Los personajes son de Naoko Takeuchi, ¡quien tuviera una imaginación como ella!

Resignación.

xxx-xxx-xxxx-xxx-xxx

Este era el día, finalmente había llegado. Después de parecer tan lejano, después de parecer tan imposible. Aquí estaba, con un radiante sol y un aire cálido impregnado de un agradable aroma a rosas.

Todo parecía perfecto: el peinado detalladamente colocado, el maquillaje impecable, las zapatillas de cristal, y en especial, el angelical vestido blanco sacado del más hermoso sueño.

Sí, todo lucia perfecto, todo, excepto la expresión de la novia.

¿Dónde estaba la radiante sonrisa? ¿Donde había quedado la ilusionada e inocente mirada?

¿Porque la imagen en el espejo no mostraba ninguna clase de dicha? ¿Por qué la hermosa novia parecía esforzarse por contener el llanto?

¿Por qué?...

No soporto más la imagen frente a ella, y se aparto del espejo. Camino hasta su cama y sentándose en ella, metió la mano bajo la almohada y extrajo un pequeño cuaderno.

Comenzó a escribir:

Querido diario:

Hoy, que debería ser el día más feliz de mi vida, no puedo sacarlo de mi mente.

No me quejo, en realidad siempre he disfrutado el recordarlo. Es solo que muchas veces llegue a creer que el seria el causante de que este día jamás llegara.

¿Sabes? Aun lo llevo muy presente en mí…

Lo recuerdo con nostalgia, por todos aquellos momentos que pasamos juntos. Por todas las ocasiones en que logro hacerme sonreír, y disipo de mi mente y mi corazón la tristeza que me invadía en aquellos momentos.

Lo recuerdo con ternura, porque al cerrar los ojos aun puedo ver su alegre sonrisa, su coqueta mirada, y aun sin explicarme como, logro sentir la calidez que me envolvía al estar en su compañía.

Lo extraño tanto….

Extraño las ridículas discusiones que teníamos. El saber que siempre lo encontraría sin importar a donde fuera.

Aun no comprendo si era el destino jugándome una cruel broma al ponerlo siempre en mi camino, o si era él, quien me acosaba constantemente siguiéndome a todos lados. Supongo que no importa. Siempre me alegro el volver a verlo.

Me hace tanta falta…

Su ausencia me ha dejado un gran vacío y aun cuando a simple vista poseo todo cuanto pudiera desear, la verdad es, que él es lo que más anhelo.

Deseo volver a verlo, mirarme reflejada en sus celestes ojos, escuchar su dulce voz llamándome "bombón".

Deseo sentirme nuevamente abrigada por la calidez de su compañía, por su actitud protectora y más que nada, deseo sentirme amada de la forma en que solo lograba sentirme a su lado.

Deseo escuchar su risa y poder reír junto a el de cualquier tontería.

¿Sabes? Muchas veces he soñado con aquella tarde de su partida, aunque debo confesar que en mis sueños el final es muy diferente, o mejor dicho, es solo un inicio, el inicio de una vida juntos.

En mis sueños él se queda a mi lado, justo como ansiaba que lo hiciera aquel día.

Si, en verdad lo deseaba, y todo este tiempo me ha torturado la idea de que una sola palabra hubiera sido suficiente para detenerlo. Por que se bien que con ella, habría podido recuperar la ilusión que yo misma le había arrebatado pocos días atrás.

Y no sabes cómo ansiaba poder decirla. No tienes idea del dolor que me causo tener que ahogarla en mi garganta aquella tarde, y el no haber tenido el valor de gritarla en el momento en que ya estaba resignado a marcharte, en el instante preciso en que sus ojos me suplicaban alguna señal de esperanza.

Y es que ansiaba poder decirle tanto aun sin palabras. Y ansiaba aun más que fuera capaz de comprender lo que en silencio le pedía, lo que solo aquí, en estas páginas soy capaz de expresar.

Y es que después de tanto tiempo reprochándome su ausencia, quisiera ser capaz de gritar a los cuatro vientos lo que estoy sintiendo.

