1934

La última vez que tenía un vestido de novia en mi cuerpo, estaba probándomelo para el gran día. Nunca me habría imaginado que la próxima vez que lo usaría, sería para Royce...para matar a Royce.
Asesinar a los dos guardias fue cosa de segundos. Era muy fácil matar a un humano en las manos de un vampiro, pero yo cuidaba de no derramar su sangre.

Los gritos despavoridos de Royce eran música para mis oídos, tal como mi llanto lo fue para él aquella maldita noche. Abrí la puerta con apremio, sonriéndole al hombre que estaba en una esquina arrodillado, bañado en alcohol y miedo.

-Tu y yo tenemos asuntos pendientes, querido. -Dije con voz tranquila mientras cerraba la puerta tras de mí y me avecinaba hacia él... Y los gritos se hacían eco en la habitación.

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2010

-Rosalie. -Emmett consiguió sacarme de mis recuerdos. Como siempre.

Tomé su mano extendida, que parecía esperar la mía hace un buen rato, y le dediqué una sonrisa.

-¿Dónde estabas hermosa?- preguntó mientras doblaba el jeep en la última curva para llegar a la gran casa.
-Muy lejos. -admití un tanto insegura. Miré la unión de nuestras manos y borré instantáneamente todo recuerdo desagradable, como siempre lo hacía.

Llegamos a casa junto con el atardecer, a la hora que habíamos acordado. Carlisle y Esme se encontraban en la isla en unas merecidas vacaciones, dejándonos a cargo la casa y por supuesto controlando a Alice y las fiestas.

-Espera- Emmett besó mi mano antes de soltarla y se bajó del jeep con un ágil salto. Lo rodeó con una extensa sonrisa en su rostro y llegó hasta mi puerta. -Hemos llegado señorita - La abrió y me tendió su mano para que yo pudiera bajar el metro de altura de su auto.

-Muchas gracias señor- Imité su tono propio de nuestra época y bajé, apoyada en su mano.

Sin soltarnos caminamos hasta la casa, mientras la puerta de entrada se abría.

-¡Tíos! - Mi pequeña princesa Nessie salió a saludarnos con aquella sonrisa suya que nos hacía suspirar.
-Princesita - Abracé y besé los cabellos rizados de mi sobrina.
-¡Me ausento un día y ya casi me alcanzas en tamaño!- Emmett le reprochaba con fingida molestia. -¿Cómo estás Ness?
-Bien tío, gracias. Pasen pasen...

Al entrar nos encontramos con Alice bajando las escaleras muy emocionada, recibiéndonos con una sonrisa.

-Justo a la hora - Ella se acercó hasta la puerta de la cocina en donde Jasper apareció a los cinco segundos. -Y tú también. -le sonrió mientras tomaba su mano.

-He aprendido a no hacerla esperar, mi pequeña dama. - Jasper le sonrió y tomó el mentón de Alice. Ella le respondió con un toque en la punta de su nariz, de forma juguetona.

-¿Aló? - Emmett carraspeó para llamar la atención y la pareja aludida se volvió al mismo tiempo, lanzándole una mirada divertida.

Solté la mano de Emmett para acercarme a la mesa del comedor, en donde Renesmee hacía una de sus esculturas de barro que tanto le gustaban, aunque siempre tenía la costumbre de hacer lobos.

-¿Qué harás hoy pequeña? - Le pregunté curiosa.
-Un lobo como Seth, y ya no soy pequeña, tía. - Hizo un perfecto puchero.
-Para mi siempre serás pequeña.

En realidad Renesmee ya tenía una madurez física de unos doce años, y se convertía en toda una mujer, con cabellos rizados extendidos por toda su espalda, aparcando la mirada de muchos y muchas.

-¿Alice? ¿Qué viste? - Escuché a Emmett hablando en el living.
-Tendremos visitas. Alguien llegará en seis minutos.

El movimiento en la otra habitacion se alteró y enseguida tuve una extraña sensación de proteger a mi sobrina, tomandola de la mano en cuanto ella se levantó del asiento para ir a esperar a la visita.

-Espera, ve tras de mí. - Me levanté con la tensión a flor de piel, colocándome como un escudo protector frente a Renesmee.

Nos encontramos todos en el hall. Alice tenía el ceño fruncido y Jasper la calmaba pasando su mano por su espalda, y además influyendo con su don. Emmett tenía una postura relajada como siempre, pero al verme tensa se acercó a mi con aquella sonrisa que me calmaba más que el don de mi hermano.

-Tranquila, seguro es un nómada que rastreó nuestro olor. -Emmett besó mi mejilla sin lograr algun cambio en mi tensa actitud.

A los seis minutos como Alice predijo, sentimos los pasos de alguien en los alrededores de la casa. Emmett se acercó a la puerta y la abrió antes de que fuese tocada. Deposité mis ojos en Renesmee, verificando que estuviera bien, y ella me dedicó una sonrisa confiada, pero no podía devolvérsela.

-Espero no inportunar con mi visita. - la voz conocida del visitante hizo eco en mi cabeza.

Me quedé petrificada, viendo con ojos de terror a Nessie, e inclusive dejando de respirar. Me voltié para verificar, aunque reconocería su asquerosa voz en donde fuera, solo que ahora era más fina, debido a su condición de vampiro.

Era él, saludando con una sínica sonrisa a Emmett, quien no tenía idea de quien era realmente, y de saberlo, la bienvenida hubiera sido totalmente distinta.