos.

Kokuro volvió a abrir los ojos, solo que esta vez estaba en medio del bosque ne Namimori cerca del acantilado.

- Ese mocoso. – maldijo Kokuro a su hermano menor mientras aparecía su lanza del fino aire.


Sora corría por su vida intentando esquivar las bolas de extraño material que cada vez que le pegaban se sentía como si una roca chocara contra ella, para colmo las benditas bolas se quedaban pegadas a su cuerpo y comenzaban a expandirse hasta explotar.

Desde que Reborn la hizo caer por ese pasadizo secreto y caer en este cuarto secreto no ha hecho otra cosa, la manga izquierda de su suerte había bolado en pedazos cuando una de esas bolas exploto, había perdido uno de sus tenis y la panta de sus medias ya no estaba, estaba sudada y cansada, llena de mugre y sangre, ¡y ni siquiera era aún medio día!

Reborn observaba a su ahijada y alumna desde la penumbra, Sora esquivaba dos de diez esferas que se le eran lanzadas y lo hacía por instinto, cuatro de diez la golpeaban de lleno pero no lograban pegarse del todo a su cuerpo, aun así las explosiones le afectaban, unas más que otras pero ahí estaba el daño. El del fedora analizaba cada uno de los movimientos de la castaña heredera, Sora había mejorado con los meses que él ha estado ahí, pero sus dame-genes son fuertes.

- Es suficiente. – detuvo Reborn el ejercicio.

Sora cayo hincada y sin aliento una vez pudo respirar.

- Aún hay un largo camino que recorrer, y con el nivel que tienes ahora no serás capaz de derrotar a tus oponentes y proteger a los que amas. – señalo severo el mini, el humor de Sora se fue a los suelos – Sin embargo, hay algo que podría ayudarte a ganar. – comento confiado el hitman.

Sora miro a su tutor con perpleja curiosidad, si es que eso es posible.

- ¿Te interesa? – ofreció el mayor en edad pero menor en apariencia.

- ¿Me ayudara a proteger a todos los que me importan? – cuestiono Sora con preocupación.

Un asentamiento de cabeza con su clásica sonrisa autosuficiente por parte de Reborn fue todo lo que necesito para borrar toda duda.

- Sí. – hablo decidida y fuerte la castaña, sus ojos tenían un brillo voluntariosos que hizo sentir orgulloso por dentro a Reborn.

- Ya puedes salir. – instruyo el hitman a alguien que estaba escondido en las sombras detrás de él.

Cuando dicha persona salía de la oscuridad el rostro de Sora se ilumino con una radiante sonrisa.


- Mamá. – comenzó Takao mientras su madre ponía frente a él su desayuno – No es que no me guste verte después de tanto tiempo pero… ¿Qué haces aquí? – cuestiono el menor.

Yamada Takako, anteriormente Yamamoto, tomo una posición pensativa.

- ¿Si te digo que Shark vino a jugar? –

- ¡¿Aniki está aquí?! ¡¿En Namimori?! – interrumpió el joven a su madre entusiasmado.

Shark había sido protegido de su abuelo cuando Takao era pequeño, él era como el hermano mayor que nunca tuvo, nada le gustaba más al pequeño Takao que practicar esgrima con su "hermano mayor" aunque después acabara lleno de cortadas y moretones.

Taka miro con preocupación a su hijo, Takao admiraba a Shark y lo apreciaba.

- Takao. – la voz de Taka se volvió seria y filosa – Shark ni vino exactamente a una simple visita familiar. –

Takao miro a su madre en silencio, sus ojos se habían vuelto tan filosos como la voz de su madre.

- ¿A llegado el momento, ah? – pregunto serio el adolecente con voz solemne y algo triste.

- Sí. – acepto Takako.

- ¿El entrenamiento me va a doler? – pregunto en un suspiro el menor y luego se metió un trozo de pescado frito a la boca.

- Algo, no mucho, haha. – comento con ligereza Taka.

Una gotita incomoda cayo por la sien de Takao ante la actitud de su madre.

- Taka-chwan! – exclamo cariñoso Takuto a su mujer mientras le daba un abrazo de oso y le besaba la mejilla.

- Consíganse un cuarto. – reprendió Takao a sus padres.

- Su hijo tiene razón, por favor muestren algo de pudor. – reprendió también Akane a si hija y a su yerno.


