Capitulo 1

Bella POV

- Liz despídete de tu padre o llegaremos tarde a coger el avión – le dije a mi hija por décima vez.

- No quiero ir – lloriqueo desde el piso de arriba.

- Deja de ser una niña infantil y muévete – le regañé, para tener quince años algunas veces podía llegar a ser muy infantil. Ella era físicamente igual que yo, tenía mi pelo castaño, le llegaba a los hombros, se le ondulaba en las puntas al igual que a mí, los ojos eran negros como los de Jake y ya me había alcanzado en la altura, pero tenía el temperamento de su padre. – ¡Seth, mueve tu pequeño culo tú también! – mi hijo pequeño era casi más maduro que su hermana en estas situaciones para tener diez años, él era físicamente como su padre, tenía el pelo negro, lo llevaba un poco largo, le llegaban los mechones a las orejas, aunque sus ojos a diferencia de los de su hermana eran de color café como los míos y tenía el mismo carácter que yo, a veces era más inteligente que su hermana para tener cinco años menos que ella.

- ¡Yo tampoco quiero ir! – estaba equivocada, era igual de infantil que su hermana.

- Hacer caso a mamá o llegareis tarde – les regañó Jake. – Venir a despediros de mí. Sabéis que nos veremos pronto.

Aquí me encontraba yo, en el pequeño pueblo de Forks esperando que mis dos hijos se despidieran de su padre para poder ir a coger un avión a Port Ángeles para viajar a Seattle, donde me habían ofrecido un trabajo de profesora en una escuela bastante prestigiosa, una oferta que no podía rechazar. Además necesitaba cambiar de aires, estar en este pueblo me estaba consumiendo poco a poco.

Mire mi reloj como por duodécima vez en cinco minutos, gemí, si no corríamos un poco, perderíamos el avión.

- ¡Chicos venir ya a despediros de mí! – gruñó Jake mirándome de reojo.

- Gracias – le dije cogiendo mi bolso.

Mis dos pequeños monstruos bajaron con la cabeza cabizbaja y arrastrando los pies. En cuanto tocaron el suelo del piso de abajo, Jake se abalanzó sobre ellos y comenzó a besarles la cara y a abrazarlos. No pude evitarlo, un par de lágrimas cayeron por mis mejillas y me sentí culpable por separarlos de su padre. Sé que era egoísta pero era una oportunidad que no podía rechazar, e irme para alejarme de todo esto me iba a venir muy bien.

Jacob y yo nos habíamos separado hace medio año, fue por decisión de ambos, él ya no me atraía como antes y yo a él tampoco, nuestros sentimientos hacia el otro habían cambiado, ya no estábamos enamorados como hace veinte años, aunque creo que nos casamos porque yo me quedé embarazada y no porque estábamos enamorados, a pesar de haber estado 4 años como novios. Llegamos a un acuerdo cuando le conté que me iba a Seattle durante una temporada a trabajar y que me iba a llevar a nuestros hijos, no puso objeción, a pesar de estar separados éramos muy buenos amigos, incluso más buenos que antes de haber empezado nuestra relación. Había dos pequeñas vidas que dependían de nosotros y llevarnos mal no iba a ser bueno para nadie, yo aun lo quería, no de la forma que lo quise cuando nos casamos, sino como el gran amigo que es.

Después de despedirse nuestros hijos de su padre, caminaron al coche donde mi padre nos estaba esperando para llevarnos al aeropuerto. Me gire para ver a Jacob, tenia pequeñas lágrimas en los ojos, mis ojos no tardaron en inundarse de lágrimas acompañando a las suyas. Me acerque a él y lo abrace como si la vida se me fuera en ello, Jake me acompañó en el abrazo apretándome cada vez más y más fuerte.

- Te voy a echar mucho de menos, Jake – lloriqueé en su pecho.

- Nos veremos la semana que viene, Bella.

- Lo sé, pero te voy a echar de menos.

- Entonces no te vayas – su voz tenía una súplica que no pude evitar escuchar, quería decirle que me quería quedar, pero necesitaba alejarme.

- No puedo Jake, necesito hacer esto.

- Bueno, entonces nos vemos la semana que viene.

- ¿De verdad qué no te importa llevarme lo que me queda por llevar? – le pregunté separándome de él. – Vas a perder muchos días de trabajo – tenía su propio negocio pero llevarnos las cosas hasta Seattle iba a tener como consecuencia que cerrara su tienda y taller mecánico durante unos días perdiendo dinero.

- No, así podré ver a mis pequeños diablillos. Además es bueno ser tu propio jefe – bromeó.

- Gracias por todo Jacob – le volví a abrazar y le di un beso en la mejilla.

- Sabes que siempre estaré ahí Bella, para lo que quieras.

Después de despedirme de Jake corrí al coche donde ya me estaban esperando. Mi padre nos llevó hasta el aeropuerto de Port Ángeles, donde llegamos justo a tiempo. Tuvimos que despedirnos de él en la puerta ya que no lo iban a dejar pasar a la sala de espera. Más lagrimas derramamos los cuatro, mi padre rara vez mostraba sus sentimientos, pero estaba vez no pudo evitar llorar con nosotros.

Subimos al avión dos horas después, nos sentamos en nuestros asientos. En cuanto despegamos y estuvimos a una altura considerablemente de vértigo, nos quitamos nuestros cinturones. Seth se acurrucó en mi regazo y Liz se puso sus auriculares y encendió su iPod.

- Mamá – me llamó mi pequeño desde mi regazo alzando la mirada hacia mí.

- Dime – le acaricie su pelo negro quitándolo de sus ojos.

- ¿Nos hemos ido por qué ya no quieres a papá? – sus brillantes ojos a causa de las pequeñas lágrimas que tenia acumuladas en sus ojos negros me rompió el corazón, pero antes de que pudiera contestarle su hermana lo hizo por mí.

- Claro que le quiere, no seas tonto. Solo que ella necesitaba escaparse del pueblo y nos ha llevado a rastras con ella en un acto muy egoísta – me quedé petrificada con las palabras de Liz.

- Elizabeth – conseguí decir después de salir de mi estado de shock. Pero no pude decir mucho más, ella tenía razón, los estaba arrastrando conmigo.