Si tuviera la oportunidad, si volviera a verlo…

Y es que se, sin dudarlo, que me gustaría decirle todo aquello que ansiaba poder decir aquella tarde, le diría…

Quédate…

Amor… quédate, no quiero que te vayas, aun cuando aquí me vez, dispuesta a despedirte.

No quiero que te alejes, sin importar cuantas veces te hice pensar que tu lugar no era a mi lado.

Quédate, porque la verdad es que me muero, que me mata la idea de tu partida y aun cuando en mi rostro veas una sonrisa, por dentro me carcome la angustia y el dolor.

Amor… quédate, buscare la forma de detener en tiempo y aferrarme a tu cuerpo, me fundiré a ti en un abrazo para que jamás nos puedan separar.

Amor… por favor… quédate, me aterra la idea de perderte, el saber que a partir de mañana no volveré a verte, quizás jamás…

Amor, mírame, lee en mis ojos aquello que tus oídos no pueden escuchar de mi labios.

Por favor, ¡Dame valor! No quiero perderte, por favor, no te alejes, toma mi mano y jamás la sueltes.

Amor… quédate. Ancio conocer tus besos, disfrutar tus caricias, respirar tu aliento…

¡Por Dios! quédate a mi lado, o llévame contigo…

¿Sabes querido diario?

Parece tan sencillo ahora, unas cuantas palabras y quizás hoy estaría a mi lado.

¿Le sorprendería saberlo?

Si, supongo que sí, quizás tanto como a mí me sorprendió el tener que aceptar que estaba perdida e irrevocablemente enamorada de él.

¿En qué momento paso? La verdad no lo sé, supongo que en ese trayecto de mi vida en que fue mi mayor apoyo, en que me sentía tan sola aun cuando estaba rodeada de tanta gente.

En esos momentos, en que él era el único que lograba hacerme sonreír.

Tal vez porque siempre estuvo a mi lado brindándome su apoyo y cariño incondicional.

Por todo ese tiempo en que me amo en silencio aun sabiendo que quizás jamás podría corresponderle, y saber que aun eso jamás lo aparto de mí, aun cuando le causaba sufrimiento.

Porque mantuvo la esperanza hasta el último momento, y porque muy dentro de mí, y aunque parezca cruel y egoísta, aun conservo la ilusión de que el aun me ame.

Sé que tal vez ya es muy tarde. Sé que este día está escrito en las páginas del destino como el inicio del resto de mi vida.

Sé que es algo tonto e infantil de mi parte estar escribiendo estas palabras en mi diario. ¡Pero qué más da! Después de todo siempre he sido algo tonta e infantil, y según recuerdo, el siempre amo que fuera de esa forma.

Te preguntaras ¿Por qué hoy? Por qué precisamente este día se me ocurre confesar mi amor por el de esta ridícula manera.

La verdad no lo sé. Tal vez sea solo una patética forma de desafiar al destino, haciéndole saber que aun cuando logro vencer sobre mi voluntad, y logro doblegarme ante el chantaje inconsciente que representan todos los que me rodean. La verdad es que a mi corazón jamás podrá llegar.

Porque mi corazón lo ama, sin importar el tiempo y la distancia, sin importar el fututo, sin importar el maldito destino.

Si, lo amo, y aun cuando estoy aquí, dispuesta a cumplir con mis malditas obligaciones, aun cuando esté dispuesta a darle el sí, ante el altar el príncipe de esta planeta. Aun cuando todos crean que él es solo un recuerdo en mi pasado. La verdad es esta: ¡Lo amo!

¡Te amo Seiya!

Te amo, te amo, y es en ti en quien pienso constantemente, es a ti a quien invito a mis sueños cada noche y es junto a ti que me gustaría despertar cada mañana.

Es tu voz la única que buscaría si algún día cayera en una inmersa oscuridad. Porque solo tú, y el inmenso amor que siento por ti, serian capases de rescatarme de cualquier penumbra.

Porque aun sin tenerte a mi lado, tu eres la mayor ilusión en mi vida.

Y aun si jamás volviera a verte, sonreiré a cada día por la dicha que me provoca el haberte tenido a mi lado, aun por corto tiempo.

