Creo que está demás decir que CardCaptorSakura y sus personajes no me pertenecen, pero lo pongo de todos modos.

ACTUALIZACIÓN 2017. La historia ha recibido varias modificaciones, entre las que se destacan el cambio de nombre de varios capítulos (porque hubo cambio de canciones) y varios detalles que, aunque importantes, no alteran o modifican grandemente el argumento de la historia.


Smells Like Teen Spirit

La mayor desgracia de la juventud actual es ya no pertenecer a ella. –Salvador Dalí.

Capítulo I:

"Smells like Teen Spirit"

Load up on guns
Bring your friends
It's fun to lose and to pretend
She's overborne and self-assured
Oh no, I know a dirty word

(Sakura)

La casa estaba totalmente a oscuras. Daba la impresión de estar deshabitada. Nadeshiko y Fujitaka yacían profundamente dormidos. Touya se había ido de campamento con Yukito y otros amigos. Una oportunidad como esta no se presentaba todos los días. No había sido difícil fingir. Una cena rápida y una buena excusa para irme a dormir un poco más temprano de lo normal. El plan perfecto para escapar.

Era casi medianoche cuando me levanté de la cama, me cambié de ropa rápidamente y saqué mi mochila del armario. Abrí la ventana de mi habitación y el frío de la noche me golpeó la cara. ¿Por qué Eriol había elegido una noche fría para una fiesta en la piscina? Él y sus brillantes ideas.

Me trepé en una de las ramas del enorme árbol que se encontraba casi pegado a mi ventana, rogándole al cielo no morir en el intento. Mierda. ¡¿Por qué no había usado la puerta?! Con lo fácil que habría resultado salir por la entrada principal de la casa… y tenía que venir a ocurrírseme cuando ya estaba trepada en la rama más alta del árbol, con una minifalda. Había hecho la prueba el día antes y juro que no se veía tan alto, pero la oscuridad de la noche no ayudaba.

Lancé la mochila y en menos de dos segundos, escuché un golpe seco. Ojalá fuera así de fácil.

Qué más daba, era esto o no ir. Respiré profundo y conté hasta tres. Me dejé caer cerrando los ojos en el proceso, esperando el golpe. Pensando en cuánto llorarían mi muerte. Pero unos brazos fuertes me salvaron de morir desangrada luego de haberme roto la cabeza a la mitad.

Abrí los ojos mientras mi salvador me soltaba, pero la oscuridad no me permitió verle bien la cara. Y antes de que yo pudiera preguntar su nombre, su inconfundible risa lo delató.

-Yamazaki.

El aludido soltó otra risita-. ¿Pensaste que te dejaríamos morir, pequeña Sakura? Vamos, Eriol y los demás están esperándonos en el auto.

Me tomó del brazo y me dirigió a la enorme camioneta negra de Eriol, donde él, Tomoyo y Chiharu nos esperaban.

Quizá se pregunten por qué estoy escabulléndome a media noche, para ir a una fiesta en la piscina de Eriol. Eso sin mencionar que era la noche del domingo. Pues, porque soy una irresponsable.

-¿Alguno de ustedes estudió para el examen de filosofía? –Preguntó Chiharu, mientras le daba un sorbo a su Red Bull.

-¿Qué examen? –La pregunta de Eriol hizo que todos rieran. No me sorprendía que Eriol no supiera que teníamos examen. Lo que sí me sorprendía –y extrañaba enormemente- era que el muy desgraciado siempre sacaba la mejor nota en esa materia.

Llegamos a la mansión de sus tíos locos pocos minutos después. Nos dirigimos al patio, donde estaban Naoko, Rika, Hiro, Kano y otros chicos del instituto.

-¡Oye, Sakura! –Me giré al escuchar mi nombre y no tardé en encontrar la sonrisa de Naoko. Estaba sentada en el borde de la piscina, mojándose los pies-. ¿Sabes si Kero vendrá?

Kero. ¿Por qué tenía que preguntarme a ?

Quizá porque es tu mejor amigo y, además, tu vecino.

Me había peleado con él el viernes a la salida del colegio y no nos habíamos dirigido la palabra en todo el fin de semana. Estúpido Kero. Odiaba pelearme con mis amigos, por esa sensación que te da saber que no estás del todo bien con alguien que quieres. Y es que Kero y Tomoyo habían sido mis mejores amigos desde siempre; ella, por ser mi prima, era casi como una hermana; él, por ser vecinos desde pequeños. Había aprendido a quererlo en todas sus facetas. Cuando le dio por jugar al tenis, yo fui su compañera. Cuando quiso ser disc-jockey, escuché todas sus "composiciones". Y cuando tuvo un súbito arranque de cocinero, Tomoyo y yo tuvimos que rezar todas las noches para que al menos fuera bueno en esto. Y juro que agradecí al Cielo porque Kero fuera bueno cocinando.

