Ante todo:

DISCLAIMER: los personaje pertenecen a Stephenie Meyer, aunque la historia es mía.

Las cursivas son conversaciones telefónicas o conversaciones que se oyen en la lejanía.

Los pensamientos de los personajes están escritos "entre comillas".

La historia está escrita desde el punto de vista de Bella Swan.

Los personajes son humanos. HUMANOS.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Advertencia. Es historia con Lemons y un vocabulario… no muy fino, como yo digo. Aunque muchas lo hemos utilizado alguna vez.

Esta historia no es, para nada, parecida al resto de las que he escrito.

Solo aviso.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

- Bella?

- Si?

- Te ocurre algo?

- No.

Dejé el panfleto encima de la cama y me di la vuelta para encontrarme con la cara de preocupación de mi prometido. El generoso, amable, simpático, guapo y perfecto Jacob. Bueno, eso cuando no le daba uno de sus ataques de paranoia y/o neurosis.

- Estás muy callada. – dijo envolviendo mi cuerpo con sus grandes y cálidos brazos.

- Estoy pensando, en tu indirecta tan sutil. – dije dejándome abrazar, aunque no me molesté en devolverle el abrazo.

Jacob pareció entender al momento mis palabras y empezó a reír son esa risita burlona suya.

- Acaso es demasiado pedir que bailemos en nuestra boda? – puso sus manos sobre mis hombros y me separó de su cuerpo lo suficiente para poder mirarnos a la cara. Su sonrisa había desaparecido. – Dime, es mucho pedir?

- Yo no se bailar. – murmuré esquivando su profunda mirada.

- Por eso mismo traje el panfleto. – fue hacia la cama y lo cogió. – Con cinco o seis clases seremos unos expertos bailarines.

- Sigo creyendo que no es buena idea. – dije, siguiendo con mi empeño de no poner un pie en la pista de baile, aunque con ello solo estaba consiguiendo herir a mi chico.

- Sabes? haz lo que te de la gana. – dejó el panfleto en mis manos de mala manera y se fue en busca de sus pantalones, que estaban aun tirados por el suelo. – Pero esa noche te sacaré a bailar, sepas o no.

- Pero…

- Hasta mañana. – y sin darme mi beso de despedida, se marchó de mi habitación.

Jacob tenía el don de hacerme sentir culpable en cualquier situación, aunque se tratara de una chorrada. Además, que necesidad tenía yo de ir a una escuela de baile? Con eso solo iba a conseguir perder el tiempo. Y todo para aprender a bailar para una sola noche. "Que le den. No pienso ir. Es perder el tiempo."

Sin pensármelo dos veces, me fui directa a la ducha. Encendí el agua fría que tanto necesitaba para poder olvidar mi, llamémoslo discusión con Jacob. Jacob y yo nos conocíamos desde que éramos unos renacuajos de seis años. Recuerdo el día que nos conocimos. Arrancó unas flores el jardín e la casa del vecino y me las regaló. Incluso me pidió matrimonio. Eran un niño tan mono… y cuando teníamos diecisiete años, después de que dejaran nuestras respectivas parejas, acordamos que si a los veinticuatro años no nos habíamos casado, nos casaríamos nosotros dos. Y ese momento había llegado. Jacob y yo íbamos a casarnos en menos de un mes. Un mes para la boda y yo ya me estaba poniendo histérica perdida. Y no solo era por la boda o la estúpida idea de dar clases de baile, sino por mi hermana. Ella volvía loca a cualquiera.

Ring, ring.

- Mierda! – quise salir corriendo de la ducha, pero me resbalé y me caí de culo en el plato de ducha. – Maldita Alice. – maldije, sabiendo que era ella la que me llamaba.

Llevaba llamándome al móvil toda la santa mañana. Incluso durante mi sesión matutina de sexo con Jacob. Y sabía que eso era realmente lo que había molestado a Jake. Sino, porque cuando el teléfono había empezado a sonar exclamó 'es que ya no se puede ni follar sin que nadie nos moleste?'

Yo también me había mosqueado. Me había quedado sin mi tan ansiado y necesitado orgasmo.

