Otro 2759, y si, lo sé, jodo mucho con la pareja pero es que es TAN amor y hay TAN poco de ellos DDDD: *estruja sus cositos*
Ningún personaje es mío, corren a cuenta de Akira Amano.
Y ya saben a quien se lo dedico 3 *estruja a su queridas locas*
Tsuna siempre había querido mucho a Kyoko, la chica era dulce, gentil, paciente, sin vicios y linda, muy linda. Siempre la observaba desde lejos cuando era lo suficientemente tímido como para poder acercársele, pero, ahora que su relación había evolucionado hasta llegar a una solida amistad y hablaba con ella a diario sin sonrojos o tartamudeos de por medio, no entendía porque no podía evitar que sus ojos se desviaran al chico sentado a unos asientos delante de él en vez de fijarse en la dulce chica a su lado.
Gokudera era completamente diferente a Kyoko, era impaciente, explosivo, muy inteligente y algo bipolar, podía ser un completo desgraciado con otras personas pero con él siempre era gentil; le encantaba fumar y bueno, no podía negarlo, era guapo, pero dudaba que eso tuviera que ver en su reciente fijación por el chico, si fuera el caso seguiría viendo a Kyoko, ella era bastante linda.
Apoyo su mentón en su mano, observando fijamente al chico de cabello plateado delante de él que estaba muy concentrado en el libro que sostenía en manos como para hacerle caso al escrutinio de su jefe, buscando el porqué de esa reciente fijación.
Pero fracasando siempre en encontrar una respuesta.
-Bueno Décimo, yo me retiro, nos vemos mañana- dijo Gokudera desviándose por una calle la cual pensó Tsuna, lo llevaría al lugar donde vivía que, ahora que lo pensaba, no tenía ni la mas mínima idea de donde era.
-E-esto ¿Gokudera?
-¿Mmm? dígame décimo- contestó Gokudera deteniendo su caminata viendo fijamente a su jefe.
-A, esto, ¿podría ir a tu casa?- inquirió y, al ver el rostro de asombro del Italiano, se apresuró a explicarse-¡E-es que necesito ayuda con algunos ejercicios de matemáticas! y tú eres muy inteligente y e-sto creí que podrías ayudarme.
-Pero décimo no necesita explicarme nada, solo pídamelo y lo haré- soltó sonriendo ampliamente antes de cambiar su expresión alegre por una llena de seriedad-, sabe que haría lo que sea por usted.
Y, mientras caminaban hacia donde vivía el Guardián de la tormenta, Tsuna tuvo que agregar dos cosas más a su lista de lo que necesitaba una explicación urgente.
Porque no lograba entender la razón del sonrojo que se había instalado en su cara y tampoco logró entender esa cálida sensación que produjo en él las palabras de su guardián.