Si, sonreiré por haber llegado a sentir esta clase de amor, por amarte de esta manera, y por conservar la ilusión de que sin importar donde te encuentres, tu aun me ames con la misma intensidad que me amaste en esos días. Con la misma intensidad con que yo te amare por el resto de mi vida…

Por siempre tuya… tu bombón

Cerró su diario para después esconderlo bajo su almohada. Camino hasta el espejo y se observo detenidamente. Lucia hermosa. Justo como debía ser.

Su perfecto vestido blanco le brindaba un aire aun más angelical. Sin duda parecía un hermoso ángel sacado de un cuento de hadas.

Tomo el perfecto ramo de rosas entre sus manos. Estaba lista para cumplir su destino.

Le brindo una tierna sonrisa a la imagen en el espejo. ¡Debía sonreír! Después de todo era el día de su boda, el añorado día en que uniría su vida a la del príncipe de la tierra.

A ese hombre que un día llegó a ser su gran amor, si, un tiempo lo amo, lo amo mucho, el fue su razón de vivir. Pero ese tiempo quedo atrás, en otra vida y con aquella vida, también quedo su amor por él.

Ella lo amaba, pero ya no de la misma manera, y al conocer a Seiya, llego a comprender que existe más de una clase de amor. Sin embargo, también había comprendido con gran pesar, que los sentimientos no importan cuando existe un destino que cumplir.

Ella se había resignado, había sacrificado su corazón buscando el mayor beneficio para quienes amaba, aun cuando su propia existencia debiera transcurrir en una hermosa mentira, si hermosa, pero a fin de cuentas era solo eso, una mentira, por lo menos para ella.

Respiro profundamente y se encamino a la puerta. La abrió y salió de su habitación con paso seguro. Esa habitación que fue su mayor refugio hasta ese día. Esa habitación a la que quizás jamás volvería, porque a partir de hoy, a partir de esa noche, su nueva vida la estaría esperando.

Bajo las escaleras, su padre la esperaba en el umbral de la puerta para poder llevarla a la iglesia. Ese día entregaría a su pequeña niña al que sería su esposo, su nueva familia.

No era ningún secreto que el chico nunca fue de su completo agrado. Pero había que reconocer, que con el paso del tiempo, llego a amar la idea de que ese chico parecía estar muy enamorado de su hija ,y sin duda haría todo lo posible por hacerla feliz ¿Qué mas podría pedir?

-Oh mi ángel, luces hermosa- le aseguro depositando un delicado beso en su frete. Estaba orgulloso de ella. ¿Qué padre no lo estaría?

-Gracias, papa- le respondió con un ligero sonrojo en sus mejillas.

Kenji tomo su mano y salieron juntos en dirección al auto que los esperaba en la entrada. El resto de la familia, así como las amistades e invitados ya se encontraban en la iglesia, esperando ansiosamente la llegada de la novia.

El viaje fue corto y Serena lo transcurrió en silencio. Había aceptado cumplir con su destino, aun cuando este fuera completamente en contra de sus deseos, lo había aceptado, pero eso no significaba que debiera sentirse feliz de hacerlo.

Su vista se quedo fija en el cristal de la ventana, y en una ráfaga sorpresiva, la imagen de Seiya se hizo presente en el reflejo de aquel cristal.

No se lo esperaba, y sin poder evitarlo un par de lágrimas escaparon de sus ojos. Debió ahogar en su interior los sollozos que el recuerdo de aquel chico le provocaba.

¡Lo amaba! En verdad lo amaba… y dolía. Dolía extrañarlo y no tenerlo. Dolía soñarlo y no despertar junto a él. Dolía escuchar su nombre escapar de sus propios labios, sabiendo que jamás volvería a escuchar su voz.

Dolía recordar sus hermosos ojos azules, sabiendo que nunca más se vería reflejada nuevamente en ellos. Dolía amarlo sabiendo que jamás volvería a verlo. ¡Dolía tanto!

Pero ese era el día de su boda. El día en que debía sonreír a pesar de todo. El día en que todos debían verla dichosa, radiante… enamorada.

Se trago los inmensos deseos de llorar y de gritar amargamente aquel nombre. Se trago su dolor y sin saber exactamente cómo, pudo dibujar en sus labios una sonrisa. Habían llegado a la iglesia. Debía sonreír.