- No digas eso, yo voy con mamá porque quiero estar con ella, tú podrías haberte quedado con papá, porque sabes que lo que más te fastidia no es irte del pueblo al que tanto dices querer sino de haberte separado de Jared - le contestó su hermano.

Me quedé todavía más en shock. ¿Quién es Jared?, me pregunté interiormente, ¿mi pequeña tenia novio y yo no lo sabía?.

- ¡No digas tonterías, enano! – le chilló Liz.

Empezaron a discutir y chillar cada vez más alto, intente por todos mis medios posibles que dejaran de discutir, pero no hubo manera. Al final se callaron y se sentaron cada uno de nuevo en su asiento – porque se habían levantado para chillar más alto – cuando vino la azafata y les regaño para que se callaran.

Cuando llegamos a Seattle y bajamos del avión, caminamos para coger nuestras maletas. Habíamos llevado poca cosa, para no ir cargados hasta nuestra nueva casa. Jake nos llevaría todo lo que teníamos en Forks en un camión que iba a alquilar hasta Seattle.

Caminamos hacia la salida donde Jasper, mi mejor amigo desde que tengo memoria nos estaba esperando apoyado sobre su coche nuevo, un Mercedes negro. Jasper me había acompañado un par de meses antes para buscar nuestra casa en Seattle, había sido de mucha ayuda a la hora de comprarla, me había dejado la mitad del dinero que le iba a devolver poco a poco, era un joven adinerado gracias a la herencia que le había dejado su abuelo, tenía dinero como para vivir dos vidas, según me decía él. Montó su propia consulta de psicología en Forks, era muy buen psicólogo, pero ahora había pedido sitio en el hospital de Seattle – le aceptaron sin pensárselo mucho, - para poder estar conmigo, apoyándome en este viaje, cosa que agradecí profundamente.

En cuanto nos vio, corrió hacia nosotros y nos abrazó a los tres con sus largos brazos.

- Os he echado mucho de menos – nos dijo a los tres separándose de nosotros y cogiendo el carro donde llevábamos nuestras maletas.

- Tío Jazz, nos viste la semana pasada – le dijo Seth rodando los ojos.

- Sí, pero eso es mucho tiempo, pequeño – estiro su mano y le revolvió el pelo.

- No me llames así – se quejó Seth. Siempre que lo llamaba pequeño hacia un pequeño puchero en mi dirección para que le dijera algo a Jasper, pero estaba vez lo ignoré sacándole la lengua en un acto muy infantil por mi parte.

Cuando tuvimos todo metido en el maletero del coche y nosotros estábamos dentro sentados, nos pusimos en marcha para ir hacia nuestro nuevo hogar. El viaje iba a ser un poco largo, vivíamos casi a las afueras de Seattle para tener una vida relajada después de un duro día en la escuela. La casa que habíamos comprado para los cuatro, porque sí, Jasper iba a vivir con nosotros, era bastante grande, más grande de lo que yo quería pero la insistencia de Jasper por tener una casa así pudo conmigo y acabamos comprando una preciosa casa de dos pisos. El piso de abajo se componía con el salón, la cocina, un comedor, una sala de juegos y un baño. En el piso de arriba estaban las habitaciones, cinco en total, una para cada uno, dos de las cuales estaba compuesta por un baño interior de las habitaciones. Las otras tres tenían que compartir baño, un amplio baño que era tan grande casi que una habitación. Tenía un jardín delantero con un garaje que tenía una puerta que daba al interior de la casa, conectada a la cocina. También tenía un enorme jardín trasero, en el que había un par de columpios y una hermosa vista a las luces de la ciudad.

- Os va a encantar la casa que escogimos vuestra madre y yo – les dijo Jasper con una sonrisa y mirando por el retrovisor interior mirándolos a ambos.

Ninguno de los dos contesto y yo empecé a ponerme nerviosa. ¿Y si no les gustaba la casa?, ¿y si la hubieran preferido en otro lado?, ¿y si preferirían vivir en la ciudad en vez de vivir en un sitio un poco alejado del ruido de la ciudad?, ¿y si…?. Mis pensamientos fueron interrumpidos por la mano de Jasper al posarse en mi pierna para tranquilizarme, estaba moviéndome intranquila en el asiento del coche.

- Todo estará bien, no te preocupes – me susurró tan bajo para que yo solo pudiera oírlo, me tranquilizó un poco con su toque pero aun tenia los nervios a flor de piel, solo pude darle una pequeña sonrisa forzada.

Una hora después llegamos a nuestra casa. Seth bajó corriendo del coche para acercarse al porche y asomar su cabeza por el cristal de una de las ventanas delanteras que daba al jardín delantero para mirar el interior de la casa. Yo bajé despacio suspirando y con la ayuda de Jasper que me había extendido su mano para salir del coche, porque Liz todavía estaba en el coche enfurruñada maldiciendo entre dientes cosas que no lograba entender. Después Jasper caminó hacia la parte trasera del coche y abrió el maletero de su Mercedes, para sacar nuestras maletas de él.

Llegamos a la puerta principal y Jasper sacó tres llaves de su bolsillo. Nos entregó una a mí, otra a Liz y otra se quedó él.

- ¿Para mí no hay? – preguntó Seth haciendo un puchero.

- No pequeño, para ti no hay – le revolvió el pelo y abrió la puerta principal.

- ¡No me llames así! – chilló entrando en casa arrastrando los pies.

- Vas a tener que hacerle una copia a él también, Jazz – le advertí en un susurró.

- No te preocupes, tengo su llave en mi bolsillo. Solo quiero hacerle rabiar un poco – me sonrió.

Entramos los tres dentro de nuestra casa, nos quedamos en el recibidor, a Seth no se le veía por ningún lado desde donde yo estaba. Liz estaba mirando alrededor pero no se movía de donde estaba. Jasper me empujó un poco para que caminase y entrase más adentro. Yo ya sabía cómo era la casa, solo esperaba que a mis hijos les gustase.

- ¿Hacemos un recorrido turístico? – le dije a Liz. Ella solo asintió.

