Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

Espero que les guste. Es un mini fic de cómo 4 capítulos. Comenten! :D

-Muy bien, ahora el pastel, -Bella sonrió. Las 25 velitas prendidas. Miró al frente y su sonrisa se desvaneció.

-Está hablando por teléfono cariño, vuelve en seguida, -le dijo Alice, su mejor amiga. Bella suspiró y asintió.

-Esperemos un poco, ¿les parece?

Los invitados no dijeron nada por respeto pero todos opinaban lo mismo. Edward es un idiota insensible. Los minutos pasaron y las velitas seguían consumiéndose.

-Bella, creo que deberías soplar y pedir un deseo.

Bella sonrió poco convincente y asintió. "Que pase algo que me regrese a mi esposo", susurró en su mente. Sopló las velas y después lo cortaron.

Edward volvió algo estresado. El trabajo por el que había estado luchando todo el mes no se lo dieron. Su competencia se lo ganó. Se sentó a la mesa pensando cómo podía mejorar la propuesta.

-Edward, -levantó la mirada y vio la mirada reprobatoria de todos los presentes.

-¿Qué pasa? –

-Pasa que partimos el pastel, abrimos los regalos y comimos, todo eso sin ti.

-Lo siento, estaba en algo importante.

-¡Claro idiota, y el cumpleaños de tu mujer no es importante! –le gritó Alice bastante enojada.

-No lo dije de esa forma, me refiero a que era urgente. No los invité a mi casa para que me reprendan. Si no les gusta váyanse.

-Resulta que vinimos por Bella, no por ti. Nadie te quiere aquí, la única es Bella y no sabemos por qué.

-Basta, Alice. No peleemos. No es necesario ser tan crueles. Edward ha estado ocupado todo el mes por un trabajo que es muy importante para él.

-Así, es. Y para su información no lo gané. El idiota de Jacob me lo quitó. Se alió con unos…

-No nos importa. Bella, no soporto más esto. Nos veremos mañana en el desayuno. –Alice se puso de pie muy enojada. Jasper miró a su amigo y cuñado y bajó la mirada negando. Se puso de pie y se despidieron. Las otras tres parejas lo hicieron igual.

-Hasta mañana Bella, cariño, -le dijo Esme, la madre de Edward. –Buenas noches Edward.

La madre de Bella la abrazó y su padre también. Todos se marcharon y solo quedaron Edward y Bella.

-¿Tú también vas a regañarme? –dijo molesto y con el ceño fruncido.

-Yo no he dijo absolutamente nada, eres injusto. Intenté defenderte…

-Pusiste cara de "mi esposo no está aquí y me siento miserable", eso los hizo enojar.

-Ah, entonces que se enojen ahora es mi culpa. Genial. Perdón por querer que estés aquí, cariño, en una fecha que se supone es importante para ti, -dijo Bella con las lágrimas a punto de caer. Se mordió el labio para no soltarlas. –Iré a tomar un baño, y por favor… duerme en la habitación de invitados. O lo haré yo.

Edward la miró incrédulo. -¿Es en serio? Vamos, sabes que he luchado… -se interrumpió al ver que Bella no le hacía caso. Maldijo por lo bajo y golpeó la mesa.

Bella llegó a al baño y comenzó a llenar la bañera. Hacía dos años que Edward no le prestaba atención. Quizá todos tenían razón cuando le dijeron que era muy joven. Veinte años no es suficiente. Pero ella estaba enamorada, sigue enamorada de su esposo. El mismo chico 3 años mayor que ella. El mismo que la ignoraba desde hacía dos años y que la lastimaba cada vez.

Los primeros tres años de matrimonio fueron excelentes, se levantaba cada mañana con esos ojos verdes centellantes sobre ella y con un beso. Después las palabras que más anhelaba, "te amo". El las decía cada mañana al despertar y cada noche antes de dormir.

Pero ahora era como si no existiera. Ella tenía veinticinco años, quería niños. Pero su esposo estaba muy ocupado para cumplir sus "caprichos" como los llamaba él. Un bebé no era un capricho, era una forma de olvidar que su esposo había dejado de amarla.

Lloró por media hora en la bañera antes de salir. Se puso el camisón para dormir y se recostó en la cama. Espero en la oscuridad unos minutos para ver si Edward dormía abajo. Se arrulló con el constante sonido de la refrigeración del cuarto. Despertó de nuevo cuando sintió a alguien a su lado.

-Bella, -se giró y Edward estaba frente a ella. –Lo siento mi vida, no quería lastimarte. ¿Puedes perdonarme?

"¿No lo hago cada vez?", quería reclamarle. Pero no vio el caso. Solo asintió y besó rápidamente sus labios. ¿Cuánto hacía que no recibía uno de esos apasionados besos que siempre terminaban en algo más? ¿Cuánto hacía que no llegaban a ese "algo más"?