Volviendo al tema, ¿por qué me había peleado con él? Pues, porque Kero estaba saliendo con la bruja más grande del instituto, y yo estaba cien por ciento segura de que ella lo engañaba. Todavía no tenía pruebas, y era por eso que Kero no me creía. Habíamos discutido en la tarde por culpa de su… de lo que sea que fuese esa estúpida en su vida. Ugh.

-No lo sé, Naoko. –Suspiré.

Ella asintió con la cabeza y justo en el momento en que iba a decirme algo, una música comenzó a sonar en el equipo de sonido. Eriol subió el volumen hasta el máximo, y reconocí la canción automáticamente. Creo que nunca antes me había gustado tanto Smells Like Teen Spirit, de Nirvana. De un momento a otro, noté que había más personas de lo que había pensado.

Hello, hello, hello, hello, how low?
Hello, hello, hello, hello, how low?
Hello, hello, hello, hello, how low?
Hello, hello, hello ,hello

With the Lights out it's less dangerous
Here we are now entertain us
I feel stupid and contagious
Here we are now entertain us
A mullato, an albino
A mosquito, my libido
yay!

Eriol se quitó la camiseta y se lanzó a la piscina de un clavado perfecto. Yo me levanté para hacer lo mismo. Ésta había sido una buena oportunidad para estrenar mi bikini verde y el piercing que me había hecho en el ombligo el fin de semana pasado. Me deshice rápidamente de mi camiseta y mi falda, e imitando a Eriol, me lancé a la piscina.

-¡Ese es el espíritu! –Exclamó Yamazaki, mientras incitaba a los demás a que gritaran con él.

I'm worse at what I do best
and for this gift I feel blessed.
Our little group has always been
And always will until the end

La noche se fue tornando cada vez más divertida y multicolor, hasta el punto en que olvidé por completo que ya era lunes, y que en menos de cinco horas debía estar en el instituto. Pero qué más daba estar allí o soñando con mariposas multicolores.

O con exámenes de filosofía.

Sacudí mi cabeza para alejar aquél horrible pensamiento.

-Sakura –Reconocí el tono galante de la voz de Hiro y me giré para encontrar su mirada petulante, muy cerca de la mía-. ¿Tus padres te dieron permiso de estar aquí? –Me miró con curiosidad.

-En realidad –dije mientras intentaba recuperar mi espacio personal-, me escapé por la ventana.

Hiro abrió los ojos, sorprendido, y luego soltó una carcajada, probablemente imaginándose la escena

-Tuvo que haberte costado bastante.

-De hecho, fue muy fácil. El problema ahora es… que no sé cómo voy a entrar.

-¿Por qué no pruebas usando la puerta?

No pude evitar reírme ante aquello.

Hiro Matamiya tenía la misma expresión seria y ligeramente arrogante que Josh Beech, inclusive tenían el mismo corte de pelo, pero Hiro lo doblaba en masa muscular y tenía los ojos de un marrón oscuro, casi negro, y el pelo color azabache. Tomoyo siempre decía que su musculatura había reducido al mínimo su capacidad mental. A decir verdad, Hiro no era el tipo más brillante del instituto, pero sí era bastante guapo y divertido. El tipo de chico que pertenece al equipo de fútbol, es popular y tiene a todas las chicas babeando, pero busca a la que nunca lo quiso porque se hacía la dura y conocía las engañifas de un galán como él… hasta que un día en una fiesta, luego de mucho alcohol, aceptó ser su novia. Y ya se imaginarán de quién estoy hablando…

-O podrías quedarte a dormir en mi casa. –Se acercó y yo retrocedí, quedando en una de las esquinas de la piscina, acorralada-. Creo que deberíamos hacer más cosas como las del fin de semana pasado. –Me dio un beso en la mejilla, y luego comenzó a descender por mi cuello, peligrosamente.

-Este fin de semana podemos salir, puedo decirle a Eriol y a Tomoyo que…

-Sabes que no me refiero a eso, Sakura –Interrumpió, abandonando mi cuello y volviendo sus ojos a mí-, tú y yo solos. –Acercó sus labios a mi oído y susurró-: ¿Qué dices?

Como no obtuvo respuesta de mi parte, introdujo su lengua en mi boca, sin preguntarme. Aquel intento beso me supo a Red Bull. Y yo odiaba el Red Bull.

Ya sabía hacia dónde se dirigía la situación, y la verdad es que no tenía nada de ganas de protagonizar una escena romántica frente a todos, así que preferí huir cobardemente de las garras de Hiro.

-Puedo pensarlo. –Le regalé mi mejor sonrisa y le di un corto beso en los labios. Me sumergí totalmente, pasé por entre sus piernas buceando, alejándome lo mayormente posible de aquella esquina.

Luego de haberme alejado lo suficiente salí a la superficie a tomar un poco de aire. Busqué a Tomoyo con la mirada, para preguntarle si sabía algo de Kero. Me parecía muy raro que no se hubiera aparecido por aquí, tomando en cuenta que Kero nunca se perdía ninguna fiesta, y muchísimo menos si hay comida en el asunto. Recorrí el lugar con la mirada: la piscina bastante iluminada, con un montón de adolescentes ruidosos, el enorme equipo de sonido de Eriol, la mesa llena de comida chatarra y bebidas, el extenso y perfecto jardín. No había rastro de Tomoyo. De Tomoyo ni de Eriol.