Cuando empezamos a caminar por el piso inferior llegó Seth corriendo por las escaleras.

- No corras – le regañé, sabiendo bien que tenía mis habilidades para caerse sin dificultad.

- ¡Ya he elegido mi habitación! – dijo emocionado.

Les enseñé la casa a Liz y a Seth, empecé por el piso de abajo, mostrándoles todo lo que había y yo sorprendiéndome de cómo la había decorado Jasper, iba a tener que hablar con él más tarde para saber quien le había ayudado a hacerlo. Subimos al piso superior y allí estalló la guerra.

- ¡Esta habitación la he elegido yo para mí! – gritaba Seth desde dentro de una de las habitaciones.

- ¡No!, esta me la quedo yo. Tú escógete otra – gritaba ahora Liz.

- ¡No!. Vas a ir a mamá, la vi yo primero y me la quedo yo – podía escuchar la voz de mi pequeño que estaba al borde de las lágrimas.

- Eso vete a chivarte a mamá, es lo que siempre haces – más chillidos.

Suspiré y con paso lento, muy lento me acerque hacia donde mis dos diablillos estaban gritando. Entré en la habitación y los vi gritarse el uno al otro de forma histérica y amenazándose. Comencé a llamarles pero ninguno de los dos me hacía caso. Empecé a gritar, pero sus chillidos eran más altos que los míos. Como último método y así no dañarme las cuerdas vocales para que dejaran de gritar, cerré la puerta de un portazo. Fue semejante el portazo que vibraron hasta los cristales de las ventanas, pero consiguiendo mi objetivo, hacerlos callar.

- ¡Ya os vale a los dos! – les regañé poniéndome las manos en las caderas.

- Empezó ella – Seth señaló a su hermana.

- No lo creas mamá, fue él, el que empezó.

- ¡Mentirosa! – y los chillidos volvieron. Estuvieron un rato así hasta que mi paciencia llegó a su límite.

- ¡OS HE DICHO QUE YA OS VALE! – para mi suerte chillé más alto que ellos. Se quedaron callados y un poco asustados. - ¿Qué pasa?, ¿no sabéis comportaros?.

- Pero mamá… - se quejó Seth.

- De peros nada – le corté. – Decirme que pasa aquí – pregunté aun sabiendo lo que ocurría.

- Yo elegí este cuarto antes que Liz pero ella también lo quiere pero es mío.

- No es tuyo enano, este me lo quedo yo – protestó Liz.

- Liz – la advertí, ella me desafió mirándome a los ojos y entre cerrándolos, pero no me intimidó. – Tu hermano es pequeño y…

- Déjalo mamá. Siempre es igual cuando se trata de él – señaló a su hermano. - ¡No sé para qué coño me tuviste a mí sino me quieres! – me gritó en la cara y salió corriendo de la habitación. Unos segundos después escuché la puerta principal cerrarse de un portazo.

Me quede en estado de shock. ¿Qué había sido eso?. Mi propia hija gritándome y diciendo cosas que no eran verdad, me había dejado bloqueada. ¿Cómo podía decirme que no la quería?. No podía creerme lo que me acababa de decir. Las lágrimas no esperaron a hacer su aparición, tan rápido como se fue por la puerta unas solitarias cayeron por mis mejillas.

- Mamá. No la creas, sabes que no lo decía enserio. Solo se ha enfadado porque me quedo yo con la habitación – me dijo mi pequeño rodeándome la cintura con sus brazos. Parecía mentira que mi hijo tuviera tan solo diez años, era demasiado inteligente para su edad.

- ¿Qué ha pasado? – nos preguntó Jasper entrando a la habitación. - ¿Estás bien, Bella?.

- S…sí.

- Liz le ha chillado y le ha dicho cosas feas – explicó Seth.

- Ya lo he oído – le contestó Jazz. – Vamos a beber un poco de agua, Bells.

Caminamos los tres escaleras abajo, hacia la cocina, me senté en una de las sillas y me quite las lágrimas con las mangas de mi jersey. Jasper me entregó el vaso de agua, al que le di un pequeño sorbo y se sentó en uno de mis lados y Seth en mi otro lado.

- ¿Te encuentras mejor? – me preguntó Jasper al cabo de unos minutos, frotándome la espalda.

- Sí – susurré.

- Mamá, si quieres le dejo mi cuarto a Liz, yo escogeré otro. Si se va a poner así por una estúpida habitación y gritarte como lo ha hecho prefiero que se quede con la habitación que me ha gustado a mí – mi pequeño era adorable al hacerme esa propuesta. La verdad no entendía porque estaban discutiendo por una habitación cuando las otras dos eran igual, solo faltaba darles nuestro toque personal, solo se diferenciaban que un par daba al jardín trasero y la que había elegido Seth al delantero.

- No se va a quedar con tu cuarto, Seth. Liz es la hermana mayor tiene que aprender que…

- Me da igual – le cortó Seth a Jasper encogiéndose de hombros. Apoyo la cabeza en mi hombro y me sonrió. – ¿Qué tal si empezamos a vaciar nuestras maletas?. Así no tendrás que pensar en lo que ha pasado y mientras Liz esté afuera calmándose y arrepintiéndose de lo que te ha dicho, podremos los tres reírnos al vaciar su maleta y ver la ropa tan ridícula que se ha traído.

- Seth, no hables así de la ropa de tu hermana – le regañé.

- Mamá, mamá, mamá, sabes en el fondo que tengo razón. A papá se le hinchaba la vena del cuello tanto que parecía que iba a explotar cuando salía con esa ropa que dejaba muy poco a la imaginación.

- ¡Seth! – le volví a regañar. Y mire a Jasper mandándole unas cuantas dagas envenenadas porque estaba descojonándose por lo que Seth había dicho.

Subimos al piso superior para deshacer nuestro poco equipaje, la maleta de Liz no quise tocarla por miedo a que me encontraría en ella, después del comentario de su hermano. Dejé que Seth eligiera otra habitación por elección propia, sabía que por la forma de haberse comportado su hermana no debería de tener la habitación que su hermano había elegido, pero Seth prefirió elegir otra a volver a ver a su hermana gritarme como lo había hecho.