Conseguí ponerme en pie cuando el teléfono daba su último timbrazo. No me molesté en vestirme, ya que estaba sola en el apartamento y, sinceramente, ir desnuda era muy cómodo. Miré la pantalla de móvil y, efectivamente, había sido Alice quien me había llamado las catorce veces. La llamé al momento para echarle la bronca. "Catorce llamadas en menos de una hora y media. Si no fuera mi hermana, la mandaba directamente a la mierda.

- Buenos días! – exclamó mi hermana. Se la notaba entusiasmada.

- Hola. – yo no estaba tan contenta como ella.

- Bella, que mal te veo. Vaya voz. Ha pasado algo?

- Tú. Eso es lo que ha pasado. Catorce llamadas? Te has pasado un poco. – iba removiendo la ropa de mi armario, en busca de lo apropiado para ese día. Tenía una importante reunión en menos de dos horas. – Que es lo que querías?

- Quería saber si te va bien que mañana vayamos a mirar los vestidos de la dama de honor.

- Y no me lo podías decir a la hora de comer? – exclamé, incrédula. – A ti lo que te gusta es joder, no?

- Tal vez tú si que deberías joder un poco y bajar esos humos.

- Es lo que estaba haciendo, pero tú y tus llamaditas me habéis dejado a medias. – cada vez iba subiendo el volumen de mi voz. No podía evitarlo. Estaba a punto de ponerme a gritar.

- Y…

- Pues que sigo más caliente que un volcán en erupción! – Vale. Me había puesto a gritar.

- Date una ducha fría.

- Vete a la mierda.

- Yo también te quiero hermana mayor. – dijo con su risita, indicando que se estaba tomando el asunto a coña. – Nos vemos a la hora de la comida.

- Adiós. – colgué el móvil y lo metí en mi bolso. – Maldita Alice.

Cogí la ropa, que se me había caído al suelo, y me vestí. Me peiné, recogiéndome el pelo en una cola alta y me maquillé. Nada, solo un poco de sombra de ojos y brillo de labios. Yo nunca me maquillaba, pero ese día tenía que impresionar a los clientes, y toda ayuda era poca.

Me vestí con un traje chaqueta negro y una blusa de color crudo. Me calcé con mis zapatos de tacón negros, cogí mi bolsa de deporte y me fui al despacho.

Continuando con la buena suerte de ese día (nótese el sarcasmo), había habido un accidente y el puente hacia Manhantan estaba cortado. "Jodido pirado."

Al final, tuve que llamar a mi secretaria y amiga para decirle que llegaría tarde.

- Qué? Se alargó la sesión de sexo de ésta mañana?

- Calla. Hay un accidente en el puente. Llevo ya una hora aquí y no he avanzado ni cien metros.

- Tranquila. Le diré al señor McCarty lo que te ha pasado.

- Gracias Rosalie.

Volví a guardar el móvil en mi bolso y me quedé pensativa. Aun seguía con el calentón encima, y solo se me ocurría una forma de hacerlo desaparecer, aunque no estaba en el lugar indicado. "Nadie tiene porque saberlo."

Quité la mano de la palanca de cambio de marchas y la fui metiendo poco a poco por debajo de mi falda, empezando a apartar mis braguitas, imaginado lo que haría con Jacob si lo tuviera allí, a mi lado.

Piip, piip.

- Mierda!

El puente se había despejado bastante y los claxon de varios coches reclamaban que me pusiera en marcha. Apenas me había dado cuenta de lo que iba pasando a mí alrededor. Lo raro era que nadie se hubiera percatado de lo que acababa de pasar en el interior de mi Mercedes rojo. Había logrado terminar lo que había empezado esa mañana con Jacob., y que Alice había interrumpido.

Llegué al despacho cuando ya pasaba más media hora del inicio de la reunión, aunque no fue ese al primer lugar al que fui. Entré a toda prisa en el cuarto de baño y me lavé cuatro veces las manos. "Solo falta que vaya ambientando la sala de reuniones con mis calenturientos olores."

Comprobé en el espejo que estaba más o menos visible y salí corriendo del baño, chocando con una enorme mole llamada Emmett McCarty. O lo que es lo mismo, mi jefe.