Me acerqué a Rika, que parecía estar muy entretenida discutiendo con Kano y Naoko algo sobre el relativismo moral que no me sonaba en lo absoluto.

-¿Saben dónde está Tomoyo?

Rika pareció aliviarse de que mi aparición cambiara el tema. Estudió el lugar con sus ojos, llegando a la misma conclusión a la que yo había llegado: Tomoyo había sido raptada por extraterrestres hambrientos, y Eriol, en un intento desesperado por defenderla, había sido fulminado con su rayo láser súper poderoso. Lo sé, no hace falta que me lo digan, ya sé que la televisión te jode la mente.

Kano asintió con la cabeza-. Tomoyo y Eriol se fueron a…

-Al parecer –Interrumpió Yamazaki, con una simpática sonrisa que conocía muy bien-, armaron su propia fiesta en la habitación de los tíos de Eriol, la cama es bastante grande y parece ser buena para…

-¡Takashi! –Chiharu le dio una colleja a su novio-. No le hagan caso, Eriol salió a comprar más hielo y Tomoyo fue con él.

-Eso era exactamente lo que iba a decir. –Dijo Kano, enviándole una mirada reprobadora a Yamazaki-. Por cierto, Eriol me dijo que vendría un amigo suyo que venía desde Hong Kong y que si sonaba el timbre, abriéramos la puerta.

Yamazaki comenzó a explicar, con su voz amable y confiada, que el chico había huido de casa cuando descubrió que su padre era un asesino serial muy buscado en China, y quería enseñarle a su hijo el arte de matar. El joven había enloquecido, y, no queriendo continuar con el negocio familiar, tomó el siguiente vuelo a Japón. Me alejé riendo cuando Chiharu comenzó a regañarlo por inventar cosas de alguien que ni siquiera conocía.

Quise revisar mi móvil, para ver si Kero me había llamado. No soportaba estar peleada con él.

Salí de la piscina y busqué mi mochila, me sequé con la toalla y saqué mi móvil de uno de los bolsillos. No tenía llamadas ni mensajes. Por un lado era bueno, porque significaba que mis queridos padres no me habían descubierto aún, pero por otro… Kero no había llamado. Y yo no pensaba quedarme de brazos cruzados, así que si él no llamaba, lo haría yo. Marqué el número que conocía de memoria y luego de tres tonos, contestó:

-¿Sakura? –Su voz era un susurro, como si no pudiera hablar más alto.

Antes de poder siquiera decirle algo, escuché un ruido estruendoso del otro lado de la línea, luego un sonido extraño que no pude reconocer y después algo así como el eco de una voz.

-¡Mierda!

-¿Kero? Escucha, quiero que hablemos, no me gusta que…

-Sakura, no creo que podamos hablar ahora, maldita sea –espetó rápidamente y luego suspiró-, ni ahora ni nunca.

Y luego la llamada se cortó. Síp, simplemente se cortó. Allí había concluido nuestra larga y fructífera charla para arreglar las cosas. ¿Cuánto había durado? ¿Quince segundos, o menos? ¡Ni ahora ni nunca me había dicho! ¿Quién se creía que era para hablarme así? No podía creerlo. No quería creerlo, pero parecía que Kero estaba poniéndole punto final a nuestra relación de toda una vida por esa desgraciada. Los ojos se me nublaron de la rabia, y apreté los puños. No quería llorar ahí, pero juro que…

-Sakura.

Noté que el nudo en la garganta se hacía cada vez más molesto. Quería golpear a Kero, quería…

-Oye, Sakura…

Sentí luna mano fría apoyarse en mi hombro y me giré, encontrándome por segunda vez en la noche la mirada de Hiro-. ¿Te pasa algo?

Respiré hondo. No, no me pasa nada, simplemente estoy deseando acuchillar a Nakuru hasta llenar una piscina con su sangre.

Tú sabes, lo normal.

-No –Negué con la cabeza-, estoy perfectamente, es sólo que el cloro de la piscina hizo que me ardieran los ojos.

Hiro me sonrió y me apretó entre sus brazos. El resplandor de una luz hizo que los pendientes en sus orejas brillaran. Aquel detalle –muy a lo Ryan Sheckler- no me desagradaba, pero tampoco terminaba de gustarme. No me considero fan de los hombres que usan aretes.

-Este fin de semana serás solo mía y no acepto un no por respuesta. Sabes que no me gusta compartirte con Tomoyo ni con Kero. –La mención del último hizo que mi cuerpo se tensara entre los brazos de Hiro-. Por cierto, ¿dónde está?

¿¡Por qué todos tenían que preguntarme a mí y no a Tomoyo!

¡O a cualquier otra persona que no fuese yo!

Iba a contestarle que yo no era la madre de Kero para saber dónde estaba, cuando lo vi por primera vez.