Escogió la habitación que estaba al lado de la mía. Mi habitación estaba en frente de la de Jasper y la de él al lado de la de Liz, dejando la habitación del medio para los invitados.

Cuando metí mis pocas pertenencias en el armario, fui a la habitación de Seth para ayudarle con su ropa. Como estaba pensando que pasaría, Seth estaba tirado en el suelo con los pocos juguetes que había podido traer, mientras toda su ropa estaba fuera de su maleta, algunas de las ropas extendidas y otras arrugadas, hechas un revoltijo encima de la cama.

Suspire, con lo que me había costado doblarle toda la ropa después de haberme pasado toda la noche planchando, para que ahora cogiera y la dejara tirada y arrugada encima de la cama.

- Seth, ¿puedes decirme que hace toda tu ropa así? – le señale la cama.

- Veras mamá – dijo poniéndose en pie y caminando hacia mí. – Empecé a sacar mis cosas de la maleta pero cuando vi los juguetes más abajo no pude evitar ponerme a jugar con ellos.

- Vale, eso lo entiendo. Pero, ¿por qué tu ropa esta toda tirada encima de la cama? – volví a preguntar con toda la paciencia del mundo. Seth no solía ser un niño que daba problemas o dolor de cabeza, para eso se encargaba Liz, pero cuando le salía la vena infantil propia de un niño de diez años podría temerse lo peor.

- Es que los juguetes estaban debajo de toda la ropa, tuve que sacarla – hizo un puchero. – Empecé a meterla en el armario pero es que los juguetes me llamaban para ir a jugar con ellos.

Caminé hacia su armario, preparándome para asustarme de cómo me encontraría su ropa dentro de él. Para mi alivio los dos pantalones y las tres camisetas que había metido estaban en orden. Pero cuando abrí el cajón de su ropa interior ahogué un grito.

- Seth, explícame esto – apunte con mi dedo el cajón, que se encontraba revuelto, no se sabía dónde estaban ni sus calcetines, ni sus calzoncillos y sus camisetas interiores.

- Eso lo tuve que hacer muy rápido para ponerme a jugar. Volqué lo que quedaba en la maleta dentro del cajón y lo cerré – explicó encogiéndose de hombros. Saqué el cajón y lo volqué encima de su cama, donde aparte de salir su ropa interior salieron un pantalón y varias camisetas exteriores. – No hagas eso, mamá – me reprendió. Me gire hacia él y alcé una ceja. – Me ha costado mucho volcar la maleta en el cajón y ahora mira cómo has puesto todo – se quejó. Mi mirada incrédula iba de su cara a la cama y vuelta.

¿Me estaba regañando por hacer exactamente lo que había hecho él, después de haberle reñido yo?.

- Vete a por la tabla de planchar y la plancha – le dije entrecerrando los ojos.

Después de dos largar horas de planchado, doblado y ordenado en el armario, por supuesto con su ayuda, no le iba a dejar jugar mientras su habitación parecía una pocilga. Bajé abajo para encontrarme con Jasper en el salón donde estaba en el equipo de música poniendo un poco de música clásica.

- ¿Todavía no ha aparecido? – le pregunté sentándome en el sofá.

- No. Dale un poco más de tiempo – se sentó a mi lado y me atrajo hacia su pecho.

- No puedo darle más tiempo, esta anocheciendo y pensar que esta sola por ahí, en una ciudad que no conoce… - me estremecí solo de pensar que le podía pasar a mi pequeña estando sola a estas horas.

- Démosle quince minutos más, sino ha aparecido entonces, saldré a buscarla.

Asentí y lo abracé por la cintura, estar con Jasper así me relajaba, pero no podía olvidar que mi pequeña seguía allí afuera. Cerré los ojos cuando sus manos comenzaron a acariciarme el pelo, se estaba tan a gustito así.

A los pocos minutos de habernos sentado en el sofá la puerta principal se abrió. Nos giramos deshaciendo nuestro abrazo y miramos hacia la puerta principal. Liz caminaba hacia las escaleras, me levanté del sofá y la llamé.

- Liz – me ignoró.

Empecé a caminar hacia las escaleras pero una mano me impidió subir el primer escalón.

- Yo hablare con ella – me susurro Jazz en el oído. Asentí. – Haz la cena, estoy seguro de que tienen hambre.

Le hice caso, fui a la cocina y comencé a cocinar, la nevera estaba llena de todo lo que necesitaba y de todo tipo de comida, Jasper había hecho un buen trabajo llenando la nevera con todo tipo de alimentos. Cocinar era otra de las cosas que me relajaban y me hacían muchas veces olvidarme de todo. Para hacerles un poco la pelota a mis pequeños cocine sus comidas favoritas, sintiéndome culpable por haberlos arrastrado hasta aquí separándolos de su padre.

Cuando nos sentamos todos en la mesa de la cocina para cenar, no me apetecía llevar los platos hasta el comedor porque estaba realmente cansada de este día agotador. Seth me sonrió con su más amplia sonrisa al ver que le había hecho para cenar y me lo agradeció levantándose y tirándose a mis brazos, besándome toda la cara y diciendo "gracias". Liz era otro tema, su cara de indiferencia me tocó muy hondo, me dolía verla así, a pesar de que me había gritado y dicho cosas hirientes, no podía evitar no enfadarme con ella.

¡Era mi pequeña!.

Cuando fui a hablar con ella, sobre si no le gustaba lo que le había preparado, Jasper me habló.

- Déjala. En el fondo esta eufórica porque le has preparado su plato favorito pero necesita un poco de tiempo para calmarse y arrepentirse de lo que te ha dicho antes – me susurró al oído mientras se sentaba a mi lado.

Cenamos en silencio, un silencio cómodo, cada una estaba metido en su mundo. Empecé a repasar el día de hoy hasta que caí en la cuenta de que había dejado algo pendiente. Alcé mi mirada y la clave en la de Jasper, que en estos momentos empezaba a mirarme con los ojos entrecerrados.

- ¿Qué? – me preguntó asustado.

- ¿Quién ha decorado la casa?.

- Una decoradora – rodó los ojos.

- ¿Contraste una decoradora en vez de decorarla tú?.

- Sí – se encogió de hombros.