Kenji se apresuro a abrir la puerta, brindándole a Serena su mano. Ella la tomo y juntos subieron las escaleras que separaban la calle de aquella majestuosa catedral.

Las puestas estaban abiertas esperando ansiosamente que su umbral fuera cruzado por la "dichosa novia".

En el interior aguardaban los invitados. Serena paso fugazmente su vista por todos ellos. Todos se veían felices. Pero ningunos labios igualaban las grandes sonrisas que se veían enmarcadas en el rostro de sus sailors.

Allí estaban ellas, radiantes de felicidad, con un infinito orgullo brillando en sus ojos. Si, estaban orgullosas, satisfechas, ya que ese día representaba para cada una de ellas el cumplimiento de algo muy esperado, algo por lo que lucharon constantemente, algo que en muchas ocasiones pareció perdido. Pero a pesar de todo, finalmente aquí estaban, contemplando el inicio de lo que prometía ser una vida maravillosa, tanto para su amada princesa, como para cada una de ellas. Porque sabían perfectamente que esa boda representaba solo el primer pasó para la realización de Tokio de Cristal.

Sintió deseos de llorar, de hecho, una par de lágrimas lograron escapar de sus ojos. Sin embargo, ese detalle solo amplio la sonrisa de los presentes. "Esta tan emocionada…Llora de alegría" Fue la alegre conclusión a la que llegaron.

"Sonreí, muéstrate alegre" -le repetía una pequeña voz en su cabeza. –"¡Maldita sea Serena! Por el amor de Dios ¡Sonríe!"

Si, debía sonreír, después de todo, ese era el día de su boda.

Uno a uno sus pasos la llevaron hasta el altar, donde Kenji entrego su mano al que en pocos minutos seria su esposo.

Recuerdo

-Darien ¿me amas?- le pregunto a su prometido.

Muchas veces había hecho la misma pregunta, y en cada ocasión la respuesta había sido la misma. "Claro que te amo. Mi amor por ti es infinito."

-No tienes porque preguntarlo Serena.-le respondió de manera dulce - Pronto nos cazaremos, justo como debe ser. –se acerco a ella y le depósito un suave beso en los labios –no te preocupes, cumpliremos con el destino. Tokio de Cristal será una realidad y con ella vendrá Rini. - le sonrió dulcemente

Serena correspondió la sonrisa. Sin embargo, pudo sentir que algo dentro de ella se rompía. Esa no era la respuesta que esperaba, y definitivamente, no era la respuesta que necesitaba escuchar.

No en esos momentos, no cuando más que nunca estaba convencida de que su próxima boda, se basaba solamente en las esperanzas de un futuro prometido, en el deber de una obligación por cumplir, en la resignación ante un destino que jamás pidieron, y en la pérdida del que pudo ser su verdadero amor.

Fin del recuerdo.

–Te amo mi pequeña – le aseguro su padre depositando un beso en su frente para después retirarse y tomar asiento junto a su esposa.

Serena pudo sentir la calidez que provenía de la mano de Darien. Levanto la vista hasta encontrarse con ese perfecto par de zafiros que la veían expectantes, con cierto aire de admiración, orgullo y definitivamente, con un infinito amor.

Darien la amaba, ella lo sabía, y Serena también llego amarlo más que a su propia vida. Siempre pensó que sin importar el tiempo o la distancia, sin importar incluso lo que el destino tenia escrito para ellos, ella siempre lo amaría.

Pero se equivoco, el tiempo pasa llevándose consigo sentimientos, penas, glorias, recuerdos y alegrías, y a la vez ofrece nuevas vivencias, aciertos y fracasos, nuevos amores y una mayor claridad para ver la vida.

Y la distancia a su vez, se extiende a capricho separando dos grandes amores y siempre deja su huella en cada uno de ellos. Las dudas vienen, y no se marchan tan fácilmente, se aferran al fondo de tu alma como una hiedra venenosa que se rehúsa a morir.

Eso es lo que sentía Serena por dentro, una gran enredadera de ponzoñosas dudas, acompañadas del inevitable "¿y si hubiera?"

"¿Y si hubiera tenido el valor de decirle que ya no lo amo de la misma manera?"

"¿Y si hubiera defendido lo que mi corazón siente por Seiya?"