Al supuesto hijo del asesino, me refiero. El dueño de aquella mirada tan expresiva y penetrante, que estaba posada sobre mí con un ceño ligeramente fruncido. Tenía una camiseta amarilla que decía: "I'm in Miami Bitch", y juro que el amarillo nunca me había parecido sexy, hasta ahora. Los mechones de pelo marrón le caían como brechas sobre su simétrico rostro. Ese tenía que ser el chico más apuesto que había visto en toda mi vida, ni siquiera Hiro podía igualársele.

-Sakura, ¿qué pasó con Kero?

Como seguía rodeándome con sus brazos, giré mi rostro hacia el suyo. Me fijé en sus ojos. Estaban muy cerca de mí, pero por alguna razón, su mirada no me parecía ni tan expresiva ni tan bonita como la de aquel chico.

-No lo sé, creo que no vendrá. –Fue todo lo que dije.

-Bueno, al menos no tendré que compartir tu tiempo con él. –Sonrió y yo busqué con la mirada al amigo de Eriol.

Para mi dicha y gloria seguía mirándome. Un escalofrío trepó por mi espalda. Sentí como si, en vez de desnudarme el cuerpo, estuviera desnudando mi alma.

-Por cierto –Hiro habló, haciendo que yo lo mirara- ¿ya sabes si llegó el amigo de Eriol que viene de China?

-¿El hijo del asesino?

-¿Uh?

-Yamazaki.

-Lo supuse.

Me solté del abrazo de Hiro y busqué al amigo de Eriol para indicarle a Hiro que, probablemente, era él.

Pero había desaparecido.

(Shaoran)

Todo había sido muy extraño. Y no me refería al hecho de que mi madre, en un súbito y justificado ataque de ira, me hubiera mandado a vivir a un pueblito llamado Tomoeda, en Japón. Sino a que Eriol me llamara un domingo por la noche para invitarme a una fiesta, siendo mañana lunes, por lo tanto, mi primer día de clases en el Instituto Seijo. Las clases habían comenzado hacía ya dos meses, por lo que yo no podía darme el lujo de atrasarme más. Aún así no me importó trasnocharme, con tal de pasar un buen momento antes de empezar el instituto.

Su casa era casi tan grande como la de mi familia en Hong Kong, y debo admitir que me pareció bastante bonita. Eran cerca de las dos cuando llegué. Toqué el timbre mil veces, y llamé a Eriol otras mil, pero nadie respondió. Iba a retirarme cuando la puerta se abrió, dejando ver a un chico alto y de cabello negro y corto. Para mi sorpresa, el tipo sabía mi nombre, de dónde venía y comenzó a hablarme como si nos conociéramos de toda la vida. Fue muy amable al guiarme hasta el patio y ofrecerme comida. Y también lo fue cuando me advirtió que la casa de Eriol había sido construida sobre las ruinas de un cementerio de samuráis y antiguos guerreros japoneses, por lo que en ocasiones podían escucharse sonidos metálicos, como si fueran espadas, si prestabas atención. Luego me dijo que mi amigo no tardaría en volver y se marchó.

Yo me encogí de hombros y me dediqué a observar el lugar. Una enorme casa, con un enorme jardín y una enorme piscina; nada que no hubiese visto antes. La única diferencia, era el montón de gente que bailaba, gritaba y hablaba en los alrededores. Mi madre nunca me hubiera dado el permiso para hacer una fiesta como esa en casa, pero eso no me había impedido llevarla a cabo. No pude evitar sonreír ante el recuerdo de mi última travesura, y las consecuencias que ésta había traído. ¿De verdad mi madre pensaba que enviarme a vivir solo a un país extranjero era un castigo? Pues, no tenía idea. Supongo que fue la excusa perfecta para mantenerme lejos de sus asuntos y de sus amistades presuntuosas.

Ahora que no estaba en Hong Kong, podía hacer cosas que allá no se me estaban permitidas. Aunque tendría que despedirme de ciertos lujos, claro.

Fue al mirar hacia otro lado cuando me topé con algo digno de admirar, o debería decir, alguien.

Tenía el pelo mojado, probablemente por haber estado en la piscina y vestía únicamente un exquisito bikini verde. Yo siempre había amado el color verde, pero juro que en ese momento me pareció el color más maravilloso del planeta. Sus piernas eran largas y bien formadas, de esas que se ven en revistas como Sports Illustrated. Estaba hablando por teléfono y al parecer la llamada no terminó muy bien que digamos, porque el precioso rostro de la sexy chica se contrajo en una mueca de furia, y luego cambió a una de dolor. Sentí la necesidad de acercarme a ella y preguntarle qué le ocurría, pero mis ganas se desvanecieron en el momento que un tipo se le acercó y la apretó contra sí de una forma no muy delicada.

