Los personajes no me pertenecen, pero la historia sí. He cambiado cosas, así que no se corresponderá mucho con el libro, sólo es una idea que se me pasó por la mente.
No sé si meteré a los vampiros en la historia, ya que quería hacer algo diferente y centrarme sólo en lo que serían los lobos.
No sé que saldrá de esto..xD Y nada más, espero que disfruten de la lectura, del mismo modo que yo disfruté escribiéndolo.
Capítulo 1: Inconsciencia
Era de noche y hacía bastante frío para estar en el mes de mayo. Un frío que ella no podía notar. Leah estaba tumbada, completamente desnuda, en medio del bosque de la reserva. Tenía los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia un lado. La pierna izquierda le sangraba considerablemente, y no tenía la suficiente fuerza como para curarse la herida. Estaba débil. No se había alimentado bien los últimos cuatro días, no había dormido más de veinte minutos y había salido herida en una pelea. No tenía fuerzas para transformarse en loba. No podía hacer nada. Le dolía todo el cuerpo y sólo quería dormir. No sabía si porque tenía sueño o porque su cuerpo ya no daba más de sí.
Era fuerte, no tanto como los lobos de la manada, pero era más fuerte de lo normal. Y su fuerza la había abandonado. Se encogió sobre sí misma, inclinándose hacia la derecha. Los párpados se le cerraron completamente y cayó en un profundo sueño, que fue interrumpido un rato después por unas pisadas. Nunca dormía tranquila, sus sentidos siempre alerta, siempre esperando.
-¡He encontrado a Leah!- gritó su hermano pequeño, Seth. Abrió los ojos un poco, lo suficiente para poder verle. Estaba de pie frente a ella, con sólo unos pantalones puestos. Él tampoco tenía sentido del frío.- ¿Tenéis algo para cubrirla? Está desnuda… ¡No mires, Embry!- Tuvo ganas hasta de reírse. Movió un poco sus entumecidos brazos para taparse los pechos. Notó algo suave cubriéndole el cuerpo. Miró a Jacob, el Alfa, acuclillándose frente a ella.
-¿Quién te ha mordido, Leah?- Se mostraba preocupado y enfurecido. La mandíbula la tenía tensa. Nunca se había llevado muy bien con Leah, pero era la Beta en la manada, se sentía irremediablemente atado a ella. Al verla tan débil, tan…rota. No sabía qué hacer. Mataría al que la hubiese herido.
-Sam…-El débil quejido del hombre que la había herido de esa forma salió de sus labios. Si Jacob no hubiese tenido el oído tan desarrollado, probablemente, no la habría escuchado. La furia lo envolvió y apretó la mandíbula para no ponerse a maldecir al anterior Alfa de la manada. Siempre pensó que Leah era una estúpida al estar saliendo con él, el cual se acostaba cada noche con la prima de Leah, Emily. Leah tenía el olfato muy desarrollado y podía oler claramente el efluvio de Emily cada día en casa de Sam, pero prefería no pensar nada hasta no verlos con sus propios ojos.
Jacob cogió a Leah en sus brazos, envuelta en la manta que había traído Quil y empezó a alejarse del lugar. Los chicos los siguieron.
-Me la llevaré a mi casa, a tu madre le entrará el pánico si la ve así.- Explicó, mirando a Seth.
-Voy contigo.
-No.- La respuesta tajante de Jake silenció las quejas de Seth. No podía contradecir al Alfa, su naturaleza lobuna se lo impedía.
Caso aparte era Leah, que desobedecía cada orden de Jacob, simplemente por fastidiar. Nadie sabía cómo podía decirle "no" sin que su cuerpo instintivamente obedeciera. Aunque también estaba la duda del por qué una mujer podía transformarse en loba. Según los más antiguos de la reserva, jamás hubo una mujer lobo, aunque el abuelo de Quil prefería no hablar de ello.
El Alfa llevó a la chica hasta su casa y la tumbó en su cama. Jacob se había ido a vivir solo sin tener, realmente, otra opción. Le había costado dejar a su padre, pero como Alfa tenía que quedarse en la casa que le pertenecía por excelencia. Era una casa de madera bastante grande, demasiado grande para él solo.
Se quedó mirando a la mujer frente a él por un largo tiempo. Los párpados completamente cerrados y sus largas pestañas descansando al inicio de sus mejillas, su brillante cabello negro extendido por la almohada y, sólo por un segundo, se sintió sexualmente atraído por ella. Tuvo la necesidad de despertarla, quitarle la única prenda que la tapaba y hacerle el amor.
Pensamiento que le incomodó. Llevaba unas semanas pensando así sobre ella. Se dio un golpe a sí mismo y suspiró. Necesitaba dejar de pensar en ella, tan sólo era Leah.
Asegurándose que no había nadie alrededor de la casa, salió dispuesto a encontrar a Sam, lo cual no era especialmente difícil ya que estaría revolcándose en la cama con Emily.
Golpeó una sola vez la puerta y Sam salió sólo con un pantalón. Jacob no aguantó y, agarrándolo por el cuello, lo estampó contra la pared.
-¿Vas a matarme, Jacob? ¿Vas a acabar con un compañero tuyo por una mujer?- preguntó Sam, con la voz entrecortada por el agarre de Jake.
-Tú no eres nada para mí.- Apretó el agarre con furia. Sam intentaba respirar inútilmente. El aire se estaba acabando.
-…conciencia…-es lo único que Jacob escuchó. Lo soltó. Sam empezó a coger todo el aire que podía, disfrutando el poder volver a respirar.
-Está bien, Sam, no te mataré.- Una sonrisa surcó los labios del hombre jadeando.- Pero te vas de La Push. Te expulso de aquí. Vete y no vuelvas.
-Tú no puedes hacerme esto…- sus ojos de abrieron como platos. Jacob no podía echarle de su hogar.
-Esas son las consecuencias de tus actos.- Jacob se dio la vuelta, dispuesto a marcharse. Sabía que Sam no podría atacarle por detrás, le había dado una orden, y tendría que irse de la reserva si no quería ser asesinado por un grupo de hombres-lobo furiosos.
-Poco a poco, Jacob. No importa lo mucho que quieras ignorarlo, Leah no te es indiferente.- Jacob se paró bruscamente ante las palabras de Sam. – No puedes hacer nada. ¡Jódete!
El Alfa se transformó en lobo haciendo jirones su ropa. Miró a Sam, retándole. Él sólo agachó la cabeza.
Jacob se alejó corriendo.