- Sabes que eso no era necesario. Podrías haber esperado a que yo llegara y lo habríamos hecho juntos, nos habríamos ahorrado el pagarle a una decoradora. Seguro que te ha costado un dineral.

- Bella, me da igual cuanto me haya podido costar. Quería tener todo preparado para cuando vinierais y ahorrarnos el tener que elegir muebles, colores y demás. La mujer que contraté tenía mucha experiencia y pedía mi opinión para todo. Fue sencillo y genial decorar la casa con ella. Además me hizo precio, me hizo una pequeña rebaja – me contestó sonriendo orgulloso.

- Jazz, ¿cómo pagaste a la decoradora? – le pregunté divertida en un susurro levantando inquisitivamente las cejas.

- ¡Oh, por dios!, ¡podría ser mi madre, Bella! – exclamó estremeciéndose. – Aunque he de admitir que era una mujer guapa. Sus ojos verdes me hacían tener una confianza increíble en ella.

Reí ante sus palabras. No había quien entendiera este hombre, me hacía creer una cosa y luego me hacía creer otra.

Cuando acabamos de cenar, Jasper y yo recogimos y limpiamos todo lo que había usado.

- Voy a arroparlos – le dije a Jazz señalando las escaleras.

- Vale, yo me voy a sentar en el sofá a descansar un poco.

Me dirigí escaleras arriba mientras él iba hacía el salón. Primero pasé por la habitación de Liz, la que antes había sido casi de su hermano. Entré sin llamar, estaba colgada de su teléfono móvil hablando con vete a saber quién.

- ¿Puedo pasar? – le pregunté en un susurro, aunque ya estaba dentro. Asintió y se despidió de quien estaba al otro lado de la línea.

- Te tengo que dejar, mi madre está aquí… sí… lo sé. Adiós – colocó su móvil en su mesilla y se metió bajo las sabanas mientras yo caminaba hacia ella.

La acabé de arropar, le di un beso en la frente, le susurre un "hasta mañana mi vida, te quiero mucho" como hacia todas las noches y caminé hacia la puerta para ir a la habitación de Seth.

- Mamá – me llamó, me gire para mirarla. En sus ojos veía arrepentimiento y estaban un poco cristalinos, pero parpadeo un par de veces y el cristalino de ellos desapareció. Su mirada se endureció y se despidió de mí – hasta mañana.

Salí decepcionada de su habitación, pensaba que se había arrepentido de lo que me había dicho y que me iba a pedir perdón, lo vi en su mirada, pero no sé qué pasó por su cabeza para que se le pusiera una mirada dura. Me apoyé en la puerta después de cerrarla y suspire. Esto iba a ser muy largo y duro.

Entré en la habitación de mi pequeño, estaba jugando con sus juguetes tirado en el suelo.

- Campeón, hora de dormir – le dije levantándolo del suelo, ganándome un pequeño dolor de espalda, ya pesaba demasiado y tumbándolo en su cama.

- Solo un poco más, mamá – negué con la cabeza, mientras abría las sabanas con el encima de la cama, tarea difícil pero siempre lo conseguía. – Por favor – hizo su mejor puchero, pero hoy no iba a funcionar conmigo, estaba demasiado cansada, necesitaba dormir un poco y olvidarme de todo durante unas horas.

- No. Mañana tienes todo el día para jugar con los juguetes.

- Jo, mamá – se quejó, sin lograr nada.

Cuando conseguí que Seth se durmiera, me tuve que tumbar con él ya que me decía que tenía miedo por ser una casa nueva, me suplicó que me quedara al menos hasta que se durmiera, bajé al salón donde se encontraba Jasper sentado en el sofá con la televisión encendida. Palmeó un lado del sofá donde él estaba sentado para que me sentase a su lado. Camine hacia él y me deje caer en el sofá, rápidamente envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me atrajo hacia él, apoyé la cabeza en su pecho y suspire.

- ¿Te encuentras bien? – me susurró acariciando mi pelo con su mano.

- No – susurré.

- ¿Qué te pasa? – preguntó en el mismo tono de voz.

- ¿Crees… crees que he hecho bien al venir aquí con ellos?.

- Sí. ¿Te arrepientes de haber venido?.

- No, necesitaba salir de Forks, solo que… - me callé porque un pequeño sollozo salió de mi pecho.

- ¿Es por Liz y Seth? – asentí. – No te preocupes por ellos, Bella. Se acostumbraran. A Liz tal vez le cueste un poco más que a Seth, pero acabaran adaptándose – asentí en su pecho mientras las lágrimas abandonaban mis ojos.

Me tranquilicé pasados unos minutos en los brazos de Jasper, él siempre tenía ese efecto en mí. Él siempre había estado para mí, en los buenos y en los malos momentos. Cuando discutía con Jake estaba ahí para calmar mis nervios y mis inseguridades. Llevaba años haciendo el papel de mi mejor amigo, desde que entró en la escuela en Forks, la única que se acerco a él fui yo, decían que era un niño raro pero a mí nunca me lo pareció, desde entonces hemos sido inseparables. Era como el hermano que nunca he tenido, lo quería como el hermano que no tenía. Cuando dejé a Jacob nos mudamos los tres con él hasta encontrar una casa más grande y aun así él se fue a vivir con nosotros. Mis propios hijos le llaman tío, lo que a mí me enorgullecía, porque realmente lo veía como el tío de mis hijos.

- Sera mejor que nos vayamos a la cama – me susurró en el oído sacándome de mis pensamientos. Solamente asentí.

No me había dado cuenta de que estaba comenzando a quedarme dormida en sus brazos protectores. Despacio, muy despacio comenzamos a subir las escaleras hacia nuestras habitaciones. Yo iba apoyada sobre su costado debido al estado de atontamiento que tenia encima por casi quedarme dormida en sus brazos. Me ayudó a entrar en mi habitación y me dejó sentada en la cama.

- Jasper – lo llamé cuando se encaminó hacia la puerta. Se giro y me miró. – Quédate conmigo a dormir – mi voz salió casi como una súplica. Una sonrisa apareció en su rostro.