Y cuando iba a pasar a otra cosa, sus ojos se clavaron en mí. Noté como me escudriñaba con aquella mirada tan peculiar. Pero nuestro contacto visual duró poco, porque el tipo hizo que ella volviera a fijar sus ojos en él. La escena me pareció un poco extraña, al parecer, ella no estaba muy interesada en lo que su novio, amiguito o lo que fuese el tipo, le decía, porque volvió a mirarme y esta vez sentí como si sus ojos me hablaran. Y no pude evitar corresponderle.

-¡Shaoran! –De repente, la voz de mi amigo Eriol hizo que me sobresaltara y me diera la vuelta- ¡Eh, aquí estoy! -Alcé la mirada y lo vi llamándome desde un balcón en el segundo piso-. ¡Sube!

Decidí no hacerlo esperar, y entré a la casa. No me costó mucho encontrar las escaleras, porque eran bastante grandes, y cuando llegué al segundo piso, Eriol me llamó nuevamente.

-¡Por aquí, en el armario!

¿El armario? Caminé hasta el pequeño cuarto donde se encontraba mi amigo, sacando un montón de juegos de mesa de unas repisas de madera.

-¡Shaoran, mi amigo, al fin apareces! ¡Pensé que no vendrías! –Dejó las cajas y se acercó a abrazarme.

-¿Dónde te habías metido? –Pregunté al separarme de él-. No tengo idea de quiénes son tus amigos y me topo con un tipo que conoce mi nombre y mi apellido, sabe que vengo de Hong Kong y dice que tu casa fue construida sobre…

-Sobre un cementerio de samuráis. Yamazaki, lo sé. –Tomó las cajas que había dejado en el banquito segundos atrás, me extendió algunas, apagó la luz del cuartito y me indicó que saliera-. Simpático, ¿no?

Yo asentí con la cabeza y comenzamos a bajar las escaleras.

-Linda camiseta –dijo señalando mi pecho-, pero dime, ¿alguna chica te habló o te llamó la atención en mi ausencia? –Me preguntó con picardía-. ¿O quizá algún chico?

Fruncí el ceño mientras bajábamos las escaleras.

-Oye, no era yo el que estaba metido en un armario –Él se carcajeó-, pues, vi a una chica que…

-Bonitas, ¿verdad? Aunque lamento informarte que si la que te gustó fue Chiharu, ya conociste a su novio. –Me guió hasta la cocina, donde sacó un paquete de vasos rojos de un cajón.

No pude evitar fruncir el ceño ante el comentario de Eriol.

-¿Cómo se llama la que tiene un bikini verde? –Pregunté.

Eriol parpadeó un par de veces y me miró en el momento que salimos al jardín.

-¿Te refieres a Sakura?

Así que la belleza de piernas largas y bikini verde se llamaba Sakura.

Dos personas se nos acercaron para ayudarnos. Eran el tipo que estaba con Sakura y una chica muy bonita, de cabellos negros y largos, de piel muy pálida y ojos del color de las amatistas.

-Shaoran –Eriol nos guió hasta la mesa de la comida, donde colocamos los vasos y los juegos de mesa-, ella es Tomoyo, mi novia.

-Al fin nos conocemos -Dijo sonriéndome-, Eriol me ha hablado mucho de ti, ¡hasta siento que te conozco!

Alzando una ceja, miré a mi amigo-. Así que conseguiste hablar de otra cosa que no fuera de ti mismo, ¿eh? -sonreí-, pues tendré que felicitarte.

Eriol ignoró mis palabras-. Él es Hiro Matamiya. Hiro, el es Shaoran Li.

El tipo me extendió la mano y justo en el momento en que iba a decirme algo, Tomoyo habló:

-¿Alguno de ustedes sabe dónde se metió Sakura?

-Se fue a cambiar al baño –Explicó Hiro, quien yo supuse sería su novio-, le ardían los ojos por el cloro. Me dijo que te dijera que te estaba buscando. –Comentó dirigiéndose a Tomoyo.

Ella asintió con la cabeza-. Gusto en conocerte, Shaoran –Me regaló una sonrisa y se marchó, probablemente en busca de su amiga.

-Entonces, ¿cuándo es el próximo juego? –Preguntó Eriol, para romper el hielo.

-Aún no lo sé, el entrenador no nos ha informado la fecha exacta. –El tal Hiro Mattamiya se cruzó de brazos y su ceño se frunció ligeramente-. Espero que no lo haga en último minuto.

-Creo que podríamos conseguirte un lugarcillo en el equipo, ¿qué te parece ser el aguador? –Comentó Erio. Hiro se rió por lo bajo-. Pero creo que el disfraz de mascota te sentará mejor, ¿a que sí, Shaoran?

Yo sólo me encogí de hombros.

-Supongo.

-Eriol podría presentarte a alguna de las porristas, si quieres. –Comentó Hiro-. Hay chicas muy simpáticas.

No tenía problema en conocer personas; después de todo, acababa de llegar al país. Por el momento, me conformaba con saber más de una persona en particular.

Sakura.

(Sakura)

-¡Monstruo, es tarde!

¡Cómo ya si no lo supiera!