- Siento haber llegado tarde, señor McCarty.

- Te estamos esperando. Rosalie nos ha dicho que estabas en un atasco. Te esperamos para empezar con la reunión.

- Si… gracias. – dije, un poco nerviosa debo reconocer.

- Porque tiemblas? – dijo al tiempo que me cogía de la mano y empezamos a andar hacia la sala. – Ya has llegado a la reunión, así que ya te estás calmando. – asentí con la cabeza, aun nerviosa. – Es que acaso me tienes miedo? – dijo empezando a reír.

- No. A quien tengo miedo es al señor Whitlock. "Whitlock era nuestro cliente."

- Me parece bien que le respetes, pero no que le tengas miedo. – sus manos sujetaban ahora las mías a la altura de nuestras caras. – Dios mío, Bella! Si hasta te tiemblan las rodillas!

Era cierto. Estaba tan nerviosa que sentía como si no pudiera dar un paso más. si un hubiera tenido a Emmett a mi lado, seguro que me habría caído al suelo. Ya estábamos frente a la sala de reuniones y besó el dorso de mis dos manos.

- Bella, tranquilízate. Es un cliente más. – dijo en un patético intento de animarme. Sabía perfectamente que era alguien muy importante para la empresa.

- Ya… ya…

- Vamos. – me dio un breve beso en los labios, acarició mis mejillas y entramos.

Emmett y yo habíamos estado juntos durante un año y dos meses, pero acabamos dándonos cuenta de que nos llevábamos mejor como amigos que como pareja. Durante unos pocos mese habíamos sido… bueno, lo que se denomina como folla-amigos, pero cuando me reencontré con Jacob di por finalizada esa relación. Ahora, simplemente éramos amigos.

En la sala de reuniones había tres personas. El señor Whitlock, dueño de la empresa que queríamos comprar, Tanya Denali, la abogada de la empresa y Leah Clearwater, que no se exactamente que era lo que hacia en la empresa. Secretaria personal, creo. Vamos, una lame culos en potencia. En realidad, según los rumores, lo que ella le lamía al jefe era otra cosa.

Aun no se como lo llegamos a conseguir pero, después de hora y media, el señor Whitlock accedió a volver a quedar con nosotros a la semana siguiente, para ultimar varios pequeños detalles del acuerdo. "Lo hemos conseguido. Yuhu!"

Cuando al fin Emmett y yo nos quedamos a solas, nos abrazamos, empezando a saltar por la sala, como si fuéramos dos niños pequeños.

- Te das cuenta, Bella? lo hemos conseguido!

Aun no me lo creo. Como había podido darme tanto miedo el señor Whitlock? Era un hombre muy agradable, y no era mucho mayor que yo. Tendría unos treinta años.

- Si, Emmett.

Volví a sentir sus labios sobre los míos, sus manos en mi espalda, pegando mi cuerpo al suyo. En otra época me hubiera gustado, pero ahora…

- Emmett, ya vale. – dije intentando apartarme de él.

- Perdona. Es que aun no me acostumbro a que… bueno…

- A que estoy prometida? – dije sintiendo como retrocedía un par de pasos. – Pero lo estoy.

- Perdona. – repitió. – Bueno, me voy a mi despacho.

- Yo también me voy al mío. En un par de horas me voy. – salí del despacho, dejando atrás a mi jefe, y fui hacia mi despacho.

Me senté en mí cómoda silla, encendí el ordenador y esperé a que se cargara del todo.

Lo que acababa de pasar en la sala de reuniones me había hecho pensar en Jacob otra vez. Cogí el auricular de mi teléfono, marqué su número y esperé. No respondió, pero no insistí. Le dejé un mensaje en el buzón de voz y colgué.

Tenía mucho trabajo por delante, pero no hice nada de eso. Me dediqué a mirar mi facebook y las fotos que Jacob había colgado hacía pocos días. Fotos de nosotros dos, durante las últimas vacaciones de verano en Forks, en el pueblo en el que vivía la familia de Jacob. Sonreí al verlas. Nos lo habíamos pasado tan bien…

- Toc, toc. – dijo una voz al otro lado de la puerta. – Se puede?