Hanabi caminaba en dirección de la escuela, la preocupación inundando sus bellos y fieros ojos verdes, un oponente formidable se había presentado ante ellos, ¿Serían capaces de salir ilesos de esta? La peliplata alzo la mirada y noto que Ryota iba caminando delante de ella, el mayor iba callado, señal de que estaba perturbado por algo.

- Hey! Ryota. – le llamo.

El peliblanco no reacciono.

Hanabi le fulmino con la mirada y se acercó a él para darle un golpe en la cabeza.

- Te estoy hablando! – exclamo la peliplata al plantar el golpe.

Pero Ryota fue más rápido y por instinto sostuvo co fuerza la mano de Hanabi evitando así el golpe. Hanabi se puso seria al instante, Ryota estaba alterado.

- Ya te dijeron. – no era una pregunta.

Ryota hizo una mueca y asintió.

- La tía Ryoko dijo que empezaríamos en cuanto termine la clase del día de hoy empezaría mi entrenamiento. – comentó serio Ryota, sin gritar, sin movimientos innecesarios.

- Lo mismo dijo mi padre, no me gusto el brillo en sus ojos, hace años que no entreno con mi padre. – comentó Hanabi.

Después de eso caminaron en silencio, ninguno dijo nada, ambos demasiado ensimismados em sus pensamientos.

- Hanabi-san! Ryota-sempai! – escucharon que alguien les llamaba.

Al frente de ellos Kurumi se acercaba corriendo con torpeza hasta que se detuvo frente a ellos, se veía cansada.

- Vengo de la escuela y… ¿Por qué vienen agarrados de la mano? – cuestiono asombrada la pelirroja.

Ambos aludidos miraron las manos que tenían entrelazadas desde que Ryota detuvo el golpe de Hanabi sin haberse dado cuenta, se pusieron rojísimos y se soltaron al instante, ambos miraron en direcciones diferentes avergonzadas y sonrojados.

- Olvida lo que acabas de ver y dinos de que de carajos venias a quejarte! – exclamo Hanabi con la cara aun roja.

- Ah, sí! – salto asustada Kurumi ante la hostilidad que emanaba la peliplata – Vengo de la escuela y Hibiki está arrasando con todos por cualquier pequeño detalle! Se ve más endemoniado que de costumbre! Y mi abuelo se fue de viaje esta mañana y me dijo que dejaba todo en mis manos! ¡¿De qué demonios hablaba y por qué siento que lo que le paso a Hibiki-san tiene que ver?! – hablo alterada Kurumi, estaba nerviosa y asustada.

¿Y quién la culpa? Hibiki Hyoga molesto… corran a las colinas.

- Por lo visto el también recibió una visita inesperada. Ven Megane, te voy a explicar. – dijo Hanabi.

Y así los tres se fueron caminando en dirección de la escuela, ya verán a quien mandan por delante para poder evitar a Hibiki.


Kyoko y Haru estaban sentadas de forma tradicional japonesa, unos bonitas y cómodas almohadas separaban sus piernas del suelo de mármol, frente a ellas una humeando y casi vacía taza de té, habían estado en ese cuarto desde muy temprano en la mañana y gracias a Dios la deliberación no termino siendo un baño de sangre, por lo visto Xina tenía algo de autocontrol.

Kyoko alzo su taza y dio el último trago a su té.

- Entonces, está decidido. – hablo una vez despego la taza de su boca y la coloco frente a ella en el suelo.

Haru también tomo su taza y le dio el último trago.

- Un mes, a partir de ahora. - hablo Haru cuando se despegó la taza vacía de los labios y la coloco en el suelo frente a ella.

Xina seguía en su pose de reina perezosa, una botella de caro vino blanco casi vacío en su mano izquierda, Xina alzo la botella y pego su boca a la de ella, dio largo trago hasta que la última gota paso por su garganta y se la despego, la líder de NeoVaria arrojo la botella hacia atrás y Shark atrapo la botella de vidrio con hábil costumbre a la mitad del vuelo.

- Ni más, ni menos. – concluyo Xina.

Ambas ancianas dieron una ligera reverencia mientras sentadas y luego se pusieron de pie, dieron otra reverencia a modo de despedida y salieron de la sala.


NOTAS FINALES

Sacchi: El nombre Xina se pronuncia como Gina (Yi-na). Utilice la X y la I porque cuando los juntas formas el número 11 en romano "XI".

Mi musa me ilumino completa esta vez, tambien busquen nuevo capitulo para "El angelito y el diablillo".