Terminé de ponerme el uniforme a la velocidad del rayo e ignorando la voz de Touya, no tardé en bajar –por no decir rodar- por las escaleras. Si quería llegar a tiempo, tendría que tragar mi desayuno sin masticarlo. Generalmente, iba retrasada por algunos minutos, pero hoy estaba retrasa por muchos. Había llegado a mi casa a las tres y media de la mañana, luego de darme cuenta que no estaba disfrutando la fiesta por culpa de un individuo de rizos rubios cuyo nombre comienza por K y termina en ero. Sólo había tenido tres horas para dormir.

Salí de casa como si el diablo estuviera pisándome los talones, como solía decir mi padre cada vez que me veía hacer lo mismo todas las mañanas. Cuando llegué al instituto, después de ser casi atropellada por dos autos y una bicicleta, tuve que detenerme a recuperar el aliento… lo que hizo que me retrasara unos minutos más. Pero qué más daba, ya era tarde.

Repasé el horario mentalmente mientras caminaba hacia el salón de clases. Matemáticas. Fuck my life. Aquello se sintió como un baldazo de agua en pleno invierno. Odiaba estar retrasada, odiaba al estúpido profesor, su horrible bigote y su tic de tocárselo a cada rato, y por sobre todas las cosas, odiaba las malditas matemáticas. Y el sentimiento parecía ser recíproco, porque ellas me odiaban a mí.

Cuando entré al salón, noté que mis queridísimos amigos lucían perfectamente. Eriol, Hiro, Tomoyo, Yamazaki. ¿Cómo lo hacían? Casi podía escuchar la burla mental de Eriol acompasada por la risita de Tomoyo.

Desgraciados. Mueran tres veces.

-¿Tiene idea de qué hora es, señorita Kinomoto? –El profesor me envió una mirada reprobadora y se peinó el bigote, en el momento que puse un pie en el aula.

Me disculpé en voz baja y el intento de Salvador Dalí me miró como si fuera el bicho más asqueroso de toda la naturaleza. Al menos yo no tenía un mostacho horrendo que parecía una mancha de tinta negra. En serio, el bigote de Dalí era una monada al lado de este…

-¿Cuándo será el día que llegará temprano, Kinomoto?

Quise contestarle que el día en que él no se tocara el bigote, pero no lo hice. Él me indicó que me sentara y yo suspiré aliviada. Agradecí mentalmente que no me pidiera una explicación.

Y había estado tan ocupada criticando el bigote del profesor que no fue sino hasta que llegué a mi puesto que noté algo diferente. El puesto vacío que estaba detrás del mío había sido ocupado por una persona cuya mirada se me hacía extrañamente familiar. Me quedé prácticamente inmóvil frente a mi escritorio, y por poco olvido dónde me encontraba y qué debía hacer. Era el chico de ayer, el amigo de Eriol. Tenía el ceño relajado y los brazos cruzados, y ahora que lo veía de cerca podía decir que era realmente guapo. Sus ojos eran de un color particular, ¿acaso era ámbar?

Me senté antes de que el profesor me llamara la atención nuevamente y juro, por más increíble que parezca, que podía sentir el peso de aquella mirada ambarina atravesarme la nuca. El profesor continuó hablando sobre ángulos y otras cosas poco interesantes relacionadas con trigonometría analítica. Cuando comenzaba a concentrarme y a milagrosamente entender lo que estaba diciendo, un papelito me golpeó en la cabeza. Fruncí el ceño y me giré para ver quién había sido el gracioso, encontrándome con algo que no me esperaba. Kero estaba haciéndome señas para que leyera el papel. Cuando lo abrí, pude ver su perfecta caligrafía:

"Siento haberte colgado anoche pero de verdad no podía hablar. Espera que te cuente lo que pasó… morirás de risa."

Me volteé nuevamente y lo vi pasarse una mano por el pelo rubio. Me regaló una sonrisa ladina y yo comencé a escribir una respuesta. Cosa que no hizo falta, porque el timbré sonó y el profesor salió del salón como si la muerte lo estuviera persiguiendo. Y lo mismo hizo el resto de mis compañeros, ya que nos tocaba clase de educación física. ¿En verdad había estado tan retrasada?

Me puse de pie y Kero se acercó a mi silla. Apoyó su peso en sus brazos, colocándolos sobre mi mesa.

-Pensé que no querías hablarme, ni ahora ni nunca. –Tomé mi mochila y comencé a caminar en dirección a la puerta.

Él sonrió haciendo lo mismo-. Oh vamos, Saku, todo tiene una explicación.

-Escúpelo.

-Pues bien, anoche mientras estaba escapándome… me llamaste –hizo una pausa y después se rió-, mi celular comenzó a sonar y en un intento de callar el maldito teléfono, me tropecé con una lámpara –Me mostró el raspón en su codo-, y ahí fue cuando te contesté.