- Si. – dije cerrando el facebook y abrí el documento en el que, en teoría, estaba trabajando. – siéntate, no te quedes ahí. – dije al ver que Rose no se había movido de al lado de la puerta.

Rosalie se sentó frente a mí y me miró con una cara que no acababa de identificar.

- Que te ocurre? – dije levantándome de mi sitio y me agaché al lado de mi amiga, que se puso a llorar en cuanto puse mi mano sobre su brazo. – Rose!

- Os he visto. – dijo poniéndose en pie de golpe.

- No te entiendo.

- Tú. Emmett. Sala de reuniones. – dijo secándose las lágrimas con los puños.

"Nos ha visto."

- No fue nada, Rose. – dije intentando acercarme a ella, pero siguió huyendo de mí. – No estoy con él.

- Pero…

- Hay algo que no sabes. – a pesar de que éramos amigas, nunca le había contado lo de mi noviazgo con Emmett. Rosalie estaba enamorada de él.

Cogí a Rosalie de la mano y tiré de ella hacia la sala de descanso, que estaba vacía. Mientras le contaba la historia, la expresión de Rose cambió varias veces. "En que estará pensando?"

- Que piensas? – dije temiendo su respuesta. No respondió. Se puso en pie y se marchó.

Ring, ring.

- Alice siempre tan oportuna. – dije yendo hacia mi despacho, donde tenía mi móvil. Me quedé sorprendida al ver el nombre de Jacob en la pantalla, y no el de mi hermana. – Hola Jacob. – respondí.

- Como ha ido la reunión. – su voz sonaba alegre, lo que me hizo sonreír. No estaba enfadado, tal y como yo pensaba.

- Mejor de lo que esperaba. – fui hacia la puerta y la cerré por dentro. Una loca idea rondaba mi cabeza. – Siento que esta mañana Alice nos interrumpiera. – me senté en mi silla y puse mis pies, sin zapatos, sobre la mesa.

- Y yo. Cuando he llegado a casa he tenido que… bueno, eso. – Jacob no se sentía muy cómodo hablando de sexo, aunque al momento entendí que se había masturbado.

- Yo también. En el coche. – añadí, provocando que estallara en carcajadas.

- Pervertida…

- No sabes cuanto. Estoy deseando que llegue la noche. – dije empezando a par mi mano por mi vientre, sintiendo como mi temperatura corporal iba en aumento.

- Te estás tocando? – el chico sentía curiosidad y decidí intentar algo que había visto por televisión.

- Si. Me estoy acariciando los pechos. – dije llevando mi mano a uno de mis pechos, empezando a jugar con mi pezón excitado y no pude evitar gemir ante tal sensación.

- Mmm. Que más? – oí el bajar de una cremallera y sentí como empezaba a humedecerme al imaginar lo que estaría haciendo Jacob.

- Voy bajando mi mano. Y tu que estás haciendo? – dije metiendo mi mano por debajo de mi falda, abriéndome un poco de piernas.

- Me imagino que estás aquí, masajeándomela… - su voz sonaba en un susurro y cuando oí un gemido escapar de sus labios, sentí como se me humedecían los dedos, que metí por debajo de mis braguitas. – Te siento encima de mí.

- Oh Jacob. Yo también te siento, entrando en mí.

Si, sentía como si le tuviera dentro al meterme tres dedos. Estaba tan excitada que no me fue difícil. Al contrario. Sentía que podría meterme cualquier cosa. "No seas pervertida, Bella. Conténtate con tus dedos y esta noche ya tendrás a Jacob para ti."

Oí a Jacob al otro lado de la línea, masturbándose y gimiendo mi nombre. Me tenía loca. Yo estaba igual que él. Sintiendo como la fuerte sensación de mí bajo vientre estaba a punto de desaparecer, desencadenando un orgasmo mayor que el de esa mañana, en el coche. No había ni punto de comparación.

Toc, toc.

- Mierda. – susurré, en vez de gritar, que era lo que yo necesitaba en ese momento.