"¿Y si hubiera enfrentado con firmeza cualquier adversidad por defender lo que mi alma actualmente anhela?"

"¿Y si hubiera tenido el valor de plantarle cara al destino para poder gritarle: ¡Me importa un diablo lo que tu esperes de mi. Seré yo quien elija!"

"Y si hubiera…."

Pero como dicen. "El hubiera ya no existe", ahora es solo el recuerdo de una oportunidad que ya está perdida, la oportunidad de haber sido sincera, de haber hablado con el corazón en la mano.

La oportunidad de haberle dicho a Seiya: Amor… quédate

La oportunidad de haber luchado por la felicidad propia, aun cuando eso requiriera ser egoísta.

La oportunidad de forjar su destino basado en sus propias elecciones, en el cumplimiento de sus anhelos y en la realización del que parecía ser su verdadero amor, al menos, en esta vida.

Porque si, si amo a Darien, aun lo amaba, aunque no con la misma intensidad, no de la misma manera, porque actualmente había descubierto que era más la nostalgia que sentía por él, al recordar su amor pasado, que de alguna forma se sintió obligada a continuar con ese idílico romance que había quedado inconcluso hace muchos años.

Porque si, lo amo, su amor por él había sido profundo y verdadero, pero siendo realistas, ella no era la misma princesa de aquel hermoso cuento de hadas y el, a pesar de seguir siendo su príncipe, ya no despertaba en ella las ilusiones que en otra vida Endymion había provocado en Serenety.

Ahora ella era simplemente Serena Tsukino, o mejor dicho, ella anhelaba simplemente poder ser Serena, una alegre y despistada chica, cuyas mayores preocupaciones eran mejorar sus notas en los estudios y encontrar al hombre se sus sueños. Justo como lo haría cualquier chica normal.

Pero su realidad era otra, ella dejo la normalidad de una vida atrás, la misma tarde en que una linda gatita con una luna creciente en la frente le dirigió la palabra.

Ese simple hecho significo el fin de una vida común y a la vez, el comienzo de una irreal historia llena de violentas luchas, doloroso enfrentamientos y tristes recuerdos. Pero para ser justos, habría que reconocer que no todo había sido malo, también había tenido la dicha de tener grandes amistades y una infinidad de felices momentos.

Pero lo cierto era, que su actual realidad le había traído, en su mayoría, mucho dolor y sacrificio. Tanto para ella misma, como para cada una de sus amigas, sus amadas Sailors.

¿Cuántas veces fue testigo de su inquebrantable valor? ¿Cuántas veces las vio ponerse de pie nuevamente después de haber sido heridas?

¿En cuántas ocasiones se pusieron frente a ella para poderle servir como escudo humano y así protegerla? ¿Cuántas veces murieron frente a sus ojos sin que ella pudiera evitarlo?

¿A cuántos sueños tuvieron que renunciar cada una de ellas por seguir a su lado?

¿Y todo por qué? Por el complimiento de un destino que había llegado a ser para ella el mayor lastre de su vida.

¿Cómo amar un futuro que debe ser cimentado en el sufrimiento, el sacrificio y la muerte?

¿Cómo sentirse feliz el día de su boda? ¿Cómo? Cuando sentía que este era simplemente el mayor sacrificio que el maldito destino le imponía, ya que hoy, al decir; "Si, acepto" estaría sacrificando su corazón.

xxx-xxx-xxxx-xxx-xxx

¿Qué tal? Espero que este capítulo fuera de su agrado.

La verdad es que estoy enamorada de la idea que tengo para esta historia. Aunque no sé exactamente cómo voy a hacer para desarrollarla. Pero ya pensare en algo.

En algún momento llegue a considerar la idea de fusionar esta historia con la de Olvídame, o elíjeme pero luego dije: NA!

Eso hubiera significado echar a perder la idea original que posee cada una.

Bueno, los invito a seguir la historias Olvídame, o elíjeme y Profecías de la luna negra (que pronto llegara a su fin)

¡AMO LOS POST-STAR! ¿Ya lo habían notado?

Por favor, dejen sus comentarios. Siempre causa una gran dicha poder lo que opinan de cada capítulo.

Besos y cuídense.