La historia de Kero comenzó a tener sentido. Eso explicaba porqué su voz había sido un susurro. Busqué al amigo de Eriol con los ojos y lo encontré caminando junto con Yamazaki. Hiro gritó algo que no entendí y todos rieron. Todos menos él. La voz de Kero me trajo de vuelta al mundo real:

-Luego mi madre bajó las escaleras, encendió la luz y me atrapó a dos pasos de la puerta de entrada.

-Pero, ¿no le inventaste alguna excusa? –Intervine-. Como que querías sacar la basura o dar una vuelta, o que escuchaste unos ruidos.

Mi amigo negó con la cabeza.

-Ella sabía que estaba escapándome, Sakura, mi madre me conoce demasiado bien. Fue por eso que te dije que no podríamos hablar ni ahora ni nunca, porque sabía que iba a castigarme de por vida.

-¿Y lo hizo? –Pregunté curiosa.

-¿Tú que crees?

Suspiré al ver su mirada-. Kero… lo siento, fue mi culpa, pero es que…

-Nada de eso –Negó con la cabeza y me regaló una sonrisa-, no es tu culpa, de hecho yo tuve que haberte llamado para disculparme, fui un imbécil ayer.

Sin descruzarme de brazos, le di la razón.

-Lo fuiste.

Él sonrió-. Mi madre piensa que eres una santa, me dijo que debería seguir tu ejemplo, Sakura jamás intentaría escaparse de casa y menos un domingo. Si ella supiera…

No pude evitar soltar una carcajada ante la perfecta imitación de su madre.

-Kero, tu madre tiene razón y creo que eres una mala influencia para mí, así que no podremos ser amigos… ni ahora ni nunca.

Él me abrazó por la cintura mientras caminábamos.

-Ya te dije que lo siento, ¿volverás a llamarme en momentos inapropiados?

-¿Volverás a ser un imbécil?

-No lo creo. –Dijo, dándome un beso en la mejilla.

-Pues en ese caso, yo tampoco.

Yamazaki se nos acercó junto con Hiro, sus sonrisas maquiavélicas me decían que estaban planeando alguna fechoría. Pude ver el brillo maligno en los ojos de Takashi, y supe que no se trataba de nada bueno

-¿Qué tanto crees que se enoje el nuevo si lo encerramos en los vestidores después de la clase? –Inquirió Yamazaki.

La sonrisa de Kero se amplió en menos de dos segundos, y se volteó hasta dar con el chico nuevo, que estaba muy entretenido hablando con Eriol como para fijarse en nosotros.

-¿Por qué no hacemos la prueba? –Propuso Kero.

Entré a vestidor de las chicas con un mal presentimiento. Estaba segura que nada bonito podía salir de esto.

(Shaoran)

And I forget just why I taste
Oh yeah I guess it makes me smile
I found it hard it's hard to find
Oh well whatever nevermind.

La había visto entrar precipitadamente al aula de clases. Había llegado tarde. Muy tarde. El tono rojo de sus mejillas cuando el profesor le preguntó si sabía qué hora era la hizo verse adorable. Luego sus ojos verdes –aquel descubrimiento me había hecho brincar de emoción internamente- me miraron fijamente con lo que pareció ser interés. Y pensar que debajo de ese uniforme se escondía un cuerpo de película. Joder, de sólo imaginármela me olvidaba de que no debía tener esa clase de pensamientos.

Estuve observándola durante algunos minutos, y noté ciertos detalles que me llamaron la atención. Tenía las uñas pintadas con esmalte morado, el mismo color de su mochila. Parecía tener problemas para concentrarse con matemáticas.

Pronto llegó la hora de educación física y no puedo negar haberla disfrutado. Al final de la clase, el profesor me comentó algo sobre unirme al equipo de fútbol, y a juzgar por la cara de Hiro Matamiya, no debió gustarle. Me encogí de hombros mientras entraba a los vestidores, me importaba una mierda lo que ese tipo pensara.

Entré a una de las duchas, abrí el grifo y me relajé. ¿Qué estaría haciendo mi prima Meiling en este momento? Una sonrisa divertida se dibujó en mi rostro. Más que mi prima, era mi mejor amiga, mi cómplice. De hecho, la razón por la que me encontraba aquí había sido idea de ella. Sólo que ninguno de los dos imaginó que las consecuencias pudieran llevarme tan lejos, literalmente. Podía recordar sus palabras el último día que pasamos juntos…

-Xiao, lo siento tanto, ¡todo esto es culpa mía!

-No es tu culpa Mei, lo hice porque quise hacerlo, no me obligaste.

-¡Pero ahora tendrás que irte a otro país! ¡No es justo, tía Ielan es muy cruel! ¿¡Por qué no me envían a Japón contigo?

Recuerdo que la abracé intentando consolarla, sabiendo que la extrañaría a ella y a sus locas ideas. Extrañaría su voz chillona y su risa escandalosa, que me llamara Xiao, nuestras escapadas a fiestas y otras travesuras. Extrañaría que mis hermanas se rieran de mis fechorías mientras mi madre estaba al borde de un colapso nervioso. Y extrañaría a mi padre y sus comentarios de cuán risueña y ocurrente era la juventud actual.