- Bella, porque has cerrado la puerta? – emmett intentaba abrir la puerta conforme hablaba.

- Ya voy. – dije, aunque no me moví. Jacob aun no había llegado y yo tampoco, aunque faltaba poco. – Jacob… háblame. – supliqué. – Como la tienes?

- Voy a correrme. Por y para ti. – dijo antes de soltar un grito ahogado.

- Dios! – sentí la mano empapada. Intenté tranquilizar mi respiración, pero me costó varios segundos hacerlo.

- Jacob…

- Bella, que estás haciendo ahí dentro?

- Es ese Emmett?

- Si.

- Ve. Cariño?

- Si?

- Gracias por esto. Y perdona por haberme enfadado esta mañana.

- Estás más que perdonado. – dije poniéndome bien la ropa y me puse en pie. – Te quiero.

- Te quiero. – dijo antes de colgar.

Colgué el teléfono y fui corriendo al baño privado de mi despacho y me lavé con ahínco la mano que tanto placer me había provocado hacía pocos segundos. Emmett seguía intentado abrir la puerta. Me mojé un poco mis sonrojadas mejillas y fui a abrir la puerta.

- Emmett, que pasa? – dije volviendo a mi mesa.

- Que estaba pasando?

- Nada. – dije escondiéndome detrás de la pantalla del ordenador.

- Vamos, Bella. Te he oído gemir. – dijo en cuanto hubo cerrado la puerta.

- Me has oído? – exclamé, ruborizándome por la pillada.

- No, pero acabas de confirmar mis sospechas. – "maldito cabrón." – un poco de…

- Calla. – me levanté corriendo y fui a taparle la boca con las manos en el momento en que decía 'sexo telefónico'. – no ha pasado nada que te incumba, vale?

Emmett asintió con la cabeza y le destapé la boca.

- Me voy. He quedado con Alice. – cogí mi bolso y me fui.

Fui corriendo hacia el aparcamiento, donde tenía mi coche. Sabía que no estaba sola. Podía sentir sus ojos clavados en mi nuca como un par de agujas. Eso sin mencionar que esa parte del parquing olía a su perfume.

- Rosalie? – dije sin volverme.

- Siento haber reaccionado tan mal antes. – dijo acercándose a mí, hasta ponerse a mi lado.

- Es comprensible. – me volví hacia ella y le di un breve abrazo. – Tendría que habértelo contado en cuanto me dijiste lo que sientes por él.

- No tengo ningún derecho a ponerme celosa. Emmett no es nada mío. – dijo abrazándome con un brazo, mientras que con la mano que le quedaba libre secaba sus lágrimas.

- Lo será. Y yo voy a ayudarte.

- Gracias. No te entretengo más. – dijo empujándome levemente hacia mi coche. – que vas a hacer hoy?

- Comida con Alice, gimnasio y clase de baile.

Si. Había terminado por decidir que Jacob merecía que bailáramos juntos el día de nuestra boda. "Siempre acabo cediendo."

- Buena suerte. – dijo sonriendo.

Entendía porque me deseaba suerte. Siempre que salía a comer con Alice, mi hermana no me dejaba hacer nada de lo que tenía planeado hacer. Pero ese día iba a ser distinto. Una cosa era perderme la sesión de gimnasia, pero no podía faltar a la clase de baile. Tenía la intención de que ese fuera mi primer día. "Por Jacob."

Me monté en mi coche y conduje con calma hacia el restaurante en el que había quedado con mi hermana, que me estaba esperando en la mesa en la que solíamos sentarnos siempre. En cuanto me vio, vino corriendo a abrazarme.

- Alice, que efusiva. – dije sentándome a su lado.

- Es que me alegro de verte.

- Nos vimos ayer.

- Ya… que vas a hacer luego? – dijo empezando a jugar con la servilleta. Siempre hacía eso cuando estaba nerviosa.

- Voy a aprender a bailar.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Bueno, que os ha parecido. Espero que os haya parecido digna de seguir leyéndola.

Bella va aprender a bailar. Quien será el profesor?

Solo digo eso.

Ya sabéis como comunicaros conmigo ante cualquier cosa.

Un besito.