- Cámbiate. Yo me pongo el pijama y vuelvo – me dijo antes de girarse y perderse por la puerta de mi habitación hacia el pasillo.

Hice lo que me pidió, entré en el baño para lavarme los dientes y ponerme el pijama, compuesto por una camiseta vieja y un short corto. Cuando estuve preparada, abrí la cama y me metí entre las sabanas para esperarlo. Unos minutos después asomó su cabeza entre la puerta medio abierta y sonrió al verme ya metida en la cama.

- Podrías haberme esperado – fingió estar molesto, cerrando la puerta cuando entró.

- Estoy calentando tu lado – me eche hacia un lado para ocupar mi lugar habitual en la cama y dejándole el lugar caliente a él, que sabía que le encantaba que le calentara las sabanas.

No era la primera vez que dormíamos juntos.

Se metió conmigo en la cama y abrió sus brazos invitándome a acurrucarme en ellos, cosa que no dudé, rápidamente me rodeó con sus brazos mientras yo me apoyaba en su pecho. Cuando me estaba quedando dormida, escuché como la puerta se abría y se cerraba con cuidado. Unos ligeros pasos se escuchaban acercándose a la cama. Sonreí sin poder evitarlo, sabía muy bien quien venía a los brazos de mamá. Sentí como la cama se hundía a mis espaldas y sentía también el pecho de Jasper moverse debido a las risas entre dientes que estaba soltando en ese momento.

- Mami – me llamó Seth abrazándome por detrás.

- Uhmm – le contesté.

- ¿Puedo dormir con vosotros? – no veía su cara por la poca luz que entraba por la ventana y porque le estaba dando la espalda, pero sabía muy bien el puchero que estaba surcando sus labios.

Me gire de los brazos de Jasper y levanté las sabanas para que mi pequeño se metiera en ellas. Cuando estuvo dentro, le rodeé con mis brazos mientras Jasper me rodeaba con los suyos.

- Mamá – me volvió a llamar, pero antes de que pudiera contestarle siguió hablando. – He oído llorar a Liz antes – susurró medio adormilado sin decir nada más, ya que se había quedado profundamente dormido.

Intente por todos los medios a mi alcance quedarme dormida pero la última frase que me había dicho mi pequeño retumbaba en mi cabeza. Estaba empezando a arrepentirme de haberlos arrastrado conmigo hasta allí.

Y mucho.

Edward POV

- ¡Cállate de una puta vez, Edward! – me chillaba Tania.

- ¡Me voy! – le chillé cerrando la puerta de nuestra habitación de un portazo.

- ¡Eso, huye!, es lo que siempre haces – la escuche chillarme mientras abría la puerta de la habitación. – ¡Deberías de afrontar tus problemas como la gente adulta y no huir de ellos como siempre haces! – volvió a chillarme mientras me seguía.

La ignoré, empezó a chillarme cada vez más hasta que se volvió a meter en la habitación donde escuché un sonoro sollozó. Me pase la mano por la cara y por el pelo tirando de él, después apreté el puente de mi nariz para intentar calmar mis nervios, pero no conseguí nada. Necesitaba salir de esa casa un rato, necesitaba aire. Bajé al piso de abajo y caminé hacia la puerta principal para ir a dar una vuelta por el frio de la noche.

- ¿Ya estáis otra vez con lo de siempre? – me preguntó mi hijo mayor de quince años. Era físicamente igual que yo, lo único que no tenía mío era el color de su pelo que era rubio como el de su madre pero igual de alborotado que el mío. Era un chico inteligente, esperaba que el día de mañana se decidiera por estudiar medicina como yo y su abuelo, aunque sabía muy bien que el gusanillo de la medicina le picaba estaba dudando si estudiar eso u otra cosa.

- No es de tu incumbencia – le dije en un tono bajo cogiendo las llaves de mi Volvo.

- Nunca es de nuestra incumbencia, pero siempre estamos nosotros de por medio. ¿No, papá?.

- Anthony, cierra la boca – gruñí.

- ¡No! – me chilló. - ¡Estoy más que harto de oíros discutir!. Y, ¿sabes?, no soy el único. E.C. no para de llorar en toda la noche hasta que se queda dormido.

- Ya lo sé – sabía muy bien que mi hijo pequeño de diez años, que era igual que su madre, excepto por el color de pelo, que lo tenía bronce como yo pero domable y por el color de los ojos que eran igual que los míos y los de su hermano. E.C. era el diminutivo de su nombre, su nombre completo era Edward Carlisle Anthony, largo lo sé, pero nos gustó en su día y en honor a mi padre y a mi difunto abuelo le pusimos ese nombre. También era un chico inteligente para los estudios, por lo demás se comportaba como un chico de su edad, que lloraba todas las noches y me partía el alma escucharlo, pero la situación con su madre cada vez iba a peor.

- Pues no parece que lo sepas, porque no haces nada para remediarlo. Ahora vuelves a irte y vendrás borracho como siempre haces, ¿no? – me regañó.

- ¿Qué te importa lo que haga o deje de hacer, Anthony? – grité al borde de enfadarme más, con toda la situación.

- ¡Me importa porque eres mi padre!, ¡joder! – me escupió gritándome.

- Cuida ese lenguaje – le regañé dándome la vuelta y abrí la puerta para irme, pero un pequeño cuerpo colgando de mi pierna derecha me impidió que saliera de casa.

- Papá, por favor, no te vayas – me suplicaba llorando mi hijo pequeño. – Vuelve a la habitación y habla con mamá – seguía suplicándome. Lo cogí con mis brazos y le di un beso en la frente.

- No puedo ahora, me tengo que ir.

- Pero papá…

- No, lo siento E.C., pero ahora no puedo – lo dejé en el suelo y sin esperar a que me contestara ninguno de los dos, salí de casa y prácticamente corrí hasta mi Volvo plateado.

En unos pocos minutos, estaba en el bar donde ya casi era cliente habitual. Eran tan frecuentes las peleas con Tania que siempre me escapaba a ese bar para poder desahogarme en alcohol. Algo infantil, pero a mí me ayudaba.

Me tomé un par de cervezas y cuando iba a empezar la tercera una voz muy conocida habló a mis espaldas.