Cerré el grifo, tomé la toalla que había guindado en la percha de la puerta y salí de la ducha. Pero para mi sorpresa –y desgracia- no había nadie. Absolutamente nadie. ¿Cuánto me había demorado? Lo primero que hice fue mirar al lugar donde había dejado mis cosas, instintivamente. Pero no estaban. Mierda. Miré mi reloj, me había demorado un poco más de lo que debía. Caminé hacia la puerta e intenté abrirla, dándome cuenta de lo que estaba pasando. Estaba encerrado, o mejor dicho, me habían encerrado. Esos idiotas habían decidido gastarme una broma y se habían llevado mi ropa.

Respiré profundo para intentar calmarme. Muy gracioso, completamente gracioso; porque lo era, pero no cuando te lo hacían a ti. ¿Cómo mierda iba a salir? Encontraría la forma de hacerlo y patearía el trasero del gracioso que me había hecho esto. Si casi podía escuchar las risas de Meiling en el teléfono, ¿Cómo estuvo tu primer día, Xiao?, y yo le respondería: muy bien Mei, mis compañeros me encerraron en los vestidores y se llevaron mi ropa, ya sabes, lo usual.

El lugar sólo tenía una maldita ventana que estaba a la altura del techo, pero yo jamás cabría por allí. Así que eso reducía mis opciones a dos: la primera, gritar como un psicópata hasta que alguien viniera a mi rescate; la segunda, tumbar la asquerosa puerta; cosa que haría, porque no tenía pensado ponerme a gritar.

Le di varias patadas pero no funcionó. Miré a mi alrededor. No había ningún objeto que pudiera ayudarme a tirar la puerta, así que tendría que usar mi cuerpo. Me sentí estúpido, muy estúpido, pero tuve que hacerlo. Tomé un pequeño impulso y golpeé la puerta con mi hombro. Estaba vieja y no tardaría en caer si continuaba. Repetí la maniobra hasta que los hombros me dolieron terriblemente. Pero tenía que continuar, tenía que salir a vengarme, porque nadie encerraba a Shaoran Li y se salía con la suya, no señor. Esta vez tomé un impulso mucho mayor y corrí hacia la puerta.

Lo que no preví fue que la fuerza que empleé fue tanta que la puerta no fue lo único que se calló. También yo y debo decirles que se sintió como la mierda. Me levanté rápidamente y me fijé en la herida sangrante que tenía en el brazo. Me había clavado un pedazo de madera vieja… oh no, esto era demasiado. Patearía un par de traseros.

En mi camino hacia la salida, algo en la piscina me llamó la atención: era un objeto verde que flotaba en el medio… un objeto verde que se parecía mucho a mi mochila de educa…

¡Hijos de p…!

Me quité la toalla de un tirón y me lancé a la piscina para rescatar mi mochila. Cuando la alcancé me di cuenta que toda mi ropa se había mojado. Sentí furia correr por mis venas. Nadie se metía con un Li y salía ileso. Nadie. Yo me encargaría de que eso siguiera así. ¿Qué podía ser peor? Nadé hasta la escalera y salí, pero antes de poder siquiera alcanzar la toalla que segundos antes había tirado, ocurrió lo peor. Sí, algo peor que eso. Recuérdenme también patearle el trasero a Murphy después de esto.

Un grupo que parecía ser uno o dos años anteriores al mío acababa de entrar. Sentí que mi cara se encendía y mis orejas se ponían tan rojas como la nariz de Rodolfo el reno. Algunos rieron, otros murmuraron. La puerta volvió a abrirse y alguien habló:

-¿Por qué siguen aquí? –El profesor de educación física fijó sus ojos en mí, y una expresión de horror se dibujó en su rostro-. Pero, ¿¡qué clase de broma es esta?

-¡Una de muy buen gusto, sin duda! –Exclamó una de las chicas. Los demás rieron.

Y en ese momento juré que le rompería la nariz al imbécil que me había hecho esto.

Como que me llamaba Shaoran Li, lo haría.


ACTUALIZACIÓN 2017. La historia ha recibido varias modificaciones, entre las que se destacan el cambio de nombre de varios capítulos (porque hubo cambio de canciones) y varios detalles que, aunque importantes, no alteran o modifican grandemente el argumento de la historia.

Un detalle especial de esta historia es que Kero es humano. Y griego. Siempre pensé que el nombre Kerberos sonaba griego, y pues, aproveché para agriegar a nuestro querido amiguito en esta historia. Los capítulos estarán narrados principalmente por Sakura y Shaoran, pero tendremos algunos puntos de vista de Tomoyo, Kero y algún otro personaje.

La primera nota de autor de una historia no puede quedarse sin cliché: espero que les haya gustado, y que me dejen su opinión de la historia en un review, así sea anónimo, simplemente dejándome saber sus impresiones del capítulo.

Un beso grande a todos y gracias por leerme.

Canción: Smells Like Teen Spirit

Banda: Nirvana

Álbum: Nevermind