El fin de semana, Bella lo pasó en casa. Su trabajo consistía simplemente en ser secretaria de una de las oficinas menos concurridas y más aburridas de todo Chicago. Al contrario de Edward con su gran empresa y exitoso negocio de millones de dólares. Ella solo trabajaba para pasar el tiempo, para no pensar constantemente en su esposo.

Cuando llegó a casa decidió hacer la tarea que había estado intentando por meses. Arreglar el álbum fotográfico. Tenían 8 años juntos y millones de fotos. Bella amaba las fotos, tomarlas era divertido. Siempre salían tan bien. Ella no se gustaba como era, pero al lado de Edward todo era hermoso, incluso ella.

Había tantas fotos de ellos besándose. Bajo un árbol en Forks, bajo la torre Eiffel, bajo el arco del triunfo, en el museo de músculos en las Vegas. Tantos lugares visitados en esos tres años, y ahora nada. Se limpió una lágrima cuando escuchó la puerta.

-Hola, Edward. Llegas temprano.

-Estoy muerto, Jacob vino a restregarme en la cara que me ganó. Me mostró todas las ideas innovadoras que tienen él y su equipo. Me siento viejo, -dijo sentándose a su lado.

-Solo tienes 28 mi vida, eso no es viejo.

-Pues me siento de 40 o 50. Es horrible competir con alguien de 23 años, recién graduado de la escuela de negocios.

-Pues yo adoro que tengas 28, -dijo acercándose y besando su mandíbula. –Eres tan grande y maduro, imagínate qué haría yo con alguien tan joven e inmaduro de 23 años. No podría vivir, -se acercó y siguió besándolo. Intentando provocarlo. Pero al levantar la vista vio que estaba dormido. Quiso llorar, pero supuso que había sido muy agotador.

-Edward, vamos a la cama.

-Bella, no estoy de humor.

-No me refiero a eso tonto, me refiero a dormir en la cama.

-Ah, bueno. ¿Qué hacías?

-Intentaba acomodar todas nuestras fotos en un álbum. ¿Me ayudarás cuando despiertes?

-Claro, claro.

Fueron a dormir, o al menos Edward. A la hora de la cena Bella trajo el tema de las fotos de nuevo pero Edward puso una excusa y se fue a ver la televisión. Bella suspiró y asintió.

Lo acompañó por el simple placer de tenerlo cerca. Hacía meses que no tenía un día libre. Mientras él miraba la televisión ella leía un libro. Bella se armó de valor y sacó el tema que había querido sacar desde hacía tiempo.

-Edward, ¿crees que podríamos tener un hijo? –dijo mirándolo a través de sus gafas para leer. Edward la miró con el ceño fruncido.

-Creí que habíamos aclarado eso. Cuando pasen unos años…

-Lo hablamos por última vez hace dos años. He sido paciente, quizá esperando a que tú lo desees, pero parece que no es así.

-Los deseo, pero aun no Bella.

-Acabas de decir que te sientes viejo, un bebé te haría sentir mejor. Además… me siento sola.

-¿Sola? Pero si mi madre, mi hermana, mi cuñada y tu madre se la mantienen aquí.

-Exageras, me visitan una vez cada mes.

-Pues entonces únete a clubes sociales o algo. No te quejes en mi cara de sentirte sola, sabes que trabajo para poder mantenernos a flote cuando empecemos a tener hijos.

-¡Los quiero ya, Edward! No cuando tenga 30, 35, 40. ¿Esperas a caso a que llegue la edad en la que ya no pueda? ¿Qué haremos entonces?

-No lo sé Bella, solo sé que no los quiero ahora. ¿Lo entiendes?

-Sí, lo entiendo perfectamente, -se giró y cubrió su cuerpo con la colcha. Lloró en silencio por unos minutos antes de caer dormida.

Cuando despertó Edward no estaba. Se sentía tan abatida.

Salió a comprar víveres. El refrigerador estaba vacío. Estaba lloviendo cuando salió. Septiembre y octubre eran de lluvias y después vendría la nieve en noviembre y diciembre. Bella suspiró, extrañaba Forks. Sus padres la habían visitado por su cumpleaños y después regresaron. La paz estaba allá, así como sus mejores recuerdos. El comienzo de su relación, los primeros años como novios.

Compró todo lo necesario e iba de regreso a su casa. Quiso llamar a Edward pero no contestó. Seguro estaba en una reunión. Dejó el teléfono pero se le cayó por accidente. Bajó el brazo para buscarlo.

En ese momento escuchó chirridos de llantas, gritos de sorpresa y un golpe. Un golpe duro que la arrojó contra la palanca de cambios. Después nada, oscuridad y de alguna extraña y retorcida forma, paz.