- ¿No es mejor que te vayas a casa y arregles las cosas como un adulto en vez de tener que esconderte en un bar?.

- ¡Vete a la mierda, Emmett! – le gruñí a mí hermano mayor.

- Edward, vamos a casa – se sentó en el taburete de al lado del mío.

- No voy a ir a ningún lado. Necesito mi espacio, estaba en mi espacio hasta que tú has interrumpido – le pegué un trago largo a la cerveza casi terminándola.

- Edward, así no se solucionan los problemas. Vamos – me cogió del brazo – te llevo a casa.

- No voy a ir a casa – me solté de su agarré levantando un poco la voz.

Estuvimos unos segundos en silencio mirándonos a los ojos, retándonos. Hasta que apartó la mirada y se dirigió al camarero pidiéndole una cerveza para él.

- ¿Qué haces aquí? – pregunté cuando le pegó un sorbo a su botellín.

- Venir a hacerte compañía – se encogió de hombros.

- ¿Cómo sabes que estaba aquí? – inquirí mirándolo.

- Tania llamó a Rose llorando y Rose me dijo que te habías vuelto a ir de casa – tenía que haber supuesto que Tania la llamaría, pero me daba igual. Estaba tan harto de todo que solo quería tener mis pocos minutos de paz. - ¿Por qué no nos vamos a casa?.

- Vete, nadie te lo impide – dije en tono borde.

- ¡Joder, Edward!. Ya te vale, afronta tus putos problemas de una maldita vez. ¡Madura! – me gritó y sin darme tiempo a replicar, se levantó y se fue dejándome con mis pocos minutos de paz y su botellín de la cerveza vacio.

Estuve un par de horas más en el bar bebiendo y pensando, pensando mucho. Tenía que buscar una solución para arreglar las cosas con mi mujer, esta situación me estaba volviendo loco y ya no aguantaba más. Necesitaba cuanto antes arreglar esto o… no quería ni pensar en lo que podría pasarme o... dejé de pensar en ello, antes de que mi cabeza maquinara cualquier locura.

Conduje muy despacio hacia mi casa. Había bebido un poco más de la cuenta, no estaba muy borracho, pero sentía los efectos del alcohol. Sabía que no era bueno conducir después de haber bebido, pero necesitaba llegar a casa para poder hablar con Tania y era la única forma de llegar rápido, conducir mi propio coche.

En cuanto llegué, abrí muy despacio la puerta para no despertar a nadie, era bastante tarde y todos debían de estar durmiendo. Llegué a mi habitación, abrí la puerta despacio y sin mirar a ver donde estaba Tania entré en la habitación girándome nada más entrar para cerrar la puerta, también despacio para no hacer ruido. Apoyé la frente en la puerta y suspiré antes de darme la vuelta.

- Ya es hora – me regañó desde la cama, donde estaba tumbada dentro de las sabanas, dándome la espalda.

Caminé hacia la cama y me senté en el borde para quitarme los zapatos y los calcetines. Me desabroché la camisa y me la quité, desabroché mi pantalón y también me lo quité, quedándome tan solo en bóxers. Destapé mi lado de la cama y me metí dentro de las sabanas.

Giré para quedar de lado, mi pecho desnudo, en la espalda de Tania, envolví uno de mis brazos alrededor de su cintura y la atraje hacia a mí.

- Lo siento, amor – le susurré en el oído. – De verdad que lo siento, no sé qué me pasa. Tengo mucho trabajo y en el hospital no paran de darme más trabajo y lo he pagado contigo – le dije en el mismo tono de voz. – Perdóname – supliqué en su oído mientras le besaba debajo de la oreja.

- Has vuelto a beber – afirmó. Se dio la vuelta en mi abrazo y me encaró. – Estoy cansada de toda esta situación, estoy más que harta de que pagues conmigo todo, yo no tengo la culpa de lo que te pase en el trabajo. Siempre es lo mismo Edward, sino es el trabajo es otra cosa, estoy cansada de tanta discusión y tanta excusa por tu parte – sus mejillas comenzaban a estar mojadas por las lagrimas que se desprendían de sus ojos. Levanté mi mano y poco a poco fui secándole las mejillas. – Siempre huyes y vuelves a casa borracho y me pides perdón como estás haciendo ahora. Estoy harta – volvió a repetir. Sabía que tenía razón, pero no solo yo comenzaba las peleas, muchas veces era ella la que me gritaba y pagaba las cosas conmigo.

- Tania…

- No Edward – me cortó antes de que pudiera hablar, - esta te la paso, pero no te paso ninguna más. Afronta tus problemas de una vez y no huyas de ellos, que es lo que siempre haces.

- Perdóname – supliqué de nuevo, besando sus labios. – Por favor, perdóname – la giré dejando su espalda apoyada en el colchón y me coloqué encima de ella. Apoye mis manos a los lados de su cabeza para no apoyar todo el peso en ella. – Perdóname – volví a repetir, besando su cuello. – Lo siento – mordí su cuello suavemente arrancándole un pequeño gemido.

Sonreí en su cuello y después subí mis labios de nuevo a su boca. Pasé mi lengua por su labio inferior pidiendo permiso para que nuestras lenguas jugaran juntas. Accedió abriendo su boca y metiendo su lengua húmeda en la cavidad de mi boca. Nuestras lenguas comenzaron una batalla. Y nuestro enfado había pasado a segundo plano al igual que mi pequeña borrachera.

Cuando tuvimos que separarnos para respirar, ataqué su cuello. Sus manos acariciaban mi espalda sin cesar. Poco a poco fui bajando de su cuello a su pecho, le quité mi camiseta que usaba para dormir por la cabeza y agradecí que no estuviera usando sujetador. Ataqué sus pechos con mi boca y mis manos con algo de brusquedad, pero para entonces ya estaba tan excitado que necesitaba tenerla dentro de mí ya. Le deslicé las pequeñas braguitas por las piernas y gruñí al notar cuando rocé sin querer sus labios inferiores, que estaba muy mojada, eso me excito mucho más. El corazón me latía a tal velocidad que podía notar como la adrenalina quemaba el alcohol que había en mis venas.

Me deshice de mis bóxers rápido, muy rápido, tan rápido que me sorprendí de mi velocidad para estar bebido. Me acomodé entre sus piernas y coloqué la punta de mi miembro en su entrada mojada y cuando fui a penetrarla, escuchamos un ruido en el piso de abajo. Ambos nos sobresaltamos y nos quedamos mirando a los ojos.

- ¿Crees qué puede ser un ladrón? – me susurró Tania pasados unos segundos. Pude ver en su mirada el miedo.

- Espera aquí – le ordené en el mismo tono de voz.

Me separé de ella a regañadientes y maldiciendo a quien nos había interrumpido cuando estaba a punto de penetrarla y llenarme de placer, dejándome con un calentón impresionante y mi miembro palpitante. Busqué mis bóxers entre las sabanas y cuando los encontré me los puse y coloqué mi paquete como pude. Caminé hacía la puerta y otro ruido sonó desde abajo acompañado de una risa escandalosa.

Me gire para mirar a Tania.

- No bajes por nada del mundo – le advertí a lo que ella asintió mientras se sentaba en la cama y se tapaba con la sabana, su desnudez.

Salí de la habitación y caminé hacía las escaleras, las bajé sin hacer ruido. Desde abajo aun se oían ruidos. Cuando llegué abajo fui a la puerta principal, cogí un paraguas del paragüero y fui hacía donde se oía el ruido. Provenía del salón, levanté el paraguas y encendí la luz…

- ¡Joder, papá! – exclamó Tony llevándose la mano al pecho, justo donde el corazón, se la pasó la otra mano por su pelo en un acto de nerviosismo.

- ¿Qué haces a estas horas aquí abajo y vestido? – inquirí bajando el paraguas, acercándome a él y mirando el reloj que teníamos en el salón que marcaban las tres de la mañana.

- Esto… emm… iba a… - me acerqué más a él y entonces comprendí porque le estaba costando tanto contestarme a una simple pregunta, aparte de que le había sorprendido tan tarde y vestido.

- ¡Has bebido! – le grité.

- Baja el volumen, vas a despertar a mamá.

- ¿Qué baje el volumen? – pregunté con ironía. – Te voy a repetir la pregunta una vez más. ¿Qué haces a estas horas aquí abajo y…? – me corté y cambie la pregunta. – Mejor dicho. ¿De dónde coño vienes?.

- A ti que te importa – me contestó apartando la mirada de la mía.

- ¿Qué, qué me importa? – me quedé mirándolo fijamente con los ojos entrecerrados.

- Es lo mismo que tú – me señaló con el dedo – me dices a mí. Así que eso es todo y ahora si no te importa me voy a la cama que mañana tengo que madrugar – me dijo caminando hacia la puerta del salón, pero lo agarré del brazo y lo detuve antes de que pudiera caminar hacia la puerta.

- ¡Tú no te mueves de aquí! – le gruñí. – ¡Y ahora explícame de dónde vienes y quién te ha conseguido alcohol! – exigí gritándole.

- ¡No te pienso dar ninguna explicación, igual que tú haces! – me chilló soltándose de mi agarre.

- ¿Qué pasa aquí? – preguntó Tania desde el umbral de la puerta, ambos nos giramos para mirarla, pero sin soltar el brazo de Tony. Se había puesto su bata para bajar - ¿Tony?. ¿Qué haces vestido?.

- Tú hijo acaba de llegar a casa y bebido – le contesté a Tania.

- ¿Tony? – inquirió ella mirándolo incrédula.

- Déjalo mamá, no pienso daros a ninguno de los dos explicaciones o, ¿acaso nos las dais vosotros a nosotros? – le escupió a su madre.

- No le hables así a tu madre – le volví a agarrar del brazo con un poco más de fuerza.

- Claro papá, solo puedes hablarle tú así a ella, ¿no? – me contestó poniendo una mueca de dolor en su cara.

- ¿Qué dices, Tony? – le preguntó Tania confundida.

- ¡Os oímos cada vez que discutís! – le gritó a su madre.

- ¡Que no le hables así! – gruñí apretando más mi agarre.

- ¿Mamá, papá? – los tres nos giramos para ver a E.C. mirándonos con el miedo reflejado en su rostro. - ¿Qué pasa? – preguntó acercándose a su madre, frotándose los ojos.

- Nada cariño, vamos a la cama – le contestó Tania cogiéndolo en brazos, donde E.C. se acurrucó. – Vosotros dos – nos miró, - cada uno a su habitación, ya hablaremos de esto mañana con más calma.

Y sin replicas, caminamos detrás de ella, en silencio, cada una en sus pensamientos, para dirigirnos cada uno a su habitación.

Tony iba a estar castigado de por vida.


Hola! Nueva historia! :-D

Primero quiero decir que con esta historia vais a tener que tener muuuuucha paciencia. Este capítulo me ha llevado mucho tiempo escribirlo y con los demás me va a pasar lo mismo. La historia la tengo más o menos montada en mi cabeza, pero quiero escribirla bien, y espero haber conseguido que el primer capítulo os haya gustado. No sé si los demás capítulos serán así de largos, igual sí… pero no prometo nada. Según vaya escribiendo ya veré como salen.

Esta historia la he empezado con muchas ganas e ilusión!. Por eso pido de nuevo paciencia si los capítulos tardan demasiado en ser publicados. También tengo la otra historia para escribir los capítulos… por eso, primero quiero acabar la otra historia, pero tenía tantas ganas de empezar a escribir esta que empecé el otro día con este capítulo y ya que lo he acabado lo subo para que opinéis! Respecto a los títulos de cada capítulo, después de pensármelo mucho, he decidido no ponerle títulos porque para muchos capítulos tengo pero para otros muchos no y me veo incapaz de poder sacar alguno, así que simplemente serán : capitulo 1… capitulo 2... Lo siento!

Bueno creo que no se me olvida nada más, así que después de tanto rollo os dejo.

Espero vuestros reviews impaciente! :-D con vuestras opiniones!

Y espero que os haya gustado este primer capítulo! Y repito pacienciaaaaaaaaaaaaaaa!

Gracias anticipadas por los reviews, las alertas, favoritos y por leerme!

Saludos!